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El hospedaje en Gaucín PDF Imprimir E-mail
Escrito por administrador   
Miércoles, 19 de Febrero de 2003 23:06

1. INTRODUCCIÓN

Siendo nuestro pueblo lugar de acogida y tierra de frontera, cruzada por caminos que vienen y llevan a múltiples destinos, nunca han debido faltar casas de acogida, aposentos de viajeros y descanso de caminantes. Lo que, por otro lado, es común desde la antigüedad.

Hacer un recorrido por los lugares de hospedaje y rememorar a los posaderos, venteros, fondistas y otros hosteleros de Gaucín a lo largo de la historia, es la agradable tarea que me propongo.

Desde la destartala posada que acogió, bajo el aliento de una mula y un buey, a quien alumbró la nueva Era, siempre los hombres, caminantes y peregrinos, han sido cobijados por sus semejantes, incluso con el desprendimiento de aquel posadero que acogió al hombre herido que un samaritano desconocido le envió.

Algunos apuntan al origen romano de la hospedería, pero el mas claro antecedente que se señala es musulmán: el “fundaq” o alhóndiga, para almacenar y vender productos, pero que también servía para hospedaje. Al tener las alhóndigas musulmanas destino solo para mercaderías, los cristianos tuvieron necesidad de que surgieran los mesones y posadas para los hombres y animales.

Las variadas denominaciones para los lugares de hospedaje, hace que sea, a veces, difícil distinguir entre unos y otros términos.

Así, Mesón es, desde siempre, el establecimiento donde se alojan huéspedes de paso, y que hoy solo los hay en los pueblos y en las afueras de ellos y, por tipismo, también se conoce como tales ciertas instalaciones donde se recuerda a los mesones antiguos, como nos dice Maria Moliner.

Posada, según el mismo diccionario, es casa en los pueblos, y también en las ciudades, para gente que va de los pueblos, donde se hospedan viajeros o forasteros. Ello debería ser de normal funcionamiento en pueblos como Gaucín, centro administrativo y judicial durante el siglo XIX y la primera mitad del XX, lo que ocasionaba un tráfico de personas que actuaba como población flotante, no solo durante la jornada laboral, sino que obligaba a pernoctar, lo que hacía necesaria la existencia de posada, fonda o, en el trayecto entre los pueblos del partido y Gaucín, de ventas, ventorros o ventorrillos, que por estos nombres se conocen en nuestras tierras

La estructura de las Posadas, según las descripciones mas comunes, era la de un patio central al que se abrían galerías; la planta baja para convivencia, cuadras y almacenaje y las plantas altas, una o dos, para alojamiento. En ellas se ofrecía hospedaje pero no comida, solo medios para cocinar y forraje para las bestias.

Los viajeros románticos no hacen distinción entre venta y posada. Tomas Fernández Mesa [[i]] dice que venta es la que está puesta en el campo, regularmente en los caminos, cuyo nombre tomó de “averse” introducido para vender los cosecheros sus frutos o porque allí se va y se viene. Posada se dice por ser donde reposamos, pero llamamos posadas a los Mesones, especialmente a los más particulares y mejores.

En un cuadro de Genaro Pérez Villaamil, Baile en el patio del mesón [ [ii]], se representa una vista del patio, adosado a un antigua iglesia mudéjar, y puede verse, sobre la pared del edificio y junto a la puerta, un cartel que indica “Mesón del Pelao. Posada. Damas. caballeros”. Ello demuestra la indistinta utilización de términos y la confusión en la denominación de los edificios destinados a hospedaje.

En el archivo de Medina Sidonia –según datos que me facilita mi primo Teodoro de Molina de Molina- existen planos de los Mesones y de las Ventas que la Casa Ducal tenían, apreciandose en éstas el gran patio central.

El Mesón era de menores dimensiones, con sólo dos crujías y planta rectangular. Tenían dos puertas de acceso, la principal que daba entrada al llamado descargador –donde asimismo se situaba una cocina- y otra mas lateral que servía para acceder al despacho de vino y aceite; había un cuarto para el Mesonero y la correspondiente cuadra corrida con sus pesebres, desde las que se pasaba a un corral o descubierto en la parte trasera. En el que se describe, figura una escalera de doble tramo para subir al pajar que ocupaba toda la segunda planta.

Meson

En las Ventas de la Casa de Medina Sidonia la planta es cuadrangular, con varias crujías, en una sola planta y con un patrio central y los mismos servicios que el Mesón (descargadero, cocina, despacho de vino y aceite, cuarto para el Bentero, y cuadras en la planta baja) si bien de mayores dimensiones. Existe también un pequeño pajar en la planta baja, junto a la escalera, y pajares en la segunda, pues, aunque en el alzado no se aprecia una segunda planta, es evidente que debía haberla, o por lo menos, un sobrado, por la existencia de las escaleras en el dibujo de planta y la duplicidad de los números 10 y 14, y es probable que tuviera alguna luz o trampilla para descargar la paja, en la parte trasera o lateral, por lo que no se dibujan en el alzado. En las Ventas hay dos características diferenciadoras. Una, son las estancias o camas para el ospedaje con tabiquería independiente, lo que indica una mayor comodidad; y otra, un lateral independiente, con acceso directo al exterior, que consta de tres estancias: cuarto central, corral y capilla y que estarían destinadas al Hospedero (es lo que parece leerse) o dueño . También se aprecia que el descargadero está dividido por tabiquería con arcos de media punta..

Ventas

Aunque en la Casa Ducal, por los planos examinados, parece que tienen mayor prestancia las Ventas, es lo cierto que éstas son la hermana menor del hospedaje. Normalmente se encontraba a lo largo del camino y servia de morada momentánea y, la mayoría de las veces, sólo para un breve descanso en el que reponer fuerzas para continuar la andadura. Posada en despoblado para hospedaje de los viandantes, la define el diccionario de Maria Moliner; y el Ventorro tiene la acepción de despectivo de venta o venta pequeña, mientras Ventorrillo es diminutivo de la anterior acepción y también casa donde se sirven comidas en las afueras de los pueblos o ciudades.


2.. EL PRIMER HOSPEDAJE

La primera hospedería que habría que mencionar, por lo que se refiere a Gaucín, es la que

acogió, en el inicio del XVI, a Juan Ciudad.

Aunque me parece haber leído que la fonda donde San Juan de Dios pernoctó al volver a Gaucín estaba en la calle Convento (“el 7 de septiembre de 1540 al 46, San Juan de Dios pernoctó en el entonces Mesón de los Álamos, actual calle de Luis de Armiñán [ [iii] ] ), me contó mi prima María Josefa Martín que en la calle Arrabalete –inicial via urbana de Gaucín, a la sombra del castillo-, aparte de la Casa del Duque de Medinaceli, en su inicio, al final de la misma, a la derecha, había una Hospedería o un Hospitalico, que antes había sido una mezquita, y que la gente conocía como la “Casa de San Juan de Dios”, donde se atendía a los pobres y donde según la tradición paró San Juan cuando trajo la Imagen del Niño.

