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Itinerarios en Filipinas del Gaucinense Francisco Cañamaque PDF Imprimir E-mail
Escrito por administrador   
Viernes, 27 de Junio de 2008 18:48
 
 Resumen de la Ponencia que presenté en el IX Congreso de Caminería Hispánica, celebrado en Cadíz en el mes de junio de 2008, cn el título de "Itinerarios en las Isalas Filipinas del gaucinense Francisco Cañamaque Jiménez: 

INTRODUCION

 

 

La gran dureza de los comienzos del siglo XIX –invasión extranjera, guerra de independencia con sus sangrientos combates, el despotismo de un Rey indigno en pugna con los liberales- dio paso al alivio que supuso el anuncio el 29 de septiembre de 1833 de la muerte de Fernando VII y esta esperanza de cambio abrió las puertas a la España romántica. A lo largo de más de veinte años, el romanticismo marcaría las maneras de vivir, de sentir y de pensar de los españoles.

 

Aquejados del mal del siglo y aspirando voluptuosamente la muerte, los románticos devoraron con avidez la vida, una vida intensa, aunque fuese breve. Es lo que sabemos que pasó con Larra y Espronceda y lo que desgraciadamente le sucedió a nuestro personaje, Francisco Cañamaque Jiménez, que murió a los cuarenta años no cumplidos. El frenético apetito por la vida corre paralelo con una angustia metafísica latente, al tiempo que profesan un amor teatral por la humanidad con un prisma que deforma y embellece. Y es que, el romanticismo, más que un estilo literario, fue un estilo de vida.

 

En este contexto, nadie como Prósper Mérimée nos describe la España, irracional y romántica de aquellos tiempos. Y, precisamente, su narrativa hace referencia a un personaje concreto, Carmen, mito universal, y en el trasfondo aparece el paisaje salvaje y romántico de un pueblo, Gaucín, donde ella convocó a sus contrabandistas para escribir las páginas más gloriosas de la libertad.

 

 

Los contrabandistas de Gaucín tienen sus historias. La más famosa de todas, la de Carmen

 

Fue Gaucín escenario único a los fines de los contrabandistas y bandoleros y en donde “Carmen” –en la pluma inmortal de Prósper Merinmée- pasaba largas temporadas. Lugar, precisamente, “donde encontré a Carmen, que me había dado cita allí”, nos dice D. José al salir del infierno de Sevilla. En definitiva, Carmen, de contrabandista en los montes de Gaucin, a mito universal, como Prometeo, Don Juan... historias en las que intervienen fuerzas fatales.

 

 

ENMARQUE FAMILIAR

 

 

En este paisaje fascinante, se nos aparece Francisco Cañamaque Jiménez, el célebre político y escritor gaucinense, que había nacido el 22 de diciembre de 1851. En mi trabajo “Antepasado”, me refiero, entre los hijos de José Cañamaque Letor y Mariana de la Encarnación Jiménez Barranco, a Alonso Cañamaque Jiménez, de profesión carpintero, que tuvieron siete hijos, entre ellos Francisco Cañamaque Jiménez, nuestro personaje

 

 

 

Partida de Bautismo

 

 

No me consta si se casó y, por consiguiente, si tuvo hijos. No hay, en Gaucín, en años del siglo XX ni en la actualidad, noticias de una Cañamaque vivo o con descendencia. Pero consta que en 1875 falleció un hermano, Celestino, en el domicilio de sus padres en Madrid, lo que hace pensar en que Francisco bien pudiera convivir con sus padres en la capital de España, residencia que él mismo reconoce en uno de sus artículos. Descendientes conocidos de los Cañamaque son África Martín Cañamaque (Carmelita descalza, hija de Salvador Martín Jiménez) Carmen Martín Cañamaque (esposa de Jesús Martín) y Rosalía López Cañamaque (casada con Ismael Somoza).

 

En todo caso, también me parece oportuno desvelar documentación relacionada con el bandolerismo surgido, con posterioridad a la finalización de la guerra de la independencia, una vez que los aires del trienio liberal fueron abatidos por la represión. La causa del contrabando, al que está íntimamente ligado el bandolerismo del siglo diecinueve, se inicia con la ocupación de Gibraltar en 1704.

 

Por lo que respecta a Gaucín y su entorno serrano, sus condiciones geográficas (el mar por un lado y las escabrosidades de la serranía por otro) facilitaban el tráfico clandestino, favorecían la huida del contrabandista y servía de escondite seguro a mercancías. Asimismo se habla de la complicidad de los políticos liberales con contrabandistas y bandoleros. Por lo demás, la picaresca, la desvergüenza y hasta el delito a pequeña escala eran el pan nuestro de cada día. De todas maneras, ha de tenerse en cuenta el carácter de los serranos, de los que Scott, en 1830, decía que tenían fama de ser una raza feroz e intratable, mientras que Murray, diez años más tarde, pensaba que la fragosidad de las sierras fomentaba el espíritu de independencia, para que se cuele el desafío permanente con que los montañeros se enfrentan a cualquier ley gubernamental

 

Centrándonos, en todo caso, a la época que comprende nuestro estudio, doy cuenta de algunos casos documentados de contrabandistas, a los que me referí en extenso en otro trabajo mío sobre los liberales y realistas en Gaucín. Así, al folio 90 del Protocolo de Pedro Barroso y Castro, del 6 de septiembre de 1926, figura escritura de fianza de carcel segura, relacionada con Francisco Cañamaque Sanjuán. En el mismo día, otro vecino de Gaucín comparece ante el mismo fedatario y eleva a público su compromiso a favor de otros contrabandistas. Dice así:

 

Folio 91

FIANZA

JUZGADO MILITAR DE ESTEPONA

CONTRA

ANTONIO GONZALEZ SALAS

Gaucín 6 septiembre 1826

Notorio sea como yo, Antonio González Salas… que en el Juzgado Militar de la de Estepona se siguen Autos y Causa criminal de oficio contra José Cañamaque y sus dos hijos Manuel y Antonio con otros consortes de esta vecindad por atribuirles haberse ejercitado en el ilícito comercio del contrabando y auxiliar de los defraudadores, por lo que se procedió contra los referidos hasta haberles conducido presos a aquella Villa y a consecuencia de su pobreza y otros poderosos motivos se les ha concedido la gracia

 

Sobre estos documentos, me parece interesante resaltar que cuatro de los contrabandistas citados pertenecen a los Cañamaque, familia de prestigio en Gaucín y a la que perteneció el famoso escritor y político Francisco Cañamaque Jiménez, nieto de José Cañamaque Letor, uno de los encausados como contrabandistas de Gaucín. Este José Cañamaque Letor, tuvo otro hijo que falleció el día 25 de julio de 1830, siendo Sargento 2º del Regimiento de Caballería de Navarra 8º de Ligeros (uno de los que vigilaban los campos de la serranía de los bandoleros), lo que, a mi juicio, pone de relieve las connotaciones entre contrabandistas y realistas.

