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Recuerdos flamencos PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Lunes, 26 de Diciembre de 2011 18:22

 

 

Trascribo a continuación el texto del Pregón de Navidad que pronuncié el pasado jueves, día 22, en la Peña Flamenca de Jaén, en el que hice un recorrido por mis recuerdos del Gaucín flamenco: el Corral del Concejo, “El Fino”, “La Chunga”, el Festival del Corcho del Genal, “Carmen de Gaucín”, la fragua de García, La Havaralera de Francis Prieto, los villancicos de mi infancia

Espero que os guste. Por lo menos, a mí, me produjo gran satisfacción airear el nombre de nuestro pueblo en la Capital del Santo Reino, mientras confesaba mis secreto de niñez. Para terminar, con Jorge Guillén, cantando aquello de

 

si se muere la guitarra

enterradla en el rio

para que la toque el agua

 

 

 

 

Con este acto se inicia la celebración de la fiesta anual de navidad en la Peña Flamenca de Jaén, a quien agradezco la invitación que me ha hecho para pregonarla. Tan pronto se me comunicó, por medio de nuestro amigo Pepe Rodríguez Gabucio, el acuerdo de la directiva, me apresure a interrogarme sobre los aspectos que podía traer a vuestra consideración de, entre los viejos recuerdos que se entrecruzan en el misterioso ambiente que rodea a una de las  expresiones características de nuestro ser andaluz.

 

Misterio, si, que he de confesar me asalta cuando pienso que, ya desde mi niñez, unos de los deseos más ilusionantes que tenía era el de ser tocaor de flamenco. Nunca por desgracia se cumplieron estas ambiciones, pero en las horas de las ensoñaciones juveniles, me recuerdo subido a una tarima flamenca –de aquellas que se levantaban en el viejo Corral del Concejo de mi pueblo- desgranando las solitarias y llorosas notas que salían de mi guitarra flamenca.

 

Y es un misterio para mí porque, la verdad, es que soy una nulidad en todas las facetas del flamenco. Con decirles que no he podido retener nunca las letras de los cantes y me ha sido siempre imposible articular una estrofa sonora, está dicho todo. Y para que voy a contarles lo que puedo lucir en un baile con este cuerpo saleroso. Con mi guitarra querida, por supuesto, no he podido dar un compás. Entonces, ¿como se explica mi devoción al cante?

 

Quizá el secreto esté en el mismo arte del flamenco, en su duende indescifrable. Estos sonidos negros, como decía Lorca, son el misterio, las raíces que se clavan en el limo que todos conocemos, que todos ignoramos, pero de donde nos llega lo que es sustancial en el arte. Sonidos negros dijo el hombre popular de España y coincidió con Goethe: "poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica". Te sobrecoge la clara pulsión de las cuerdas de una guitarra, te fascina el aletear de las manos bailaoras y el rítmico chocar de las palmas, sigues embriagándote el taconeo y las cadencias de las bailaoras, hasta que brota la voz en un susurro o en torrente del cantaor, sus letras entrecortadas, sus ayes, las a prolongadas y los hipíos hondos… la palabra hecha cante.

 

Y, entonces, me entusiasma oír a los cantaores profesionales y disfruto con Camarón  y su voz rota y embrujada, y me parece ver todas las influencias en la guitarra de Paco de Lucía, y me gusta Caracol, y Marchena, y el auténtico Valderrama, la Niña de los Peines y Morente, y Mercé y el Cigala, y el nuevo flamenco y el flamenco clásico, con Poveda, Estrella o Lombo… que más da, si no sé por qué me gustan y tampoco por qué no me canso de oírlos.

 

Quizá todo esté explicado por ese duende que, en boca de Federico García Lorca, atravesaba  toda Andalucía -roca de Jaén y caracola de Cádiz-  y que hacía que la gente hablara constantemente del duende. El Lebrijano confesaba: "los días que yo canto con duende no hay quien pueda conmigo”. Y Manuel Torres le decía a uno que cantaba: "tú tienes voz, tú sabes los estilos, pero no triunfaras nunca, porque tú no tienes duende".