Esto quizá sea más acorde con la historia, puesto que la calle Convento debe ser posterior a la instauración en la “Huerta de Los Frailes” de los Carmelitas, a mediados del siglo XVIII, lo que hizo colmatarse la parte suroeste del pueblo, que debía terminar en el camino de Gibraltar o callejón del Pino.

.

También existió un denominado Hospitalico, frente al callejón que va desde la calle Mártires a la calle Bancos, para residencia de gitanos desvalidos, que pudiera ser al que hace referencia el inventario del Marques de la Ensenada. En efecto, al responder a la pregunta 30 del Interrogatorio General, consta en el expediente que “ A la treinta Dijeron avia en esta Vª una Casa Ospital para los Pobres transeuntes la que no tiene renta alguna”.

3. LOS ROMANTICOS

3.1. PRIMERA ETAPA.

3.1.1. primeras descripciones de las posadas de gaucín.

Después de este apunte entre la historia y la leyenda, hay que adentrarse en la fantasía de las posadas de los/las viajeros/as románticos.

Especial referencia a Gaucín la encontré en un viejo libro, de 1776, del Major William Dalrymple [[iv]], que inicia su recorrido de España y Portugal, precisamente por Gaucín, donde trasnocha el día 20 de junio de 1774, y del que dice:

“Gaucín está colocado sobre la cumbre de una alta montaña, que habíamos gastado dos horas para subir por un camino rígido como una escalera. Los moros han construido en otro tiempo en ese sitio un fuerte para dominar la entrada de la sierra de Ronda; no subsiste actualmente más que una capilla en medio de las ruinas del fuerte; se llama Niño de Dios; habitualmente se hacen allí milagros que se suelen contar por todos los campesinos de los pueblos vecinos. Ese fuerte domina una gran extensión de terreno al sur y al sudeste, pero por todos los demás lados las montañas son aún más altas.

A nuestra llegada, nuestro conductor tuvo gran cuidado de ir a advertir a la posadera que éramos ingleses; ésta, como todas las mujeres, deseosa de comunicar sus conocimientos, extendió esa noticia por todo el pueblo, y aunque este sitio no esté muy lejos de Gibraltar, todos los habitantes acudieron para vernos. La posada no tenía la más bella apariencia del mundo, era un largo edificio que tenía en uno de sus extremos una cocina y una cuadra en el otro. Entre esas dos habitaciones no había más que un pequeño espacio para poner los equipajes y para descansar los viajeros rendidos; dos cuartitos al lado estaban destinados el uno para la familia, el otro para los que tuvieran el gusto de pagarlo; éste nos correspondió, porque no había llegado antes de nosotros ningún viajero de cierta consideración; de otro modo habríamos sido relegados al otro lado. Nuestra habitación, que tenía un suelo bastante malo, estaba amueblada con dos sillas rotas, una mesita y un Cristo pintado en la cruz.

Tenía una especie de agujero cuadrado en la pared para dar paso a la luz y al aire; dos tablas viejas de pino, mal reunidas, tenían la intención de servir de estante; pero no cubrían la mitad del espacio. Esa magnífica habitación y el uso de algunos utensilios de cocina, con la paja para nuestros caballos, fue toda la ayuda que hallamos en esa posada. Por suerte habíamos llevado un jamón; encontramos en el pueblo algunos huevos frescos, un vino blanco bastante ligero y cebada para los caballos.

La noche era tan fría, que las mujeres se envolvían en sus mantones como en medio del invierno. Nos vimos obligados a poner paja en el suelo para servirnos de camas, y nuestros capotes como mantas, porque de camas no había que hablar. La noche era extremadamente molesta a causa del viento norte, y de la elevación del lugar.

La descripción de nuestra Posada se corresponde con el estereotipo de estos hospedajes. Por su estructura no parece corresponderse con el célebre Hotel Ingles, que probablemente no existía en aquellos años, sino que más bien pudiera referirse a la antigua Posada de la calle Bancos, a que aludiré más adelante.

Similar descripción encontramos en la Posada donde pernoctó Josephine de Brickmann el 20 de marzo de 1850:

“No podrías imaginar la curiosidad que despertó mi llegada... cada uno hacia conjeturas al seguir al cortejo cuya llegada a la posada causó un efecto no menos asombroso.

La gran estancia de la posada era como el cobertizo de la venta (se refiere a la de Gualquejido, de la que más tarde hablaré) ya que servía a la vez de establo y cocina... durante la cena, mientras mis dientes se ejercitaban contra un puchero de gallina, cuya dureza acusaba cincuenta años de edad, en la parte de establo que servia a la vez de cocina y comedor, recibí la visita... a esta atención añadió una botella de vino de su tierra, porque decía que el de la posada era malo e insuficiente...

U después me abandonó en el cuarto de la posada. La riqueza de mobiliario allí era grande, consistía en una mesita, dos sillas y un lecho, compuesto de un colchón colocado sobre unas tablas, pero todo estaba limpio a las mil maravillas...”

En relación con la importancia que los viajeros de la época dan a las “Posadas” (en español en el original ingles de Dalrymple), es la anotación que hace Ford sobre la de Gaucín, en el viaje de David Roberts desde Ronda a Gibraltar [ [v] ]

3.1.2. los caminos.

Hasta el XVIII en Europa se viajaba por necesidad. Con las comunicaciones, el Gran Tour y las ideas románticas, se empezó a viajar por placer, aunque con riesgo y aventura... unas veces a caballo, otras en diligencia u otro tipo de carruaje.[ [vi]]

Es, pues, importante la relación entre caminos y viajeros-hospedajes.

En Gaucín, el más celebrado de los Caminos es el de Gibraltar-Ronda. Para Demidoff este camino no existía, las monturas cortaban por lo mas corto.

A la salida de Gaucín, el sendero era un simple perfil cavado en la piedra por los pies de las bestias”.

Hoskin nos señala que el camino va cambiando de un valle a otro, pasando por Gaucín, Benarraba, Benadalid, Atajate y Ronda

Dennis dice que al salir de Ronda se toma un “nevero” y pasa después por Atajate, Benadalid y la posada de Gaucín.

Según las mismas fuentes, el referido camino es citado por Desbarrolles, Dundas, Paula Mellado y un viajero anónimo, y figura en el Mapa de Grasett donde se señala que pasa por Gaucín, dejando a un lado Benadalid y Benalauría; Santiago López lo incluye en la red radial y asimismo la “Carte Itinerarie” de 1838.

También las Cañadas Reales, los Cordeles, Veredas o Coladas (que así se clasifican las vías pecuarias, en atención a su anchura), eran propicias para asentar a su vera, ventas, ventorros o ventorrillos, para utilidad de arrieros y hospedaje de contrabandistas, así como instalaciones propias de la trashumancia, como abrevaderos, descansaderos, contaderos de ganado y lavaderos de lana, majadas e incluso ermitas mesteñas.

Por lo que nos afecta, es de señalar que la Cañada Real del Campo de Gibraltar pasa por Jimena y San Pablo y se adentra en la Serranía por Gaucín, Cortes de la Frontera y Benaoján, enlazando con Ronda y que utilizaban con frecuencia los pastores, porqueros y arrieros, en un trazado paralelo al Guadiaro al que se cruzaba en varias ocasiones, como a través de la Barca de los Grandos, cerca del acebuchal de Buceite, o de la Barca de Cortes.

