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Escrito por administrador   
Lunes, 30 de Junio de 2008 17:20

Me ruegan que escriba algo sobre la vida de Clemen para insertar en la Web gaucín.com, página siempre atenta a los aconteceres de nuestro pueblo. Y accedo gustoso, no solo por amistad con Sylvia, sino porque sería imperdonable no hacer un pequeño panegírico de una figura ejemplar de nuestra reciente historia.

 

Nació en los años treinta del pasado siglo, dentro de una familia ligada a la hospedería, heredera de la hospitalidad de su antepasado D. Pedro Real, dueño y señor del Hostal Ingles, más tarde conocido por Hotel Nacional, lugar de visita habitual de los militares de S. M. la Reina Victoria, destinados en la Roca. Heredó el Hostal su hija, Encarnación Real Moya, casada con Domingo Bautista Moncada, y de ella pasó al hermano de éste último, José, casado con Adelaida Benito, siendo su última propietaria la hija de ambos, Clementina Bautista Benito, que consiguió durante los últimos cuarenta años preservar el lugar y, al mismo tiempo, el buen saber de su antepasado el célebre Pedro Real, hasta que la robustez deteriorada –del recinto y de su dueña- obligó al cierre de nuestro emblemático hospedaje.

 

Era obligado, para llanitos, viajeros o forasteros de cierto fuste, hacer parada y fonda en la más renombrada de todas las conocidas como posadas, en los inicios del siglo XX, y fue refugio para huéspedes de paso de nuestro pueblo en los siguientes años en que era el centro comarcal del comercio y la vida administrativa y judicial del partido.

De todas formas, leyenda activa, no sólo de nuestro pueblo, sino de nuestro entorno, como lo atestiguan las inscripciones del Libro de Visitas, uno de las láminas más imperecederas e interesantes de Gaucín desde mediados del siglo XIX, que se conserva –gracias, sobre todo, al interés de Clementina- y en el que numerosos viajeros y visitantes han dejado sus impresiones sobre nuestro pueblo.

 

Decía Sánchez Robles, en el inicial número de la Revista Ecos de la Serranía: “el Hotel Nacional es la memoria viva de aquellos viajes del siglo pasado... la actual dueña, una mujer de firme carácter, descendiente directa de los fundadores explica al interesado con un distante orgullo, su historia...”

 

Por ello, el último servicio que hizo nuestra amiga a su pueblo fue aceptar el pequeño homenaje que se le hizo al rememorar la existencia del Hotel Nacional, el pasado día 13 de enero, organizado por el Ayuntamiento de Gaucín, por el aliento de la Asociación Iniciativas Turísticas de Gaucín.


Ese día se colocó en la pared del Hotel la placa, a la que tuve el honor de dar contenido y en la que se evocaba la que fuera

Confluencia de caminos,

corazón lleno de ensueños,

memoria viva de Gaucín.

Hoy, ya podemos decir que su dueña, Clemen para todos nosotros, encontró su verdadero Camino. En el que ha quedado clavada una de aquellas cruces que jalonaban nuestras veredas y senderos, en los años aquellos en que –como queda constancia en el cuadro “El Castillo de Gaucín”, de Jenaro Pérez Villaamil- puede observarse una cruz junto al precipicio, a los pies del pintor, para perpetuar la memoria del fallecido.

 

Yo, en estos tristes momentos, preferiría escribir en el libro de la vida, parodiando algunas de las estrofas que los antiguos viajeros dejaron en el Libro de Visitas, algo así como:

Mi querida Clemen,

magnifica en la cocina,

incansable posadera,

alegre y acogedora.

aquí tu nombre se escriba

Y, quédate a solas, tu, que supiste escuchar a todos, sin alborotos. Aunque en tu corazón resuenen algunas algaradas, olvida las palabras dentro de ti, para que no te distraigan tus voces interiores. Ahora que has llegado a la Primavera sin fin, nosotros sabemos que ya no habrá quejas, ni huéspedes extraños y tú andarás sin estorbos, sin tristezas, sin resentimientos ni vanaglorias.

Amiga Clemen, “quédate en silencio delante del Señor”, como canta el salmista.

Por todos tus amigos,

Salvador Martín de Molina