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En la muerte de Juana García PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Viernes, 09 de Abril de 2010 22:08
 
 




Ha coincidido que, durante mis vacaciones en Gaucín en la pasada Semana Santa, concretamente el Sábado Santo ha fallecido Juana García, a la edad de 101 años, persona que siempre me ha producido una admiración grande, fundamentalmente, por su vida sencilla y por ser el alma  -junto a su marido- de una familia ejemplar de gitanos de nuestro pueblo.
 
 

A través de estas páginas, quiero ofrecerle un pequeño homenaje y lo haré desde tres puntos de vistas, que pudiera parecer no tener relación alguna, pero que yo creo tienen el hilo conductor de mi respeto hacia la etnia gitana, hacia los gitanos de Gaucín y, cómo no, hacia la familia García.
 

Por ello, voy a dividir este pequeño trabajo en tres aspectos: una pequeña reseña de lo que los gitanos han representado en España; otro, que supone una visión particular de los gitanos de mi Gaucín, con alusión especifica a la gitana por antonomasia, Carmen; y un tercero, con referencias documentales y graficas de lo que a nosotros concierne. Vamos a ello.
 

1.-  Hoy se acepta, de modo general, que los gitanos provenían del norte de la India. Sus costumbres y el secreto que hacían tanto de su lengua como de sus instituciones los convirtieron en blancos perfectos para el miedo y la frustración de la gente en épocas de crisis. La cúspide de su persecución sucedió durante el régimen de Hitler, durante el que perdieron la vida  centenares de miles de gitanos.
 
El origen indio del pueblo gitano es compartido por la casi totalidad de los investigadores, así como que, después de la invasión del Islam, los indios gitanos emprenden una gran migración hacia el oeste. La segunda migración se produce en el siglo XIII, cuando los hoy llamados gitanos abandonan sus casas ante la llegada de los ejércitos mongoles. A partir de entonces el éxodo de viajeros es continuo. Estos incesantes desplazamientos, que facilitó la mezcla entre ellos, propició la formación de un pueblo denominado Dom o Rom. Gran parte de ellos prosiguieron luego su desplazamiento hasta Europa y sus descendientes parecen ser los gitanos de hoy.
 

A mediados del siglo XIV se detectan ya asentamientos gitanos en casi todas las islas del Mediterráneo. Los primeros romà que llegan a Europa, con sus aureolas de misterio, embelesan a los países de destino, pero cuando desaparece la magia por lo desconocido, los empiezan a ver como invasores, cuando no como vagabundos, delincuentes o ateos. A partir de ahí, la historia de los romà está sembrada de persecuciones. Todavía, en nuestros días, se enfrentan a terribles situaciones en las que sus derechos son violados y el ejercicio de sus libertades públicas se ve restringido. Tanto es así que el Consejo de Europa ha podido constatar sobre el terreno que ni siquiera las actuaciones humanitarias atendieron por igual a los romà necesitados que al resto de la población. 
 

Históricamente, la presencia de los gitanos en España está datada en el siglo XV. Llegados a la península a través de los Pirineos, el primer documento que atestigua su presencia data de 1425, cuando el rey Juan II de Aragón concede una cédula de paso a Juan y Tomás, que se hacen llamar condes de Egipto Menor. Precisamente del nombre “Egipto Menor” surgiría la palabra “gitano”, que es como se conoce en español a los romà. A partir de entonces los gitanos se dispersarían por el resto del país y forman actualmente una comunidad  superior al medio millón de personas. Agustín Vega Cortés (Asociación "Jóvenes contra la intolerancia".) nos dice que, al principio de su llegada a la Península Ibérica, los gitanos son bien acogidos. Vivían con libertad y no sólo no eran rechazados, sino que los campesinos y aldeanos, les miraban con simpatía y comerciaban con ellos. Sus habilidades artesanas, su facilidad para entretener y divertir, eran apreciadas.  
Y es que la sociedad que los gitanos encuentran a su llegada era muy distinta a la que luego se conformó con el fin de la reconquista y la consiguiente unificación de los reinos de Castilla y Aragón. Su forma libre de vivir y su apego a sus propias costumbres y tradiciones, no sólo no encajaban en la sociedad férrea y homogénea que pretenden los RR.CC. y posteriormente sus sucesores, sino que eran mal ejemplo para unos campesinos y aldeanos reducidos todos a la categoría de vasallos, más o menos resignados a vivir bajo el peso de la cruz y la espada, identificadas entre sí como una única cosa. . En España, a menudo acusados de brujería, se les persiguió desde 1499.
 