De estas grandes vías pecuarias (caminos citados por los viajeros románticos), salían numerosas veredas recorridas por los pescateros de Estepona y Manilva, no solo para abastecer Gaucín, sino que llegaban hasta Ubrique. Así como los carboneros, castañeros y corcheros. Los del Genal medio y bajo, entre ellos los de Gaucín, mas interesados con el comercio con San Roque y La Línea, salían a confluir en el Genal y agrupados en torno a la “Venta de los Nogales” [ [vii]], que parece ser la de Quiñones, transcurriendo las recuas por caminos surcados de ventorrillos como el de “Mota”, “El Zorro” y “Venta Melchor”, que estuvieron ubicados en nuestro término municipal.

En relación con las Postas que menciona Miñano, como mas adelante reseñaré, tengo un dato que es anterior a esta referencia del Diccionario, y es el “ Mapa de Caminos y Postas” de D. Bernardo Espinalt y García, célebre geógrafo y cartógrafo del XVIII y autor, entre otros, del famoso “Atlante español o descripción general de España por Reynos y provincias...” [ [viii] ]

En el referido mapa de caminos y postas, Gaucín figura con la misma categoría que Málaga, como “carrera de postas no montada”. Este curioso Mapa, cuya litografía tengo enmarcada, sin recordar donde la encontré, no tiene fecha, pero deber ser coetáneo al “Atlante...”, y tiene la siguiente leyenda “Mapa de las Carreras de Postas de España dedicado al Exº Sº Dº Pedro Cevallos Consejero de Estado de SM Caballero Gran Cruz en la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III Gentilhombre de Cámara con exercicio Primer Secretario de Estado y del Despacho Universal, Super intendente general de Correos y Postas en España é Indias”.

Tiene una encantadora estampa con las dos clases de Postas que había (montada y no montada), una con carruaje de dos caballos y otra con simples mulas, junto a las posadas o casa de postas. Según el Mapa, Gaucín distaba 6 leguas de San Roque y dos más de Gibraltar, donde empezaba el Camino –con un ramal a Algeciras-, que atravesando Madrid, tenía su final en Santander. De Gaucín a Ronda distaban 5 leguas. De la provincia actual de Málaga solo se recogen seis postas (“Gausin”y Ronda en el Camino citado; Marbella, Málaga y Antequera, que estaban en el Camino de Marbella a Andujar en donde confluía con el anterior, mas Vélez Málaga con posta independiente de Camino alguno). Otra curiosidad del referido Mapa es que en él aparece España dividida en catorce Arzobispados y la actual Andalucía comprendía los de Granada y Andalucía, incluyendo Gaucín en este último, lo que no se corresponde con la anterior división del Reino de Granada. La división provincial de 1837 lo incluyó en Málaga y no en Cádiz.

3.1.3. las ventas.

En la época anterior a la que me vengo refiriendo, lo mas común eran las ventas y hago recuerdo de las célebres ventas donde D. Quijote vino a dar con sus doloridos huesos y en donde Sancho encontraba solaz para su cuerpo ansioso de tantas harturas.

En el Camino de Ronda a Gibraltar, se citan por los viajeros románticos, la Venta de Atajate por Desmidof y la de Gaucín (Desmidof, pg. 126 y Summer, pg. 288).

No he podido situar geográficamente esta venta, ni las que citan Merinmée y otros, aunque pudieran ser la Venta o Ventorro de San Antonio, el de Las Corchas u otra venta que existía en el camino viejo a Ronda, cerca del Salto o Asalto del Cura, conocida por “La Culilla”.

Unos años antes, Serrano Valdenebro, en el Mapa que acompaña a su libro sobre las campañas de la Sierra Meridional [ [ix] ], figuran varias Ventas, entre ellas la “Venta de la Carraca”, por debajo del Coto del Genal, junto al río Genal, en la vertiente de Gaucín, frente a Casares, que no sé si ubicar en el conocido por el “Ventorro Mota”, propiedad de Pedro Florín, aunque es mas probable que se trate de la “Venta de la Carrasca”, en la actualidad propiedad de Antonio Ordóñez Gómez, según me indica Miguel Vázquez.

Esta “venta que llaman de la Carraca, una legua de Gausin sobre el camino real”, según la cita literal de Serrano Valdenebro [ [x] ], era lugar de encuentro de las guerrillas de los patriotas en la Independencia y se encontraba según el propio testimonio “equidistante de Casares, a una legua” [ [xi]] y fue escenario de escaramuzas variadas y, en especial, testigo de la derrota de las huestes francesas el día 28 de abril de 1811 en donde “se calcula perdieron 400 hombres y unos 300 heridos” al ser hostigadas desde la vertiente de la Carraca lo que les obligó a huir en desbandada y a pasar el río en desorden hacia Estepona.

También se comprenden en dicho mapa la “Venta del Quejigo”, pasado el río Hozgarganta ya en el Campo de Gibraltar, en la Almoraima, así como otras ventas citadas en su alegato, entre ellas las de Los Mosos y de Albote –junto a Instan- y la venta Miranda cerca de El Burgo, por lo que la “Venta de Gaucín” citada por los viajeros decimonónicos bien podría ser algunas de las citadas, excluidas estas últimas, mas alejadas de la población.

Por cierto, la Venta del Quejigo que recoge Serrano Valdenebro es citada por Brinckmann como “Venta del Gualquejigo”,

en el sendero que seguimos (que) serpentea al fondo del valle que conduce a Gaucín, regado por el riachuelo del Guadiaro, que vadeamos al menos diez veces en la jornada...

Pero regresemos a la Venta de Gualquejigo, donde me detuve el mediodía a almorzar. No había visto todavía ninguna de esta clase. Me sorprendió la fea mezcla de gentes y animales, en medio de una naturaleza tan poética y tan perfumada. Imagínate un gran cobertizo, cuyas tres cuartas partes formas un establo ocupado por los caballos y las mulas, atados al pesebre, y algunos cerdos paseándose a través de todo aquello sin olvidar mezclarse con las gentes que ocupan la cuarta parte del cobertizo. en este lugar es donde está la cocina, con un gran fogón y dos mesas que sirven para las comidas de la pobre familia propietaria de la venta y de los arrieros que pasan para ir a abastecer Gaucín”

La reiteración con que se hace referencia a la Venta de Gaucín y la no especificación de un nombre concreto -salvo en esta cita de Serrano Valdenebro y en la de Madoz que habla de la Venta del Cinchorro-, me hace pensar que la repetida Venta era de gran importancia y no necesitaba una cita expresa. Esto ocurre en “Carmen”, en Dennis y en Demidof, como acabamos de ver, en Clark, en Charles Davillier e incluso en un Mapa o Grabado de F. Carter, en su “Viaje de Gibraltar a Málaga” del siglo XVIII [ [xii] ] en el que –dejando a salvo las equivocadas localizaciones de los ríos- se citan 98 topónimos y solo uno de ellos hace referencia a una “Venta” sin especificar su nombre concreto, pero que, por su situación geográfica (junto a la curva que hace el río Palmones, por debajo de Gaucín) podría tratarse de la Venta de Gaucín, mediado el trayecto entre Gibraltar y Gaucín [xiii].