 

Este duende, este misterio, este remolino de presagios y aconteceres en nuestras broncas tierras, quizá sea bastante para explicar mi devoción al flamenco. Y también, el sentido trágico y profundo que todos llevamos dentro. Manuel Torres,  escuchando al propio Falla su nocturno del Generalife, dijo: "todo lo que tiene sonidos negros tiene duende". Y no hay verdad más grande.

 

Así, pues, el duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar, lo que tímidamente explicaría mi torpeza y mi ilusión. "el duende no está en la garganta; el duende sube por dentro desde la planta de los pies". Es decir, no es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre; es decir, de viejísima cultura, es, en suma, el espíritu de la sierra, el mismo duende que buscaba en la música Bizet, sin encontrarlo y sin saber que el duende que él perseguía había saltado de los misteriosos griegos a las bailarinas de Cádiz o al grito degollado de la siguiriya de Silverio.

 

En esta llamada de la tierra quizá esté la respuesta, porque, la verdad, siempre me atrajo el duende que percibía en las costumbres y usos de los gitanos de mi pueblo -Gaucín, en la Serranía de Ronda- y una de las más lejanas y recónditas páginas de mi infancia fue la de asistir –entre temeroso y expectante- al rito de una boda gitana, la del “Fino”, que así llamaban al novio. Tengo en mi retina el bullicioso trajinar de gitanas que salían y entraban de la casa de la novia y el clamor que se produjo –como si se tratara de una escena bullanguera de las cigarreras-  después de que la “ajuntaora” realizara la prueba del pañuelo para certificar la virginidad de la novia; recuerdo nítidamente el rito que tradicionalmente se celebra en mi pueblo,  cuando la “probadora” sale blandiendo sábanas y sayas ensangrentadas, como testimonio fidedigno de que la novia está entera. Ese movimiento de brazos de la matrona, tan rumoroso y alegre como el de una bailaora en el cenit de su danza, ese frenético desgarro de las enaguas y vestidos de la joven novia, los gritos indescifrables de los asistentes,  todo aquel floklore, autentico y único, los he tenido asociados al misterio que me ha perecido ver en el fenómeno del flamenco.

 

García Lorca nos pinta unos gitanos señores, de casta y raza, sin duda hombres libres, arrojados y con su propias costumbres o leyes consuetudinarias como las bodas gitanas, donde la novia debe ser virgen, para lo que, a la mañana siguiente, las mujeres irán  a comprobar con pañuelos de seda que la novia sangró por la rotura del himen; de aquí proviene, dicen los entendidos, el verso “verde que te quiero verde”, que según ellos significa “virgen que te quiero virgen” de la bodas gitanas.  La han cantado todos los artistas del flamenco, y actualmente Estrella Morente, Manzanita con María Jiménez en rumbas… lo que se ha  hecho es una adaptación del poema de Lorca, lo que se llaman lorquianas.

 

 

Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas

el  barco sobre la mar, el caballo en la montaña

verde, que yo te quiero verde, ay sí sí

que yo te quiero verde ay, ay ay, yo te quiero verde.

con la mano en la cintura

ella sueña en su baranda

verdes ojos negro pelo

su cuerpo de fría plata,

verde, que yo te quiero verde.

ay sí sí

que yo te quiero verde ay ay ay

que yo te quiero verde.

compadre vengo sangrando

desde los puertos de Cabra

si yo fuera, mocito,

este trato lo cerraba, verde

que yo te quiero verde ay sí sí

que yo ye quiero verde ay ay ay

que yo te quiero verde... (sigue)

 