Es doloroso recordarlo pero un conjunto de leyes, disposiciones reales y decretos que inauguran los Reyes Católicos con una pragmática fechada en Medina del Campo en 1499, dice: "Mandamos a los egipcianos que andan vagando por nuestros reinos y señoríos con sus mujeres e hijos, que del día que esta ley fuera notificada y pregonada en nuestra corte, y en las villas, lugares y ciudades que son cabeza de partido hasta sesenta días siguientes, cada uno de ellos viva por oficios conocidos, que mejor supieran aprovecharse, estando atada en lugares donde acordasen asentar o tomar vivienda de señores a quien sirvan, y los den lo hubiese menester y no anden más juntos vagando por nuestros reinos como lo facen, o dentro de otros sesenta días primeros siguientes, salgan de nuestros reinos y no vuelvan a ellos en manera alguna, so pena de que si en ellos fueren hallados o tomados sin oficios o sin señores juntos, pasados los dichos días, que den a cada uno cien azotes por la primera vez, y los destierren perpetuamente destos reinos; y por la segunda vez, que les corten las orejas, y estén sesenta días en las cadenas, y los tornen a desterrar, como dicho es, y por la tercera vez, que sean cautivos de los que los tomasen por toda la vida".  Esa pragmática y todas las que le siguieron hasta nuestros días han sido la cobertura legal de una represión sin límite que los gitanos han sufrido durante más de cinco siglos. 
 
 
Los gitanos no sólo destacan como tratantes de ganado durante esa época decisiva, sino que además, muchos de ellos son consumados herreros, a los que se debe una parte fundamental de la herrería artística andaluza y de otras regiones españolas. Otros se dedican a la reparación de calderas, de aperos de labranza, etc. 
 

El día 22 de noviembre se conmemora el “Día de los Gitanos Andaluces”, en recuerdo de su venida a Andalucía en  1465. Y, cuando escribo estas letras, leo en la prensa que los gitanos se han convertido en "chivo expiatorio" de la crisis económica. Un informe de la Asamblea del Consejo de Europa presentado con motivo del día del pueblo roma denuncia la discriminación que sufren entre 10 y 12 millones de europeos por pertenecer a esta etnia. La recuperación del discurso político racista es el mayor peligro. Lo advirtió la misma organización el año pasado tras la quema y el desmantelamiento de varios campamentos gitanos en Nápoles en 2008. La Comisión Europea coincide. En la segunda cumbre sobre el pueblo romaní (que se celebra hoy y mañana en Córdoba), los miembros de la UE intentan llegar a un consenso sobre políticas de inclusión social de la minoría étnica más numerosa en Europa.
 

La segregación, persiste, especialmente en cuatro ámbitos: educación, sanidad, trabajo y vivienda. El gitano ha sido desde siempre un pueblo de tradición oral. Nunca ha escrito nada. Como consecuencia, la tasa de analfabetismo entre los gitanos ronda el 60%. y, sobre todo, es de resaltar la situación de indefensión ante la sociedad mayoritaria. Algo parecido puede decirse en el terreno laboral y atrás quedaron los tiempos en que los gitanos eran reconocidos por su trabajo en la forja o por sus conocimientos en caballerías. La mayoría de gitanos vive en la actualidad de la venta ambulante, la recogida de papel o chatarra, las antigüedades o el mundo artístico. En otras actividades los gitanos se encuentran frecuentemente con problemas, principalmente derivados de la falta de cualificación profesional y de la carga de prejuicios que conlleva trabajar con un gitano y el índice de paro entre la comunidad gitana es muy alto. Afortunadamente la situación está cambiando y en la actualidad el número de universitarios gitanos es cada vez mayor. En el terreno de la vivienda, encontramos fenómenos análogos de discriminación. Hoy la población gitana europea es mayoritariamente sedentaria. Un buen número de ellos se ve obligado, por sus condiciones económicas, a vivir en condiciones de insalubridad, en zonas marginales de las grandes ciudades europeas. Los numerosos programas de realojamiento que se llevan a cabo encuentran como principal obstáculo el rechazo de los vecinos a que los gitanos vivan en su barrio. Pero no debemos olvidar que la identidad colectiva del pueblo gitano depende en gran parte del hecho de poseer un pasado histórico común, una lengua propia, unos usos sociales y, en definitiva, una historia común.   
 

