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Apuntes para la historia de Gaucín PDF Imprimir E-mail
Escrito por administrador   
Viernes, 30 de Noviembre de 2007 19:35


“Si la muerte apacigua

tu boca amarga de Dios insatisfecha,

acepta un don tan leve, sombra sentimental,

en esa paz que bajo tierra te esperaba,

brotando en hierba, viento y luz silvestre,

el fiel y ultimo encanto de estar solo”

(Luís Cernuda: “A Larra…”)

 

 

 

 

1.- A MODO DE INTRODUCCIÓN.-

Las encrucijadas de la vida se atraviesan en un tiempo y en un lugar concreto: en nuestro caso, en Gaucin, donde las raíces se alimentan de la sabia de su cultura, de su historia. Y no es ocioso insistir en los manantiales que nos alimentan y tratar de alumbrarlos.

Yo no se hacer otra cosa. Mi página Web está cruzada de constataciones y recuerdos, desde los engranajes de la Vesci romana con nuestro ancestros, hasta el anecdotario mas reciente de nuestras gentes, pasando por Guzmán el Bueno, los deslindes del siglo XV, Juan Ciudad y su impronta en la historia religiosa de nuestro pueblo, los pastores de Sierra Bermeja, los pleitos centenarios de los Beneficiados y la efímera estancia de los Carmelitas descalzos, nuestras aventuras en tiempo del Marques de la Ensenada, los interesantes avatares del siglo XIX con los enfrentamientos entre realistas y liberales, el fugaz paso del General Gómez en la guerra carlista, los parlamentarios y políticos y Bombita y la monja torera de Gaucín, el lento crecer de nuestro pueblo al son de sus calles o las proyecciones románticas de Carmen y Merimee, del hospedaje en nuestras posadas, ventas y el Hotel Inglés, los paseos por nuestro Cementerio o la incursión en nuestra Memoria histórica. Y qué decir de mis incursiones en los Congresos de Caminería Hispánica o del bandolerismo Andaluz o mis aventuras con libros como el dedicado al General Serrano Valdenebro o a nuestro lazo de unión, el Santo Niño Dios de Gaucín.

A pesar de ello, debo reclamar nueva atención a nuestra identidad local y sacar a la luz algunas consideraciones sobre nuestra historia que escribí hace tiempo, pero que aun no había publicado.

Parafraseando a Cernuda, antes de que la muerte apacigüe estas y todas las cosas, bueno será contarlas, aunque sin amargura, como leves recuerdos sentimentales, entre sombras de años olvidados, en la paz del viento sosegado, de las horas pasadas, a la luz de una ligera evocación, o, si fuera necesario, de acaecimientos no vividos, quizá intuidos, pero, con certeza, antecedentes de la historia toda, de la raíz andalusí de mi pueblo, de mi ser profundo.

Y único

Porque, decididamente, Gaucín es un milagro: roca, pan, agua del Dios solidario.

Si voy, pues, a adentrarme en las hendiduras del Gaucín añorado, qué mejor inicio que lo sea, sin negros presagios, junto a los antepasados, en el silencio y en la soledad del blanco cementerio.

Allí reposarán los restos de mis padres, los míos apaciguarán mi boca amarga de Dios insatisfecha, y ya hace tiempo que –dice la tradición, y creo que la historia- Guzmán el Bueno regó con su sangre el campo santo donde nos esperaremos tartesios y fenicios, romanos, almorávides, moriscos y cristianos nuevos, hidalgos y plebeyos, bandoleros y románticos, franceses y liberales,

Las rocas bravas, sair gauzan que decíamos los árabes, suben como mazurcas alegres y pícaras, azules y grises, ocarinas rocas de los atardeceres de mi Gaucín, hasta reposar en el pradillo, junto a las almenas y, desde allí, volar, volar, heridas de amor huido, y, por fin, descansar en un estanque, también lorquiano, de nubes, mecido por el mar y el océano, allá abajo.

 

 Otra vez hacia tierra africana, para volver a nuestras raíces.

 En una balada interminable.

 

2.- BOSQUEJO HISTORICO

2. 1.- Nos dice la página oficial del Ayuntamiento de Gaucín –y, por ahora, no vamos a poner en duda su contenido- que “el castillo del Águila fue construido por los romanos. En el año 914, durante la campaña contra Belda (Gaucín), los vecinos de esta Villa presenciaron desde el castillo la quema de las naves de Umar ben Hafsum, en Algeciras. Abd al Yabbar, hijo del Al-Mutamid, conquistó el castillo de Gauyan (Gaucín) en el siglo XI. En uno de sus asedios, en 1309, se inmortalizó Guzmán el Bueno y halló su muerte. Este fuerte fue conquistado por las tropas cristianas en 1485. El primer Alcaide residente en el castillo fue Pedro Castillo. Otros Alcaides fueron Juan de Torres, su hermano Rodrigo (1496), Juan Maraver (1513), Juan de Campo Vaca de Mendoza (1559), etc...

Con la invasión francesa el castillo se convirtió en foco de resistencia, y fue tomado en el año 1810 pese a que don Antonio de Molina y Navarro, con 20 hombres, desafió a los invasores. El general José Serrano Valdenebro promovió la reparación del castillo en 1839
no puedo resistirme a mostrar mis reservas a esta afirmación, ya que Serrano murió en 1814- dado el estado de abandono en que se hallaba, cerrándose una rotura de más de 3 metros de 5 de ancho en el pantallón de la muralla aspillerada, se limpió el recinto, los tres aljibes, el horno, etc., todo ello con un presupuesto de 28.220 reales de vellón. Con esta reforma se pretendía alojar a 80 soldados y oficiales. Posteriormente, en 1842, el castillo albergó a 40 soldados, seis cañones y 2 obuses. En el año 1843 el polvorín explotó causando graves destrozos”

En Wikipedia, se nos dice que “el pueblo está situado en la vaguada que la Sierra del Hacho, bajo el castillo, que tuvo un gran valor estratégico ya que con Gibraltar, constituía la defensa de la entrada por el Sur. Construido por los romanos, fueron los árabes quienes dejaron más huellas en el recinto, que conserva su pureza arquitectónica, de la que se deduce la importancia que dieron a este baluarte, al que dotaron de las poderosas defensas hasta hacerlo inexpugnable.

La primera noticia histórica, extraída del Muqtavis V, se refiere al año 914 y narra como durante la campaña contra Belda, las fuerzas cordobesas quemaron las naves con que traficaba Umar ben Hafsun, hecho que fue visto por la gente de Sas, Gaucín y Castellar que se sometieron y recibieron al aman.

En el siglo XI, Abd al Yabbar, hijo de Al-Mutamid, se levantó en el castillo de Montemayor y sometió a los castillos vecinos de Alcalá de los Gazules y Gaucín (Gauyan) entre otros.

Con Alfonso VIII las huestes cristianas entran en Ronda y las razzias son continúas durante los siglos XIII y XIV, siendo menos frecuentes las respuestas árabes. Los moros apoyados en la serranía, inquietaban el campo de Algeciras, don Fernando envió a contener las correrías árabes al que fuera señor de Niebla, Nebrija y de San Lucas de Barrameda, don Alfonso Pérez de Guzmán, llamado "Guzmán el Bueno" (León 1256 - Gaucín 1309), el cual murió el 17 de septiembre de 1309, luchando contra los musulmanes en el lugar llamado "Prados de León". Sobre el particular, en mi Web (mayo de 2003) escribí el articulo La muerte de Guzmán el Bueno”, al que os remito.