Parece ser, pues, que a finales del XVIII y principios del XIX solo existía una venta en Gaucín, lo que pudiera ser normal en aquellos tiempos, como podemos leer en Serrano Valdenebro [ [xiv] ]

en la Isla, pueblo de sesenta mil almas y precioso paso para Cádiz, solo tiene una Posada con Privilegio exclusivo: todo pasagero se ha de sujetar a la ley que le imponga el posadero. Ya se dexa ver el perjuicio que ha de acarrear el tragin este monopolio. Pudiera pasar quando era una miserable aldea territorial; mas no el día, que es un realengo de los de primer orden del Reyno. Compénsesele al agraciado esta prerogativa, y déxesele al pueblo la libertad de multiplicarlas y situarlas en los parages que juzgue oportunos para el recíproco provecho. Fallida es la providencia que no lleva por fundamento el interés publico: no puede ser ventajosa al Rey ni al Reino”.

Por lo que se ve, en el siglo XVIII ya existían negocios con exclusiva, como pasa aún con las farmacias. Probablemente este dato coincida con los recogidos en la Casa de Medina Sidonia sobre la estructura de Ventas y Mesones que existían en las propiedades de los Duques. En Gaucín, que era jurisdicción de estos Señores, es probable que en la Edad Media y hasta casi los finales del Señorío, sucediese igual, aunque no tengo constancia de que ello es así.

Pero existe el siguiente dato. En el Catastro del Marques de la Ensenada, a las Respuestas Generales, consta que

“A la veintinueve dijeron auia en esta dicha Villa una Taverna de Diego Sánchez Esparrago la que le da de renta al año cinquenta rr. de vellón. dos mesones pertenecientes a Dn. Rodrigo Soriano los que le daban de renta al año ochocientos y ochenta rr. de vellón dos tiendas de especería que la una pertenece a Joseph de Casas y le daba de renta cuatrocientos rr. al año y la otra a Melchor de Castañeda que le daba seiscientos rr. al año. Una Panadería de todo el año que es de Francisco Carrillo la que la dara de utilidad quinientos rr.. Y siete que solo travajaran quatro meses al año las que pertenecen a Alfonso de Salas, Francisco Guerra, Francisco Balarma, Antonio de Andradas, Juan Estevan, Nicolás Pérez, Francisco de Ziles y le valdrá al año a cada uno cien rr. de v. Una Carnecería la que pertenece a la Villa la que no le da utilidad alguna, aunque si es carga concejil por tener que satisfacer el Oficial de ellas... “


3.2. SEGUNDA ETAPA.-

A principios del XIX solo Málaga era centro de incipiente turismo, salvo balnearios del interior y Ronda que siempre fue parada obligatoria de viajeros [[xv]]. Y creo que Gaucín también lo fue, según confirman los numerosos testimonios de viajeros de la época y las estadísticas de sus viajes.

Por otro lado, las posadas y ventas eran lugar de cita de bandoleros y contrabandistas y existió la picaresca del miedo al bandolero, lo que originaba contratar escoltas, pagar el seguro de tránsito, permanecer mayor tiempo en las posadas, etc. llegando Gautier a indicar que los verdaderos bandoleros eran los venteros. En la venta de Gaucín, Clark es robado “tal como establecen las normas de la vida civilizada. El patrón puso ante mí, no una pistola, sino una factura, cuyo total hubiese sido razonable en el Hotel de los Príncipes”[ [xvi]]

También los contrabandistas tienen sus historias. Ya sabemos de la de Carmen y sus trapicheos desde Gibraltar. El escritor R. B. Cunninghame Grahame nos describe una venta y como

“junto a ellas (las bestias), tendidos algunos sobre paja, otros sobre fardos, yacían hombres que enseguida reconocí como contrabandistas, porque yo había visto muchos de ellos en el campo que separa Gaucín de Gibraltar, país salvaje y sin caminos desde hacía treinta años. Allí en Salden, los contrabandistas estaban en un escenario adecuado, igual al de un teatro cuando cantan Carmen” [[xvii]]

Davillier nos cuenta [[xviii]] como

“encontramos en una venta, poco antes de llegar a Gaucín, un contrabandista que, como nosotros, iba a San Roque y Algeciras... llamado Joselillo... y su novia iba montada a la grupa detrás de él... en nuestra excursión a través de la Serranía de Ronda fuimos testigos de una escena de esta clase: los contrabandistas con sus mochilas a la espalda y el retaco en bandolera, trepaban por senderos imposibles, a muchos centenares de pies por encima de nosotros... mientras Doré añadía una pagina a su álbum de viaje...”

Richard Ford [[xix]] nos avisa de que

“cerca de Gibraltar el viajero verá muchos contrabandistas rondeños, y son buena gente en realidad: un puro y una bota bastan para ganarse su confianza, junto al fuego en la venta; les caen bien los ingleses...”

Sobre el Tempranillo, y por lo que hace referencia a Gaucín, sabemos que, azuzadas las tropas realistas con la promesa de recibir una buena recompensa, o animadas quizás por el ansia de adquirir fama y gloria al lograr capturar al bandolero, muchos eran los grupos que, de forma oficial o voluntaria, salían en su búsqueda, con la intención de apresarlo. Los bandidos, por su parte, buscaban la ocasión para burlarse de ellos y humillarlos.

Y no tardaron mucho tiempo en conseguir su propósito pues a sus oídos llegó que en la venta de Gaucín, próxima al lugar donde se encontraban, estaban alojados sesenta de estos voluntarios realistas.

Cuenta la leyenda que José María, con intención de sorprenderlos, escogió doce de sus mejores hombres y, junto con su famoso teniente «Veneno», irrumpió en la venta cuando aquellos, abandonadas las armas, comían tranquilos. Inútil resulta decir que, allí mismo, los despojaron de sus pertenencias. caballos y armas para vergüenza propia y advertencia a otros que intentaran lo mismo. Como consecuencia de esta hazaña, unos días después este «Veneno» tuvo un encuentro violento con los escopeteros que le perseguían. La lucha fue desesperada. A pesar de sus habilidades militares, el bandido cayo al suelo, herido en una pierna. Aún tuvo fuerza, sin embargo, para matar al soldado que corría a prenderle. Finalmente tuvo que rendirse. Conducido a la Cárcel de Sevilla no transcurrirían muchos días hasta que fue conducido al patíbulo, donde acabo sus días rindiendo cuenta de sus fechorías [[xx]].

En relación con este mundo, será interesante introducirse en la visión que nos legaron los escritores románticos y lo que, en relación con Gaucín, no refirieron sobre los caminos y las ventas y cruces que las jalonaban [[xxi]]

Las cruces eran habituales en los caminos, indicando los lugares en donde se habían producido muertes violentas, a modo de santificación del lugar del fallecimiento, bien como consecuencia de los ataques de los bandidos, bien en las muertes provocadas por venganzas o celos, o por la muerte de contrabandistas a manos de las fuerzas del orden. Algunas eran tan abundantes que algún escritor llegó a decir que “aquello no era un camino, era un cementerio” [[xxii]]. Sobre las Cruces en los caminos, son innumerables las existentes, aunque las antiguas quedan pocos vestigios en nuestras tierras, En el cuadro “El Castillo de Gaucín”, de Villaamil, puede observarse una cruz junto al precipicio, a los pies del pintor.