Nos encontramos, pues, que la falta de preparación académica y de formación laboral, la falta de viviendas dignas o la falta de reconocimiento de la idiosincrasia del pueblo gitano aboca a una buena parte de sus miembros a vivir en condiciones de marginalidad, habitando en infraviviendas, y a ganarse la vida en condiciones muy difíciles, estereotipos que no ayudan a que la comunidad gitana y la sociedad mayoritaria puedan convivir armónicamente.  
 

En la actualidad, el Estado español (a través de la Administración central, regional o local) tiene diversos medios de ayuda al pueblo gitano. En general podemos afirmar que existe un cierto compromiso de las autoridades con los problemas del pueblo romaní, si bien aún podría ser mayor. Buena parte de los esfuerzos para la promoción social y cultural del pueblo gitano se debe al esfuerzo de los propios gitanos y las asociaciones gitanas canalizan buena parte de las ayudas del Estado. 
Afortunadamente España no es un país en el que se registren casos de racismo violento. Sin embargo, el racismo existe. Existe una forma de discriminación más sutil pero constante, que hace que cuando se pronuncia la palabra gitano se asocie ésta casi automáticamente con actividades delictivas. 
 
 
 2.- Los que seguís esta página ya conocéis mi debilidad por el tema gitano y la especial relevancia que le di –y le sigo dando- cuando estudié la novela “Carmen”, de Prosper Mérimée. Por eso, sólo voy a hacer una resumida exposición de mi teoría, para hacer una conexión con los gitanos de nuestro pueblo.
 

Lo reiteraré desde el principio y sin retórica: Carmen era de Gaucín y Mérimée escogió con conocimiento de causa Gaucín como centro de sus correrías. La cita expresa y reiterada de nuestro pueblo y de su entorno desaparece en la ópera de Bizet, «que no recoge sino lo aparatoso y castañetero de la novela original». Ahí empezó este olvido histórico, que se perpetuó y que he intentado corregir. (Ver mis trabajos en esta web, entre otros:”Carmen en Gaucín” -22.12.02-, “El día en que debutó Bombita” -17-01-04- y “De nuevo sobre Carmen: la flor de casia” -19.07.05-, en la Sección Mi Gaucín). 
 

He mantenido que la figura de Carmen, creada por Mérimée, podría haber sido un timbre de gloria para Gaucín. Basta con leer la novela y comprobar cómo el nudo central de la misma se desarrolla en Gaucín. La circunstancia fatídica es que, ni Bizet —verdadero introductor del mito con su ópera homónima-, ni los múltiples autores que posteriormente adaptaron el drama al cine, la danza o el teatro, mencionan a Gaucín como escenario de las acciones esenciales que fraguan el desenlace fina. Gaucín tiene el protagonismo que merece y que P. Mérimée dice recoger del propio D. José de Lizarrabengoa, cuando visitó España en noviembre y diciembre de 1830 y que después describe con minuciosidad en la novela publicada en octubre de 1845 en su Francia natal. A pesar de ese olvido, la Profesora Fernández Ariza, de la Universidad de Córdoba, dice "Es en este contexto literario y pictórico que transmite Martín de Molina, el que sin duda impelió a Mérimée a dar el mayor ámbito temporal de su drama a Gaucín, una tierra hermosa, en donde los bandoleros se asentaron" (Actas de las VIII Jornadas,  El Bandolerismo en Andalucía, Jauja, 2004, pg. 26 ss)
 

Según sabemos, Prosper Mérimée viajo por primera vez a España en 1830 (lo hizo seis veces más, la última en 1863) y Andalucía le sedujo. Fue acogido por los condes de Teba (padres de Eugenia de Montijo, más tarde Emperatriz de Francia al casarse con Napoleón III, en 1853) en las casas que estos tenían en la Plaza del Ángel, esquina a la plaza de Santa Ana, en Madrid, solar que hoy ocupa el Hotel Reina Victoria, el de los toreros, cuya circunstancia es recordada por el Ayuntamiento con una placa conmemorativa. La condesa debió contarle los episodios del jaque que mató a su amante, una bailarina, por excitar temerariamente sus celos y el de su propio cuñado que se enamoró de una cigarrera y que podrían ser el embrión de la novela.
 