 

 

Casa de Nacimiento

 

 

SU FIGURA POLIFACÉTICA

 

 

Nace nuestro personaje a la vida pública en el desgarramiento de las guerras carlistas, que no se apagarán hasta 1876, de las que surgen dos tendencias, que posteriormente se convertirán en partidos: Maria Cristina del lado del liberalismo y don Carlos del lado de la monarquía tradicional y la religión. Después de los vaivenes entre Espartero y Narváez, la Regente vuelve del exilio y Cánovas lanza la frase de “¡joven democracia, yo te saludo!”, en pleno romanticismo político. Se ve envuelto en la Revolución del 68 –que luego describió tan acertadamente- e incluso se implicó personalmente en la política, siendo destacado parlamentario.

 

Poco se conoce de su juventud, nos dice Teodoro de Molina de Molina. Lo cierto es que su nivel intelectual y su capacidad de trabajo hacen que con solo 18 años derive su vocación profesional hacia lo que sería su especialidad: el periodismo. Sabemos que fue el periodismo su fuerte y que con solo 18 años presenció todas y cada una de los debates del 69. Con la participación de Ríos Rosas, Martos, Manterola, Sagasta, Rivero Echegaray... Cañamaque en una ocasión afirmó: “He resistido a pié firme cientos de discursos, algunos peores que un tabardillo. Habiendo visto todos y cada uno de las secciones de las Cortes de la actual legislatura”. Pero es a los 30 años cuando debuta como parlamentario. Para iniciar en el Palacio de las Cortes su corta pero brillantísima carrera política.

 

1881. Cañamaque fue elegido diputado por el distrito electoral de Guayana, circunscripción de Puerto-Rico. En esta legislatura fue nombrado subsecretario de la Presidencia del Gobierno de D. Práxedes Mateo Sagasta, cargo que ostentó hasta su dimisión en 1986. Dimitió porque se supuso, él nunca lo declaró, que había filtrado a la prensa el propósito que obligaba al Gobierno a indultar a Villacampa., separado del ejército por sus ideas republicanas. En 1886 se presenta nuevamente a diputado por la circunscripción de Málaga, distrito electoral de Gaucín.


La tarea de Cañamaque en el Congreso de los Diputados era la de un político especializado en temas de Ultramar, o lo que quedaba, en aquella época, del Ultramar Español, -Cuba, Puerto-Rico, Filipinas y otras posesiones e intereses en Joló, Borneo, Marruecos y el Golfo de Guinea-. En este terreno era un verdadero especialista.

Me interesa resaltar su última peripecia, como político, que hace relación a su pugna con el también malagueño Andrés Mellado, uno de sus más significativos políticos decimonónicos. Mellado fue Diputa­do por Puerto Rico, por Málaga y por Gaucín, y Senador por Cuba. Desempeñó el puesto de Vicepresidente del Congreso, Gober­nador del Banco de España y Alcalde de Madrid. Fue Diputado a Cortes por el distrito de Gaucín durante cinco Legislaturas, desde 1891 a 1899.

 

En su primera legislatura, Mellado fue elegido en 16 de abril de 1891 Diputado a Cortes por el Distrito de Gaucín, en reñidas elecciones, hasta tal punto de que tuvo una agria disputa con el otro candidato D. Antonio García. Ildefonso Lozano Portal, en el folleto “El Mecanismo Electoral”, editado en Estepona en 1903, nos cuenta las peripecias de Mellado para obtener el voto del Distrito de Gaucín. Mellado presentó su candidatura con carácter de liberal contra la conservadora de Francisco Cañamaque Jiménez, “mas en la practica resultaba lo contrario… pues Mellado había iniciado una evolución política a favor de los conservadores, lo que dio lugar a que Canovas y Romero Robledo apoyaran a Mellado. Ya he puesto de relieve, en mi trabajo dedicado a los Mellado en Gaucín, su campaña –al genuino estilo americano actual- en todo el Partido Judicial y, como una de sus primeras medidas fue la de nombrar Alcalde de Gaucín a su sobrino Eugenio Rodríguez Mellado, así como el resto de las connotaciones que esta pugna tuvo en aquellos años de turbulencias políticas. Tengo para mí que este episodio de traiciones y venganzas, aceleró su muerte prematura, más allá de posibles enfermedades endémicas contraídas en Filipinas o de la tuberculosis, mal de la época.

 

 

 

CAÑAMAQUE ESCRITOR

 

 

 

Cañamaque, pese a nacer en las postrimerías del romanticismo, está impregnado de las características de esta corriente ya que –pese a las nuevas tendencias hacia el realismo- sus consecuencias estéticas perduraran hasta el comienzo del siglo XX. Así, Cañamaque se nos presenta en sus escritos con conceptos luminosos, rasgos brillantes, una narración viva y originalísima. La armonía y el colorido, que sorprende y cautiva, la brillantez y la espontaneidad que dan tono y carácter distintivo al autor. Podría decirse que fue un ilusionado seguidor de la libertad y a él se puede aplicar, lo que decía al final de su prólogo a “Las mujeres de la Revolución”, de Michelet, que tradujo y prologó Cañamaque: No importa que en algunas naciones la libertad este como velada por el negro manto de dictaduras violentas y peligrosas. La luz se hará, y la consolidación de la política en 1789 iniciada será muy pronto un hecho venturoso y definitivo.

 

La profundidad de su saber, aparte de las bellezas que contienen sus trabajos, se pone de relieve en su obra Miscelánea histórica, política y literaria, publicada en 1876 (cuando nuestro autor contaba 25 años), como nos pone de relieve su prologuista, A. Luís Carrion, quien disecciona los tres grupos en que –al igual que en su obra total- podemos dividir su libro: artículos históricos, literarios y políticos, y también dos estudios filosóficos y varias composiciones poéticas. Y, sobre el contenido de la obra, nos dice que el autor, amante del arte y apasionado por los grandes oradores, se deja arrastrar por sus aficiones a los príncipes de la tribuna y que sus trabajos literarios son una muestra de las bellezas y las excelentes ideas que salpican el trabajo de Cañamaque.

 

En el Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español, se hace reseña a 36 obras de Cañamaque, bien como autor o traductor, bien como prologuista, así como de otros autores sobre él y traducciones. Omito su reseña completa, aunque señalo algunas de las más sobresalientes: es la siguiente:

 

 

1.- Como Autor:

 

Ideas sobre la situación moral y material del cuarto estado: folleto de actualidad, tan impretencioso como lleno de verdades, Madrid: [s.n.], 1872 (Imprenta Central de los Ferro-carriles)

Miscelánea histórica, política y literaria –Ventajas de progreso.