Si en una primera etapa, aproximadamente hasta 1870, predomina la posada o, mas tarde, la fonda -que es casa donde se admiten huéspedes para comer y dormir-[[xxiii]], posteriormente, el Parador es la denominación con la que se conoce a una posada mas avanzada, vinculado a la aparición de las primeras líneas de trasporte con los pueblos cercanos. Esto ya venia del XVIII en Europa en que se crearon carreteras.

En Gaucín, siempre se ha conocido por “El Parador” al edificio que hace esquina a la plazuela o ensanche de la calle de San Juan de Dios con el acceso a la actual carretera Ronda-Algeciras, que sería inicio del antiguo Camino a Ronda, por la Carrasquilla. Según las primeras noticias escritas que tengo, fue adquirido por los hermanos Diego y Paula Domínguez Barroso, por herencia de su padre Manuel Domínguez Aguilar en agosto de 1883 (éste estaba casado con Lucía Barroso Añón –citada como lindero-, padres también de Sebastián, a su vez casado con Isabel de Molina, padres de tio Joaquín el Magistrado), con la siguiente descripción: “Casa Parador situada en la calle del Corral numero diez y nueve, de doce metros y diez y siete centímetros de frente por veinte metros y ochenta y cuatro centímetros de fondo, lindado por la derecha con otra de Diego Domínguez Fernández hoy de Lucia Barroso Añón, por la izquierda al llamado Camino del Moral y por la espalda con el sitio llamado de la Carrasquilla” [[xxiv]]. Es posible que, por su cercanía al referido Camino, extramuros de la población, fuese el Parador de las Postas de Gaucín.

Sebastián de Miñano, en su Diccionario de 1826 [[xxv]], nos habla de Gaucín como V.S. de España y Provincia de Granada, Partido de Estepona y Obispado de Málaga [[xxvi]]. Se indica que es A.M. con 1.480 vecinos y 4.637 habitantes, 1 parroquia, 1 convento de frailes Carmelitas, 1 pósito, casa de postas con 3 caballos, y que “el nombre de esta villa es arábigo”.

Es, pues, obligado dejar constancia de la importancia que tenía Gaucín como enlace principal en la red de comunicaciones de aquella época y, por otro lado, de la buena consideración que a los ojos de los viajeros tenía la posada de Gaucín, que era una excepción en aquellos entonces, hasta el punto de llamar la atención de Richard Ford, el viajero romántico por excelencia.

Ford [[xxvii]] nos dice que

los caminos, como cabría esperar, son empinados y ásperos; muchos son prácticamente intransitables incluso para las mulas... las cabras y los contrabandistas siguen siendo los ingenieros de caminos de la Serranía... las posadas (expresión que utilizan casi todos los escritores extranjeros, en su original español) y alojamientos en general no son mejores que los caminos, y están hechos a la medida de las naturalezas férreas y la capacidad de digerir el aceite y el ajo de los contrabandistas y los ladrones, que, a semejanza de la gamuza, se encuentran en su elemento entre la comida indigesta y los precipicios...”

Pese a este panorama general de las condiciones de la Serranía, cuando visita Gaucín –probablemente en 1832-34- y describe su entorno como morada de

“campesinos duros de la montaña que cultivan cada parcela de sus laderas, convirtiéndolas en terrazas de jardines colgantes, y trayendo a ellas tierras de abajo en sus cestos... Gaucín está muy románticamente situada en una sierra hendida. La posada es tolerable... se debe subir al Castillo moro... La vista es espléndida. Gibraltar se levanta como un molar en la distancia, y África se deja entrever mas allá... Dejando Gaucín se llega a una tremenda bajada por una especie de escalinata dislocada por un terremoto que salva la barrera amurallada que cierra la frontera de Granada. El camino parece hecho por el diablo en el jardín colgante del Edén. Un bosquecillo de naranjos en las orillas del Guadiaro da la bienvenida al viajero y le dice que ya ha pasado la Sierra. Hay que cruzar y volver a cruzar el río, bordeado de adelfas..” [[xxviii]]

El otro escritor ingles, William Dalrymple, al referirse a la Posada no es tan benévolo como ya he tenido ocasión de transcribir; claro que visitó nuestro pueblo sesenta años antes, que eran muchos años en los siglos XVIII y XIX.

Múltiples fueron los viajeros románticos de los inicios del XIX: el ya citado Ford, Jacob en 1810, Dennis en 1836, y los antes mencionados [[xxix]].

Por su parte, el Diccionario Geográfico de Madoz (1845-50) [[xxx]], en cuanto a los caminos que atraviesan Gaucín, insiste como todos en lo penoso de su estado, siendo el principal el que conduce de Ronda a Gibraltar, encontrándose en él varias ventas,

“de las que solo ofrece alguna comodidad el ventorrillo construido nuevamente en el sitio llamado el Cinchorro”.

Hace referencia a la correspondencia que se recibe de Ronda por medio de valijero los domingos martes y viernes a la 4 de la mañana y de San Roque los lunes, miércoles y sábados a las 9 de la noche; “hay casa de postas con 5 caballos y 10.000 reales de dotación”.

Insisto en situar la Casa de Postas en el Parador, aunque no hay que descartar –por su situación junto al camino- la venta o ventorro de San Antonio –hoy en ruinas como se aprecia en la fotografía que se inserta en el texto-, aunque podría ser simplemente una de las ventas que citan los escritores románticos. Puede observarse la similitud que guarda su estructura con los Mesones de la Casa de Medina Sidonia.



El doctor Thebussem, escribía al director de la revista “El Museo Universal”, y éste recogía en el núm. 2 de la misma, del día 10 de enero de 1869:

“en el mes de julio de 1868 hice una expedición a Alcalá de Los Gazules, Jimena, Gaucín, Casares y otros pueblos y despoblados de aquella tan agreste como deliciosa región de Andalucía. después de cruzar los valles y despeñaderos que aquí llaman “caminos” y que cuando mas lo serán para lobos y conejos...después de recorrer lugares como Algatocín, Benadalid o Benarraba, donde toda incomodidad tiene su asiento...llegué a San Roque...el Peñón de Gibraltar ha sido para los españoles lugar de asilo y refugio” [[xxxi]]

Dejemos, por ahora, a los románticos y su visión de nuestros caminos y posadas y ventas.

4. LOS SIGLOS XIX Y XX.

Las nuevas necesidades de la burguesía hicieron aparecer las casas de pupilos y las fondas (que introdujeron la modalidad de la mesa redonda, donde se servia la comida para todos los huéspedes) y los hoteles.

Sin embargo, en Gaucín no tenemos constancia de estas modalidades de hospedaje, aunque no debo olvidar a los siguientes lugares de acogida.