Gaucín es el escenario cabal, no sólo para el sangriento enfrentamiento entre José y el Tuerto García, marido de Carmen, la muerte de Doncaire y las confrontaciones entre el orden y los bandoleros-contrabandistas, sino, aunque parezca contradictorio, para el remanso de paz que vivieron los amores de Carmen y José hasta que se rompió por las ataduras que éste quiso imponer a la fatalista gitana de nuestra historia.
 

Como ya he dicho con anterioridad, Gaucín es el marco apropiado, porque es paisaje y frontera, universo y roca gris, contemplación y encuentro, entre el silencio, el olvido y la rememoración, tierra en la que la luz encuentra su libertad, rebotando en el azul de las paredes, como en un bodegón de recuerdos. Alegría de la luz en sus paredes cegadoras, serena luz que empapa toda la vida mediterránea…y Carmen descubrirá el mañana con sus ojos negros y profundos, la lozanía de sus piernas, el balanceo de sus caderas y el frescor de sus labios rojos sosteniendo la amarilla flor de casia...
 

No sólo el marco físico es propicio para enmarcar la figura de nuestra heroína, sino que el ambiente romántico que lo envolvía era el que convenía a la trama. La influencia que en Mérimée tuvieron los escritores que le precedieron en sus viajes (Jacob, Gautier, Borrow, Ford, Chateaubriand y otros), así como al de los pintores de aquellos contornos y sus ruinas (Swits, Robert, Pérez Villaamil, etc.), es evidente, dada la visión romántica del escenario escogido para nuestra Carmen y la atracción fatal que parece desprenderse de su agreste paisaje, debieron influir decisivamente en la elección de Gaucín.

  
No es descabellado decir que Gaucín, tierra de frontera, tiene un sentido permeable, de actitudes de acogida, lo que no es ajeno al drama de Carmen, frontera entre el amor y el odio, entre la vida y la muerte con la que jugó en los campos de Gaucín frente al Gibraltar de sus correrías. 
 

En resumen, Gaucín huele a pueblo del Sur y por las nieblas del Genal y del Guadiaro, unidos para desembocar en el Mediterráneo, suben agazapadas las raíces blancas y rojizas de la morería. 
 
 
Si a ello unimos su orografía, sus calles tortuosas y estrechas, con grandes paredes encaladas, casi sin huecos, que van a dar a plazuelas de forma irregular... y todo el pueblo perdido entre riscos, no nos debe extrañar que fuera asentamiento, como lo habían sido los  moriscos sometidos o mudéjares y judíos, para los que, como nos dice D. José necesitaban camuflarse, ya que cada componente de la cuadrilla «simulaba tener un oficio: este era calderero, aquel chalán; yo era vendedor de mercería».
 

Paraje ideal para situar a nuestra Carmen.
 

Escenario único a los fines de los contrabandistas y bandoleros y en donde Carmen pasaba largas temporadas, lugar, precisamente, «donde encontré a Carmen, que me había dado cita allí», nos dice D. José al salir del infierno de Sevilla.
 

Es, pues, Gaucín, desde entonces, el centro neurálgico de la novela. Toda la trama fundamental discurre en Gaucín y en su sierra, a los que se hace referencia en veintidós ocasiones. La escena cambia bruscamente y en el ámbito espacial aparece repentinamente, sin mayor explicación, Gaucín: “Carmen me facilitó un traje de paisano, con lo cual salí de Sevilla sin ser reconocido. En Jerez... me presentó a Doncaire (jefe de los contrabandistas), que me incorporó a su banda. Salimos para Gaucín donde me encontré con Carmen, que me había dado cita allí…”
 
 
Mérimée escoge Gaucín para centro de «las correrías», situado precisamente en el camino de Gibraltar a Ronda. Sus correrías entre Gaucín y Gibraltar eran frecuentes y Carmen era la «espía ideal» pues «cuando volvía de Gibraltar» —evidentemente a Gaucín, en donde Carmen les había citado— «había acordado con el patrón de navío el embarque de mercancías inglesas que debíamos recoger en la costa». Las mercancías, en parte, las ocultaban en las montañas, y el resto la llevaba a Ronda. Y así una vez y otra. D. José, que simulaba ser vendedor de mercería, prefería vivir en el pueblo.
 

