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Un descanso merecido PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Martes, 14 de Septiembre de 2010 19:10



Es el que ha tenido mi hermana Francisca, Sor Maria Teresa del Niño Jesús en la vida religiosa, que después de cuatro años en tierras chilenas, sin venir por España, ha tenido la dicha de reencontrarse con su familia durante quince días.
 
 

Para que todos disfrutásemos de su presencia, nos asignamos tres días para cada hermano. Así, sucesivamente, después del recibimiento común que le hicimos en el aeropuerto de Granada-Jaén, ha estado en Jaén, Granada y Gaucín. En el reportaje grafico podéis ver los distintos momentos de su visita.

Por ser yo el mayor de los hermanos, posiblemente tuvieron la deferencia de dejarnos ser los primeros de agasajarla y disfrutar de su alegría. Aprovechó la ocasión de la visita de varios sacerdotes  a nuestra urbanización y tomamos café con ellos y la invitaron a dirigir la palabra a los comuneros, lo que hizo en una misa especial y en ella tuvo lugar de exponer la labor que vienen realizado en Chile las Hermanitas de los Pobres.

En las Alpujarra granadina, donde Maruja y Teodoro  tiene una casa en Alcázar, llegó incluso a mojar sus pies en el agua de la piscina. Con Encarni y Pepe tuvo ocasión de disfrutar de los numerosos nietos y con Pepi y Jesús –ya en Gaucín-  aprovechó incluso para desplazarse a Ronda a ver al convento donde ingresó en la Congregación y saludar a algunas antiguas compañeras de noviciado.

El grueso de la visita lo pasó con Inmaculada y Miguel, donde plantó el cuartel general. Todos los días se daba un paseo por el pueblo, saludando a viejos conocidos y disfrutando doblemente por ello. Incluso estuvo en Benarrabá pues quería saludar expresamente a Rafaela, la gitana, que en sus años mozos estuvo en nuestra casa y tenían muchos recuerdos en común.

Aprovechó la oportunidad mi hermana a quien le correspondía la comida anual de los hermanos para darla en El Pilar, el dia trece de agosto, en donde nos acompañaron algunos primos, y que sirvió de colofón para los agasajos.

No faltó, como en cada visita, su ilusión de vestir de monjitas a sus sobrinas. En este caso, les ha tocado a mis nietas Pilar y Maite, quienes, junto a Lucía, hija de Mario, le dieron la alegría de pensar esperanzadamente en que alguna joven tenga la rara valentía de ingresar en el noviciado de las Hermanitas.

Dejo, con el reportaje, testimonio de la alegría común de todos los que hemos disfrutado de su presencia durante estos días veraniegos.