 

 

 


Continúo con el relato de Wikipedia: “Gaucín, fue conquistada en 1457 por el rey Enrique IV, pero el pueblo no pasa a ser definitivamente dominio cristiano hasta el 27 de mayo de 1485, siendo tomada la villa por el capitán don Pedro del Castillo, el primer alcaide de Gaucín, que recibe en Ronda su nombramiento de manos del rey Fernando el Católico. Otros alcaides cristianos fueron: Juan de Torres y al morir éste su hermano Rodrigo de Torres, nombrado el 9 de junio de 1496, en 1513 fue Juan de Maraver y en 1559 Juan de Campo Vaca de Mendoza.

En la villa permanecieron los musulmanes que quisieron con sus propiedades, pero en 1484 cambió la situación, según nos narra don Pascual Madoz: "en 1488 el rey don Fernando el Católico dejó en el pueblo de Gaucín, una respetable guarnición más los habitantes, los musulmanes cansados del señorío de los cristianos, se confederaron entre sí y mataron a los soldados que estaban descuidados y ajenos a semejante traición. No les duró mucho. No les duró mucho la alegría, pues los moros comarcanos, para hacer ver que no tenían parte en este hecho y por temor de ser castigados, se reunieron y cercaron Gaucín: acudieron con nuevas gentes de Sevilla el marqués de Cádiz y el conde de Cifuentes y recobrado que hubieron la plaza, hicieron esclavos a todos los que no pasaron a cuchillo”.

Otro hecho relevante y sangriento, ocurrió en la quinta invasión del pueblo por las tropas napoleónicas, de las seis que hicieron, el 8 de julio de 1810, asesinaron a todos los habitantes que se encontraron a su paso, quemando los archivos municipales y parroquiales y la imagen del Santo Niño fue arrojada por los riscos del castillo, después de ofrecerles tenaz resistencia.

Este episodio fue narrado por el bachiller de Gaucín en esa época, José Guerrero Palacio, en un documento que se conserva en el Archivo Diocesano de Málaga, concretamente dentro del libro de defunciones de la parroquia gaucineña, que publicó el historiador José Manuel de Molina primero en Internet en la Web "ADN - Andalucía Documentos y Narraciones" en 1999 [Léase documento íntegro en esa Web.], y posteriormente también en la obra de este autor, "Historia de Alhaurín de la Torre en la Edad Moderna 1489-1812". Ed. Ayto. de Alhaurín de la Torre, noviembre 2006. Págs. 231-232.

(También hago un relato sobre el particular -y sobre todo el periodo de la reconquista-, tomando como base la fundamental ”Historia de España” de Menéndez Pidal, en mi Libro “Gaucín 1742-1814)

Durante las guerras carlistas en 1836 se produce una campaña del general Miguel Gómez Damas (sobre el particular, también tengo escrito algo, que espero completar, en mi Web) que invade el territorio, la importancia de éstas campañas hace que el General Serrano Valdenebro promueva el arreglo del Castillo del Águila en 1839 (Vuelve a utilizarse la equivocada fuente sobre Serrano Valdenebro), realizándose una serie de reformas que permitieron albergar una dotación de 40 hombres y un parque de 6 cañones y dos obuses.

En 1848 la explosión del polvorín arruina la fortaleza del Castillo y es definitivamente abandonada para uso militar”

EnApuntes de la historia del castillo de Gaucin. Periodo 1868-1915.Contrato de compraventa a D. Fernando Guerrero Morales (1895)” incluido en la Web de
Teodoro de Molina de Molina (Gaucín.tv, 10 de agosto de 2006) se hace un pormenorizado estudio de las vicisitudes sobre la propiedad del Castillo, asunto que merecería continuar profundizando en el mismo.

2. 2.- Tengo escrito hace tiempo que, de la época nazarí, cuyo confín meridional lo formaba la Serranía, tenemos noticias, a través de los documentos de los repartimientos de los Reyes Católicos, de la riqueza de sus bosques y de cómo sus pastos atraían ganados cristianos, de cómo abundaban, en la zona occidental, las especies fagáceas (alcornoque, encinas y quejigos), las herbáceas como el jaral y el esparto y las oleáceas como el acebuche, sin perjuicio de constatar la aparición de matas espesas de monte y cerros pedregosos, propios de la transición desde el bosque al erial. En la zona del Genal predomina el castaño (que, al llegar el otoño, adquieren un vivo color amarillo, autentico regalo para la vista) con manchas de fresnos, el palmito y el aliso.

 

 

En tiempos mas recientes, he leído como Sebastián de Miñano, en su Diccionario Geográfico-Estadístico de España y Portugal (Tomo IV, Madrid 1826, imprenta de Pieret Peralta, pg. 294), nos habla de Gaucín como V.S. de España y Provincia de Granada, Partido de Estepona y Obispado de Málaga Se indica que es A.M. con 1.480 vecinos y 4.637 habitantes, 1 parroquia, 1 convento de frailes Carmelitas, 1 pósito, casa de postas con 3 caballos, y que “el nombre de esta villa es arábigo”.

 

A este respecto, independientemente de otras teorías, creo que el topónimo pudiera venir del carácter eminentemente militar –era una “taca” o distrito militar- de esta localidad fronteriza; el nombre “gauzan” –roca fuerte- también tiene similitud con el de “al-gusta” –milicias-.

Se halla situada, continúa la descripción de Miñano, al descenso de la Serranía de Ronda, enfrente de Gibraltar, entre la Sierra Crestellina y el Monte Hacho, sobre la misma ladera oriental de la Serraba, o más bien ramal de su nombre, en que están enfilados los pueblos de Atajate, Benadalid, Benalauria, Algatocin y Benarrabá. Sus vistas son magnificas, pues se domina todo el campo de Gibraltar, Algeciras, San Roque, Tarifa, parte del Mediterráneo, el Estrecho, parte del Océano, y gran parte de la costa de África, cuando está la atmósfera limpia y despejada, según expresión aquí acuñada y repetida hasta la saciedad por todo el que habla o escribe de Gaucín.

 Y concreta, con lenguaje de la época, que dista 4 leguas de Carta gima, 5 de Ronda, 8 de Gibraltar y 3 de Manilva. Desde Ronda hay 81/2 horas de camino militar, en cuyo intermedio está Atajate, Venada lis, Algatozin y su venta y el lagar de Martos.

 En todo caso, puede decirse que somos más antiguos que la propia Andalucía porque cuando ésta nació, los gaucinenses ya éramos tartesios, íberos, romanos y árabes. Cuando llegaron los romanos, ya estábamos los tartesios; y después de los árabes, llegaron los cristianos con sus repartimientos. Cuando los duques de Medina-Sidonia recibieron Gaucín, encontraron esculturas romanas y las piedras, también romanas, del Camino de Gibraltar (a punto de ser hoyado por los pies de Juan Ciudad) y la mole del Castillo árabe.

Por encima de mitos y leyendas, mas allá de derechos de conquista, los cristianos que llegaron a Gaucín, después de las reyertas iniciales, mostraron interés por conservar el Castillo, donde entronizaron la imagen del Niño Dios como símbolo de la nueva creencia, común a los mozárabes que permanecieron en su tierra y a los que llegaban de Castilla, Aragón, Francia, Génova...

Gaucín es un pueblo de frontera y en sus entrañas se encuentran las características de estos pueblos: su individualismo y, a la par, su sentido de la concordia. La muestra es múltiple, desde la mezcla de etnias africanas, hasta la convivencia, después de la conquista de 1485, incluso en los siglos precedentes, de moros, judíos y cristianos. Cuando los vestigios romanos se apagaban y los hombres de Bizancio agonizaban en sus luchas, la población recién llegada tenia un contingente berebere y árabe, aunque también existían minorías de buen grado como los judíos o a la fuerza como los cautivos cristianos. La población cristiana, los mozárabes o cristianos viejos, dejaron su huella característica. Esta heterogeneidad étnica y religiosa va a ser la causa de la disgregación en la época de la reconquista, pues la “qabila”, aunque se articulaba en una base racial, no racista, aceptaba elementos exógenos, que en la serranía se desbordaron, con las uniones a los muslines granadinos, lo que influyó en la distribución posterior de los rondíes al desalojar la ciudad en mayo de 1485 (fecha de la reconquista).