La venta que se cita en “Carmen” [[xxxii]], en uno de los episodios finales de la novela, cuando D. José se recuperaba de sus heridas y Carmen venía a visitarlo desde Málaga, Granada o Córdoba: “venía a encontrarse conmigo en una venta aislada, nos dice el enamorado. Me indica Miguel Dominguez (Gaucinet.com) que en opinión de Jesús y Luis dueños del actual Hotel La Fructuosa, era el Parador, que antiguamente fuera Posada, donde tenían lugar los encuentros entre Carmen y D. José, lo que, a mi juicio, no concuerda con el carácter aislado de la venta citada por Merinmée.

La Venta de San Juan o de las Corchas, a la probablemente se refiere Davilier en su encuentro con el contrabandista y su novia, inmortalizado por Doré, escenario de múltiples romerías a mediados del siglo XX y hoy convertida en centro de venta de antigüedades.

La posada de la calle Bancos de Joaquina Román que estaba casada con José Maria Nieto. Posteriormente fue atendida por la hija de los anteriores, Manuela Nieto, casada con Paco Herrera y en donde todavía paraban arrieros, como los meloneros de Estepona y los cereceros de Genalguacil. Andrés Andrade, el Indianito, la utilizó para Salón de Baile, de los que recuerdo con nostalgia los que celebrábamos en las Fiestas Navideñas, por los años cincuenta, con gran escándalo del Párroco. Después creo que se transformó en una especie de supermercado, en la actualidad remozado y en manos de Mendoza, quien puede decirse que ha instalado la primera cadena¿? comercial de Gaucín con otro establecimiento similar en la Avda. de Ana Toval. Esta es de las Posadas mas antiguas y debe ser de las que citan los anuarios de 1899 y 1907, incluso podría tratarse de la descrita por Darlymple y Birkaman.

La de Manuela de Molina, llamada “Pensión Andaluza”, que estaba establecida en la esquina a del Puerto del Pan con la calle San Juan de Dios, donde en la actualidad está la Caja Rural.

La Fonda de la Fructuosa, en la calle Convento o Luis de Armiñán, que pudiera ser el viejo Mesón de los Álamos, donde se dice se hospedó San Juan de Dios.

La Fonda de “La Serena”, regentada por Salvador, el de la Serena, en T. de Molina, pequeña casa de huéspedes en mis años mozos. Todavía recuerdo a Salvador, entrando por el portón de la casa de mi abuela, “La Serrana”, dando saltos y bailando unas jotillas mientras cantaba carantoñas con su vocecilla característica. Era la fonda preferida de los “llanitos” (ingleses de Gibraltar) que venían a veranear a Gaucín

En la ruta del Guadiaro estaba el “Ventorro Herrero” cerca de la Almunia que últimamente lo llevaba Frasquito el del Ventorro, marido de Maruja, hermana del tío Domingo el de las Bernardas. También estaba junto al abrevadero donde había unas ruinas romanas y tumbas que fueron expoliadas en los años cuarenta.

Más abajo, la Venta de Puente de las Gallinas, junto al arroyo, situada en lugar estratégico entre los antiguos caminos a Buceite y Tesorillo.

La “Venta de la Morena”, de la que se conserva el edificio junto a las nuevas edificaciones de la Gasolinera, que estaba regentada por Sebastián..., (El perro las caenas), familia de los Aturitos.

Y es que los Hoteleros y Posaderos siempre han sido una institución en Gaucín.

En cuanto al hospedaje a finales del XIX y principios del XX, las guías de la provincia hacen referencia a Pedro del Real, que regentaba el Hotel Ingles en 1899, siendo Posaderos en dicho año, José Godino, Juan Nieto, el propio Pedro del Real y José Rodríguez. Pedro Real Carrera –con este segundo apellido- figura en 1908 como titular del Parador y Mesón. Ya en el Anuario del año 1917, y con la denominación de Fondas, figuran Alonso González, el Hotel Ingles de Domingo Bautista (yerno del famoso Pedro Real) e Ildefonso Ramos.

Hoy el hospedaje es muy distinto. Han surgido auténticos hoteles de lujo, como el “Puerto del Negro” y “La Fructuosa” o, más recientemente, “Las Herrizas”. Restaurantes especializados en cocina no española como “Casablanca”, “Martin´s” o “La Fuente”, residenciales o apartamentos como “El Molino de Aceite”, “Los Naranjos”, “Arroyo del Moro”, “El Nobo”, “La Almunia” y un sinnúmero de alquerías rehabilitadas, sin olvidar la restauración eminentemente local como la “Pensión Moncada” la “Venta del Socorro”, “Breñasverdes” o “El Pilar”, foco permanente de atracción hostelera del Campo de Gibraltar.


5. – EL HOTEL INGLÉS.

Por último, bien merece la pena resaltar el hospedaje por excelencia de Gaucín: la Posada, Hotel Inglés, Hotel Nacional o Casa de Clemen.


5.1. PEDRO REAL

Sobre esta famosa posada, encontré en una librería de Viejo de Gibraltar (“Gibraltar Bookshop”, en Mains Street) una novela, en cuyas paginas centrales y en la contraportada aparece una reproducción del famoso grabado de David Roberts, y titulada “Sherlock Holmes in Gibraltar”, de

San Benady, subtitulada “The true solutión to the mistery of de Mary Celeste and the singular afair of de duque de Connaught”, en cuyo episodio “The Gibraltar letter”, se cuenta la visita del famoso detective a Gaucín para descifrar el misterio del citado Duque y una carta comprometedora.

La acción discurre en 1876 y nos cuenta como el detective es apremiado para que visite Gaucín, donde suponían que estaba secuestrado el Duque de C..., amigo del Gobernador de Gib. Lord Napier of Magadala.

El Duque tenía una amiga íntima en Gaucín llamada Ana Pedroz, a la que conocía desde su llegada a Gibraltar en 1875, a la que visitaba todos los años después de asistir a la Cacería Real.

En esta ocasión le había acompañado su mozo habitual Pepe Ansaldo,

“un gibraltareño que era pariente lejano de un tal Pedro Real, dueño del “hostal ingles”, una posada popular entre los oficiales de la guarnición, donde solía cenar el Duque. Después de la cena el duque visitaba a la señora Padroz, pero aquella mañana no regresó y Anselmo se alarmó por lo que fue a la casa de la amante del Duque, la cual estaba a cierta distancia del pueblo, en las colinas sobre Alcornocales”.

Después de varias peripecias en las que Holmes descubre que la carta histórica que poseía el Duque, era el motivo del secuestro, que se había perpetrado por un tal Ricoletti y su mujer, se decidió a ir a Gaucín, lo que efectúo en compañía de Pepe Ansaldo.

“El tal Ricoletti se había comprado una casa apartada de Gaucín, tratando de convertirla en taberna, con el propósito de quitar clientes a Pedro Real, cuya hospedería es famosa en toda Andalucía”.

