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De la ocupación francesa de Gaucín PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Martes, 16 de Diciembre de 2008 00:26

 

 

Muy agitada debió ser la vida de nuestro pueblo en los tiempos en que el francés invadió el suelo patrio. Bien es verdad que los manejos de la Corte en los estertores del absolutismo y las corrientes afrancesadas en los inicios del siglo XIX, repercutirían de forma muy amortiguada en una sociedad, como la de Gaucín, alejada de los centros de poder y que viviría aferrada a las costumbres ligadas a los credos religiosos y a las formas cuasi feudales y retrógradas de una nación en plena decadencia. De todas formas, el estruendo del fracaso de nuestra flota en Trafalgar, prototipo de la perdida de confianza en un imperio que se desmoronaba y que vivía en la penuria económica, habría llegado recientemente a los oídos alertas de un pueblo no acostumbrado a la dominación, como siempre habían demostrado los habitantes de la Serranía.

Batalla de Trafalgar (Turner)

Este sentimiento, que trascendía en toda la nación desde que Napoleón se quitó la máscara de la falsa amistad con la fuerza del potente ingenio militar que había infiltrado en nuestras fronteras, al socaire de atacar al inglés en el cercano Portugal, se manifestó, fundamentalmente, en las represalias del mes de mayo en Madrid. La heroica y pírrica respuesta de los madrileños, el llamamiento de los Alcaldes de Móstoles, los levantamientos de jefes guerrilleros en toda la península, la fulgurante y aislada acción de Bailén, seguida de numerosas derrotas de nuestro ejercito, aunque con sordina, llegarían a atemorizar y, al tiempo, enardecer nuestros ánimos.

Los acontecimientos se precintaron, tras la severa derrota de Ocaña y, una vez entronizado José Bonaparte, el decidido propósito del corzo en finalizar con una guerra que no se acababa nunca, le hizo acometer la ofensiva sobre las Andalucías. La desunión entre los jefes militares españoles, la desorganización de nuestro ejercito en manos de nobles y advenedizos sin preparación y la confusión en la conciencia de nuestras gentes -aferradas unas a la tradición y otras deseosas de beber en las nuevas filosofías- facilitó la rápida ocupación de los territorios iniciada el 19 de enero, dejando caer en manos enemigas una ciudad tras otra,a salvo el pico suroccidental de nuestra península. Alburquerque –quizá huyendo de la derrota de Extremadura o, quizá, con certera visión de la defensa de la singular bahía gaditana- impide que el ejército francés –carente asimismo de ideas claras- entre el Cádiz, en cuya Isla, el 23 de enero,  se había refugiado la Junta Central de Sevilla, disuelta y sustituida por una Regencia de cinco notables notables, encabezada por el general Castaños.

Estos sucesos y la repulsión de nuestros habitantes a la fácil actitud reverencial de todas la poblaciones andaluzas, que rindieron pronta pleitesía –al socaire de salvar al pueblo-, debió encender los ánimos de la Serranía que, de forma indómita decidieron resistir los embates del invasor, como ya hicieran en su tiempo, Viriato, Indibil, Craso, Yusuf,los monfíes y tantos otros serranos.

Sevilla, Jaén, Córdoba, Málaga y, en nuestro derredor, San Roque y Ronda recibieron a las tropas enemigas sin apenas resistencia y con sus notables rendidos al halago. José Bonaparte, incluso, percatado de la importancia del flanco sur, se desplazó a Ronda. Juan José Moreti, después de intentar justificar la rendición de los rondeños al ejercito francés el 10 de febrero de 1810, nos describe los fastos que se hicieron en honor de José Napoleón que se hospedó en casa del Marqués de Moctezuma a donde acudió el Consistorio en pleno.

En Gaucín, y en los pueblos de su comarca, también habrían afrancesados deseosos de rendir pleitesía a Bonaparte –probablemente los que mas tarde se alinearían en el bando de los realistas- y, como vemos por el siguiente testimonio del Brigadier Gonzalez Peinado, personas contrarias al levantamiento (traidores los llama Serrano Valdenebro, como ya expuse en mi libro sobre este insigne general). Eslaider anota: "muchas personalidades locales eran desafectas... el problema de la deserción y el bandidaje era tan grande que había amplias zonas rurales fuera de control".