 

 

 


 

 

 

La frontera no solo tiene consecuencias militares sino que también en la forma de convivencia, entre ellas el individualismo del fronterizo proclive a negociar por encima de la guerra y de la paz, por cuanto que característica propia de la zona de frontera es la propensión a abandonar la lealtad al gobernante y las relaciones ilegales con el otro lado de la frontera, y el enemigo está tan cerca que, no solo se defenderá contra él, sino que también establecerá con él relaciones cotidianas. Ello propicia convivencias al margen de sus respectivos estados, llegándose a acuerdos independientes. Un ejemplo fue el convenio suscrito en una reunión celebrada en un punto del río Guadiaro en 1471, al que acudieron el alcayde de la villa de Marbella, los alguasiles de Ronda con sus cavalleros, el alcalde de la villa de Casares “e el alcayde e conçejo de Guasyn”, por parte musulmana, mientras que por los cristianos acudían el alcaide de Jimena, y el de Gibraltar, con el fin de “reformar la pas que estava asentada por los sennores el sennor rey don Fernando, nuestro sennor, y el rey de Granada”.

Hay que poner de relieve que el verdadero telón de fondo sobre el que descansaba toda la tramoya de pactos y acuerdos, eran los contratos para que los ganados castellanos pudieran entrar a herbajar en términos musulmanes, contratos que se hacían por los vecinos cristianos ante los alcaides muslimes, cuya característica fundamental era el cumplimiento de la palabra dada, pues como contestaron unos vaqueros al alcalde de Castellar que les pregunto “que qué palabra o escriptura avían fecho o dado los moros de Casares por el dicho echo, e que le dixeron entonces que los moros no acostumbravan faser escriptura, salvo que de palabra arrendavan e que guardavan lo que prometían” (ACM, Legajo 62, cuaderno 8). Esta cotidianeidad en las relaciones entre ambos lados de la frontera, también nos hace suponer la existencia de una extensa red de caminos enlazando lugares de uno y otro sector, que aparece documentada debidamente.

Por eso, no es descabellado decir que Gaucín es tierra de sentido permeable, de actitudes de acogida, como el que recibió Juan Ciudad, después de su periplo africano, enredado en los lentiscos y erguenes de la Adelfilla y en los algarrobos que daban sombras a sus aguas. Lo que tampoco es ajeno al drama de Carmen, frontera entre el amor y el odio, entre la vida y la muerte con la que jugó en los campos de Gaucín frente al Gibraltar de sus correrías. O, en tiempos recientes, las confusas fronteras entre los partidos democráticos, en los que a veces cuatro votos permiten que la frontera del poder cambie de campo, en el que luchan –como pasaba en los tiempos nazaríes- miembros de la misma familia, hermanos que confrontan, pero que excusan, comprenden, y convenían.

 

 

 

Como dice el pintor y escultor tarifeño Guillermo Pérez Villalta (“El sur del Sur”, El Viajero EP, 11.02.01) esta zona limite entre el Mediterráneo y el Atlántico, entre África y Europa, y en la que Norte, Sur, Este y Oeste se entrecruzan no solo geográficamente, sino en el espíritu y las culturas que por aquí han pasado, tiene el don de la adicción: los que nacimos en ella lo notamos en la distancia, los neófitos caen dulcemente en sus redes sin apenas darse cuenta. En todo caso, Andalucía, “como yo, puro mestizaje, diáspora y movimiento continuo”, en palabra del también tarifeño Chema Cobo (en el mismo medio, El País Andalucía del 27.05.01). La coincidencia de musulmanes, judíos y cristianos en la península en la edad Media ha sido origen de todo tipo de interpretaciones. Para muchos, el Al-Andalus fue un lugar de tolerancia y convivencia entre culturas, aunque otros rechazan esta idea. Moros y cristianos hemos sido los andaluces y todavía lo somos, no es posible que de pronto los moros se hayan vuelto tan malos y los cristianos tan buenos. (Antonio Limón). Para Ruiz Lagos, la convivencia es un mito y se fue reduciendo al tiempo que aumentaba el poder de Castilla; hay una diferencia entre la actitud de los cristianos en la conquista de Sevilla en 1248 y en la de Granada en 1492, en esta fecha la prepotencia se ejerció de forma absoluta. Según Serafín Fanjul, en el Al-Andalus no fue todo persecución ni tampoco la arcadia del paraíso. A veces estuvieron estas situaciones mezcladas. Para Calvo Poyato, en la relación entre cristianos, musulmanes y judíos hubo claroscuros; en algunos casos hubo situaciones de convivencia (Alfonso el Sabio en Toledo y en algunos reinos de taifas) y en otros, como en las invasiones de los almohades, almorávides y benimerines, lo fueron de gentes fanáticas, en definitiva, una relación llena de claroscuros. He de precisar que esas invasiones fueron contra los propios reinos de taifas, en ocasiones.

 

De todas forma, creo que, aunque con anterioridad a nuestra era ya estábamos los tartesios y los iberos configurando esta tierra que se conoce ahora como Andalucía, es verdad que a partir de nuestra era, la historia es muy larga: 7 siglos de varias dominaciones, 8 siglos de cultura islámica, con fronteras movedizas, 4 siglos de cristianismo estatal y 1 siglo de ilustración vacilante. Y en tan largo periodo de tiempo, las intolerancias y las permisiones se han entrecruzado en uno y otro sentido, de uno a otro territorio, dejando sus heridas y sus luces, sus luchas, sus bálsamos y, en fin, el semblante y el carácter que mostramos y, lo que es mas cierto, que nos traspasa desde lo hondo de nuestro ser. Ahí está, aquí estamos, es lo que hay, para bien y para mal.

Algo hermoso, como la vida en la frontera permanente con la muerte que, si quieres contemplarlo solo te permite hacerlo en un degarrotipo, ocre y lejano.

2. 3.- Antes de la reconquista –y vuelvo a ras de la historia- la de Gaucin, como la de la Serranía, va a estar ligada a la presencia norteafricana de los mariníes, llamados como consecuencia de la gran revuelta mudéjar de 1246. Aunque las batallas del Salado y de Tarifa van a terminar con la presencia de los gobernantes mariníes, estos permanecerían impregnando la vida de la serranía. Esta pertenencia a una unidad política –la del imperio norteafricano de los Benimerines- distinta de la nazarí reinante en Granada, hace destacable el distanciamiento de Ronda y su serranía, su carácter independiente y propio, incluso con acciones militares específicas.

Es, pues, factor decisivo en esta época su carácter de baluarte fronterizo, especialmente en la primera mitad del siglo XIV con las perdidas de Gibraltar y Tarifa. La inestabilidad de la frontera –línea discontinua de fortalezas y puestos defensivos a lo largo de muchos kilómetros- obligaba a sus defensores a una inquieta vigilancia En la segunda mitad del siglo, las campañas fronterizas dan lugar a la conquista por los cristianos de Jimena, Castellar, a la recuperación de Gibraltar y de unos flecos mas de la túnica rondeña, según la celebre frase de Ibn al-Jatib, como nos dice Acien Almansa (“Ronda y su Serranía en tiempo de los Reyes Católicos”,Tesis doctoral, Málaga, 1979,pg. 54).