Las casas blancas de Gaucín, nos dice Holmes, se disponían en hilera, acabando en las ruinas de los muros del castillo que había sido construido en el extremo de un precipicio rocoso desde donde se veía todo el valle. En el horizonte a larga distancia se veía la Roca de Gibraltar. Unos minutos después atraviesan la que denomina principal y ciertamente única calle en Gaucín y

poco después estábamos confortablemente resguardados en la entrada del Hostal Ingles donde fuimos recibidos por el primo de Pepe, Pedro Real, quien tenia un carácter colorista con unos mostachos brillantes y una tremenda panza, quien nos presionaba constantemente para beber el brandy local...”

Después de comprobar que en la casa de los Ricoletti, que estaba asentada sobre una roca dura, justo debajo del Castillo, no se encontraba nadie, decidieron subir a éste, junto con Pedro Real. Dejaron la casa y continuaron calle arriba con las linternas que pronto iluminaron las piedras perdidas que caían de las rampantes del Castillo.

En éste descubrieron un pasadizo, donde estaba escondido el matrimonio Ricoletti con sus secuestrados y lograron rescatarlos, gracias a la intervención del dueño del Hotel, que Holmes describe así:

“Esto distrajo mi atención por un momento de Ricoletti, quien aprovechó la ocasión para tirarme al suelo y correr hacia la puerta. No llegó muy lejos: al inicio de las escaleras chocó violentamente con la enorme panza de Pedro Real, que casi llenaba toda la escalera, y volvió a caer dentro de la habitación; Pepe Ansaldo se adelantó y lo golpeó en la cabeza con la culata de su pistola y cayó al suelo inconsciente, mientras, yo recuperé mi arma antes de que la señora Ricoletti pudiera alcanzarla. Pepe me cubrió de la diabólica pareja con su pistola mientras yo liberaba al Duque y a la Señora Pedroz, que ya se estaba recuperando de su desmayo.

Más tarde, después de que dejásemos a nuestros prisioneros en la guarnición de Gaucín, mis acompañantes y yo nos sentamos con el Duque en el salón del “Hostal Inglés”, mientras la mujer de Pedro atendía a la Señora Pedroz que se encontraba débil a causa del hambre y el maltrato recibido...”

Y así termina la aventura de Sherlock Holmes en nuestro Gaucín y en nuestro Hostal / Hotel Ingles, Hotel Nacional o Casa de Clemen, que tanto dá.

El tal Pedro Real de la novela, en la vida real tuvo varios hijos (entre ellos Eduardo, que regentó el “Café de Dieguito” en la esquina de la calle Bancos) pero parece ser que el Hostal Inglés lo heredó su hija Encarnación Real Moya, casada con Domingo Bautista Moncada, y de ella pasó al hermano de éste último, José, casado con Adelaida Benito, siendo su actual propietaria la hija de ambos Clementina Bautista Benito, que ha heredado al mismo tiempo el buen saber de su antepasado el célebre Pedro Real, como atestiguan los siguientes testimonios del Libro de Visitas

5.2. EL LIBRO DE VISITAS


A propósito del Hotel Nacional, una de las cosas más interesante de Gaucín es el libro de visitas que se conserva desde mediados del siglo XIX y en donde numerosos viajeros y visitantes han dejado sus impresiones sobre nuestro pueblo. Recuerdo al torero El Algabeño, en el siglo

pasado y, ya en nuestros días, al Presidente Chaves, al Jefe del Estado Mayor del Ejercito General Faura, Fharab Diva...

Una viajera importante que dejó escrito aquello de “Ante esta sorpresa maravillosa de Gaucín... el silencio es... oro. La palabra plata” es la pintora Maruja Mallo. Gallega, primera mujer simsobrerista en los años veinte, transgresora de todos los órdenes, incoherentemente lógica, su irreverencia, frescura y carencia de prejuicios le valió el nombramiento de único miembro femenino de la Cofradía de la Perdiz fundada por Lorca. La desinhibición amorosa y sexual le han atribuidos romances con Benjamín Palencia, Pablo Neruda, Alberto Sánchez, Rafael Alberti. Sobre ella se ha dicho [[xxxiii]] que el constante desenvolvimiento de forma y contenido le hizo experimentar todas las plásticas: expresionismo, surrealismo, racionalismo, clasicismo estático, arte popular. De los veinte a los treinta quiso retratar la decadencia de su tiempo, fue una suerte de bajada dantesca a los infiernos de la ciudad industrial. Las dimensiones del formato son muy variadas, la técnica similar: tintas ennegrecidas, blanquecinas, grisáceas, parduscas, azuladas, a golpe de espátula, casi habría que hablar de escultura.

Haciendo una primera aproximación al Libro de Visitas del Hotel, ya en 1864 hay constancia de las firmas de lores viajeros, militares de la Roca, entusiastas de nuestras vistas y nuestra manera de ser.

El primer apunte legible es del día 8 de agosto de 1868 ( “15 oct 1868 captain Blunt del 83 Rgto.”), aunque me dice Clemen que le han arrancado hojas –lo que lamentablemente se aprecia a simple vista- y que el nombre de Hotel Ingles se debe al ilustre grabador ingles David Roberts

En las primeras dedicatorias se cita con frecuencia a “Pedro”, dueño de la Posada. En una de 13 abril 1869 se lee “much pleas... good Pedro hispitable” firmado por Lord Walter Campbell. En otra el Mayor Homley, el 28 feb 1876, cita a “Pedro Real”.

Otro escrito se debe a Mº T Mdme. Eugine Baugnies Paris. Mº Mesié de l Marcout Paris 23 mar 1877

El 25 oct. 1878 se lee “Los abajo firmantes, no han pasado días más felices que los que en esta fonda (“English Hotel”) han logrado mostrar en todos conceptos. Gduale, hijo. Antº de la Puerta

“Apolo de la Villa.- Milano.- marzo 1880.

Otro: “March 20.1902. MC Andersen.- Mary Anderseon.- Christian Gordon Andersson. [[xxxiv]]

En la misma hoja: “Muy contento con todo. E. Essrooe. Joviddeand.- JHE. Coad.” Y la siguiente dedicatoria versificada:

“Dear old Pedro

Good al cook

Ainngul pffle

In thisbook

Write your name l¨here

Pay yoor bill

Send yoor friends

To fill his till.- 28.29.III.¨02”

(Una versión libre, según mi hermano Teodoro, sería:

“Mi querido Pedro el Viejo

Magnífico en la cocina

Incansable posadero [[xxxv]]

Que en este libro

Aquí tu nombre se escriba

Y en pagando yo la monta

A tus amigos envías

Para que llenen tu bolsa.” )

Otra dedicatoria del Libro: “Como pupilo de “Hotel Ingles” de D. Pedro del Real declaro que en su casa se como perfectamente bien, muy barato y sobre todo muy alegre.- El panaché sublime.- A. Carreras”. (sobre julio de 1883)

En 23 de abril de 1888 visitó Gaucín el Archiduque de Austria y nos legó su firma en el siguiente autógrafo

Citaré por último, unas dedicatorias muy cariñosas de Irene Larios, Marquesa de Margayo el 27 de octubre de 1927 (“Gaucín, ¡nido de águilas!, estupendo, delicioso y con un hotel buenísimo, ¿qué mas se puede pedir?”) y de una posterior visita, el día 22 de noviembre de dicho año, de la Marquesa de Nájera, Mercedes Larios, y un encendido elogio de Talia Larios, que poéticamente nos dice:

“Entre peñascos maravillosos,

testigos discretos de gigantescas hazañas.

