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En los recuerdos de Margot Ortega PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Jueves, 07 de Enero de 2010 19:32

 

 
Margot Ortega Sandaza, una gaucinense enamorada de su tierra, ha contactado conmigo y me ha expresado el deseo de rendir un pequeño homenaje a su niñera –y la de todos sus hermanos-, Maria Pérez, “La Berraca”.

Margot me dice que recuerda que Maria –junto a “La Cayaya”- trabajó durante toda su vida en casa de su abuela Maria Calvente Faura, en la calle Toledillo, 3,  y, cuando se casaron sus padres, Manolo Ortega Calvente y Matilde Sandaza Aguilar, se quedó con ellos hasta que murió, lo que ocurrió en 1964 aproximadamente. Tiene una imagen entrañable de la Berraca a la que considera una mujer buena, buena de las de verdad.
Rincón del Toledillo
(pastel)

Me ha contado dos o tres anécdotas que hablan del carácter de La Berraca, pero, antes, quisiera que evocásemos algunos detalles de aquellos tiempos.

Con mi tía Maria Calvente, vivieron, no sólo Manolo y Matilde –y, como es lógico, sus restantes hijos hasta que se independizaron- sino que también la tía Lola Faura Serrano (hermana de mi abuela Francisca y nieta de Serrano Valdenebro), de quien heredó la casa, situada en la calle Toledillo.
Casa de "La Berraca"
(acrílico)

El matrimonio Ortega-Sandaza era representativo de las familias de aquellos tiempos, como a todos nos consta,  y me referiré, de pasada, a una característica singular que es la de familia, no ya numerosa, sino numerosísima. Tanto es así que Matilde, la última vez que tuvo someterse a la cesárea y al ser preguntada por el médico sobre cuantos hijos tenía, le dijo que dieciocho y al insistir el médico (que creyó que le estaba contestando por el número de la casa donde vivía) ella le contestó que se refería a sus hijos, aclarándole al sorprendido cirujano que eran dieciocho entre vivos, fallecidos e interrupciones del embarazo. Aparte de la mayor, Mariquita Ortega Escalante, hija de Manolo Ortega y de Antonia Escalante, y de una pequeña llamada Maria Dolores que falleció a los ocho meses, la saga de los Ortega la componían Elena –conocida como Filomena- viuda de Leoncio; Joaquín casado con Antonia Rodríguez  y vecinos de San Pedro de Alcántara;  Ildefonso –llamado también Alfonso casado con nuestra paisana Maria Moreno y vecinos de Sabinilla; Matilde casada con mi primo Pepe de Molina Ortega vecinos de Málaga; Margot, nuestra comunicante, casada con Pedro Falcón, vecinos de Madrid y padres de dos hijos, Pedro, de 32 años, soltero y funcionario del Ayuntamiento de Madrid y María casada con el también paisano Pepe Cózar Martín que viven en Melilla;  Loli casada con Luis Pardiña y vecinos de Málaga; Victoria  Eugenia casada con Manuel Santana en Algeciras; Manolo, fallecido, que dejó dos gemelos (de él tiene escrito un articulo mi hermano Teodoro en su Web); Juan Luis –al que llaman Juan Jesús- casado con Ana Laguna y que viven en Málaga;  y Carlos Edmundo, fallecido soltero. La razón de los sobrenombres era que el padre, cuando iba a inscribirlos en el Registro, les ponía, además del que quería la madre, el que él prefería, por ejemplo, a Juan Jesús le puso el Luis en recuerdo su tío, el dueño del celebre bar restaurante “La Malagueña” de la calle Tetuán, de Madrid. 
María, con su perrita, en la calle Iglesia/Larga/Cañamaque

Me recuerda Margot a sus antepasados maternos, entre ellos a su abuelo Odón Sandaza casado con  Filomena (hija de un cura y de una alemana cantante de ópera, cuyas identidades le he prometido estudiar) que fue hijo de Ildefonso San-daza Moya, Veterinario, quien en 1895, junto con Antonio de Molina Fernández (como tiene estudiado Teodoro de Molina en Gaucín.tv), compró al cura de Algatocín D. Francisco Guerrero Morales el Castillo, que después cedieron a la Hermandad del Santo Niño. Los “Odones”, como eran conocidos, Vivian en la casa de la calle Los Bancos, donde mas tarde Eloy Sandaza puso la Herrería.

De Manolo Ortega poco he deciros que no sepáis ya que fue uno de los personajes típicos de nuestro Gaucín. Hombre de una inteligencia preclara, sólo lamentó el haber seguido los deseos de su abuela (que había tenido un hijo, Enrique Calvente, militar muerto prematuramente) y su madre para cursar la carrera militar (cuando su verdadera vocación era la medicina, como su abuelo Joaquín Ortega Durán, abogado y médico en San Roque, político de prestigio), hasta tal punto que me contaba Margot que sólo preparaba los temas en los días más próximos a los exámenes, en libros que le prestaban sus amigos –los suyos no habían sido comprados pues el dinero que le daba su madre era destinado a otros menesteres mas placenteros, como podéis figuraros- y, pese a ello, terminó la carrera con brillantísimas notas, primero de su promoción. Sin embargo, una vez salido de la Academia, solo estuvo un mes de Teniente porque, acogiéndose a la Ley Azaña,  colgó los hábitos para dedicarse a la bohemia, hasta que la guerra lo atrapó de nuevo en la milicia, la que como era previsible dejó al término de la contienda, terminando sus días como funcionario de Sindicatos. Falleció en 1973 y Matilde en 2001. Me dice Margot que ella está viva gracias a su padre, pues su madre estuvo cuatro días de parto y al ella nacer, Pedro el practicante que la asistió les dijo que la niña estaba morada y que no salía adelante, hasta que Manolo la cogió por los pies, la sacó al patio y le dio unos zamarreones hasta que empezó a gritar y él dijo “ya tenemos niña”. Y, ¡ahí la tenemos!
  