Sobre estos factores, me detendré, siguiendo en lo fundamental a Acien Almansa, intentando llegar, de forma rigurosa y objetiva, a la herencia islámica y sus consecuencias, dentro de la filosofía de “conocer para poder respetar” que es el lema de la Fundación Cultura Islámica, creada por Julio Caro Baroja, porque el Islam no es solo una religión, sino un modo y una filosofía de la vida que respeta otras culturas y ha sabido enriquecerse en ellas.

 

 

 

3.- LA SOCIEDAD.-

3. 1.- Con anterioridad a la conquista cristiana, Gaucín era cabeza de distrito o taca, con 25 “cabezas de pechas” (unos 150 habitantes) y comprendía a Benarrabá, Algatocín, Benalauria, Benadalid (la de mayor numero de pechas, 120), Benamauya y Benamahabu, con un total de 350 pechas –unos 2.100 habitantes-, aproximadamente un 11 % de la población de la Serranía que era cercana a los 20.000. Para J. de Mata Carriazo (“Asiento de las cosas de Ronda. Conquista de la población de la ciudad. 1485-1492”, en Miscelánea de estudios Árabes y Hebraicos, III, anexo 1954, pg. 139) las poblaciones como Gaucín mostraban su proverbial valor militar y eran semejantes a otras ciudades musulmanas, con casas pequeñísimas, los adarves, algorfas, casas de baños, etc.

Tan es así que la población se diseminaba por el valle del Genal sobre la base de su valor estratégico. Nos dice Acien que “la villa de Gaucín, cabeza de la taca de su nombre, tiene menos habitantes que las alquerías dependientes de ella, prevaleciendo, sin embargo, por su función militar”. Ello también repercutió en el sinnúmero de despoblados, ya que la posición fronteriza de Gaucín ocasionó a lo largo del siglo XV un trasiego de la población que ocupaba las alquerías más próximas a las zonas cristianas (Palmilla, Motical, Patraina y Távanos junto al término de Gibraltar).

La sociedad es dividida según criterios económicos: alguaciles y alfaquíes (doctor o sabio del Corán) pertenecientes a los linajes preponderantes en el lugar; pequeños propietarios; pobres. Una clase especial era la de los gandules, en funciones de milicia local, dedicados a incursiones fronterizas, pero que con el tiempo se desviaron hacia situaciones de privilegio que dio lugar al sentido peyorativo del termino (holgazán o perezoso, María Moliner))

 

 

El reino nazarí estaba dividido en tres coras (Granada, Málaga y Almería) y Pío Baroja indica que “a estas hay que añadir como cora que poseyó autonomía durante mucho a la Takurunna, que comprendía a los pueblos agrupados en torno a Ronda”.

En el aspecto hacendístico se entendía directamente con Granada a través de los almojarifes reales. En el campo más autónomo de la justicia existía un qadi mayor de la serranía que residía en Cortes. En el apartado militar se nota la huella rondeña, pues esta ciudad además de poner a los alcaides de las distintas fortalezas, los escogía de entre sus vecinos (ver Gaucín en AGS Registro General del Sello, febrero, 1485, folio 65); esta organización militar era la decisoria en la división administrativa: había la tierra de Ronda (altiplanicie y el Havaral), mas las dos tacas –distrito militar, que se creía exclusivo de la Alpujarra- de Gaucín y Casares (aparecen documentadas como tales en ACM leg. 63, cuad. 100). “Esta preeminencia de lo militar es lo que explica también que Gaucín sea la cabeza de distrito, y nos configura el conjunto de la serranía como una especie de tagrt o de marca, en lo que posiblemente repercutiera su pasado mariní, individualizándola de otras zonas del reino” ( Acien, pg. 128).

A nivel local hay que citar, junto a los alcaides, a los alguaciles de los lugares como representantes de la jurisdicción superior. Hay una división jurídica entre los poblados que se dividían en “Alquerías”, con término y jurisdicción propios, y “Arrabales”, desprovistos de ellos y que dependían directamente de Ronda. Estos arrabales no hay que identificarlos con barrios extramuros o donadíos (finca cuya propiedad tuvo su origen en una donación real, María Moliner). Y tampoco hay que identificarlos con las posteriores divisiones castellanizadas en “villas y lugares".

 

Hay noticias de los poblados desaparecidos de Monarda (el río Monardilla nace en sierra Bermeja en el termino de Jubrique la Nueva dice el Madoz y tiene un puente de piedra de un solo arco), Benastepar, Benamaya (según Madoz existe un lugar arruinado en el partido de Torrox llamado Benamayor) En Miñano figura el despoblado Benamaya, de origen arábigo situado a orillas del río Genal, al pie de unas sierras, confina con los terminos de Banalauria, Ubrique y Moclón, produce granos, aceite, vino, pastos y ganados. En el Archivo de Medina Sidonia –legajo 1027, según datos que me proporciona Teodoro de Molina de Molina- hay una información del año 1568 sobre el costo que tuvo la realización de un molino de aceite en Benamaya, jurisdicción de Gaucín, cuya tercera parte pertenecía al Duque de Medina Sidonia o Rotillas.

La composición de la población es heterogénea en el último baluarte del Islam en la Península y la serranía fue receptáculo para los musulmanes en retirada, acogiendo, incluso, en los últimos tiempos, a los mudéjares castellanos. No obstante, Acien nos pone de relieve que en Gaucín existía una Mahoma Alarabi, y comenta que tenía que haber pocas familias árabes para que a un individuo le llamen “el Árabe”, pese a que los elementos árabes estaban en la península desde los primeros tiempos de la conquista. De todas formas, es de resaltar esta heterogeneidad étnica, que demuestra el espíritu de acogida característico de nuestra tierra.

3. 2.- En este marco de encuentros y desencuentros, nos enfrentamos con la conquista cristiana, cuyos avatares históricos relato en otro lugar, deteniéndome por ahora en el entramado ciudadano del cambio radical que supuso la implantación del dominio castellano.

La entrega de la Ciudad de Ronda fue el domingo 22 de mayo de 1485. Tras la caída de Ronda se entregará toda la Serranía y, salvo Audita y Montecorto, el resto sin necesidad de ningún hecho bélico. La campaña de 1485 supuso un éxito como no se había visto desde el infante D. Fernando a principios de siglo y superando los cálculos, ya que los serranos renunciaron a una lucha que podría haber puesto en serias dificultades a los castellanos, como se demostró en acciones posteriores. Hay dos posturas enfrentadas, los rondeños con influencia del estado nazarí, y el conjunto de la Serranía que sabemos claramente partidaria de los Abencerrajes desde la época de Mahammad XI, los cuales protagonizaron la revuelta de Boadil contra su padre juntamente con los anu Kumasa, lo que explica, hasta cierto punto la rendición de la serranía sin ningún tipo de lucha.

En Gaucín también se entregaron a los castellanos pudiendo continuar en él sus pobladores y, como era de rigor, se instalaría en la fortaleza del Castillo una guarnición cristiana al mando del Alcalde Pedro del Castillo.

Desde el punto de vista ideológico, los Reyes Católicos consideran la guerra como una Cruzada y de propaganda y cohesión entre los combatientes cristianos. El misterio de la Encarnación –principal divergencia teológica entre ambas religiones- va ser advocación de las principales iglesias mayores de todos los lugares, como representación de la victoria cristiana; junto a la Encarnación, abunda la dedicación a Santiago, fiel compañero de reconquista, y un elemento novedoso –que se acoge en Gaucín-, San Sebastián, el soldado muerto por su fe.

