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Un paseo con Inma, al caer la tarde PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Lunes, 21 de Diciembre de 2009 00:07




Me manda Inma Prieto –aparte del álbum sobre la presentación del libro “Nuevos Acentos”, que he subido a la Web-  unas preciosas panorámicas de nuestro Gaucín, así como de los poyetes de los arriates del Paseo del Colegio Público “Guzmán el Bueno”,de  inclinado trazado y jalonado por pequeños bancales a lo largo de sus escalonados niveles.
 
 
En ellos han sido fijados unos azulejos, que yo no había visto hasta ahora, alusivos a plones (“botín, botera, tabique y afuera” y otros que se cantaban por los niños mientras salvaban a otros en los juegos, voz, por cierto –la de plon- que no figura en el diccionario de la RAE), acertijos populares y sus soluciones (algunos un poco subidos de tono), platos ya clásicos como “toro de cuerda Gaucin” y algunos alusivos a nuestro pueblo como aquel que dice:
 

“Señores en er Puerto el pan
dos caños creo han montao
para que vacíen las vecinas
las espinas del pescao;
tambien el agua sucia,
la zurrapa del café
y unos cuantos salahone”.
 

Mientras leía los artesanales azulejos, que firma C. Lebrijano, me acordaba del extraordinario estudio que nuestro Miguel Vázquez González realizó en su libro. “Juegos y Lírica Popular Infantil de Tradición Oral”, (que tuve el gusto de presentar en Mengibar en mayo de 2007 y al que me refiero en un articulo de la Sección “Mi Histórico”), en el que nos llevaba, de la mano de los niños, por su mundo mágico e impenetrable de canciones y tonadas, plones, corros y ruedas.  Entiendo que este modelo – como nos dice Miguel- que nos enreda entre gomas, manos y dedos y nos arrastra tras los conjuros y contraconjuros de nuestra infancia, que nos llama a descifrar adivinanzas, acertijos, enigmas y disparates y a trabarnos con los trabalenguas, para adormecernos con sus cuentos mínimos y de nunca acabar, es una manera apropiada de despertar el interés de los habituales al Colegio Público, con el reparo, a mi juicio, de que sobran algunos de referencias no infantiles.
 

En cuanto a las vistas que Inma nos presenta, producto de sus observaciones cuasi pictóricas en su tranquilo paseo en la tarde del 19 de diciembre pasado, por los alrededores del citado colegio, sólo puedo remitiros a su placentera contemplación.
 
 
Me cuenta que,  después de degustar unos mostos de Miguel Calvente en el bar El Puente, junto a su hermano Domingo y familia, habían llegado hasta el convento donde Jacinto y Pepa preparaban la cena de la Asociación de Mujeres, (que estaba programada para las 21:30).
 
 
Después, dadas sus inquietudes, había salido sóla a dar un paseo con la cámara a cuestas, para captar la atmósfera que, después del día de lluvia intensísima, había dejado un día con una luz preciosa. Gracias a su provechoso paseo ha sido posible captar la frescura de los arriates aún mojados, llenos de misterios y tesoros, como son los azulejos que nos muestra, así como de las panorámicas en las que ha sabido unir, hasta donde la vista alcanza, sierra, río, mar, barcos, Peñón  y Campo de Gibraltar y hasta la costa de África. “¡No me canso nunca de contemplar esa imagen!”, me dice Inma en su correo. Y, desde luego, nos ha regalado esas perspectivas misteriosas, que se pierden, como el tiempo, en los confines de dos mundos. Y, para mí –que me he detenido muchas veces en ese balcón que se nos ofrece por encima del poyete que resguarda el desnivel entre la calle Iglesia/Larga/Cañamaque y el callejón de las casas traseras de la calle Llana/Teodoro de Molina-, me ha sido particularmente atractiva la que plasmó al final de su paseo, cuando volvía a su domicilio, “al caer la tarde”, como ella la titula, en la que nos alumbran los lejanos arreboles y el cercano farol, de luz verde sobre el blanco de las paredes, cercanas a la noche que se avecina.

Disfrutad con su contemplación, pinchando aquí.