Ahora que se acerca el Carnaval, quiero con esta pequeña incursión en lo que fue el Carnaval de Gaucín -hace cerca de un cuarto de sigo, concretamente en 1987- rendir un pequeño homenaje de amistad a mi amigo Francisco Gómez Román, por aquellos tiempos Alcalde del pueblo y quiero recordar que también ejercía de Director de Colegio Público “Guzmán el Bueno”.

Precisamente, el Colegio editó un folleto titulado “Nuestro Carnaval” que es el que quiero transcribir en parte, para dejar constancia de cómo y de qué manera se celebraban estos fastos en nuestro pueblo, cuando se permitía utilizar .algunos elementos como disfraces, desfiles y fiestas en la calle, que, posteriormente, fueron prohibidos por la censura hasta que, con la democracia, tímidamente se intentó resucitar el jolgorio de las calendas.

Sin tener comparación posible con los que se celebraban en otros pueblos y ciudades (y no mencionemos tan siquiera a Río, Venecia, Tenerife ni Cadiz), es lo cierto que ya en aquella época se consentía este periodo precuaresmal en el que brillaba cierta permisividad y un descontrol no admisibles sin este pretexto que -teniendo sus antecedentes en antiguas fiestas y culturas- se manifestaba en el tiempo de «carnestolendas»  como una contraposición a la, todavía vigente, represión de la sexualidad y a la severa formalidad litúrgica de la Cuaresma.

Desde luego, sin llegar a extremas manifestaciones, nuestros escolares de la década de los ochenta, a través de este interesante folleto, quisieron poner de relieve su participación en la vida local, a través de dos vertientes como nos indican en el preámbulo..

Por un lado, preparando un par de murgas con muchachos de la segunda etapa del colegio que –nos dice- “esperamos deleiten a todos con sus actuaciones, buen humor y suave crítica”. En este sentido, expresaban el deseo de que en los alumnos “quedara la semilla del sentir de estos festejos para que en el futuro sean ellos mismos quienes organicen comparsas y chirigotas, que vuelvan a dar al pueblo el sentido crítico con que siempre contó y que hoy parece adormecido”

Por otro, haciendo un breve estudio histórico sobre los carnavales de nuestro pueblo, para lo que contaron con la valiosa colaboración de veteranos vecinos que rememoraron recuerdos de los viejos carnavales. El folleto, después de lamentar que las prisas les impidiese contar con otras personas del pueblo que hubieran podido aportar su granito de arena, nos dice que la reseña histórica se debe a las conversaciones sostenidas –es de suponer que por el propio Francisco Gómez, Director del Colegio- con Francisco Sanchez Rodriguez, Andrés Castilla Bautista y Joaquin Nieto Román.

Por m i parte, quede constancia asimismo del reconocimiento a nuestros paisanos, ya desaparecidos, y resumo la reseña historica debida a sus recuerdos. Dice así:

“No ha sido posible establecer una fecha de incio… pero es destacable el hecho de que en los Carnavales antiguos no existiera ningun tipo de organización a nivel municipal. Se nos presentan como un brote espontáneo del pueblo; son los propios vecinos quienes se agrupan y forman sus comparsas, sin mediar iniciativa por parte de las autoridades… su celebración desde el domingo anterior al miércoles de ceniza hasta el domingo siguiente –de Piñata- , (aunque el grueso de las fiestas se celebraba entre el domingo y el miércoles). Durante el día, salían las comparsas y por las calles y plazas iban desgranando sus canciones llenas de criticas a todo lo que en el pueblo había sucedido durante el año anterior. Solían visitar las casas particulares donde cantaban sus cuplés, mientras se les agasajaba y recibían donativos que luego repartían entre sus componentes. También algunas acostumbraban a visitar pueblos de la comarca.

No eran solo las canciones las que manifestaban las criticas sino que, provistos de decorados, escenificaban los hechos que se criticaban, con la pretensión de aumentar la plasticidad. Las canciones y escenificación –que tambien alcanzaba a las autoridades locales- se centraban en la vida de los vecionos y los sucesos más sobresalientes, procurando no aludir a nadie por su nombre, aunque, claro está, todo el mundo sabía por donde iban los tiros y, si alguien no se habia enterado, ahora lo hacía.

Cuando dos comparsas se encontraban por la calle, se producía el llamado “cruce” que era un enfrentamineto dialectico entre ambas del que salia vencedor la que ofrecía mayor y mejor repertorio.

Por las noches, la animación la deban los “bailes de máscaras”, a los que buena parte de los asistentes acudían disfrazados y en los que se utilizaba con largueza confetis y papelillos. Estos bailes se celebraban en casas particulares o en locales al efecto, entre los que cabe recordar “El Metro” en el antiguo Correos, “La Posada” en el piso superior del actual Salón, en el piso superior del  “Bar Molina”,  en el “Salón de las tablas” que estaba situado en el Toledillo, etc.

Se acostumbraba a hacer “Juegos” que consistian en escenificaciones humoristicas de mejor o peor gusto, con intención de critica y que solían hacerse en casas particulares. El mas significativo era el “Juego de Compadres”, consistentes en regalos que hacían mozos y mozas y luego se sorteaban, quedando así emparejados los compadres y las comadres. Ello facilitaba la formación de parejas para los bailes y que, en no pocas ocasiones, contituía el comienzo de un noviazgo.

La segunda pparte de los Cranavales empezaba después del miércoles de ceniza, en que se daba un respiro a la fiesta que resurgía con toda su fuerza el Domingo de Piñata, en que volvían las comparsas, los bailes y los papelillos, que se derrochaban en una guerra incruenta que a todos hacia feliz, excepto quizá a aquel recaudador de contribuciones al que –según contaban-  una real moza hizo comerse –vaya usted a saber por qué razón- un puñado d estos papelillos, o al menos se los metió en la boca después de cogerle la cabeza bajo el brazo.

Había algo específico ese día final, aunque no está claro  cual sea la simbología de sus protagonista.

Por una lado “Los Moros” que eran unos señores que, disfrazados de tales, recorrían a caballo el pueblo, en carreras mas o menos alocadas, según el nivel estilistico de cada uno.

Y, por el otro, “Las Grullas”, disfrazadas por el estilo, que recorrían el pueblo a pié, dando gritos –a lo que debe aludir el nombre-, bombardeando a todos con papelillos y soportando los tomatazos y otros proyectiles similares de la chiquillería que las seguía entusiasmada.

Tal era su relevancia que, desde  los pueblos vecinos, solia desplazarse Bastante gente para disfrutar de sus canciones y escenificaciones callejeras-

Y,- termina diciéndonos la reseña histórica-, el régimen surgido tras la guerra civil prohibió estas fiestas que, ahora, tímidamente parecen querer resurgir”

Vaya, desde aquí,  nuestro reconocimiento a esta reseña que sirve de antesala a la exposición  de las letras que se contienen en tan valioso testimonio y que subo al repoirtaje, digitalizadas tal como aparecen en el texto original. Éstas y otras tan graciosas, podéis encontrar en el excelente trabajo de Miguel (“Los antiguos carnavales de Gaucín”) que publicó en 2000 en la web “La Gaceta de Gaucín” de Teodoro y, posteriormenete, en su propia página “Gaucín al Alba”, en el que se añaden otros pormenores, tomados de su abuela, distinta coplillas como la dedicada a mi abuelo Teodoro y un buen número de fandangos de Gaucín.

Os invito a que pinchéis en este hipervínculo, como lo llaman los entendidos.

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