Es el mismo embrujo que me impulsó a pintar a una cantaora de mi pueblo, gitana emblemática de mi juventud, "La Chunga", con sus brazos cimbreantes, sus pómulos enérgicos y sus ojillos semi-cerrados, mientras balbuceaba  un lastimero quejío por la muerte violenta de su marido. Más que un cante, el flamenco es un llanto interior, hondo, por eso se llamará  “jondo”. Es, en realidad, una forma de expresión personal, no  como espectáculo, sino como desahogo, expresión o código del luto y el dolor, la pena, la pena negra, por eso este pueblo gitano lo ha conservado, y poco a poco lo utilizaron como medio de vida: las juergas o fiestas privadas flamenca, a la que le unió el baile.  Hay que entenderlo como arqueología viva musical. Y Jaén sabe mucho de esto, pues no en balde aquí fue donde vinieron en 1462 los primeros egipcianos.

 

El gitano simboliza perfectamente el sentimiento trágico de la vida, la frustración de no poder vivir la vida plenariamente, el drama de ser diferente y, por lo tanto, marginado. Lorca se sentí marginado por su homosexualidad y se expresaba así: "yo creo que ser de Granada me inclina a la comprensión simpática de los perseguidos, del gitano, del negro, del judío... que todos llevamos dentro”.

Y, así, en el Romance de la luna, que simboliza a la muerte, nos canta

 

La luna vino a la fragua

con su polisón de nardos.

el niño la mira mira.

el niño la está mirando.

en el aire conmovido

mueve la luna sus brazos

y enseña, lúbrica y pura,

sus senos de duro estaño.


huye luna, luna, luna.

si vinieran los gitanos,

harían con tu corazón

collares y anillos blancos.


niño déjame que baile.

cuando vengan los gitanos,

te encontrarán sobre el yunque

con los ojillos cerrados.

 

Para cerrar este capítulo, mi niñez también me evoca el desvencijado y austero Corral del Concejo, que ya he citado,  que daba cobijo a lo mas granao de aquellos tiempos, desde Lola Flores y Manolo Caracol, pasando po Canalejas de Puerto Real,  la Niña de los Peines, Juanito Valderrama hasta las voces mas recientes de Camarón de la Isla o de Carmen Linares.  En nuestros tiempos, la vertiente flamenca se centra en la llamada anual a los entendidos del arte flamenco, a través de su “Festival del corcho del Genal, en Gaucín”, con el elenco de los cantaores, tocaores y bailaores que nos engrandecen cada año.

 

Son ramalazos de mi intrahistoria –no desvelados hasta ahora- que pudieran, en algún modo, justificar mi osadía al intentar hablar de flamenco ante tan experta academia, por lo que bueno será que pida disculpas a la par que reconozca paladinamente mi ignorancia.

 

No es obstáculo esta tosquedad tan manifiesta para que, no obstante, ponga en valor –como ahora suele decirse-  una de mis obsesiones más queridas: la de residenciar en mis Lares el mito de la mujer libre que encarnó “Carmen”, la que descubrirá el mañana con sus ojos negros y profundos, la lozanía de sus piernas, el balanceo de sus caderas y el frescor de sus labios rojos sosteniendo la amarilla flor de casia... ….lo que tampoco es ajeno al drama de Carmen, frontera entre el amor y el odio, entre la vida y la muerte con las que jugó, en los campos de Gaucín frente al Gibraltar de sus correrías, la heroína que Prosper Mérimée inmortalizó en su novela –uno de cuyos capítulos estudia exhaustivamente los orígenes de los gitanos españoles en tierras de Arunda-. El drama está enraizado en la fragua de García, en las gentes gitanas de nuestras tierras, en alguna de cuyas mujeres se inspiró el novelista –a través de sus amigos Estébanez Calderón y  la Condesa de Teba, madre de las futuras duquesa de alba y Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón- para mostrar al mundo el prototipo de las esencias gitanas, encarnado en Carmen, cuya naturaleza es el centro de mis investigaciones en las que he sostenido con más o menos autoridad, que Carmen –precisamente la de Mérimée y no la desnaturalizada de Bizet y sus seguidores- nació en Gaucín, mi pueblo, uno de los emblemáticos de la Serranía de Ronda. Tesis que ha encontrado aceptación, desde la inicial publicación de mi trabajo  por la Universidad de Málaga en "Analecta Malacitana”, hasta menciones especificas por estudiosos de la Universidad de Córdoba y en los congresos sobre bandolerismo en Jauja. Este embrujo de la mujer gitana representado por el baile flamenco que de forma tan seductora nos mostró Carmen, es una de las expresiones más genuinas de esta etnia, el que junto al cante flamenco  son manifestaciones que florecen en la versión operística de Bizet. La mediocridad literaria del libreto se compensa con lo excelso de la música, que hizo exclamar a Nietzsche que merecía un viaje a España. Quién no ha sido arrebatado por «La marcha del Toreador» y «La Habanera» que representan una forma del españolismo universal.