 

Las consecuencias de la conquista se ven en diversos campos: necesidad de organizar un gran espacio reincorporado, la repoblación, los inconvenientes de una población vencida, la intitulación de señores y señoríos, los destrozos de la artillería que han de repararse, las continuas talas como era práctica usual después de las conquistas de lugares y fortalezas, etc.

Hay que destacar, como ya he dicho, una diferencia, pues mientras en Ronda y su tierra llana se desalojan los musulmanes y se procede a la repoblación y al repartimiento, el resto de los musulmanes, entregados sin lucha a los ejércitos castellanos, permanecerían en sus lares con el estatuto de mudéjares. La Corona pretendía la permanencia de los musulmanes con objeto de recaudar para sí lo que correspondía al fisco nazarí y que sería imposible de conseguir si los mudéjares se veían desprovistos de sus tierras.

Surge así el “Mudejarismo”, como consecuencia de la decisión real, determinada por el deseo de la continuidad de las producciones en el territorio y evitar el enorme derroche económico y humano que supondría la incorporación del territorio con arreglo a una pauta diferente. De esta manera, solo fue necesario poner guarniciones militares en las principales fortalezas, Gaucin, Casares, El Burgo, Montejaque y Cortes, para controlar las comunidades sometidas. El resto se repobló, abandonando los musulmanes sus viviendas, como consta en Setenil, donde se despoblaron y se establecieron varios grupos en poblados de la serranía (Cortes, Benarrabá, Benamahabu, Benimauya) y el resto marchó a Sevilla ya que no podían estar en tierra de moros por ser los responsables de la entrega de las Ciudades.

Las vicisitudes de la repoblación de Ronda, afectaron a su Serranía, donde los mudéjares pretendían reiniciar su vida adaptándose a las nuevas circunstancias.

Se nos dice que en la repoblación de El Burgo surgieron problemas por el arriendo de su término a ganaderos de fuera para completar los ingresos de la ciudad, “aunque en principio se utilizaron para ello los términos mudéjares de Gaucín y Cortes” (pg. 238 Acien que cita a ACM, leg. 62, cud. 36)

También se pone de relieve las dificultades de los mudéjares para hacerse oír y se verá resurgir esos conflictos cuando varios de esos lugares pasen a señorío y se constituya el nuevo señor como interlocutor de las protestas mudéjares por las usurpaciones de los repobladores.

 

 

 

 En el archivo Ducal consta el acta de “posesión del Estado y Mayorazgo tomadas por el III Duque de Medina Sidonia por muerte de su padre, a 24 de agosto del año de 1492, por los servicios hechos en la guerra con los moros, la villa de Gaucín con su castillo y los lugares de Benarrabá, Algatocín y Benamaya, con todas sus pertenencias y rentas, incluido el dinero de los moros, y Pleito homenaje que hizo el alcaide de Gaucín Juan Monsalves” (Libro Índice nº. 5, página 134, Legajo nº 930). Pleito homenaje que se reitera en escritura “otorgada por Juan Marrare, vecino de Sevilla, en la villa y fortaleza de Gaucín de defender la fortaleza como alcaide nombrado por Leonor de Guzmán como tutora del V Duque” (Año de 1513, libro 4º, página 419, Legajo 1030). También consta, años mas tarde, 1569, un escrito de “facultad de la Condesa de Niebla, Leonor Manrique, al Consejo para que pague de sus propios una compañía de 50 soldados para defender la Villa de Gaucín de los moriscos” (Libro índice nº 5, pg. 418, Legajo 1030

Sobre la tradición ganadera de la serranía se nos dice que continuó en la época mudéjar, de la que tenemos una excelente descripción por el relato que hace Juan de Pernia, de la intensidad de la explotación pecuaria de que era objeto la serranía, tanto por ganaderos cristianos como por musulmanes, diciéndonos que fue de Tarifa a Gaucín “de hato en hato” (ACM leg. 62, cuad 28)

 

 

Se permitió en los términos mudéjares utilizar los pastos a los rondeños, incluso después de pasar a tierras de señorío, pues en las cláusulas de las donaciones (Gaucín lo fue al duque de Medina Sidonia, AGS Registro General del Sello febrero 1495, folio 254) constaba la facultad de entrada de los rondeños. Y el concejo de Ronda procura arrendar los términos mudéjares antes que los comunales, por ejemplo los de Gaucin (Acien, pg. 257). Aunque existe resistencia para que así sea, incluso después de pasar a Señorío, pues los señores estaba interesados en impedirlo ya que los vecinos se quejaban de que se “les destruyrían todos los dichos sus pastos”, y, por ejemplo, en el caso de Gaucín el duque de Medina Sidonia responde a Ronda sencillamente que los de Gaucín no entraban en Ronda (RGS Reg. Ger. del Sello, febrero 1502)

Gaucín, pues, en un principio se va a constituir como territorio dependiente de la jurisdicción realenga, juntamente con una serie de municipios rurales, los lugares mudéjares, directamente dependientes de la corona

Posteriormente, se incorpora al Señorío del Duque de Medina Sidonia y comienza una época gris en lo político y administrativo.

El pase de Gaucín de Villa de realengo a villa de señorío, tuvo lugar el 24 de agosto de 1.492, como ya he indicado, mediante las posesiones del Estado y Mayorazgo tomadas por el III Duque de Medina Sidonia.

 

La casa que en el Arrabalete se dice que es del Duque (no se si de Medinaceli, que es nombrado por Ubaldo de Molina o de Medina Sidonia) –y cuya fotografía inserto en el texto- pudiera ser la que figura en la escritura de venta otorgada por Alonso Esteban de una casa y torre que le pertenecía “y alinda con el horno del poyal”, a favor del V Duque, Don Alfonso Pérez de Guzmán y Zúñiga, a 9 de abril de 1537, ante el escribano publico Diego Sánchez, de la que tomó posesión Alonso Martín Collado, en nombre del Duque, el día 14 de dicho mes(legajo 1027 del Archivo Ducal). Datos de la Web de Teodoro de Molina de Molina, quien aclara que las descripciones de los índices están hechas a puño y letra por Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura, XXI Duquesa de Medina Sidonia

3. 3.- Ya en la época moderna, nos dice Riera en la obra citada, que “es cabeza de partido judicial de entrada y como a tal están sujetos a su jurisdicción 6 villas, 2 lugares, 132 caseríos y grupos y 878 edificios, viviendas y Ali. aislados, componiendo un total de 8 ayuntamientos (Algatocin, Atajate, Benadalid, Benalauria, Benarrabá, Cortes de la Frontera, Gaucín y Jimera de Libar)”.

En el aspecto organizativo, aparte de la indicación que nos hace Miñano de que “contribuye 23.834 rs 20 mrs. Derechos enag. 4.000 rs.”, Riera indica que “corresponde a la provincia de Málaga, al distrito de Estepona”.

Dos apuntes mas tengo anotados, sobre el entorno social de nuestros antepasados. Uno hace referencia a la época de la Inquisición, y por lo que se refiere a los Berberiscos, en el libro “Magia y supersticiones el antiguo Reino de Granada”, de Rafael Martín Soto (Ed. Arguval, Málaga, 2000, pg. 337), citando como fuente el AHN, legajo 2664, expediente 146, causa 10, año 1696, parece ser que se conocen 17 casos de superstición, de ellos, cuatro mujeres mayores de sesenta años y, entre ellas, “María Gertrudis, nacida en la villa de Gaucín, había sido partera y tenía nada menos que 78 años... fue penitenciada con destierro, siendo la sentencia mas dura la de María Gertrudis, que lo fue por 3 años”.

