Imágenes

castillo3.jpg

Contador de visitas

mod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_counter
mod_vvisit_counterHoy57
mod_vvisit_counterAyer48
mod_vvisit_counterEsta semana216
mod_vvisit_counterSemana anterior234
mod_vvisit_counterEste mes791
mod_vvisit_counterMes anterior1330
mod_vvisit_counterTotal1026866

Visitantes en línea: 1
19-04-2024

Busca en mi página


Designed by:
SiteGround web hosting Joomla Templates
Gaucín en sepia II PDF Imprimir E-mail
Escrito por administrador   
Domingo, 13 de Julio de 2008 18:27

 

Estos dias, con ocasión de buscar –entre los millares de fotografías que tengo de Gaucín- unas de la familia Codda, me he encontrado con una serie de apuntes que tenía guardados, desde 2004, para el espacio que, en su día, denominé GAUCÍN EN SEPIA.

En aquel entonces, incluí ocho imágenes, con sus correspondientes comentarios, a los que llamé, por su brevedad, “notas a pie de foto”. Puse de relieve que “es necesario evocar el pasado a través de estas estampas lejanas en el tiempo, pero palpitantes, que nos permiten recordar un detalle importante de nuestro pasado, señalar una silueta o una cara semiocultas que nos trae a la memoria vivencias de nuestra niñez o adolescencia. Incluso, y no será extraño, sucesos a lo mejor no vividos. Encontrarse de frente con el pasado es algo mágico y fascinante. Posiblemente, aunque no hayamos vivido aquellas formas pretéritas, nos servirán para inventarnos cómo fueron aquellos tiempos, las gentes que lo transitaron y las aventuras que forjaron”.

 

La necesidad de dicha evocación y la finalidad de este feedback, siguen siendo las mismas. Por ello, en esta ocasión y sin más preámbulo, voy a proseguir con la tarea, continuando la numeración.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

9.- ESCUELA DE DOÑA BELLA (AÑOS VEINTE/TREINTA)

 

 

<!--[if !vml]-->
<!--[endif]-->

 

¡Quien pudiera descifrar los nombres de tantas de nuestras madres y abuelas, en aquellos tiempo dulces jovencitas o tiernas muñecas!

 

Me llama la atención la uniformidad en la manera de peinarse: todas a lo garÇón, algunas con flequillos, con sus vestiditos de domingo –ya se encargaría doña Bella de advertírselo: “mañana, niñas, venid con vuestro trajecito de disanto”-, me figuro que delante de la puerta de la Escuela con sus visillos y de la ventana con su persiana de junco. No he podido descifrar el texto de los cartelones que hay en el margen izquierdo.

 

Me quedo con algunos nombres que me atrevo a indicar: Rosalía Domínguez, Justina y Bellita Calvente, Salvadora Valdivia….Algunas, todavía, vivitas y coleando.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

10.- FOTO FAMILIAR (AÑOS CUARENTA)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Típica foto de posguerra. Eran tiempos de austeridad y melancolías. Una juventud cercenada en sus ilusiones, luciendo el uniforme y arropando a la dignidad ofendida de la viudez.

 

Felicia y Curra y Margarita en el centro de la foto de familia, junto a Pura Domínguez, Apolinar, Mercedes Román, Isabel Romero, las hermanas de Molina Morena (Isabel, Rosario y Concha), con Miguel Castilla, Joaquina Molina, Manolita Nieto, Angelita Toledano… y unos niños de mirada triste (Pilar, Manolo Larqué, Pepín Serrano y Prudencio) pero que servían de esperanza a las difíciles circunstancia que los rodeaban.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

11.- UNA BODA (1956)

 

 

 

 

 

 

 

 

En contraste con los despilfarros actuales, qué escueto muestrario de banquete nupcial, en la propia casa de la novia, con el aparador y el juego chino de café al fondo: los redondos mantecados hechos en casa y recortados con un vaso, los alfajores, roscos blancos y de almendras, suspiros amarillentos, el búcaro de pie de cristal que sirve de bandeja y, en el centro, las botellas de coñac y anís.

 

Cuanta gente soltera alrededor de una pareja feliz: Maria Moyano y Apolinar Larqué, que parece un Don Juan Tenorio requiriendo a su Doña Inés. ! Qué tan intensa alegría le estaría pidiendo ¡

 

Carmen Mendoza en inquieta actitud, quizá en los tiempos de Antonio García; Nieves Valdivia, expectante con su misal, sin su inseparable Pepe Rubio; mi hermana Francisca, tan guapa como ahora, con su ausente mirada, pensando posiblemente en su futura aventura misionera; Maria Isabel Domínguez Faura y la prima Maria Jesús Faura Martín, con sus sonrisas cómplices; y, como telón de fondo, la feliz pareja de novios, no tan ilusionados como ahora. ! Y hace mas de medio siglo ¡

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

12.- LA MIGRACIÓN DE LOS SESENTA

 

 

 

 

<!--[if !vml]-->

 

 

 

 

 

 

Hermano de mi entrañable amigo Juanito Vitoria, Felipe Andrade Moya fue uno de los gaucinenses del éxodo de los sesenta. Tuvo la amabilidad de facilitarme esta foto familiar, en la que, vistiendo uniforme de la milicia, posa junto a su mujer María Mateos Vázquez y sus hijos. Ahora viven en Torremolinos.