Nos dice Gonzalez Pinado “hubo alguno, que cediendo mas bien á las instigaciones y amaños de hombres contaminados con el ejemplo que les habían dado algunos de sus paisanos, que por haberlos colocado su destino en las inmediaciones del gobierno, los oían como á unos oráculos, debiendo por lo mismo considerarlos más corrompidos y sospechosos, que trataba de oponerse tenazmente á la voluntad decidida y deseo general del pueblo, oponiéndose á su armamento, abultando los riesgos á que se exponían de verificarlo, y tratando de destruir por este y otros medios semejantes, el entusiasmo que manifestaban, dirigido por el mas exaltado patriotismo; tales fueron las villas de Grazalema, Gaucin y Cortes, en las quales aunque en todo su benemérito vecindario, y en mucha parte de su ayuntamiento, se abrigaban los mismos nobles sentimientos y deseos que en los demás pueblos, no faltaron entre sus vecinos algunos, que seducidos, ó mal guiados, trataron de oponerse á mis propuestas y al espíritu del pueblo todo, vituperando la conducta del gobierno insultando mi persona y comisión hasta el extremo de comprometer la autoridad y la tranquilidad pública por un movimiento popular, que pudo sofocarse en su origen; gracias al buen zelo y esfuerzos de algunos vecinos, y á los buenos deseos de los demás.”

Pero no adelantemos acontecimientos.

Me propongo con este nuevo intento descifrar la pequeña y, a la par, grandiosa historia de nuestro pueblo y sus gentes, profundizar en los acontecimientos que convulsionaron a Gaucín en los dias de la ocupación francesa, a ser posible, intentando bucear en los entresijos de una sociedad deprimida por la situación económica, quizá desunida en su actitud ante los acontecimientos y, en todo caso, heroica y desvalida, digna de admiración y constatable por sus miserias, como aquel tiempo que les toco vivir.

Lo haré en diversos capítulos, empezando por esta Introducción y rogando benevolencia y paciencia. Espero que la propia estructura del trabajo, dividido en bloques por fechas, hará más fácil y entretenido el profundizar en la cuestión.


I.- INTRODUCIÓN.-

He consultado últimamente los cinco documentos históricos que, a mi entender, recogen –con independencia de otras fuentes- con mas fidelidad lo avatares de aquellos gloriosos momentos de las hostilidades al invasor francés en los territorios de la Serranía de Ronda y, más concretamente, en nuestro pueblo y tierras aledañas. Y, a partir de ellos, pretendo seguir profundizando en las circunstancias que los rodearon, con especial atención (por ahora) de los primeros momentos de la decisiva intervención de las guerrillas capitaneadas por Serrano Valdenebro. Con ello pretendo seguir completando las aportaciones que hice en mi libro “Gaucín 1742-1814”.

Estos documentos, como sabemos, son:

1.- Manifiesto que hace a la Nación el brigadier D. Francisco Gonzalez Peynado benemérito a la patria en grado heroico y eminente según real decreto de 9 de marzo de 1809 y Diputado en Cortes por el Reyno de Jaén. En la Imprenta de D. Vicente Lema. Cádiz. Año de 1811. (Hay 69 pg. en los avatares de la guerra y 39 con el tema de su condición de Diputado)

2.- Manifiesto de los servios hechos a la patria por el gefe de esquadra Don Jose Serrano Valdenebro, desde el movimiento de la Nación de la justa defensa contra la invasión que nos tiraniza, hasta su remoción del mando de la Sierra Meridional acordada por la Regencia en 2 de julio de 1811, lo presenta a las Cortes del Reino. Ya expuse que, junto a la “Representación a la Soberanía o Cortes del Reyno”, fueron editados por Juan Bautista  Contilló y Conty.


3.- La mas Justa Vindicación que presenta a sus compatriota Don Andrés Ortiz de Zárate, conocido por El Pastor en la Serranía de Ronda, comandante aclamado por muchos pueblos de ella, y autorizado por el gobierno, con motivo de los atroces delitos que le atribuye uno que se titula brigadier de los reales exércitos, llamado D. Francisco Gonzalez Peynado, vocal en Córtes, suplente que fue, por el Reyno de Jaén, la qual indemnización recae igualmente en defensa y honor del regio tribunal que le dio por inocente, con otras cosas que ilustran al público. Algeciras año de mdcccxii. Por D. Juan Bautista Contilló y Conty.

4. - Relación del expediente formado por la Villa de Casares de los servicios hechos a favor de la patria, con los demás pueblos de la Sierra, en la gloriosa lucha contra los franceses, desde enero de 1810 hasta agosto de 1812 (“hasta el veinticinco de agoste en que evacuaron a Ronda”), mandada dar por la villa en cabildo de 6 del corriente, para que se imprima. Es con las esclusiones prevenidas en dicho cabildo como siguen. Cabildo de 31 de marzo de 1813….