Después de ir a Vejer y rescatar del Penal a García el Tuerto, el marido de Carmen, ésta «vino con él». Es claro que a Gaucín, por cuyas laderas, al día siguiente, se deslizaron huyendo de los jinetes que les perseguían a tiros, hasta herir al Remendado. D. José lo quiso salvar, cansado lo dejó al abrigo de una roca y el Tuerto lo remató de un trabucazo. Don José se lamenta en su relato y cuenta cómo, agotados aquella noche, durmieron sobre la maleza, mientras Carmen, a escondidas, jugueteaba amorosamente con él. «Después de una horas de reposo —continua D. José refiriéndose a Carmen—, se fue a Gaucín».
 

Evidentemente, Carmen residía en Gaucín.
 

Desde allí Carmen les manda viandas: «a la mañana siguiente vino a traernos pan un cabrerillo. Todo el día permanecimos allí, y nos acercamos a Gaucín por la noche». Es notorio que el campamento (en el monte, en la montaña, o en la sierra) lo tenían cerca de Gaucín, a donde sólo se atrevían a ir amparados en la oscuridad de la noche
 

Se alojarían en una casa de Gaucín, donde Carmen sí que iba de día, porque de seguro que vivía, que tenía casa en nuestro pueblo. Y allí «esperábamos noticias de Carmen». Cuando ésta, a los pocos días salió de Gaucín con un mulero, disfrazada como hacendada, con sombrilla y criada, y les dijo que marchaba a Gibraltar para desplumar a los ingleses, les dejó «indicado un lugar donde podríamos encontrar cobijo por unos días», lo que es lógico pensar que era en Gaucín. «Me voy a Gibraltar...» lo que indica que se separaron en las cercanías de Gaucín y ella dejaba su refugio en el pueblo.
 

Es más, estoy convencido de que Carmen era oriunda de Gaucín. 
 

Si no, no se explica que una persona de su belleza se paseara por sus calles sin levantar habladurías, sospechas, interrogantes entre el vecindario y entre las tropas empeñadas en terminar con el bandolerismo que azotaba la zona. En Gaucín tendría sus padres, sus familiares y una casa, donde sería acogida y desde la que se desplazaba en sus correrías y las de sus amigos, conocedora como era de los vericuetos que descendían hasta el Genal y subirían por los caminos de la sierra Crestellina para llegar por Casares hasta Manilva o Estepona a recoger los embarques, o bajarían hacia Gibraltar por el Guadiaro.
    
 
Mérimée escogió Gaucín, no sólo por ser centro geográfico de las correrías, sino, principalmente, porque Carmen era de Gaucín, y así se lo contarían.

 
Las angostas veredas, los tortuosos caminos, los desfiladeros de la Serranía, se bastaban para escenificar el drama que la inconstancia de la gitana trenzó ante el payo vasco, encelado y posesivo, lo que le hizo enredarse en la garrocha del picador, como pudo haber apresado en sus redes a un simple arriero, al matutero vigoroso que se hubiera topado en sus vericuetos desde Gibraltar, al fogoso contrabandista que subiera de Manilva para descansar en su aliento carmesí antes de anochecer en el Arrabalete, o al cabrerillo de Gaucín que les bajaba el pan a diario.


3.- Dejemos a Carmen en las soledades de los campos serranos, temblorosos de ecos perdidos, propicios para el espíritu de unidad y solidaridad que impregna el hacer aventurero de Carmen, así como para envolver su enigmático proceder, como una llamada de su sangre de gitana. No encuentro mejor escenario que Gaucín para una vida de mujer pobre y gitana que pretende ser ella misma sin ataduras, para una historia de amores y celos, de delirios anticipados en el tiempo sobre la libertad femenina, de reto hacia su propio pueblo al unirse a un hombre que no es de su raza.
 

 Por eso, y porque en «los pueblos de la Serranía habitan en un sobrecogedor circo de montañas donde retumba la historia, un sueño de piedra y luz donde el tiempo parece detenerse», ha recordado Justo Navarro en un hermoso reportaje sobre nuestros montes («El tambor de piedra», El País Semanal, 1235, 28 de mayo de 2000) entre otros personajes, a José García, el herrero de Gaucín, y, por coincidencia, del mismo apellido que el marido de Carmen. Me parece que el destellante rojo de la fragua de José García, deja entrever el perfil cortante de todos los gitanos que han ennoblecido mi tierra con sus sudores, pero también el alma ardiente de tantas Carmen como han subido desde el Peñón, por las riberas del Genal, saltando de peña en peña, por vericuetos y entre jaras, hasta arropar a sus hombres en el arrabal, teniendo por almohada —feliz vocablo de nuestra habla andalusí— la falda acogedora del Castillo del Águila.
 