 

Quizá todo tenga una explicación sencilla, porque en esencia el hombre siempre mantiene la lucha con un duende, no con un ángel, como se ha dicho, ni con su musa. Y vuelvo a Lorca que acertadamente nos decía que el ángel guía y regala como San Rafael, defiende y evita como San Miguel, y previene como San Gabriel; el ángel deslumbra, pero vuela sobre la cabeza del hombre, está por encima, derrama su gracia, y el hombre, sin ningún esfuerzo, realiza su obra o su simpatía o su danza. Por su parte, la musa dicta, y, en algunas ocasiones, sopla. La musa despierta la inteligencia, trae paisaje de columnas y falso sabor de laureles, y, así,  la inteligencia es muchas veces la enemiga de la poesía.

 

Ángel y musa vienen de fuera; el ángel da luces y la musa da formas; en cambio, al duende hay que despertarlo en las últimas habitaciones de la sangre. Y rechazar al ángel y dar un puntapié a la musa. Los grandes artistas del sur de España, gitanos o flamencos, ya canten, ya bailen, ya toquen, saben que no es posible ninguna emoción sin la llegada del duende. Creo que el ángel se puede predicar de la pintura, la musa es la que acompaña al poeta, pero el duende eso que no sabemos lo que es …es el alma del flamenco.

 

Conocida es la escena de Pastora Pavón, la Niña de los Peines, que cantaba en una tabernilla de Cádiz, como desganada, hasta que tuvo que desgarrar su voz porque sabía que la estaba oyendo gente exquisita que no pedía formas, sino tuétano de formas, música pura con el cuerpo sucinto para poder mantenerse en el aire. Se tuvo que empobrecer de facultades y de seguridades; es decir, tuvo que alejar a su musa y quedarse desamparada, que su duende viniera y se dignara luchar a brazo partido. ¡Y cómo cantó!

 

Con idea, con sonido o con gesto, el duende gusta de los bordes del pozo en franca lucha con el creador. Ángel y musa se escapan con violín o compás, y el duende hiere, y en la curación de esta herida, que no se cierra nunca, está lo insólito, lo inventado de la obra de un hombre. Todas las artes son capaces de duende, pero donde encuentra más campo, como es natural, es en la música, en la danza y en la poesía hablada, ya que estas necesitan un cuerpo vivo que interprete, porque son formas que nacen y mueren de modo perpetuo y alzan sus contornos sobre un presente exacto.

 

En este momento de mi pregón, no me resigno y quisiera dejar unas pinceladas de la poesía flamenca. La virtud mágica del poema consiste en estar siempre enduendado para bautizar con agua oscura a todos los que lo miran, porque con duende es más fácil amar, comprender, y es seguro ser amado, ser comprendido, y esta lucha por la expresión y por la comunicación de la expresión adquiere a veces, en poesía, caracteres mortales.