 

Otro, tiene relación con los baños árabes, pues uno de los Balneario con historia, cercano a los Baños árabes de la Hedionda situados en Manilva, es el Balneario del Duque, en el Monte del mismo nombre, que creo era propiedad de mis antepasadas, las tías “las viejas”, y cuya ubicación entre Gaucín y Casares fue discutida en su tiempo (“Historia de los Balnearios de la Provincia de Málaga”, J.A Rodríguez Garda, Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, p. 251 y 255-262)

 

 

 

4.- LA ECONOMIA

Hago notar que, por ser lugar frontero y tener necesidad de estar encastillados, Gaucín era más privilegiado, en relación con el fisco, que otros lugares. Pese a que el derecho islámico prohibía los tributos, salvo la limosna ritual, había un duro fisco de los emires, y todos los musulmanes estaban obligados a pagar la “alfitra” que en la serranía era de 10 maravedíes anuales de cada cabeza de moro o mora chico o grande, y los judíos una cantidad fija, la yizya; los bienes raíces estaban gravados con la almaguana que era uno de cada 40 maravedíes y se pagaba en octubre; los frutos pagaban el alcacer, y el ganado trashumante pagaba como derecho de paso el magran, un dinero por cabeza y el diez por ciento de todas las mercancías.

Después de la toma por los cristianos, las “aljamas” de mudéjares y de judíos eran obligadas a pagar contribuciones, normalmente un “castellano de oro” por cabeza, para continuar la guerra de moros de Granada.

En 1489 los tributos que se cobraban a los moros que habían permanecido en los lugares que no fueron repoblados –los mudéjares de la serranía- era de cinco clases: derechos por los ganados, diezmos por los cereales, renta de la seda, impuestos sobre los pares o yuntas y el que recaía sobre la venta de la fruta. En Gaucín eran 5823 maravedíes por los ganados, 23 fanegas de diezmo de trigo y 7´5 fanegas de cebada y 60 maravedíes por la fruta.

La ganadería va a proporcionar renombre a la serranía, porque era la mejor forma de poner en valor unas tierras que no se van a cultivar, bien por sus condiciones físicas, bien por su cercanía de la frontera; en el distrito de Gaucin el 18 por ciento de los tributos correspondía al derecho de los ganados, que se repartía a una media de 233 maravedíes por pecha, la mayor de la serranía, que solo alcanzaba a una media total de 87 maravedíes por vecino, poco más de dos vacas y 17 cabras por vecino.

 

Antes de la caída de los nazaríes, la principal producción era la ganadería y la fruta, constando extensos encinares y, junto a las encinas, son destacables los alcornoques, todavía abundantes en la actualidad Como es sabido, la palabra alcornoque procede de “Quercus”, que, a su vez, remanece de la palabra celta “kaerquez”, que significa árbol bonito, y en verdad que lo es, y se diferencia de la encina en que ésta no tiene corcho, que es la corteza típica del alcornoque (del latín “suber”, corcho).

En cuanto a la importancia del aprovechamiento forestal hay que tener en cuenta que aunque los moros no utilizaban los encinares por no tener ganado de cerda, eran arrendados a los ganaderos cristianos.

En cuanto a la agricultura, es notorio el sistema de minifundio, con abundancia de manchones, pindolos, pegujales, suertes, cortinales, huertos... mientras que las grandes extensiones son escasas, salvo los Montes de Propios del Ayuntamiento, y fincas con más de cien hectáreas se cuentan con los dedos de la mano.(La Almuña, La Almadravilla, La Mora, Los Montes del Duque, etc.)

En la Revista que el Ayuntamiento editó, para las fiestas de Agosto, en el año 1993, hay unas notas sobre las vicisitudes sufridas por los Montes de Propios, desde su adquisición en 1635 hasta finales del siglo pasado. Según estas notas, el Rey Felipe IV por Real Cédula de 30.4.1633 hizo comisión a D. Francisco Rodríguez de Rojas para la venta y perpetuación en propiedad de “los árboles de llevar fruto de bellota” que había en este Reino a la Villa de Gaucín y a los Lugares de Algatocin y Benarrabá, lo que efectuó en la persona del licenciado Gerómino Ibáñez de la Mata, Cura que fue de esta Parroquia, por escritura otorgada en Ronda en tres de julio de mil seiscientos treinta y cinco, comprendiendo los troncos llamados de Las Majadillas, Herriza, Infernillo, Vegas, Cilos, que lindaba con viñas de las Alberquillas, con el Pendolillo, con el Peso, la dehesa de la Almadravilla, el Río Guadiaro y Arroyo de la Venta de la Breña; el de Benaranil, Carboneras y Ranchuelo, que lindaba con el mismo Arroyo, con la Dehesilla de Salitre y con el camino que viene de Ronda a esta villa; y el tronco de la cara del Genal, con el Coto de Montscal, Camino de Ronda y Cotos de Algatocin y Benarrabá, en precio de treinta y nueve mil reales de vellón.

En 3 de octubre de 1798 los Concejos de Algatocin y Benarrabá solicitaron la separación de los montes y después de discusiones sobre los criterios a seguir se procedió a la valoración y división por una Comisión de Peritos (actuando por el Ayuntamiento de Gaucin Andrés Florín y Francisco Valle) quedando a favor de Gaucin ocho montes llamados Joalgazar, Corchado, Fasana, Herriza, Zahara, Pasadallana, Quejigo y Ayala. También consta un documento del Ingeniero Felipe Estallar Fosés en el que se detallan las frecuentes roturaciones que hacían los vecinos colindantes, de todas las clases sociales, a ciencia y paciencia de los Ayuntamientos, lo que obligo a un deslinde que se llevó a cabo en el año 1886, de acuerdo con las instrucciones aparecidas en el B. O. del día 7.11.1885, del que resulta que, desde el anterior aforo, se habían perdido mas de mil hectáreas. Lo que demuestra que en todas partes y en todos los tiempos se cuecen habas...

La serranía era deficitaria en olivo. Cuando los fenicios vinieron a Cádiz la llamaban la tierra de los acebuches, que no eran más que ancestros salvajes del olivo. El olivo es un árbol unido a la historia de Andalucía, producto que la Betis aportó a Roma en los s. II y III, las ánforas de aceite procedentes del Guadalquivir formaron una de las colina de Roma, según recogió Cervantes en su novela. La mitología y la religiones han buscado en el aceite una de sus columnas, desde la rama de olivo que simboliza a la diosa Tenea, hasta los Santos Oleos, y la nueva religión de la modernidad, la salud, como ha puesto de relieve Juan Eslava Galán, en “Las rutas del olivo en Jaén” (edición Diputación Provincial de Jaén, 2000) y “Las rutas del olivo en Andalucía (ed. Fundación José Manuel Lara, 2001).

De los frutales el más destacado era la higuera, árbol por excelencia de los árabes. Una parte importante de la producción de frutales se secaba para su consumo posterior, siendo la técnica mas generalizada el rociarlas con miel aguada tras haberle practicado una hendidura y a continuación se curaban al sol. Recuerdo que todavía en mi juventud se secaban los higos y se metían, por mi madre, en unos capazos, seras o seretes de esparto y los guardábamos durante el invierno para comerlos poco a poco.

La propiedad privada no alcanzaba al agua de los regadíos, apareciendo siempre las acequias, fuentes, albercas y pozos como de uso común, en aplicación del famoso “hadit” atribuido al profeta: “tres cosas son comunes a la gente: el agua, la hierba y el fuego”.

La seda era de mala calidad y era controlada por el estado granadino, en presencia del alguacil y el alfaquí y, tras su hilado, se llevaba a las ciudades donde existía alcaicería (aduana para pagar los derechos de la seda y lugar donde se vendía seda cruda y otras mercaderías, según María Moliner).