Recuerdos de Filipinas: cosas, casos y usos de aquellas islas

Las islas Filipinas: (de todo un poco) Port-Bretón: colonia libre de Oceanía, Iles Philippines: La province de Zambales de l’Ile de Luçon / d’après la monographie de M. Francisco Cañamaque; par Arthur W. Taylor Paris

L’Espagne et la question de Bornéo et de Joló / interpellation de Francisco Cañamaque par Eugène Gibert; avec une preface par le Mis de Croizier

Paris:

Los oradores de 1869, Madrid: Victoriano Suárez: Simón y Compa, 1887

Instrucción de 27 de Abril de 1875 para el ejercicio del Protectorado del Gobierno en la beneficencia particular 1887 (Tipografía de Guillermo Osler)

 

 

2.- Como prologuista y traductor:

 

Diccionario histórico, biográfico, crítico y bibliográfico de autores, artistas y extremeños ilustres / por Nicolás Díaz y Pérez; precedido de un prólogo de Francisco Cañamaque Madrid: [s.n., 1877?]

Las mujeres de la revolución / J. Michelet; traducción y prólogo de Francisco Cañamaque

Los soldados de la revolución / J. Michelet; traducción y prólogo de Francisco Cañamaque Madrid: Librería de Juan Rodríguez, 1879

Memoria sobre Filipinas y Joló/ redactada en 1863 y 1864 por Patricio de la Escosura; publicase ahora por primera vez, ilustrada con un mapa y precedida de un prólogo de Francisco Cañamaque,

Cuestiones [sic] constitucionales: (1873-1878) / i.e. Gladstone; traducción directa del inglés de A.R. Ch.; precedida de unos apuntes biográficos con el retrato del autor y un prólogo de Francisco Cañamaque. Madrid. Instituto de Cooperación Iberoamericana

 

3.- Otras facetas:

 

Aparte de otros apuntes literarios –recogidos por las páginas Web Gaucín.tv y Gaucinet.com-, nos consta asimismo que en 1881 publicó La España, diario liberal del que fue su propietario. Perteneció a la Sociedad Geográfica de Madrid, a la Academia Indochina de París, al Ateneo de Madrid, a la Real Academia de la Historia, al Congreso de Americanistas y al Consejo Supremo de Marina.

Era un convencido partidario de la separación de la Iglesia y del Estado. Tradujo Las Provinciales (de Pascal). Como consecuencia de sus intervenciones parlamentarias y sus artículos periodísticos se le atribuye un marcado acento anticlerical. Por su amistad con Sagasta se cree que pertenecía a la masonería.


 

En Los Oradores de 1869, su obra emblemática, describe Cañamaque a los parlamentarios agrupándolos en dos partes diferenciadas; bustos parlamentarios y perfiles parlamentarios. Cañamaque describe a sus personajes con el pensamiento de un joven liberal y progresista, con una idea de cambio para un mundo que se agarraba a los más añejos conceptos de la tradición. Como dice Cándido “El liberalismo, el republicanismo, el progresismo, el anticlericalismo y el afrancesamiento venían a ser matices de un solo proyecto de libertad civil” Pero Cañamaque escribe siempre con elegancia con respeto hacia las personas aunque las ideas de estas estuviesen en el polo opuesto a las suyas. Sin embargo, no por eso, evita el enfrentamiento ideológico y la opinión punzante que provoca y a veces insulta.

 

 

 

 

SU RELACION CON LAS FILIPINAS

 

El Gobierno español, ya desde 1870, se empezó a percatar de la necesidad de promocionar sus colonias en el Pacífico. Fue en esta época cuando se redactó un primer decreto para la organización de una exposición que sirviese para dar a conocer Filipinas a los españoles. Cañamaque, íntimamente relacionado con las Islas Filipinas, indudablemente debió participar activamente en estos actos de promoción. En las Exposiciones Universales de Filadelfia (1876) y Ámsterdam, (1883) nuestra colonia ultramarina había tenido una representación importante y los resultados obtenidos en el intento de acrecentar la riqueza y el desarrollo del Archipiélago fueron tan satisfactorios que sirvieron como estímulo para la organización del certamen filipino de Madrid cuya inauguración tuvo lugar en la tarde del 30 de junio de 1887.

 

 

Exposición en Power Point


 

En todos sus trabajos sobre las Islas Filipinas, da muestra y prueba de los inmensos beneficios de la descentralización y la justicia con que las modernas escuelas exigían la autotomía de la provincia y el municipio, lo que aplicó a su percepción de la colonia española. Avisó de que existiendo esos grandes centralismos las oleadas son mas furiosas y mas imposibles de dominar las tempestades a cuyas sombras suben a la superficie los audaces y los perversos, lo que no es sino una premonición de lo que pasó en las Islas Filipinas.

 

 

 

 

 

A.- Recuerdos de Filipinas.-

 

Este libro fue editado en la imprenta J. Cruzado, 1877, en dos volúmenes y en él se muestra consciente de las aguas que agitaban una fase de aquella gran epopeya de la metrópoli, aquel drama bello y sombrío, en los que unos empujan la rueda de los acontecimientos, gritan, lloran, ríen, cantan, mientras otros prestan con su luz colores bellos y simpáticos a la tragedia espantosa que se avecina en Filipinas. Conoció de un golpe de vista la influencia indiscutible que los malos administradores y el clero estaban teniendo en la revolución que se avecinaba. Y ofrece en este libro un pequeño museo de retratos que deben ser examinados detenidamente por los que buscan las causas, externas e internas, de la sublime explosión de un pueblo que resucita a la vida de la libertad.

 

El conjunto es admirable, bello, elocuente y llegó a comprender que la revolución no fue sólo un sacudimiento nervioso producido por el hambre y prolongado por media docena de tribunos aventureros, sino la resurrección de un pueblo a la vida del derecho, de la igualdad, de la democracia, afirmada desde entonces en el mundo, prueba de su espíritu abierto y democrático.