Llego, pues, al tema central de este articulo, que no es otro que los gitanos de nuestro pueblo, que J. Navarro personificaba en José y yo resido en su madre, Juana García, fallecida el día tres de abril de 2010, a los ciento un años. En el reportaje gráfico la podemos ver con su hijo Manuel, intentando zafarse de mi cámara por su natural modesto y, en homenaje póstumo, la vemos volver a la tierra que a todos nos espera, acompañada de los suyos.
 

Pero quiero también traer a nuestra atención algunos apuntes que sobre nuestros gitanos he tomado en mis incursiones por los viejos archivos, no sin recordar que ya Prosper Mérimée dedica el capitulo IV de su novela “Carmen” a los gitanos, un estudio que había sido el objeto de su viaje a España, ya que vino a nuestra tierra buscando datos sobre la batalla de Munda, lo que le hizo desplazarse a Ronda, donde conocería las características de los egipcianos de la Serranía. En dicho estudio resalta las particularidades de esta etnia y que yo resaltaría han acompañado a nuestros gitanos. Entre los valores positivos se encuentran el respeto a la familia y a los mayores como centro, la hospitalidad, el honor de la ley gitana, el modo de vivir en libertad y, al mismo tiempo, su solidaridad con los de la propia etnia.
 

La profesión de herrero, propia de nuestra familia, está acreditada desde antiguo. Aunque en el Anuario de la provincia de Málaga del año 1917 se detallan las diferentes profesiones y empresas existentes en Gaucín, en ese año y, entre ellas, las Herrerías y cita a García (Francisco) y a García (Juan J.), es lo cierto que en el Archivo Diocesano de la Catedral de Málaga, he encontrado las siguientes anotaciones, algunas de mayor antigüedad:
 

31.1.1651.- En el Folio 2 del Libro Primero de Difuntos (1650-1707), aparece la inscripción de “Francisco García el herrero se enterró en treinta y uno de henero de mil y seiscientos y cincuenta y uno con oficios de medias honrasen que se dixeron dos missas cantadas”. Tengo foto digital.
Desde que tenemos noticias documentales de nuestros antepasados, el apellido García queda unido a la profesión de “herrero”, la que figura en muchas de las anotaciones de los Libros Sacramentales con la familia García.
 

29.6.1652,- Fallecimiento de Juan García Santos, Alcalde Ordinario. Libro Primero de Difuntos, que se inicia en 1650 y termina en 1707.
 

6.6.1855.- Fallecimiento de Juan Heredia Rodríguez, el primero que murió de Cólera, que duró el año 1855 y parte del 56; por ejemplo en el mes de agosto de 1856 murieron 75 personas del cólera. (Libro 17 de Difuntos)
 

17.6.1880.- Nacimiento de Maria García García, hija de Francisco y Ana. Abuelos paternos, Juan García Cantudo y Francisca Medina Hidalgo. Abuelos maternos, Juan García Pérez y  Maria Moyano Navarro. Libro 37 de Bautismos, Legajo 421, nº. 1, Folio 55v.
 

Todos los abuelos, posiblemente vivieran cincuenta años atrás, en 1830, fecha del viaje de P. Mérimée a Gaucín, donde posiblemente pudiera conocerlos. Recordemos que el marido de Carmen, García “El Tuerto”, llevaba ese apellido lo que pudo anotar el escritor para designar a uno de los protagonistas de su novela.
 

6.7.1880.- Nacimiento de Antonio García Núñez, hijo de Juan García, de Casares, y Maria Rosario Núñez, de Oliera. Abuelos paternos, Antonio García Heredia, de Jimena, y Juana Vega de los Reyes. Abuelos maternos, Antonio Núñez Jiménez y Francisca Flores Cortés, de Oliera. Padrinos, Alonso Núñez y su mujer Manía Jiménez. Libro 37 de Bautismos, Legajo 421 (años 1879-82), Folio 57
 

23.1.1882.- Matrimonio de Alonso Núñez Flores, de Oliera, (la madre es Flores Heredia, de Lubrique) con Manuela Jiménez Campo, de Espera (debe ser Estepona) Libro 17 (1873-85), Folio 153. Hermano del siguiente, se casaron el mismo día.
 