 

Fue el signo de los tiempos, en aquel flujo entre los pueblos y sus hombres, como el que, a la inversa, protagonizó mi amigo Manuel Avilés Camaresa, conocido por "El tebeño" ya que vino a nuestro pueblo desde más allá de la serranía rondeña, desde Teba.

Ambos, en la otra foto, posan juntos con unos años de más.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

13.- VIRGEN DE FATIMA (AÑOS CINCUENTA)

 

 

 

 

 

 

 

 

En un día brumoso de invierno, nos visitó la Virgen de Fátima, en aquella peregrinación que por tierras andaluzas organizó el nacional catolicismo.

 

Fe inducida, pero cristiana y sincera expresión de nuestras creencias, que se hizo patente en el multitudinario recibimiento en la carretera, junto a la entonces inexistente Venta del Socorro o, como me dice Pilar, por el camino de Cortes. Con buena voluntad, podemos distinguir, en las primeras filas, a Francisco el Nitro, Miguel Castilla, Juan Nieto, Carlos Domínguez, Antonio de Molina, Juan Añón y, un poco más atrás, Antonio Godino, Pepe González, D. Andrés el Secretario … y todos los que ustedes sean capaces de descubrir.

 

El Señor, Jesús, de seguro que los recordará por este acto de amor hacia una representación de su Madre.

 

 

 

 

 

 

 

14.- FLAMENCAS (AÑOS 20)

 

 

 

 

 

 

 

¡Que garbo en aquellos años 20, tan diferente del alocado can-can parisino!

 

Con atuendo de gitanas salerosas, Marina toca la bandurria y Felicia Toledano está presta a iniciar su cante vestida de no se qué folclórico atuendo (peineta, estandarte en la mano, rosario al cinto, un caído delantal de lujo, todo sobre su traje de faralay), mientras Maria Serrano espera su turno con la guitarra en las manos.

 

! Felices años veinte ¡

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

15.- LAS “VOLAORAS” (AÑOS CINCUENTA)

 

 

 

 

 

 


 

 

Dias de la feria de agosto. Ilusiones almacenadas durante un año, que saltaban por los aires de la alegría en tres ajetreadas jornadas de jolgorio y cansancio. En el pueblo, el Salón de Antonio Molina, donde se reservaban las mesas con una botella Ponche para catorce o veinte, su mostrador a la entrada y, al final, el escenario donde actuaba la Orquesta Soro año tras año. Y también, el Corral del Concejo, donde cantaban las glorias del folclore nacional.

 

Y, en la Cruz, mientras paseaban Marisa, Felisa, Pilar y Francisca, las casetas a lo largo de la Carrera, techadas con hojas y ramas, que olían a hierba recién segada, escoltando a la Caseta Oficial, amplia y bulliciosa. Las mesas de madera, de tijera, al igual que las sillas. Ya no había aquellas gaseosas de bola, a las que se achuchaban con el dedo y que se fabricaban en casa de la Pajuela, y los jóvenes tomábamos cerveza Victoria, de Málaga y exquisita como decía el anuncio. Los vinos finos para lo más hombres. Más allá, junto al Gurugú, los establos para la bestias y el ganado que se compraba y vendía, Edmundo, los tratantes y los gitanos. Recuerdo que, en la carretera, algún año, hubo un prostíbulo portátil, por así llamarlo, que atraía la atención de mozalbetes y la curiosidad de la chiquillería.

 

Y, sobre todo, las cunitas a las que te subías después de ayudar al dueño achuchando el trasero de los clientes. Y el no va más, la atracción de la Feria: las “volaoras” que colmaban tus ilusiones, en sus giros sin fin, mientras asías a tu amiga y, después de atraerla lo más cerca que te permitían, la lanzabas lo mas lejos posible, en un viaje a lo desconocido.

 

Lo que todavía no comprendo es como podíamos disfrutar de todo aquello con los escasos reales y, las menos veces, con las pesetillas que nos daban nuestros padres, abuelas, tíos y tías, en aquellos peregrinajes pedigüeños de casa en casa. Era milagroso, pero no teníamos traumas. Y nos divertíamos, vaya que sí.

 

 

 

 

 

 

 

16.- EL PATRONATO (AÑOS SESENTA)

 

 

 

<!--[if !vml]--><!--[endif]-->

 

Aquel conato de enseñanza concertada, inventado por Alfonso Zulueta de Haz, Notario de prestigio, que tan buenos frutos dio en nuestro pueblo, a cuyo frente estuvo muchos años mi primo y cuñado, Teodoro de Molina Furest.

 

En la foto, Mario Ramos Reina, Maestro por antonomasia de Gaucín, mi hermano Teodoro recibiendo algún premio merecido, Zulueta, Salvador García Corrales el Alcalde, Diego Franco Barea el Párroco, y Joaquín Nieto Román.