5.- Manifiesto de las acciones de guerra, y señalados servicios, que ha hecho la Villa de Cortes de la Frontera, en la gloriosa defensa que han sostenido los pueblos de la Sierra de Ronda contra la invasión del tirano Napoleón; presentado a las Cortes Generales y Extraordinarias del Reyno, por mano de su diputado Don Francisco Garcés y Barea. Cádiz: en la oficina de Don Nicolás Gómez de Requena, impresor del gobierno por S.M., Plazuela de las Tablas. Año de 1813.


Otras fuentes principales que he consultado han sido: “Historia de Ronda, Ronda 1867” Facsímile Ed. Fundación Caja Ronda, de Juan José Moreti. Pgs. 595 y ss.  “Historia de la Villa de de Ubrique”, de Fr. Sebastián de Ubrique, Sevilla, 1944, (pgs. 234 y ss.) y “La guerra de la independencia. Una nueva historia (The Peninsular War)”, Charles Esdaile, Crítica, Barcelona, 2004. Y, como es lógico, me ha servido de hilo conductor mi Libro “Gaucín, 1742-1814”, al que me remito, en evitación de duplicidades.

Antes de hacer descripción de los hechos, tal como los autores los relatan, creo que se hace necesario, a modo de introducción, poner de relieve la finalidad con que se redactaron y los antecedentes personales de los mismos.

Como sabemos, “Manifiesto” en la época que nos ocupa era toda exposición de necesidades o súplicas dirigidas a un superior (María Moliner).

Asi, pues, con esta finalidad de esclarecer los hechos, siempre con la rémora de la perspectiva personal y emocional del que los relata –en especial de los que personalmente se vieron vinculados a los propios acontecimientos- se redactan los de nuestros personajes y me detendré brevemente en exponer la personalidad y circunstancias de cada uno, haciéndolo por orden cronológico de su publicación. Lo que hace suponer que los posteriores en el tiempo conocerían los argumentos de los que les precedieron y tendrían más posibilidad de ampliar datos, rebatir posturas y, en su caso, justificar su propia actuación.


El primero que se publica es el de Gonzalez Peinado (“el primero de setiembre de mil ochocientos once”, nos dice Ortiz de Zárate en su introducción),  como alegato a su actuación que, como veremos, fue puesta en entredicho, en especial por El Pastor. Nos dice Gonzalez que “yo faltaría á uno de los mas sagrados deberes de mi honor y de mi conciencia, si dexase sepultados en la eterna noche del olvido unos hechos tan extraordinarios de valor, sufrimiento, constancia y patriotismo, como son todos los que he presenciado en la mayor parte de los pueblos de aquella serranía, cuyo heroyco quadro, aun mal bosquejado por mí, ofrecerá á la vista de la nación entera y de la posteridad, un verdadero modelo de lo que puede hacer la voluntad, animada por el mas acendrado patriotismo, ofreciendo continuos y repetidos ejemplos de imitación á los buenos, y argumentos incontestables de cargo y de oprobio para aquellos que desnaturalizados por el crimen y la cobardía, pretenden hallar disculpa á su apatía, debilidad, y aun, puede decirse, á su traición, por la abultada ó falsa escasez de medios que suponen para oponerse á los progresos de las huestes enemigas; siendo este uno de aquellos casos, en que tiene y debe tener una ajustada aplicación la vulgar doctrina de que mas hace el que quiere que el que puede… este es el ejemplo que ofrecen á la historia general de nuestra heroyca revolución los distinguidos pueblos de la serranía de ronda, con la particular y muy recomendable conducta de cada uno de ellos. Mi delicadeza se resiente al verse constituida en la dura pero obligatoria necesidad de hablar con elogio de unos hechos en que he tenido tanta parte, y que el público juicioso sabrá valorar dándome en todo, solo aquella parte que considere me corresponde, quando yo estoy seguro de que no tengo otra que la de haber llenado mis deberes, y no desmentido mis sagrados juramentos, de concurrir en quanto pueda á la defensa de mi patria, hasta exalar el ultimo aliento”.