La actividad comercial era reducida, aunque se daba entre los cristianos (andaluces) y los moros de la serranía, faltos de aceite y especias y de tejidos manufacturados.

La actividad industrial estaba reducida a la rural: hornos, molinos de pan y de aceite, hornos de seda, y los herreros que quizá contaran con una especialización mayor. En tiempo más cercanos, nos consta que “produce trigo y toda clase de semillas, vino y bellotas, -nos dice Miñano- con mucha cría de ganado. Industria: algunos alambiques de aguardiente, fábrica de jabón blando y dos de curtidos. Tiene minas de carbón de piedra”

No conozco donde están las minas de carbón, ni recuerdo las fabricas de jabón blando ni las de curtidos (que estarían ubicadas en la calle de la Tenería). Aunque si recuerdo las talabarterías, entre ellas la de Nicolás González, el Talabartero, y Joaquín Gálvez “Patas”, en la calle de los Bancos, que han estado abiertas hasta tiempo reciente, la primera hasta finales de los ochenta en el bajo de la esquina de Matías.

Una de las minas se encontraba junto a la vereda de la Pasadilla, donde aún se puede observa la bocamina entre zarzales, en la antigua propiedad de la Tía Rosenda.

Añade Riera que hay “frutas exquisitas y variedad de plantas medicinales; la elaboración del vino es abundante, así como la fabricación del rico aguardiente que disfruta de merecida fama; abunda la caza mayor y menor y hay bastante pesca.” Habla también de las celebraciones de ferias en Gaucín, Algatocín y Cortes de la Frontera, “a todas las que acude gran concurrencia de los pueblos inmediatos, verificándose transacciones de gran consideración”. Cita también a “molinos harineros, fábricas de serrín, tapones de corcho y de tejas”.

Según el diccionario Espasa Calpe, la palabra “Gaucín” significa tejas. No se que origen etimológico justifica esta denominación, pero me encanta por las reminiscencias árabes que ello implica. No hay nada más atractivo que contemplar Gaucín desde la curva de la carretera de Manilva o desde el restaurante Breñasverdes y ver el siena tostado de sus tejados. Ni nada más difícil que trasladar esa impresión a una pintura, aunque yo lo he intentado y lo sigo intentando en mis numerosos cuadros con motivo de Gaucín.

 Todavía se recuerdan tres tejares, uno, por encima del Canapé, ya desaparecido al construirse la carretera de Manilva; otro, en las Cabrizuelas cerca de la mina antes mencionada; y un tercero, en el Asalto del Cura, a la derecha de la Carretera de Ronda, propiedad del Sr. "Santolio”, que estuvo abierto hasta finales de los cincuenta.

Asimismo, había tres serrerías una, la de Joaquín Molina en el Portichuelo, el Sr. “Rabicho”; otra, la de Paco Ortega en la Tenería, que ha continuado con nuevas industrial en Sabinillas; y una tercera de Antonio Godino en la calle del Convento, fundada en los años cincuenta y continuada por su hijo José, que más tarde la trasladó a la Estación de San Roque, vendiendo posteriormente la vivienda y solar de la fábrica a Guillermo y Silvia.

De las de aguardientes, las últimas en desaparecer fueron las de D. Santos Domínguez de la que era alma mater Carlos Domínguez Faura, y la de los hermanos Castilla. Recuerdo, cuando estudiaba la carrera en la tienda de mi padre, que estaba en los bajos del Salón Molina, frente a la casa de D. Santos, como llegaban de vez en vez unos bidones de alcohol, que a mí me parecían grandísimos, que bajaban, a pulso, con grandes precauciones y mayor trabajo, Carlos y algunos gitanos. Después, Carlos abandonó su negocio y se fue con los Castilla, Antonio y Andrés, que comercializaron la marca “Anís Andresín” durante muchos años, teniendo como maestro alambiquero a Bartolomé Llaves y en cuya fabrica trabajó, siendo muy joven y siempre con su empuje emprendedor, mi cuñado Miguel, primero como peón y después como administrativo.

 

 

 

Añoro todas estas muestras de pequeñas industrias, casi talleres artesanales, donde se fabricaba el aguardiente, la harina, la teja, los tapones de corcho o serrín. Si la burguesía de los siglos diecinueve y veinte hubiera apostado por ellas, otro gallo nos cantaría.

También rememoro las fábricas de chacinas, de las que en el Bar Chaparro ha visto dos ejemplares de unas latas de chorizos en manteca con deliciosas leyendas y figuras de las Fábricas “Los Pinos” y “Embutidos Castillo del Águila”, de Sebastián Gavilán y Sebastián Martín, respectivamente, ambas ocupadas hoy por extranjeros, creo que, entre ellos, el escultor y pintor Osborne

Sólo recuerdo la fábrica de harina que había en casa de mi abuelo Salvador, junto al Ayuntamiento, (me complace rememorar –y ya hablaré otro día de ello- que mi bisabuela era panadera), los molinos maquileros, el de la “Laja” o “Alhaja”, propiedad de Bartolo Moya “Pintaeras”, y el de Pedro Moya, el “Zorro”, ambos en la margen derecha del río Genal (antiguos Molinos de En medio y de Abajo, de los que también escribiré algún día) y el aceitero de Prudencio, en los pies del Castillo por el camino del río Genal.

Las fabricas de aceites que me vienen a la memoria son: una la de Chorro Alto, propiedad de la familia Moyano, y otra de Antonio Martín, que estaba en la Tenería frente al puente, en la que a finales de los sesenta se llegó a molturar más de un millón de kilos de aceitunas, lo que denota que el cultivo del olivo tendría su importancia.

Me dice mi cuñado Miguel Vázquez que también recuerda otros molinos aceiteros: uno, en la Calle de las Piedra, precisamente donde él nació que era propiedad del señor Andrés Andrades, “Indianito”; otro, conocido por el apelativo de molino de los “Méicos”, en la finca de “Cruces”, junto al río Genal, propiedad de Miguel Domínguez y que llevó muchos años en arrendamiento Antonio Godino Salas; otro, el mas antiguo, situado en la casa de mi abuelo Teodoro, situado en los Tajos del “Llano de Ciruela”, que era molino llamado de “sangre”, pues los conos o rulos de piedra eran movidos por un mulo y el empiedro artesanalmente construido con chinas del río, y en el que no existen vestigios de prensa, por lo que puede deducirse que el prensado de las tareas se realizaba por estrujo, o bien, se utilizaba la presa existente en el lagar adyacente, y que sí he conocido en la extracción del mosto de la viñas de la Lobería y otras propiedad de mi abuela Francisca, la “Serrana”.

 

Punto y aparte merecen las casi olvidadas y arqueológicas “molinas”, ubicadas en los arroyos del “Jarraqueque” y de las “Limas”, especie de círculos superpuestos, en forma de pirámide escalonada, que aprovechaban, estacionalmente, la fuerza de las aguas en tiempos de lluvia. Todavía pueden ser observadas sus ruinas.

Sería interesante abordar otros aspectos de nuestra historia. Por ejemplo, el referido a la Arquitectura, dada la estructura urbana de Gaucín –que, como todas, trasciende a su historia- y responde, esencialmente, al tipo de arquitectura popular, de manera que por su idiosincrasia y su ambiente, es parte de la misma tierra, de una manera tan viva que “el drama de nuestras pasiones se infunde en el drama del paisaje” (es una cita de José Pla). Ya lo he dicho en otro momento, esto me recuerda el tema de Carmen, cuyo drama se entiende en el paisaje de Gaucín –como recogió Merimee- y en su serranía, y no, como de forma amanerada, lo transformó Bisset al situar el escenario del drama en Sevilla. De todas formas, es de admirar como un pueblo que ha superado sucesivas invasiones, dominaciones, civilizaciones, mantenga sus características fundamentales, en torno a una roca y a unas tierras regadas por feraces aguas, mas allá de sus diversas culturas, incluso mas allá de la ultima invasión mediática y de la devastadora globalización.