 

De Recuerdos de Filipinas, que es una obra de costumbres y entretenimiento (2.000 ejemplares nos dice el autor que se vendieron de la primera edición) el propio Cañamaque hace las siguientes disquisiciones y que nos parecen las acertadas para resumir su contenido:

 

-No fueron tratados estos recuerdos con mucha reflexión, pero si son atrevidos porque los escribió con 25 años. Por ello, dice lo que se le ocurrió entonces y en la forma que a la pluma, volando más que corriendo, se le vino, “defecto capital que no debo ocultar porque es como el castigo que el tiempo impone a los ímpetus y acometividades de la inexperiencia”. Él mismo nos dice que la obra tiene “capitulos que están iluminados; otros que suenan a desvío algunas palabras dirigidas a los españoles filipinos, que solo consideración y cariño de hermanos me inspiran” Y hace una reflexión sobre las críticas que recibió:

 

-Se me supuso detractor de la buena sociedad de Manila, sigue diciéndonos, por que en el tomo primero de Los Recuerdos, califico de cursi la vida que algunos españoles peninsulares hacen allí; no hay tal ni me refiero a todos, sino a una minoría que verdaderamente no puede presentarse peor en las tertulias, teatros y paseos; en cuanto a la mayoría de esa sociedad nada he dicho ni he podido decir en su desdoro, porque me merece el mayor respeto.

-Por ofendidos se dan también los aplatanados. En ello persevero: si hay aplatanados fieramente españoles, los hay también que no están a la altura de sus patrióticos deberes.

 

-Motejan de exagerado el capitulo del Teatro de Indios, pero esto sucede en algunas provincias de Luzón y Visayas, auque desde Manila nada o poco se sabe.

 

-Que el indio no es tan poco escrupuloso como yo pretendo en lo que al honor conyugal toca, y yo digo que hay que tomarse el trabajo de visitar algunas provincias, las más apartadas de Manila, y los hechos confirman que tengo razón.

 

 

A propósito del tratamiento que hace de los nativos –a los que Cañamaque, como todos los coetáneos, denominaban indios, por derivación de los americanos- algunas voces no concuerdan con las apreciaciones de Cañamaque. Manuel Leguineche entiende que, para Cañamaque, " el cura indio es una verdadera caricatura, un perfecto mamarracho, un pelele, caricatura de sacerdote, de mestizo, de indio y de español. Una caricatura de todo".

 

 

Independientemente de la autocrítica que hemos dejado reseñada, las personas imparciales –nos dice esperanzado- harán justicia al patriótico pensamiento que en la compasión de una y otra obra he procurado por encima de la conveniencia particular y aun de la afecciones personales. Fuertes son los colores con que pinto las costumbres y episodios del Archipiélago en los Recuerdos, pero al hacerlo asi me proponía llamar la atención de los peninsulares sobre una provincia casi desconocida, cabiéndome la honra de ser aquel libro mío el mas popular de cuantos a Filipinas se refieren y he prestado un servicio de importancia al país con su publicación.

 

Finaliza su autocrítica diciéndonos que, más allá de su forma y variedad, de sus colores, de su audacia, que son una muestra de la imaginación que tanto abunda en el libro, “el mal está en que los andaluces (no duda en recordar su procedencia) unos mas y otros menos, no podemos referir nada sin poner de nuestra parte sus granitos de mostaza o de pimienta”. Aunque ya sabemos (por nota inicial a su trabajo “Los Andaluces”) que se proclama madrileño de adopción, ya que de su Andalucía, solo mantiene la “fe de bautismo” de su pueblo malagueño.

 

 

 

 

B.- Discurso de Cañamaque en las Cortes sobre Joló y la Isla de Borneo

 

 

Joló es una isla en el suroeste de Filipinas. Borneo, en la actualidad es una isla (la tercera por tamaño del mundo, con 743.330 km²) al sudeste de Asia. Pertenece políticamente a tres países. Ya sabemos que el tema fue objeto de dos libros de Eugène Gibert y Patricio de la Escosura.

 

Delegación francesa

 

Libros que fueron estudios en torno al Discurso de Cañamaque sobre Joló y la Isla de Borneo en la Sesión del Miércoles 21 de Diciembre de 1881, un día antes de cumplir los 30 años. Como nos comenta la Web de T. de Molina, es una de las intervenciones más completas de D. Francisco Cañamaque. En primer lugar por tratarse de un Diputado que ha de enfrentarse con su puesta en escena. Segundo: por la metodología y planteamientos; por la forma y la sustancia del mismo; y especialmente por las replicas del gobierno, donde intervinieron, desde el Ministro de Estado (Marqués de la Vega de Armijo) al Ministro de Ultramar (León y Castillo), pasando por otros Diputados de la mayoría y de la oposición, como Silvela, Carvajal, Balaguer y el propio Cánovas del Castillo.

 

Empezó Cañamaque su discurso con estas palabras… nunca como hasta este instante he comprendido toda la amarga realidad de una frase tan ática (de Atenas) como exacta del señor Olózaga, es a saber: que no hay nada que pueda compararse con el terror de los Diputados nuevos cuando rompen de una vez y para siempre, poseídos de miedo invencible, tocados a la par de audacia y de temor, su delicadísima virginidad parlamentaria. A continuación acomete el fondo de la cuestión: la profunda y extraordinaria gravedad de una nota funesta expedida por el Sr. Ministro de Estado en 15 de Abril de 1876, nota que, a juicio de la prensa y a juicio mío, olvida y desconoce los derechos de la Nación española.

 

 

Señores Diputados, ¿ Como es posible que la Nación española, que ha conquistado varias veces el Archipiélago de Joló , Archipiélago que está regado de nuestra sangre y de nuestro dinero, no tuviera derecho a intervenir en el tráfico de aquellos mares? …

 

 

A continuación Cañamaque hace duras acusaciones contra Collantes y contra Silvela que firmó el siguiente protocolo de renuncia a la jusrisdicción:

 

Ahora bien, Sres. Diputados; si esto no es la pérdida del mar jurisdiccional, del mar territorial; si esto no es hasta cierto punto el abandono de nuestra soberanía en las aguas de Joló, declaro que las modestas nociones que tengo del derecho internacional están completamente equivocadas. ¿Y como se revela nuestra soberanía en los mares de Joló, Sres. Ministros conservadores? ¿Cómo se revela nuestra autoridad, los fueros de nuestra bandera, nuestros derechos en el Mar de Mindoro? ¿Tenéis conocimiento de alguna Nación civilizada que deje sus puertas abiertas al contrabando, a la libertad, a la arbitrariedad de sus rivales, como vosotros habéis dejado las de nuestras codiciadas posesiones de Joló a enemigos tan temibles como Inglaterra y Alemania?