 

Es incalculable el número de profesionales que salieron de sus aulas. Bien merece nuestro reconocimiento tan benemérito Patronato.

 

 

 

 

 

 

17.- PREMIOS EN LOS AÑOS CINCUENTA

 

 

 

 

 

 

En el acto protocolario de entrega de premios de las afamadas Tiradas al Plato, con gran concurrencia de público, que se celebraban, me parece recordar, en el llanote que había por encima de la Venta Morena.

 

Ahí está el inolvidable Alcalde Antonio Godino, flanqueado por su Teniente de Alcalde Teodoro de Molina Furest y por el Administrador de Correos Tomás Vizcaíno Gómez y acompañado de los aficionados Pepe Rubio, Pepe Villena, Miguel Vázquez Fernández y Pepe Martín Domínguez, con el respaldo del Sr. Comandante de Puesto y tres Guardias Civiles de refuerzo. A la derecha, de pie, me parece reconocer a Sebastián Larqué, Pedro Moyano y Antonio de Molina Serrano o Campano el Guardia Civil y, entre la masa de atrás quizá se vea a Fernandón el municipal, Pepe Hidalgo, Francisco Real, José Corbacho, Bartolo Moya, Salvador Quiñones…y hasta me parece que me veo, arriba a la izquierda, rodeado de muchachas. Qué suerte.

 

En el centro, de maestro de armas, tomando notas, quizá esté Joaquín Larqué.

 

 

 

 

 

 

 

 

18.- SEÑORITAS DE LOS TREINTA

 

 

 

 

 

 

 

Foto cuasi familiar, pues reúne a dos sagas de hermanas.

 

Antoñita –de pie, a la izquierda- y Carmencita Guzmán –sentada en el centro-, junto a las hermanas Nieto Román: Manuela o Manolita, Carmen, Juana y Joaquina.

 

Toda una generación, de la que sólo podrán contarse cosas buenas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

19.- LA SIERRA DEL HACHO (AÑOS CUARENTA)

 

 

 

 

 

 

 

Al fondo, como aglutinadora de todos los gaucinenses, la Sierra del Hacho los vigila y ampara.

 

Y, como es natural, a todos los que aquí posan para esta fotografía, reunida en torno a la más anciana, mi abuela Francisca Faura Serrano, “La Serrana”. Casi todos de la familias Furest (tía Antonia, Teodoro y Rafael, Sito, Ángeles y tía Mariquita) y Nieto (Alfonso, Juan, Charito, Paquito Santos y semiescondido el tío Pepe Nieto).

 

Junto a ellas, mi prima Francisquita, Pedro Hidalgo Martín, Isabelita Domínguez, África Arias, una serie de niños en la sombra, que no sé distinguir, y ya en el centro y en la claridad –como ella siempre estuvo- la inolvidable Anita Nieto Furest, a cuyo lado y en rededor de su piano, tantas fiestas celebramos la juventud de los años cincuenta y sesenta.

 

¡Qué de nostalgias ¡

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

20.- VENERABLES (AÑOS CUARENTA)

 

 

 

 

 

 

 

Entrañable fotografía en la que los dos venerables personajes se ven arropados por las niñas que ofrecen su homenaje: Don Cayetano Jiménez, gaucinense de adopción, y D. Antonio Sanz Trujillo, con su inseparable boina, Párroco fallecido en el cumplimiento de su misión en nuestro Gaucín.

 

A su alrededor, las futuras maestras Ana Serrano, Sebastiana Real y Teresa Martín, las hermanas Margari y Paqui Furest, F. Moya, Isabelita Martín, Inmaculada Ramos, Maria Luisa Gálvez, Mariquita Andrades, Luisa Martín, María Cristina Mejias y Salvadorita Valdivia Portela, que parece sostener en su cabeza la bandeja de dulces que porta mi hermana Francisca. Arriba, medio escondida, una que no quiso que supiéramos que estaba allí, aunque me parece que se trata de Luisa Molina.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

21.- LOS MÍOS

 

 

 

 

 

 

 

Antes de dejarlo para otra ocasión, bueno será que recuerde a los míos, que es lo más gratificante. Y ahí los tenéis, en sepia:

 

Mi padre, conmigo, su primer hijo, en los brazos, con su mirada confiada, en el patio de la casa de la abuela Maria, en la Plaza del Ayuntamiento. Hace 74 años.

 

Por la misma fecha, mi madre con su hermana de padre, Caridad de Molina Armiñán, y un niño que no estoy seguro si soy yo. Están en la puerta falsa de la casa de mi abuela Francisca, que daba al callejón del Muladar del Ciego, después el Llano Ciruela. Aquellas puertas traseras de las casas de pueblo que servían para la entrada de caballerías y, a veces, para escapadas sospechosas.

 

Y, algo después, Pilar con tres o cuatro añitos y su eterna muñeca de cartón, con el lobanillo delator en el cuello. Y, lo que me parece muy significativo, con la sonrisa y los ojos parecidos a los de sus nietas, incluso los lacitos en el pelo.

 

La vida sigue…