Margot, segunda por la izquierda, en mi boda

 
Por su parte, La Berraca, que vivía en la calle El Chorrillo, un poco más allá de Maria la de La More, cerca de Manuela la gitana, en una casa a la que –según me dice Pilar- había que  subir por una “embarrá” por unos escaloncillos paralelos a la pared era madre de dos hijas. La mayor, Isabel, que fue niñera de sus padres cuando Manolo Ortega estuvo destinado en San Roque, que se caso con Antonio El Tieso, y que tuvo  a Isabel, a la que llamaban Beli, Pepe, ya fallecido en Marbella, y Antonio que es policía. La otra hija de la Berraca era María, se fue a trabajar con Mariquita Ortega cuando esta se casó con Eduardo y vivían en el Portichuelo, y se casó con Eugenio, hermano de Barbarita la Nitra y Maria Ramos (que trabajó con doña Ana toda la vida) y viven actualmente en Algeciras.

María era una trabajadora incansable. Recuerda Margot que lavaba la ropa de la casa y la suya propia,  en todos los arroyos del pueblo, entre ellos, Arroyuelos y el de la Fuente de la Ceja, y siempre la encontraba uno de los hermanos que iba en busca de carantoñas, porque era cariñosa hasta el punto de que todos la tenían por una abuela más. Cuando estaba libre iba a cortar leña a los montes, la cuestión era ahorrar algún dinerillo.  No tenían dinero y lo que ganaba era para pagar la contribución de la suerte y el manchón que tenia para el sostén de sus hijas. Le llamaban la atención a los niños dos detalles de María: el terror que le tenía a las tormentas, tanto es así que se metía debajo de la cama, llorando y lamentándose y, por el contrario –a pesar de que en una ocasión se preocupó mucho porque a uno de los niños le había picado una avispa en un testículo-  no tenía compasión con las gatas, pues ahogaba a las crías en un cubo, ante el horror de los pequeños.

Se comentaba en la familia Ortega que María actuaba de pararrayos durante los numerosos partos de Matilde. Cogía a los niños y los apartaba de la casa, con el pretexto de que a su madre le dolían las muelas y cuando volvía a llamarlos, les explicaba que la cigüeña había dejado a Margot  en medio del camino, a Joaquín en el tejado, a Alfonso en las ramas de una higuera, a otros en un circo…, la verdad es que, gracias a la exuberante imaginación de María,  nunca los había parido Matilde, pese al reiterado esfuerzo que el matrimonio ponía en el empeño. 
Margot, primera a la derecha,sentada,en la boda de Pilar

Otro detalle que recuerdan de ella era que nunca comía en la mesa, siempre de pié junto al pollete de la hornilla, con un brazo en el cuadril y con la otra mano cogía la cuchara, que después de ser utilizada, era levantada con un giro peculiar y a continuación enarbolada como un trofeo para, a renglón seguido, dejarla reposar en el pollete.
Les contó que, en tiempos de la guerra civil, había ido a Benarrabá y al llegar al Asalto del Cura, oyó que subía un camión desde Gaucín y se escondió. Se pararon los de camión y oyó gemidos y peticiones de auxilio, luego unos disparos y todo quedó en silencio. Ella, presa del miedo, fue arrastrándose entre los jarales y escondiéndose entre el monte bajo, se perdió  y apareció al amanecer, descalza y arrecida,  en la Loberia. Loli le ha dicho a Margot que lo que oía la Berraca era a unos moros que decían con su deje peculiar “cortamos cabezas”. Dicen que Maria, del susto que pasó, se le puso el pelo blanco.

Para quitarnos el mal sabor de boca, os relato una graciosa situación que me asegura Margot vivió en su niñez. Al parecer, en la primera ocasión que un avión a reacción cruzó los cielos de Gaucín, estaba en la escuela de doña Ana y, al ruido que ocasionó, todas las niñas salieron  al patio y al ver los humos que se dibujaban en el cielo, llamaron a la maestra diciendo que era Elías con su carro de Fuego y Doña Ana, a toda prisa, las mandó a todas a sus casas por lo que pudiera pasar.

Y para  terminar, unas fotos de la familia Ortega Sandaza y de María, la hija de Margot acompañada de su perrita, que nos sirven para mirar hacia el futuro, aunque de vez en cuando recordemos y homenajeamos a nuestros mayores.

En el texto incluyo mis fotos y en el álbum las que me ha mandado Margot (en el que hay fotos interesantísimas) Para verlo,  pinchad en este link