 

Decía nuestro poeta que la cuchilla y la rueda del carro, y la navaja y las barbas pinchonas de los pastores, y la luna pelada, y la mosca, y las alacenas húmedas, y los derribos, y los santos cubiertos de encaje, y la cal, y la línea hiriente de aleros y los miradores tienen en España diminutas hierbas de muerte, alusiones y voces perceptibles para un espíritu alerta, que nos llama la memoria con el aire yerto de nuestro propio tránsito. Las cabezas heladas por la luna que pintó Zurbarán, el amarillo manteca con el amarillo relámpago del Greco,… los innumerables ritos del Viernes Santo y la cultísima fiesta de los toros,  forman el triunfo popular de la muerte española…

 

-si tú eres mi linda amiga,

¿cómo no me miras, di?

-ojos con que te miraba

a la sombra se los di

-si tú eres mi linda amiga,

¿cómo no me besas, di?

-labios con que te besaba

a la sierra se los di.

-si tú eres mi linda amiga,

¿cómo no me abrazas, di?

-brazos con que te abrazaba

de gusanos los cubrí.

 

Blas infante, nos dice que el término "flamenco" significa "campesino sin tierra", lo que todos somos en nuestra esencia, desvalidos, doloridos guijarros de nuestros caminos, como una analogía de los moriscos que se integraron en las comunidades gitanas, con las que compartían su carácter de minoría étnica al margen de la cultura dominante. En ese caldo de cultivo debió surgir el cante flamenco, como manifestación del dolor que ese pueblo sentía por la aniquilación de su cultura

 

Todo confluye en Lorca, quien en sus obras cumbres -Poema del cante jondo y Romancero gitano- nos cuenta de forma solapada y confusa la tragedia del gitano Antoñito el Camborio,  "El Amargo". Y dijo Lorca que era la historia de la pena

 

 

El río Guadalquivir

va entre naranjos y olivos

los dos ríos de Granada

bajan de la nieve al trigo.

¡ay, amor,

que se fue y no vino!


el río Guadalquivir

tiene las barbas granates.

los dos ríos de Granada

uno llanto y otro sangre.

¡ay, amor,

que se fue por el aire!


para los barcos de vela,

Sevilla tiene un camino;

por el agua de Granada

sólo reman los suspiros.

¡ay, amor

que se fue y no vino!


Guadalquivir, alta torre

y viento en los naranjales,

Dauro y Genil, torrecillas

muertas sobre los estanques.

Para dar un mal ejemplo de ello, os relataré –por último- cómo una de mis últimas escaramuzas fue la publicación del libro “Nuevos Acentos”, en la Sociedad Económica de amigos del País de Jaén, en el que se transcriben unos breves haikus –la poesía japonesa- de “gran parecido con la métrica y la filosofía flamenca”,  como puso de relieve mi amigo y coautor Francis Prieto, ya que el macho del cante por serrana o remate de la misma, mantiene la misma métrica que el haiku. Un retazo flamenco más de esta pequeña historia que os he querido contar.

 

Retomando lo que os he dicho sobre las raíces de Carmen, no quiero dejar pasar por alto que, ya desde los tiempos más remotos, en la tradición oral de la Serranía de Ronda –de donde bebió Mérimée- se encuentra el palo de la havaralera, que toma su nombre del antiguo Havaral (compresivo de las tierras que rodean por el sur la comarca rondeña), un cante compuesto y creado por el citado Francis Prieto, a quien se debe, no solo su denominación sino que también la música y las letras. Este cante nuevo, es un estilo de fandango abandolao descubierto y puesto de relieve en los foros flamencos en 2006 por este flamencólogo gaucinense, autor de innumerables letras arrabaleras, como aquella que dice:

 

en aguas del río Genal

se mira la blanca luna,

mira para comparar

el blanco de esta blancura:

los pueblos del Havaral

 

Y es que, desde mi doble afición pictórica y poética, no sabes lo que más te atrae pero es lo cierto que, si profundizas en el flamenco ya no tienes opción, una vez que te acercas a él, el vértigo ha llegado a un «punto de no retorno».del que es difícil escapar: la suerte está echada, por que quedas atrapado en su rito y en  su ritmo.