Me dejo un poco de mi admiración

y me llevo un mucho de su grandeza.

¡Montes peregrinos de Gaucín!,

son grandes como mis ilusiones

y enamorados del cielo como mi alma”.

 

Mas de cincuenta años después, otros Larios volvieron para decirnos

 

Otros testimonios fueron los de Celia Gámez (diciembre 1956), Farah Pahalevy (junio 1991), los historiadores de la geurra de Granada, Srs. Carriazo (0ctubre 1978), el torero El Algabeño ( 1970), Lilian Piccaso (diciembre 1984). Iam Gibson, o esta simpática dedicatoria

 

Dejemos, por ahora, el encantador Libro de Visitas, no sin dejar constancia de lo que nos dice Sánchez Robles[xxxvi]: “el Hotel Nacional es la memoria viva de aquellos viajes del siglo pasado... la actual dueña, una mujer mayor de firme carácter, descendiente directa de los fundadores explica al interesado con un distante orgullo, su historia...”


 



[i]Tratado legal y político de los caminos públicos y posadas”

[ii] Figura 31 entre las láminas que se incluyen en el libro de E. Arias Angles El paisajista romántico Jenaro Peréz Villaamil, CSIF, Madrid, 1986, pg. 222

[iii] Reseña Histórica, en la Revista de la Hermandad de Santo Nuño del año 1985. Tambien recoge esta circunstancia F. Benavides Vazquez, Los Niños Jesus del Museo “Casa de los Pisa”, , 1998, pg. 35

[iv] “Travels Through Spain and Portugal”, consultado en la Biblioteca del Instituto de Estudios Gineneses, gracias a la atención de Salvador Contreras, pendiente siempre de ofrecerme, de las adquisiciones que realiza el IEG, las novedades que afectan a Gaucín.

[v] J. M. Sanchez Robles, “David Roberts. La visión romántica de Ronda”, El Eco de La Serrania, núm. 1, pg. 12

[vi] “Siete viajeros ingleses en Marbella. 1809-1949”,Maria Antonia López Burgos, Jabega-86,2000, pg29-42.

[vii] “Arrieros en la Serranía de Ronda, Alpujarra y Campo de Gibraltar”, Isidro García Sigüenza, Prologo de Felipe González Marques, Ed. Guadiaro, Estación de Gaucín, 2002

[viii] Puede consultarse en la biblioteca de la Universidad Complutense, editado en Madrid: Antonio Fernández, 1779.

[ix] “A la Soberania o Cortes del Reino ... trata de las campañas de la Sierra Meridional”, 2 de julio de 1811, Algeciras, Juan Bautista Contilló y Conti

[x] Ibdem., pg- 16

[xi] ibdem, pg. 24

[xii] Ver Jábega 86, 2000.

[xiii] López Burgos incluye un grabado de F. Carter, de su Viaje de Gibraltar a Málaga”, siglo XVIII, fechado en 1771 en el que figuran: Gaucín señalado con el numeral 27, el río Guadiaro, Barbesula fluvius con el 35, y el río Genal con el 38.

[xiv] “Marineria Urbana...”, pg. 18

[xv] “La arquitectura del turismo. Los orígenes de la oferta hotelera en Málaga (siglos XIX y XX” Víctor Manuel Heredia Flores, Jabega/86, 2000,pgs.3-20.

[xvi] “Gazpacho o meses de verano en España”, Clark, William, Madrid, 1996, pg. 176.

[xvii] Citado por Mercader, Tomo VI, pg. 752.

[xviii] “Viaje por España”, Charles Davillier, con ilustraciones de G. Doré, Miraguano Ediciones, 1998, Volumen 1, pgs. 350-51.

[xix] “Manual para viajeros por Andalucía y lectores en casa”, Ediciones Turner, 1998, pg. 15

[xx] “Bandoleros en la Serranía de Ronda”, Isidro García Sigüenza, Ed. Guadiaro, Estación de Gaucín, 1998, pg. 146.

[xxi] Sigo, en este punto, el trabajo Caminos y Bandidos en la Málaga de los viajeros románticos (1800-1850), de C. Gonzalebes Cravioto, en las III Jornadas sobre el bandolerismo andaluz, Jauja 1999, pgas. 75-125

[xxii] Desborrelles, les deux artistes en Espagane, pg. 76, citado por Gonzalbes.

[xxiii] En Chile o Perú, también se denomina fonda a la cantina donde se sirven comidas y bebidas (MM)

[xxiv] Según escritura otorgada por Teodoro de Molina Salas y certificación registral expedida por Joaquín de Molina Añón, sustituto del propietario Emilio Mantecón y Rodríguez.

[xxv] “Diccionario Gegrafico-Estadistico de España y Portugal”, Tomo IV. Madrid 1826, Imprenta de Pierart-Peralta. Pg. 294

[xxvi] En el mismo Diccionario, pg. 56-64, en el vocablo España, figuran una serie de estados económicos, entre ellos el censo de la única contribución, con las 22 Provincias de Castilla y León (en las que se incluyen las de Córdoba, Granada, Jaén y Sevilla), así como un censo de la riqueza territorial en el que se relacionan las 31 provincias de España, entre las que tampoco figura Málaga, que adquirió tal característica administrativa con la división provincial de Javier de Burgos, en el año 1837. El mismo Abate Sebastián Miñano publicó en Madrid en 1821 un libro titulado “Las condiciones y semblanzas de los Diputados a Cortes por la Legislatura de 1820-1821”, en el que figuran los de Gaucín.

[xxvii] “Manual para viajeros... ”, pg. 11.

[xxviii] Idem, pgs. 45-46

[xxix] Una breve referencia se encuentra en “Costumbres y curiosidades gaucineñas”, Revista de la Hermandad 1998.

[xxx] “Diccionario Geografico-Estadistico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar” por Pascual Madoz, Madrid 1845-1850. Tomo los datos de la edición facsímil, editada en separata para la Provincia de Málaga por Ambito/Editoriales Andaluces Reunidas, 1986.

[xxxi] Consultado en el archivo del I. E. Gienenses.

[xxxii] “Carmen”, P. Merinmée, Edición de Luis López Jiménez, Cátedra, 1997, pg. 172.

[xxxiii] “Maruja Mallo y el Espantapeces”, de Micol Lagarde.- Revista “Goya”.

[xxxiv] Nos dice Heredia que “en la Fonda de Oriente se alojó en 1862 el celebre escritor danés Hans Christian Andersen (ver también Majada Neila, J “Viajeros románticos en Málaga”, Salamanca 1986) otro Andersen firma en el libro de Clemen: ver las paginas de 1902. ¿Serian sus hijos?

[xxxv] La traducción es de mi hermano Teodoro, que me indica que este tercer verso, para él, es intraducible, y que lo traduce por “posadero” porque tal vez, y tratándose de lo que se trata, ainngul =posadero, por inn=posada).

[xxxvi] Ver nota 5 precedente.