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Ochenta años PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Miércoles, 02 de Septiembre de 2009 12:41

 
No me cuadra incluir a Salvadora entre las personas a las que, con falsa clemencia, se les llama de la tercera edad.
 
A pesar de que acaba de cumplir ochenta años y algunos nos quieran meter en ese grupo de riesgo en el que anidan algunas enfermedades y afecciones. Me parecería una aberración imaginármela como una anciana inexistente, débil, a punto de abandonar  la vitalidad y resignada a un mundo de soledad.
En brazos
Por el contrario, es una mujer que, a pesar de tener su vida resuelta como suele decirse, siempre busca nuevas necesidades que cubrí, siempre está a abierta a colmar las insuficiencias de los demás. 

En la Feria
Tres momentos

Así ha sido siempre. Fue la niña mimada de su padre y es la madre mimada de sus hijos. No ha sido sólo un tesoro de sabiduría, sino que orientó y sostuvo la carga familiar de la cruel posguerra, hasta que leyes trasnochadas le obligaron a renunciar a su trabajo por unirse al gran cariño de su vida. Es una de esas personas que todo lo han entregado, seres humanos que por su misma y gratuita renuncia y enseñanzas merecen vivir felices. 
Justo homenaje

Y doy fe de que asi es. No he visto una persona mas satisfecha de su entorno. Todo lo saluda con gratitud y todo lo alegra con su mirada y sus palabras. Envidia me da y, a la vez, consuelo de ser su cuñado. 
Un corazón para todos

 
Su comprensión para con todos, sus buenos sentimientos son capaces de estrangular las quejas de los años que no son capaces ni tan siquiera de arrugar su piel. Es tan sencilla que sus labios a veces se quedan sellados porque sabe ejercitar el sagrado silencio del perdón. 
Siempre juntos

Como dice Serrat “Quizás llegar a viejo / sería todo un progreso, / un buen remate /  un final con beso”. Y, desde luego, nos ofrece un reguero de belleza y de bondad, por lo que bien merece que le dejemos contar sus historias repetidas, porque le gusta que la escuchemos y, si es preciso, la perdonemos porque tiene derecho a la comprensión.

Con sus hermanas
Ella es un buen ejemplo para que la traigamos a la Zorrera. No hay que buscar su corazón caliente, porque le sale a raudales por la boca.