 

Como estamos en fechas señaladas, es preciso hacer una pequeña mención a los villancicos, esa forma espontánea de participación que tanto alegró los tiempos pasados. Y, como no, mi juventud, en aquellos tiempos en que nos disfrazábamos con pieles de cordero, nos poníamos nuestros sayones y calzábamos las albarcas o alpargatas, recorriendo el pueblo y parando en todas las puertas, implorando el aguinaldo y, sobre todo, inundando de ilusiones a los que nos rodeaban. El villancico, que aunque no es un palo en sí, sirve para adaptar sus letras al ritmo flamenco, en especial al tango, la bulería o la rumba.

 

No puedo dejar de citar a Rafael Ramos, cantaor gitano, nacido en 1893, conocido por el nombre artístico de  “Niño de Gloria” por su interpretación en compás por Bulería de un Villancico popular en la que se repite la palabra Gloria. Este parece que fue el primer villancico adaptado. Lo incluyó Carlos Saura en su película “Flamenco” y lo llevaban en su repertorio, entre otros, La Paquera, El Sordera, Platero de Alcalá y Naranjito de Triana. José Mercé, El Cabrero y Guillermo Cano. Recordemos aquello de

 

A la gloria,

y a su bendita madre Victoria,

gloria al recién nacío,

gloria...

 

 

Son innumerables las interpretaciones flamencas de Villancicos. Por bulería cantaba Manuela Fernández aquello de

 

Yaay, ay, ay….


Dice el jefe los gitanos

que Manuel va a nacer,

que si está bien el camino

porque el parto es en Belén


(Estribillo)

Alegría gitanos de bien

Alegría gitanos de bien

Porque el Hijo de María

Hoy está para nacer


Camino cojo yo

que tengo que atravesar.

A mi me da mieo el río

porque yo no se nadar


La Estrella de Oriente

que el camino iluminó

de veredas y cañadas

que hasta Belén nos guió


Algo llega de Belén

yo le canto a mis gitanos

soleares y bulerías

al  mayor de mis hermanos


Tienes que lavarte la cara

con agua fresca del río

Y ya veras como sonríe

el Niño recién nacido


(Estribillo)

Alegría gitanos de bien

Alegría gitanos de bien

Porque el Hijo de María

Hoy está para nacer


 

En este pregón he intentado  contar algo de lo captado en el fugaz y veloz tren que pasa por delante de nosotros y detener por un instante la flecha del tiempo, mientras el misterio, lo desconocido, va penetrando en el interior de nuestras historias personales y colectivas.

 

Os he confesado mi secreto de niñez. Y, ahora, sólo me resta decir con Jorge Guillén aquello de

 

si se muere la guitarra

enterradla en el rio

para que la toque el agua

 

 

Un pregón que, en el fondo, ha sido un desvelar de mis añoranzas más queridas y que he tendido el gusto de compartir, no sin sonrojo, con ustedes, a quienes pido una benevolente acogida.

 

Muchas gracias

 

Si tenéis ganas, el reportaje gráfico está en

https://picasaweb.google.com/118184867089338388542/RECUERDOSFL

 

 

AMENCOS

 

NOTA ADICIONAL.- Hoy, 23.1.2012, por casualidad he visto en el facebook de la Peña Flamenca de Jaén este you tube sobre el pregón, creo que podeis verlo en

http://www.facebook.com/l.php?u=http%3A%2F%2Fimagenjaen.blogspot.com%2F2011%2F12%2Factualizacion-pregon-pena-flamenca.html%3Fm%3D1&h=uAQF7P3N5AQHHhD2Lbl504gLYYT7bzA6mOHB93tD5kWGkQA