 

 

Cita la autoridad de tratadistas para justificar su tesis y arremete, a continuación, su oratoria con el jefe de los Conservadores, Canovas del Castillo al haber permitido la firma del protocolo:

 

…yo sé los grandes dolores por los que ha pasado el Sr. Cánovas del Castillo a consecuencia de la nota del 15 de Abril; ¿y cómo no había de pasar por esas tristezas y amarguras un hombre tan eminente, tan patriota, tan conocedor del derecho, y a quién yo reconozco un patriotismo tan alto cómo al que más? Pero ¡ah, señores! A veces este patriotismo flaquea y se tuerce contra la propia voluntad, y se flaqueó y torció al firmarse con poderes bastantes ese desdichado protocolo de Marzo de 1877; pues al fin la nota del Sr. Calderón Collantes de 15 de Abril lleva la firma de un ministro y puede retirarse; pero el protocolo está hecho con poderes sagrados, y sería difícil retirarlo sin comprometer los derechos de España en Joló y Borneo. … de tal suerte que algo y aún mucho debió influir esto en la salida inmediata del Sr. Calderón Collantes del Ministerio de Estado, que ojalá, ojalá para bien de mi Patria y de sus derechos, no hubiera desempeñado jamás. (Sensación.)


Pasó, a contnuación a la otra cuestión, a la cuestión de Borneo; yo protesto en esta Cámara que Joló y Borneo son de la Nación española. ¿Por qué? Por un derecho superior a todas las notas y todos los protocolos, por un derecho superior a todo; por el derecho de conquista de nuestros heroicos soldados, por el derecho y la sanción de la historia, por el derecho de nuestros misioneros, navegantes y conquistadores. … Voy a la cuestión de Borneo. Perdóneme la Cámara si soy extenso, …Borneo, y no tema el Sr. Ministro de Estado que yo diga algo que moleste a Inglaterra, ni lo tema tampoco mi ilustre jefe el señor Sagasta, Borneo fue visitada y descubierta e 1521 por los soldados de Magallanes. Y hay más todavía:…, hay, por fortuna para vasallaje parcial: Es un acta de vasallaje de los mandarines de los pueblos del Sandacan, firmada el 27 de Julio de 1862 ante el comandante del buque español Santa Filomena, D. Vicente Carlos Roca. Dice lo siguiente: <<Nosotros todos, mandarines de los pueblos del Sandacan, en la isla de Borneo, reconocemos solemnemente por nuestra Reina y Señora a Doña Isabel II, a cuya poderosa monarquía de derecho pertenecía ya este territorio,

Pues bien, así es. ¿Sabéis, señores Diputados, en que fecha se establecieron los ingleses en la costa Norte de Borneo? A los siete u ocho meses de ser conocidos por todo el mundo la nota y el protocolo de los Sres. Calderón Collantes y Silvela; una consecuencia de la política internacional seguida por los Gabinetes que presidiera en 1876 y 1877 el Sr. Cánovas del Castillo.

 

 

Después de hacer un minucioso estudio de las correrías de ingleses sobre nuestras posesiones y el goteo en la desposesión de nuestras tierras, terminó la primera de sus intervenciones parlamentarias, diciendo

 

Con esto, señores Diputados, creo haber concluido el trabajo que me propuse realizar aquí en el servicio de la Nación, al hacer uso de la palabra en asunto tan complejo y de índole tan especial. Si he proferido alguna palabra, si he vertido algún concepto que pueda personalmente lastimar a alguien, inferir ofensa a alguien, téngase por no dicha esa palabra y téngase por retirado ese concepto; y si con mi discurso hubiere molestado mucho vuestra atención, tened presente, señores, que no me he ocupado en una cuestión de partido, que no me he ocupado en una cuestión de escuela, sino que he defendido los que yo estimo altos y sagradísimos intereses de mi país, derechos de nuestra Nación; los intereses y los derechos de esta grande, de esta gloriosa, de esta eterna Patria española. He dicho. (Aprobación general)

(La referencia sobre el anterior libro, está tomada de la Web gaucin.tv

 

 

C.- Las Islas Filipinas, de todo un poco.-

 

Sobre el contendido de este segundo libro sobre Las Filipinas –que es una sucesión de temas referidos, desde diversas perspectivas y estilos a las islas- nos dice el propio autor, en el ciado prólogo:

-Las Reformas (Capitulo 1º del mismo), léanlo solo los políticos

-Candelario, parecerá a unos insípida y corta a otros.

-Las Monografías de Zambales, acaso produzca sueño a quien pene de insomnio.

-Las Costumbres en Visayas, no serán creídas o adolecerán de deficiencia.

-Los Avisos del jesuita alcarreño, estimaran muchos que, sobre ser trasnochados, en llana y corriente prosa de nuestros día ha podido decirse mas y mejor.

 

Pues bien, el libro contiene una serie de capitulos en los que se estudia, desde diversas perspectivas, la situación filipina

 

 

 

1.- Reformas.-

 

Es una alegato a la situación en las Islas, movido por los recientes sucesos de la isla de Cuba y por la importancia principalísima del archipiélago de Magallanes y Legaspi, denominado la perla de Oceanía, hasta hoy poco menos que olvidada de los Gobiernos de la Metrópoli, hasta tal punto de que mantiene tan rica parte del mundo en el mismo estado de incultura que cuando allí por primera vez plantó Legazpi el glorioso estandarte de Castilla.

 

 

Presidencia del Congreso

 

Intenta demostrar los sencillos procedimientos administrativos- ni siquiera se atreve a llamarlos políticos- para realizar algunas reformas. Su idea fundamental es que “estamos en plena civilización, somos hijos del progreso. Es menester gobernar en nombre de la razón, del derecho y de la ley”.En su trabajo demuestra, en primer lugar, la importancia real de las Filipinas. Después, como lógica consecuencia, indica las reformas que estima necesarias en su actual menguada administración.

 

En un archipiélago de unas 1.200 islas, siendo las principales las de Luzón, Visayas y Panay., con innumerables puertos, ríos infinitos, un censo de mas de seis millones de almas, como entonces se decía (de ellos, 13.300 españoles, 17.500 militares y 1.200 miembros de ordenes religiosas). También nos habla de la riqueza de todas clases que hay en Filipinas, por su fertilidad, aparte de la cría de toda clase de animales domésticos y salvajes (cerdo, cabra, gallina, búfalo, corzo y jabalí), aparte de los introducidos por los españoles (el buey, el caballo y el carnero) Después pone de relieve la riqueza de sus productos, en especial de los principales (el azúcar, el café, el cacao, el algodón, el tabaco y el abacá -planta de unos tres metros de altura, de cuyo tronco se saca un filamento textil. Su fruto, que no se pudre, se lleva como bastimento en los barcos-) y se decanta por las reformas en el statu quo, pide una serie de reformas y mudanzas, cuya necesidad y conveniencia pone de relieve, algunas de las cuales están en estrecha relación con la política.