El de Serrano es posterior a su remoción del mando de la Sierra Meridional acordada por la Regencia en 2 de julio de 1811, y, como ya expuse en mi Libro, se completa con el documento “A la Soberanía o Cortes del Reyno. Representa el Xefe de Escuadra Dn. Joseph Serrano Valdenebro” fechado el 8 de noviembre de 1810 y examinado por las Cortes Generales y Extraordinarias en enero de 1911, que es fundamental para conocer la tesis mantenida por Serrano sobre el tema de la independencia de mando, piedra de toque durante el tiempo en que desempeñó la Jefatura y hecho determinante de su cese al frente de los guerrilleros de la Serranía. Este documento, que introduje en la literatura del tema por primera vez, tengo la satisfacción que ha sido reproducido, posteriormente, como aportación mía en el Libro de Manuel Olmedo Checa “Documentos para la Historia de la Guerra de la Independencia en la Serranía de Ronda” (Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, Málaga, 2007, pgs. 135-146).

Al inicio de su Manifiesto, Serrano efectúa una introducción, en la que hace constar: “PRELIMINAR.- Todo es perdido menos el honor. Escribió el Rey de Prusia al General Zastrow, al noticiarle la sorpresa de Secheweinitz. Mi querido, le dice, no estoy informado del por menor; pero el caso es singular, y único en la Historia. Así trataba aquel gran Monarca á los Generales que le servían; debiendo entender, que la pérdida de Scheweinitz le traxo la de Colverg en Pomeranía, y le reduxo á quarteles miserables. Nuestro Gobierno, no menos sabio y penetrante, ajusta sus miras á la ventaja pública, y aunque en mi remoción del mando de la Sierra, han creído muchos, ha obrado en rason inversa; es decir; que todo lo he conservado, y he perdido el honor, deben desprenderse de esta disculpable cavilación. Digo disculpable, porque, porque sin previsión de los heroicos pensamientos que hacen brillar al Ministro que dirige la guerra (el Sr. Heredia) capaces, por sus bellas elecciones, de obscurecer los de un Cyneas, los de un Sosivo, se abandonan á lo que les dicta el capricho. Debiera convencerlos el sucesor con que me substituyó (el Sr. Bejines de los Ríos) ¡Hombre de mas pausa, peso, desinterés y valor, sería fácil encontra ! Dígalo Medina, Benaocaz, y los Campos de Leche y Gibraltar. Sus relaciones pomposas, y romanescas deben colocarle al nivel de un Viriato, de un Sartorio. Deseando sin embargo hacer ver al Gobierno y á la Patria los servicios señalados, que le han prestado estos Serranos, como parte integrante de los míos, aventuro este Manifiesto para informar á la Nación de su grandeza de ánimo, estimularla á la imitación; y de mis servicios tales quales, para abrigarme de la devorante malignidad de los mal intencionados, VALE = Serrano Valdenebro. NOTA: Se detallan los sucesos más notables. El por menor, aunque contiene lances de gran valor y del más glorioso atrevimiento, produciría una abultada, y fastidiosa relacion. Basta decir: que cada Pueblo puede formar una historia de los hechos de sus vecinos.”

Por su parte, el Manifiesto de Ortiz de Zarate, de 1812, se inicia con este alegato: “Cansado ya de reconvenir la ignorancia por una parte, por otra de combatir la malignidad y dispuesto todo sentimiento de mis agravios, había vuelto á tomar el yugo de la enseñanza para acudir al sustento de mi numerosa familia, imponiéndome silencio quando me recordaba la justa recompensa que me debe la patria, ó por mejor decir, el legítimo reintegro  mas de diez mil reales, que según consta justificado en la contaduría general del exército de Andalucía, que de resto de mayor cantidad se me adeudaban, como satisfechos por mí á los serranos quando con ellos principié la sublevación de sus pueblos, y de mas contra los franceses, é igualmente á los que conducían las armas y municiones para esta gloriosa empresa; cuyo dinero, diré sin exageración, que lo extrage del necesario para el sustento de mis hijos: esto es solo sin contar aquella parte que, como á comandante de cincuenta y dos partidas que formé para oponer á los enemigos, me corresponde de mas de tres millones de reales que entregué á las justicias de Ximena, Ubrique, Benaocaz, Algar, Bosque y Grazalema, en efectivo; ganados, paños, tocinos, trigo, harina, cebada y otros efectos, los mismos, que según dicen hombres doctos (*) han servido para el sustento de las tropas, distribuidos por los generales que han mandado en el campo de Gibraltar, exceptuando al Señor Jácome que en nada tiene parte; lo cierto es que en mi poder obran las justificaciones, y reales despachados que acreditan el haber hecho y la entrega de estos caudales, sin que pueda salir uno de los serranos pidiendo ni reclamando el valor de dos reales que le hubiesen quitado, ó estafado; esta fue la grande envidia de mis enemigos, ver mas de tres millones depositados en los pueblos, y que permaneciendo yo en ellos, les era imposible el robarlos; pero al fin lo consiguieron; pero hermanos míos ¿Quién podrá callarse viéndose atacado impunemente por un hombre de mala intención que no solo aspira á su engrandecimiento sino á destruir mi honor y buena reputación, la de los buenos españoles y amigos que la han defendido, y aun la del mismo regio tribunal, que convencido de mi inocencia, me declaró por tal en un contradictorio juicio? nadie que piense con estimación y la haya heredado de sus padres; vosotros mismos queridos hermanos, convocados por mí en el conciso de veinte y uno de mayo del año anterior, presenciasteis la vista de mi causa en que yo propio hice la defensa, y visteis por vuestros mismo ojos falsificadas las acusaciones que contra mí se hicieron, sin necesidad de valerme de la abundante prueba que ya aparecía en los autos, siendo suficiente la contradicción que se advertirá en dichas acusaciones; de las que insertaré algunas ; por cuyo motivo el fiscal de S.M. dio su primer dictamen y último, después de lo qual recayó la sentencia.