 

Incluso, insistir en el tema (ya tratado en esta Web) de sus calles, de trazado morisco, que se adaptan con facilidad a la colina que los asienta y la gracia blanca de sus casas se adorna sin recato de rejas y balcones, obra experta de los artesanos de la fragua y la forja.

En resumen, creo que Gaucín huele a pueblo del Sur y por las nieblas del Genal y del Guadiaro, unidos para desembocar en el Mediterráneo, suben agazapadas las raíces blancas y rojizas de la morería.

5.- SUS AGUAS.-

Para finalizar estos apuntes para nuestra pequeña historia, es obligado hacer mención a una de las mayores riquezas de Gaucín, que son sus aguas.

No puedo olvidar las aguas minero medicinales, de las que se hacen eco casi todos los diccionarios, al hablar –como hace el Salvat- de baños sulfurosos ferruginosos o, como ya indiqué en mi trabajo Gaucín en los inicios del Siglo XX,”al pie de Sierra Bermeja, a una legua de la villa, existen los baños de Monte del Duque, cuyas aguas son ferruginoso-sulfúricas, indicadas para las enfermedades cutáneas y del estómago”.

Miguel Vázquez, experto en ésta como en tantas otras cosas de Gaucín, me dice que, entre las muchas fuentes y numerosos manantiales con propiedades medicinales, destacan las Fuentes de Pilatos y del Limón y el Nacimiento de las Berrazas.

La Fuente Pilatos, a media falda entre el Cerro de la Lobería (que fue propiedad de mi abuela Francisca) y la Garganta de las Palas, tenían fama de abrir el apetito. Por desgracia hoy está semiabandonada y el único testigo es una hoja de pita por la que discurre, a veces, un hilillo de agua.

De todas formas, es una fuente añorada pues, sin ser abundante, hizo brotar en nuestra juventud tantas ilusiones con su titilante hilillo brotando de la tierra a través de una hoja de pita, con aquel espacio para las charlas alocadas y misteriosas de los inicios amorosos de tanta parejas gaucinense. La recuerdo lleno de colores, con los olores propios del monte bajo y de las flores y arbustos silvestres, con su camino de acceso sembrado de bellotas, bordeado de chumberas, con numerosas entradas a pindolos, manchones, cortinales o pegujales, que con todos estos nombres se conocen en Gaucín a los pequeños terrenos cercanos a las poblaciones.

La Fuente del Limón se encuentra en la ladera Oeste de la Sierra del Hacho, en El Peso, y es de aguas sulfurosas que están indicadas para afecciones oculares y cutáneas.

 

Este tipo de aguas son numerosas por todo el término municipal y en el Cerro Almadravillas hay un pequeño manantial en el Cortijo de las Berrazas (propiedad de Pepe Hidalgo y la prima Quiqui) cuyas aguas son recomendables para dolencias estomacales, donde me cuenta mi cuñado que fue asombrosa la curación de Andrés Zaragata en un descorche de la finca de nuestra familia, a principios de los ochenta.

No puede olvidarse la importancia de los Ríos Guadiaro y Genal (a los que ya dediqué espacio en mi libro “Gaucín, 1746-1814”) y ahora me refiero a las aguas de los numerosos arroyos que los alimentan y de las fuentes que brotan por senderos que invitan a ser hollados. Silenciosos arroyuelos dividen los montes poblados de alcornoques, encinas y jaras, parajes de verdes primaveras y rojizos otoños, vergeles de agua y vegetación, silencios solo perturbados por pequeñas cascadas, rumores levísimos de aguas que se deslizan entre hojas, a los pies de las pitas o creando bosquecillos de juncos, entre trinos y sonidos del bosque.

La atarjea antigua tenía, en sus ladrillos o mampostería, estilo de conducción romana y, desde luego, sería mejorada por los árabes. Ahora ha quedado en simple conducción de abastecimiento a la población, no se si de uralita o de los nuevos materiales al uso.

Pero siempre ha sido portadora de las mejores aguas que imaginarse pueda.

 

 

 

Menciono especialmente el Nacimiento, que nos permite ver nacer el agua entre las rocas, en la falda suroccidental de la Sierra del Hacho, mirando al Estrecho como todo lo nuestro. Es inagotable, de una frescura inimitable, bajo los árboles que le dan un toque de color y desbordándose hasta huir por el arroyo aguas abajo, hacia las faldas de la Sierra Espartina para buscar el lecho del Genal. A cuyo remanso se edificaría el Ventorro de San Antonio, hoy derruido, que bien merecería un cuadro ya que la mano del hombre lo ha dejado perder, cuando quizá fuera Casa de Postas, de las recogidas en el Mapa de Carlos IV.

 

Sobre la fuentes urbanas, me ha llamado la atención la inauguración de una nueva Fuente en el centro de la subida al Puerto del Pan, que, personalmente no me gusta nada, pues es un fuente mas de las que se compran en los almacenes de carreteras para adornar jardines de forma anodina, máxime cuando podía haberse mejorado el Fuente existente adosada a la casa de Manolo Moyano o haber instalado la antigua del Canapé, para no traernos al recuerdo tantas fuentes y abrevaderos desmantelados, como el que he visto en una foto antigua que tiene el del bar Chaparro que existía en la entrada de la calle Alta, cerca de la Cuesta del Niño Dios.

Me dice Miguel que la Fuente que hay enfrente del convento y que bifurca las calles del Barrio Alto, es la antigua fuente del Canapés (que él cita en su Libro del Toro de Cuerda) y que fue salvada de la destrucción, al evitar que se dejara enterrada en el muro de contención de la carretera de Manilva, por su padre Miguel Vázquez Fernández siendo capataz de una cuadrilla de empleo comunitario por los años 70. Antes de que la tapiaran los obreros, Miguel la mandó quitar y llevar al almacén municipal que estaba por aquel entonces en la antigua pescadería, detrás del Ayuntamiento. La fuente, que tiene un relieve de angelote con volutas, solo tiene la inscripción de “Año 1797.

 

Otro destrozo reciente ha sido la sustitución de la antigua Fuente de la calle Larga, inmortalizada en fotografías y cuadros, por una aséptica boca de agua.

Pero, por muchos destrozos que perpetremos los civilizados, siempre quedará la pureza y alegría de las aguas de Gaucín.

Quizá sea también ocasión de mencionar las aguas subterráneas y las numerosas Cuevas existentes por las Piedras del Río. Tengo en la memoria las visitas que hacíamos en los años cincuenta a la Cueva de los Murciélagos, con sus estalactitas y estalagmitas, y otra a la que había que acceder por una gatera. Entiendo que dejar de explorar las cuevas es perder una oportunidad de descubrir las entrañas de la tierra en un lugar tan cercano a la Sierra de las Nieves, donde han sido descubiertas importantes simas. Tengo el presentimiento que por los laberintos subterráneos tienen que comunicarse muchas de estas cavidades. He oído hablar de galerías que salen del Castillo y llegan al río Genal. Merecería la pena intentar esta aventura.

Y todas, a la sombra del Tajo del Gallo.

 

 

 

5.- PUNTO Y SEGUIDO.-

 

Bueno será dejarlo, por ahora. Es tan apasionante bucear en nuestras cosas que, a veces, me olvido de que puede llegar a cansar tanto dato y tales disquisiciones o recuerdos personales.

 

  

 

 

Por ello, perdón. Y hasta la próxima.