 

Los puntos principales que propone son los referentes al mando superior de las islas…. Hace hincapié en el debate sobre la separación del mando en Ultramar, del que los liberales eran partidarios, mientras que los conservadores pretendían el mando único, debate en el que pretende un termino medio que concilie ambas tendencias con la seguridad del archipiélago, excluyendo del Gobernador superior las cuestiones ajenas a la milicia y el orden publico, sin perjuicio de descentralizar la administración y pretende la intervención directa y renovable de los filipinos, por ser los que conocen sus necesidades y los medios de satisfacerlas, o como él decía “dar a los hombres inteligentes del país, no mas olvidados que útiles, aquella digna y conveniente participación a quien tienen siempre derecho el saber y la aptitud”.

 

Adolece, a su juicio, la administración filipina de una división territorial complicada, con un excesivo numero de provincias y una extensa autoridad en los Alcaldes Mayores, que deberían sustituirse por gobiernos político-militares, separando el gobierno de la administración de justicia... También indica la necesidad de sojuzgar a los que permanecen independientes y salvajes después de tres siglos en medio de nosotros.

 

Hecha de menos la unidad del idioma – en verdadera y triste anarquía por la existencia de más de una docena de dilectos- y a ella achaca el atraso del país, pues sus naturales no se identifican con Castilla, con quien nos les liga otro vínculo que la religión y sus ministros

 

A continuación toca el tema de la enseñanza y pone de relieve la absoluta e inverosímil ignorancia en que los indios viven después de más de tres siglos que han debido ser de civilización y progreso... De ahí las supersticiones, la pobreza y el atraso.

 

Igual dolor le produce el deplorable estado de las comunicaciones, cuya carencia es casi absoluta. Solo se estremecen ante las continuas lluvias y tempestades, pero pasado el tiempo de éstas, vuelve la indiferencia y se mantienen los caminos de cabras, lo que contribuye a la pobreza del país, donde no es posible el comercio, la industria y la agricultura. De ahí la necesidad de abrir vías de comunicación, no solo para beneficio de las islas, sino que importa mucho tenerlo en cuenta a la metrópoli y a los capitanes generales desde el punto de vista político y el orden público por la rapidez que la acción precisa.

 

 

 

 

 

Otro momento de la Ponencia

 

 

Por ello, propone sacar a los nativos de la pereza en que viven y despertar la actividad de los indios y los elementos naturales. Estimúlese en los indios el amor a la propiedad, extiéndase las artes mecánicas y liberales y la profesiones científicas y literarias, dénsele a los filipinos ilustrados conocimientos y los puestos en la administración que merecen, protéjase la inmigración a las islas de los peninsulares que salen para América, Oran y Argel en busca de trabajo y, antes de mucho tiempo Filipinas figurará al lado de los pueblos mas ricos y felices de la tierra”.

 

 

En cuanto a las órdenes monásticas que suponen una fuerzas principalísima. No se puede incurrir en la injusticia de hablar contra las órdenes religiosas, ya que ellos son, por descuido de nuestros Gobiernos y por tradición no fácil de romper, e elemento de cultura de los indios y el más fuerte lazo que los une a España. Lo que pasa es que el indio confunde, como todas las masas sociales, la moral con la religión y las hacen inseparables, de ahí el prestigio, la autoridad y el respeto de la ordenes en Filipinas; lo que propone Cañamaque es asociarlos a las autoridades de las islas de manera que sean el mas eficaz auxilio de la nueva vida, no siendo obstáculo irresistible de las reformas que se proponen para el bien de ellos, de los indios y de la metrópolis, a fin de que, nos dice “llegue a las islas de lleno y para siempre la luz de la civilización, no menos fecunda y hermosa que la luz de los cielos”. Son ellos, preocupados como nadie en el bienestar, a través del cumplimiento de la ordenes gubernativas, de las escuelas, del ornato, que lo hacen mejor y mas barato que las autoridades mismas, pero no es menos ciertos que algunos disculpan y aun alientan el natural abandono de los indios, con lo que el gobierno cae por los suelos y cada pueblo es un Estado independiente.

 

 

Así, concluye Cañamaque, tales son las reformas y cuidados que reclama el archipiélago. Hágase asi y nada tendrá que envidiar aquella tan hermosa con desatendida provincia española a sus vecinas la colonias inglesas y holandesa”

 

 

 

 

2.- La novela de Filipinas: Candelario.-

 

 

Esta pequeña narración supone una profundización, acertada y sincera, sobre las singularidades del indio filipino, las costumbres y el carácter de aquellos naturales.

 

 

En once breves capitulos, nos narra la historia de la relación entre Candelario –un joven indio encargado de la balsa para cruzar el río Cavagan- y el padre Mariano

 

que lo anima a dejar el oficio. Se resiste el muchacho al principio, acostumbrado al silencio como elocuente manifestación de la pena, a su estoicismo filosófico y al lento y estéril transcurrir del tiempo, que no deja otra huella que la que deja el vuelo del ave en el espacio. Describe el estado de ánimo del muchacho como la confusión de la aurora y el crepúsculo, de lo que resulta una eterna penumbra. Describe asimismo con maestría al Padre Mariano, aragonés de nacimiento y de carácter, y su manera a la vez autoritaria y bondadosa que le granjea el cariño de sus parroquianos, moderado y conciliador, mediador en las peleas de los feligresas, modesto y sencillo, enérgico cuando la ocasión lo requería y, en definitiva, un verdadero asceta.

 

 

En su encuentro inicial, el padre reprocha al huérfano que no se quiera ir con una india que quiere adoptarle, so pretexto de que no quiere vivir en el pueblo ni trabajar. Insiste el Padre y tozudo el indio mantiene su negativa a meterse en la civilización, porque, además, no quiere pagar tributos ni hacer nada; le indica que, de insistir, se tirará al monte. Hasta que se lo atrajo con el señuelo de que iría a vivir al convento. En el camino al convento, al que se llamaba Sinibaldo, hijo de Casildo, lo bautizó con el nombre de Candelario pues así se llamaba la madre muerta.

 

 

Al momento, por su natural inteligente, el indio pasó a ser el primero de los tres batas del convento y se destacó en la cocina, lo que suponía un orgullo para el padre mariano, en las comidas que daba a sus compañeros, que alababan sin medida al pequeño napoleón culinario. También se esmeraba en ayudar a la misa, utilizando el latín sin saberlo, lo que tenía un merito muy subido. . Se acicalaba, se echaba aceite en el pelo y se convirtió en un indio civilizado, al que solo falta un gallo y una novia; el primero –para la principal diversión de los indios filipinos, la pelea de gallos- lo compró con sus ahorros y de la novia hízose como pudo, con lo que Candelario fue un hombre cabal.