23.1.1882.- Matrimonio de Ramón Núñez Flores, de Benarrabá, con Gertrudis  Flores Jiménez, de Estepona,  hija de Juan Flores Vega y Maria Jiménez Heredia. Libro 17 (1873-85), Folio 154
 

0.3.1882.- Nacimiento de Francisco Núñez Jiménez, hijo de Alonso Núñez, de Oliera, y de Manuela Jiménez, de Estepona. Abuelos paternos, Antonio Núñez Jiménez y Francisca Flores Heredia, de Oliera. Abuelos maternos, Francisco Jiménez Martín y Antonia Campo Cortes, de Estepona. Fueron padrinos Fernando García Heredia (hay otro del mismo nombre, pero de nueve años, que después veremos que falleció el 5.5.1907) y su mujer Dolores Heredia Jiménez. Libro 37 de Bautismos, Legajo 421 (años 1879-82), Folio 146v.
 

17.4.1899.- Nace, en calle Barrio Alto,  Juana García Heredia, hija de Juan José García Heredia, natural de Casares, de profesión herrero (hijo de Antonio García Vega, y de Juana Heredia Reyes, ambos de Jimena)  y de Francisca Heredia Jiménez, natural de Medina Sidonia (hija de Antonio Heredia de los Reyes, de Estepona, y Maria Jiménez Campo de los Reyes, de El Bosque). En el Libro existente en la Parroquia hay una inscripción, de 11.5.1899, asimismo de Juana García Heredia, que se dice nació el 3 de abril.
 

5.5.1907.- Fallece Fernando García Heredia, de 9 años, hijo de José y Francisca, en la calle Chorro Alto. Inscripción 32, F. 256v.
 

26.5.1907.- Nace Manuel García Heredia,  (probablemente hermano del anterior) hijo de Juan José García Heredia, natural de Casares, de profesión herrero (hijo de Antonio García Vega, y de Juana Heredia Reyes, ambos de Jimena)  y de Francisca Heredia Jiménez, natural de Medina Sidonia (hija de Antonio Heredia de los Reyes, de Estepona, y Maria Jiménez Campo de los Reyes, de El Bosque). Ambos (Fernando y Manuel) podrían ser hermanos de Juana, nacida el 17.4.1899.

31.7.1907.- Fallece Francisco García García, párvulo, hijo de Juan y Juana, en calle Bancos. Inscripción 53, Folio 260v.

24.5.1918.- Fallece Francisca Heredia Jiménez, natural de Medina Sidonia, de 40 años, esposa de  Juan José García Heredia, hija de Antonio Heredia García y Maria Jiménez Campos, en calle Chorro Alto. (esta Francisca, y su marido Juan José, podrían ser los padres de Juana, Fernando y Manuel, citados antes)
 
17.2.1938.- Fallecimiento de José García García, de 17 años de edad, natural de Gaucín, hijo de Juan y de María, domiciliado en calle Mártires, de profesión Herrero, soltero.  Archivo Registro Civil de Gaucín, Inscripción 147, Folio 74. (Tengo foto digital)

29.8.1938.- Casamiento de Manuel García Heredia, soltero, natural y vecino de Gaucín, de treinta y una años de edad, hijo de Juan José García Heredia y de Francisca Heredia Jiménez (es posible que se trate del nacido en 1907, pues coinciden en la edad),  con Juana García Heredia (distinta de la del mismo nombre y apellidos, que hemos visto nació el 26.5.1907, pues tiene diez años menos), soltera, natural de Manilva y vecina de ésta, de veintiocho años de edad, hija de Lorenzo García Heredia y de Josefa. Heredia Jiménez. Han sido dispensados por su Santidad el Papa del impedimento en segundo grado de consanguinidad y ad cautelam también de cualquier otro de consanguinidad si lo hubiere. Inscripción num. 11 (De este matrimonio tengo foto Digital)

31.8.1963.- Fallecimiento de Juana García Heredia (posiblemente se trate de la nacida, según sabemos, el 17.4.1899) 
 
Las fotos digitales citadas en los anteriores apuntes están en el siguiente álbum, junto a las que tengo de algunos de los gitanos de nuestro pueblo, en especial de la familia García, y algunas calles. Tambien podéis ver algunas sobre el entierro de Juana en la Zorrería titulada “Eventos”