Dio un manifiesto á luz en primero de setiembre de mi ochocientos once D. Francisco Gonzalez Peynado, vocal en Córtes, suplente por el reyno de Jaén, y brigadier de los reales exércitos, según se titula, en el qual me presenta á vuestra vista, el mas ladrón, asesino, ambicioso, y  peor que el mismo Napoleón, pintándose él mismo como el mas benemérito á la patria; y si en uno y otro extremo funda su intención, vosotros los juzgareis por los hechos que paso á demostrar”.

Como se deduce de esta introdución, el Manifiesto del Pastor es una imputación de los defectos y debilidades de todos los jefes de guerrilleros con  los que tuvo disputa –en especial con Gonzalez Peinado- y una defensa a ultranza de su postura. En realidad, su actuación se desarrolló fundamentalmente en la zona de la Serranía, situada al norte y este de Ronda, pero me interesa para contrastar las refrencias que a los mismos hechos hacen los protagonistas.

Por lo que se refiere a los relatos de las Villas de Casares y Cortes de la Frontera, su intención se contiene en los inicios de los respectivos escritos.

El de Casares se limita a transcribir, en su inicio, el acuerdo del Cabildo de 31 de octubre de 1913 señalando las asistentes “que procedieron con la mayor circunspección y precedidos los diversos conocimientos, presencia de documentos, acuerdos, actas, manifiestos y papeles públicos, ordenes, oficios y papeles simples que estimaron conducentes a formar y estampar la relación de los heroicos servicios prestados a la patria por esta villa de Casares en la gloriosa sublevación de esta Sierra contra los franceses… relación historial de la serie de acontecimientos y servicios hechos a la Patria por esta Villa en la gloriosa lucha que ha sostenido la Sierra contra los franceses…”

El de Cortes nos dice: "Señor: La Villa de Cortes de la Frontera, representada por su Alcalde, y Ayuntamiento Constitucional, tiene la honra de dirigir a V.M. por mano del Señor Diputado Don Francisco Garcés y Barea, dos exemplares del Manifiesto, que ha impreso, de las acciones de guerra, y señalados servicios que ha hecho en el tiempo de la gloriosa defensa que han sostenido los Pueblos de la Sierra contra la invasión del tirano Napoleón.  Esta Villa, que Vd. a V.M. dedicado con constante afán en asiduas y penosas tareas por vindicar los derechos de una Nación heroica injustamente invadida, se congratula también por la pequeña parte con que á esta defensa ha contribuido, aunque haya sido a costa de su sangre, de la destrucción de ciento y siete de sus casas, de la ruina entera de su Templo por la voracidad de las llamas, como del aniquilamiento de sus habitantes por dos horrorosos saqueos”

Muy acertadamente, en dicho preámbulo nos ponen sobre aviso de la posible falta de imparcialidad de los interesados, por lo que es un consejo que habrá que tener en cuenta. Nos dice: “Peligroso es, en tiempo de revolución, escribir las acciones de guerra: tiempo de divisiones y de anarquía es propenso á parcialidades en la historia: las pasiones, que en toda extensión obran con imperio, abultan o disminuyen los sucesos según los intereses respectivos…”.

Con esta prevención, iniciamos el relato de los hechos.