 

 

Pelea de gallos

 

 

Transcurrió plácidamente la vida en el convento, salvo el incidente de la sisa de calderilla de Candelario al Padre para sus gastos imprescindibles para fumar tabaco y mascar buyos –lo necesario y nada más, muestra del desprecio por el dinero- que hizo exclamar al Padre “Bendito sea Dios que permite que en este mundo haya de todo como en botica”.. Transcurrieron diez años, salpicados de fina ironía, el Padre como la miel y Candelario como la hojuela, tal para cual. Después de la mudanza de noviazgo de una mestiza, que obtuvo el beneplácito del Padre y que pudo terminar en boda, lo que no permitió el destino, al dar un trágico fin a nuestra historia. Un tropiezo tonto hizo que el Padre Mariano, viejo ya de cincuenta y cinco años, diera con su armazón en el suelo, metiéndolo en la cama, donde Candelario lo cuidó amorosamente y bajo el llanto frío del indio, pero profundo y hondo, inmenso con el cielo o como el mar, hasta que el llanto se contagio al Padre y sucumbió a los ocho dias, entre el dolor de los indios. La narración termina, como no podía ser menos, con Candelario y su novia desapareciendo del pueblo para siempre. Se “remontó” con los salvajes. El cuento tiene la tacha de que no muere nadie, sino un pobre fraile cargado de años y de virtudes.

 

 

 

 

 

3.- Monografías de Zambales.-

 

 

 

Recepción en el Ayuntamiento

 

Hace Cañamaque un recorrido completo por esta importante isla de las Filipinas (al NO de la isla de Luzón, la mayor y mas importante del archipiélago filipino) en la que vivió durante un año. Después de situarnos históricamente, desde el inicial establecimiento en 1584 de los Agustinos, sucedidos por los Recoletos y, posteriormente por los Dominicos en 1680, hace un estudio de la Administración de la isla y de sus riquezas y características. Después, una por una, nos introduce en las principales realizaciones de las mas de veintitrés poblaciones, desde Iba, la capital, a Santa Cruz donde nuestro escritor, periodista y político fue a tomar posesión de la Administración de Hacienda Publica en Agosto de 1872 (Tenía Cañamaque, 21 años). A propósito, nos indica que el Administrador de Hacienda sustituye en ausencia y enfermedades al Alcalde mayor en el gobierno de la Provincia y cobra un sueldo de 500 pesos y 800 de sobresueldo

 

 

 

4.- Costumbres de Visayas.-

 

Nos introduce el autor en algunas de las costumbres típicas de las importantes islas de Visayas, de tres millones de almas, conquistadas en 1521 y situadas entre Luzón y Mindanao, nombre que le viene de la expresión del país “Pintados” o “Vizayos” que hace referencia a la costumbre de tener el pelo formando una coleta, según la antigua usanza española, y pintarse el cuerpo. Destacan por su comercio, sostenido principalmente por los mestizos, allí ricos y emprendedores.

 

Un duelo es el titulo de una de las costumbres que examina, y que se produce a la muerte de un nativo. El duelo singularisimo dura nueve días y a la caída del noveno día tiene lugar el “duplo”, un juego que dura toda la noche en rededor de la habitación del muerto, adornada de calaveras e iluminada, donde, después del rezo de las ocho, se extienden unos petates y todos se sientan a la mesa. Se disfraza el mas anciano de príncipe y una joven o vieja, de princesa, a cuyo alrededor se sientan siete u ocho hombre y otras tantas mujeres, a las que se le da el nombre de bellacos y bellacas. Da comienzo el duplo, a una orden del dueño del jato, quien pregunta quien mató al muerto a un bellaco, este responde que tal bellaca y ésta que lo niega, señala a un bellaco, eligiendo por lo común al que mas aprecia, y éste tiene que echar el duplo, es decir, improvisar una copla; y así, echándose unos y otros la culpa de la muerte, se pasan la noche con el duelo sin fin y sin fatigas, aliviando la pena de la familia.

 

 

 

 

Un casamiento es la otra costumbre que nos desentraña, que inicia de esta forma galana: “Entendidos un prójimo y una prójima, inteligencia que se verifica allí como en todas partes, por la dulce intervención del invencible Cupido, pasan las cosas a mayores si el enamorado va con buen fin, y resulten de comun acuerdo dar el gran paso: que el novio pida la mano de la novia”. Y nos describe la costumbre de esta petición, que corre a cargo, no del padre del novio, sino de una de las personas más respetables del pueblo. Lo curioso es que los padres y parientes de la novia intentan repetidamente disuadir al novio por cuanto, indican, no tiene nada, nada sabe y aún es tonta de capirote. Insisten los pretendientes y hay gran profusión de cohetes y música, grandes bandejas de presentes, dulces y tuba (destilación de la savia que se recoge de la palmera del coco), hasta que convienen el día de la boda. Posteriormente, se lanzan a tomar chocolate y bailan, la novia baila con el novio si es virgen mientras los hombres arrojan a los pies de ella gran cantidad de ollas y platos sin estrenar, como símbolo de su virginidad. Pagado este tributo a la virginidad, se extiende los petates y empiezan las comidas, primero de las mujeres, los convidados luego y en último termino los de la casa. Quitan los petates y bailan y cantan otra vez y se improvisan coplas y romances. Con el crepúsculo, cada mochuelo se va a su olivo y el matrimonio a su casita, con lo que acaba la relación de una costumbre que no carece de sencillez, encanto y poesía.

 

 

 

 

5.- Avisos del P. Sánchez.-

 

Cañamaque escribe estos Avisos, última parte de "Las Islas Filipinas. De todo un poco", proponiendo recetas que, a su criterio, mejorarían las relaciones existentes en ese momento entre la colonia y la metrópolis. Para ello se informa convenientemente y como consecuencia se encuentra con un documento del P. J. Alonso Sánchez, expuesto al final de su obra, que utiliza como argumento y apoyo de sus tesis.


El texto, consta de tres partes:

1ª) Nos presenta a Alonso Sánchez, natural de Mondéjar (Guadalajara). Fue uno de los primeros jesuitas que pasaron a la conquista espiritual de Filipinas desde Méjico (1581). El 28 de Junio de 1586 se embarcó para España comisionado, muy contra su voluntad, por las autoridades de Filipinas para exponer al Rey el estado de aquellas posesiones y los medios de mejorarlas. Entonces fue cuando elegido gobernador Gómez Pérez Dasmariñas, le dio los discretos avisos a que se refiere el capítulo.


2ª) Después, Cañamaque nos dice que Extrañará a muchos que yo, que he traducido Las Provinciales de Pascal y puéstoles un Prologo que algunos en su día calificaron de muy vivo, apadrine hoy en esta obra el trabajo político de un jesuita y me muestre conforme con casi todas las conclusiones y advertencias que contiene. Censurar por sistema arguye, cuando menos, supina ignorancia; dejarse llevar a sabiendas por la pasión, insigne mala fe. No quiero engañar ni engañarme, sobre creer firmemente”

 

 

3ª) Esta parte es dedicada a los denominados AVISOS, que dirigió el Padre Sánchez, de la Compañía, al Sr. Gómez Pérez Dasmariña, elegido Gobernador de Filipinas. Entre otros, nos muestra este ramillete de consejos:

<<No cargar de familia, criados, ni camaradas, procure pase con él mucha gente, y particularmente algunos soldados de suerte, y bien nacidos,
<<Asimismo es necesario ahorrar Vuesaseñoría desde que saliere desa Corte de fausto y aparato, podría ser querer valerse de la mercancía y trato u otras industrias prohibidas, con que pierde el Gobernador el crédito que ha menester de limpio y desinteresado.
<<Llegado que sea Vuesaseñoría con el favor de Dios a su Gobierno… se disimule, y vaya y entre en el gobierno a la callada y sin fausto ni novedades. Y no dé muestras luego de quererlo mudar todo.

<<La llaneza y afabilidad y urbanidad del que gobierna con sus súbditos,… pero esta llaneza y afabilidad ha de ser con tal temple y moderación, que no desdiga de la autoridad del puesto, que no se pegue más a unos que a otros de suerte que no se le conozca favorecido a quién se arrime
<<Por otra parte procure proceder sin rastro de pasión, ni aún de imperio,… Los efectos que obrare la justicia y rectitud, es también gran prudencia para no cobrar Vuesaseñoría enemigos

<<Con los propios vecinos y moradores de Manila y sus islas guarde también con mucha eficacia y por otra con suma dulzura y suavidad.

<<Advierta Vuesaseñoría que algunos se quieran tomar más mano de lo que deberían, y quieran parecer más señores de lo que pide su calidad y grado,
<<Para remedio desta y otras dificultades de aquel gobierno: <<Lo primero es olgar mucho de Dios, y tener algunos ratos de retiramiento para encomendarle las cosas y considerarlas; pues David con mayores ocupaciones lo hacía, y la prudencia dicta que se tome tiempo para rumiar las determinaciones y ejecuciones y no caminar a bulto en ellas. Segundo tener buenos consejeros, y oírles, aún a todos, y fiarse de pocos.


<<Con el Obispo, vaya Vuesaseñoría prevenido que ha de tragar mucho,… Ruego a Vuesaseñoría mucho quiebre algo de sí por la paz; pero de manera que no perda de su autoridad…

<<Con los religiosos y clérigos procure Vuesaseñoría mucho el tenerlos ganado con las demostraciones de respeto y veneración que pide su estado…

<<A quién Vuesaseñoría ha de favorecer mucho es a los ministros y gente de sueldo, así de guerra como de mar,

<<Sobre todo, mire Vuesaseñoría que la razón principal por que Dios y el Rey le envían a aquel gobierno, son los indios; y que caerán sobre su alma de Vuesaseñoría los agravios que recibieren en su tiempo de cualquiera persona sus súbditos. Y para que Vuesaseñoría esté advertido, y se lo encargue mucho, diré aquí los estados de las personas de quién comúnmente suele ser agraviados. Pues como he dicho, a esto principalmente le envía S.M. que Dios guarde.

<<Las cosas de la guerra es muy diferente de la de Europa, por lo cual es menester echar mano de cabos versados en ella; y que la guerra de mar es la que principalmente corre en Filipinas. Y así la prevención continua de bajeles, pertrechos y artillería, es lo que ha de tener desvelado a un Gobernador de Filipinas; que en Manila el alivio del Gobernador y toda la república está en que los socorros no falten, antes lleguen temprano.>>

En el balcón consistorial

 

 

 

 

CONCLUSIÓN

 

Hasta aquí, una aproximación a la figura del insigne político, escritor y periodista, Francisco Cañamaque Jiménez, gaucinense de pro, prematuramente fallecido, que actualmente está siendo objeto de un justo reconocimiento en el Congreso de los Diputados y por el estamento periodístico y que es enjuiciado como experto conocedor de los entresijos de la política y del parlamentarismo del XIX.

 

Bien es verdad que algunos pretenden presentarlo como un simple residente de Filipinas en el siglo XIX que como tantos otros escribió su relación sobre las islas, no muy halagadora hacia los filipinos por los que no muestra gran aprecio (en Noli me tangere, notas a los Cáp. 36 a 40, nota 12). Incluso convecinos nuestros han pretendido desacreditar de forma peregrina sus acertadas críticas a los indígenas, con olvido de cuanto ha quedado dicho sobre la perspicacia de sus juicios premonitorios.

 

Sus previsiones se cumplieron: pese a las mejoras de las infraestructuras, los cambios administrativos tuvieron peor fortuna o llegaron demasiado tarde. La realidad filipina fue mal comprendida por la metrópolis, incapaz de dar solución al creciente descontento del campesinado y a las aspiraciones de la elite insular, privada de voz en las Cortes y excluida de la dirección de los destinos de la colonia. Muerto Cañamaque, se podía apreciar la continuidad del régimen autoritario y paternalista, sobre un territorio poco desarrollado donde apenas se hablaba español y que no estaba totalmente sometido, males que había reiterado nuestro autor como ya hemos visto. Como puso de relieve W. E. Retana, las mejoras fueron escasas y tardías, hasta el punto de que el líder conservador, Canovas del Castillo, en el año del fallecimiento de Cañamaque, se veía obligado a reconocer que “el filipino no es un ciudadano español, como lo es todo habitante de Cuba” (Diario de sesiones de las Cortes de 7.VIII.1891, pg.2876).

 

De ahí que los errores de unos, el descontento de algunos y la miseria total del campesinado, hicieran nacer brotes de independentismo y el levantamiento de Luzón en 1896 y, en definitiva, el desastre de Cavite en mayo del 97, que culminó en la capitulación de Manila ante los EEUU el 13 de agosto de 1898, que dio fin al sueño de oriente de nuestros políticos decimonónicos. Fin que intuyó nuestro paisano en sus escritos e intervenciones parlamentarias sobre las Islas Filipinas, pero que no fue escuchado.

 

Esta su perspicacia política, bastaría por si sóla para perpetuar su figura, merecedora, entre otras distinciones, de que se conservara la dedicación de una calle en su pueblo (lo es en otras Ciudades, como Cádiz) para los tiempos venideros.

 

Por encima de todo ello, no podemos por menos que dejar constancia de su precoz desembarco en la política, el periodismo y la literatura, así como su prometedora carrera solo truncada por su prematura muerte. Un personaje señero en el horizonte de la pequeña historia de Gaucín, que la dignifica y enaltece. Desde luego, su figura es merecedora de este pequeño homenaje en un foro internacional tan prestigioso como es el IX Congreso Internacional de Caminería Hispánica, cuya benevolente acogida agradezco profundamente.