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De la Memoria Histórica de Gaucín PDF Imprimir E-mail
Escrito por administrador   
Lunes, 01 de Octubre de 2007 17:17

TESTIMONIO PERSONAL SOBRE LOS HECHOS OCURRIDOS EN GAUCÍN DURANTE LA GUERRA
CIVIL

 

  

“El Señor preguntó a Caín ¿Dónde está tu hermano?... ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano grita de la tierra hacia mí” (Génesis, 4, 9-11)

Estas inquietantes preguntas se nos han hecho desde el inicio de la humanidad y, todavía, la terrible respuesta penetra con sus ecos en nuestras conciencias…

 Ahora que está de moda hablar y escribir sobre la memoria histórica, me siento tentado a aportar mi granito de arena por lo que a la nuestro pueblo se refiere, no sin antes hacer algunas precisiones.

 Decía Laín (Ejercicios de Comprensión) que vivir humanamente es convivir con todos los hombres a través de los hombres más próximos y que comprender valdría tanto como haberse adueñado de lo mejor. Es por ello que ha de tenerse voluntad de plenitud histórica, con deliberado propósito de incorporar a cada una de nuestras acciones originales –intelectuales, estéticas, técnicas o políticas- todo cuanto en nuestra comprensión del pretérito se nos haya mostrado valioso o meramente válido.

 Comprender es, pues, la única garantía de originalidad profunda; “lo que no es tradición es plagio” (D´Ors), por lo que la sentencia dorsiana exige este ineludible corolario: quien no comprende, plagia.

 Este intento que ahora formulo quiere huir de cualquier forma de  compasión, y sólo pretende ser un ejercicio de comprensión, alejado de cualquier monopolio de la verdad e invita a toda aportación crítica, por muy contradictoria que sea.

 Por ello, y antes de entrar en materia, quisiera hacer dos observaciones:

 Una, que trato de transmitir lo que me parece más válido y creíble de mis recuerdos de los años posteriores a la guerra (cuando comenzó, yo tenía dos años) y que la documentación que he manejado es escasa, pues sólo he tenido a mano las inscripciones del Registro Civil de Gaucín y los documentos que he encontrado en la Catedral de Málaga, aparte de otras pequeñas informaciones, sin que me haya sido fácil, por razones obvias,  acceder a documentos del campo de la República, ni haya podido consultar testimonios verbales de dicho campo. Como éste no pretende ser un trabajo técnico o con tintes científicos, me limito a mis fuentes de conocimiento. Si llega el caso, habrá tiempo de consultar los Archivos Históricos y Militares a nivel nacional.

 Otra, que, pese a esta incompleta aportación documental, me he decido a publicar este trabajo, no solo por ser un tema de candente actualidad, sino porque espero que el mismo sirva de acicate para que todas las personas que pueda aportar un testimonio, personal o de referencia, en relación con los muertos de Gaucín, en Gaucín, lo comparta a través de esta Web o de cualquier otra que se interese por la problemática gaucinense. Como decía un visitante del Foro de gaucin.com, “aquellos que tienen familiares en el castillo y callan… tiene una deuda pendiente con las fosas comunes del castillo, algo que muchos sabemos y ocultamos”.

  

 

1.- SOBRE LO QUE ENTIENDO POR MEMORIA HISTORICA.-

 

Aunque lo que aquí se relata son los hechos que todos conocemos o de los que hemos oído hacer comentarios, creo que, de alguna manera, puede ser novedoso el aportar documentos que casi de seguro no se han consultado por la mayoría de nosotros. Y –repito-, aunque los que ven ahora la luz son mayoritariamente referidos al bando nacional, creo que, de alguna manera nos incitarán a buscar y manifestar los que se conozcan –y yo no he tenido la suerte de conocer- del bando republicano.

 De todas forma, aquí queda mi testimonio que podrá ser tachado de subjetivo pero que no ha sido escrito con este propósito, sino con el de llagar a la verdad objetiva. Es posible que no lo logre, pero mi intento es lo que vale, por lo menos, para mí.

 Parece ser que lo que se entiende por “memoria histórica”, en el contexto de nuestros días,  es el intento de rescatar del olvido aquellos hechos, personas o sucesos concernientes, fundamentalmente, a los que se consideraron  como o referentes a los “vencidos”, a los que, durante el tiempo de la dictadura franquista, no se hizo mención dentro de nuestras fronteras y en los ámbitos oficiales. Para unos, esta pretensión supone desempolvar acontecimientos ya superados, máxime después de la actitud mantenida en la etapa de la llamada “transición”, que parecía destinada a superar las tensiones que el tema provocaba. Para otros, parece razonable rescatar del olvido general –el recuerdo concreto y familiar estará siempre vigente- lo que se ha mantenido bajo la capa de un silencio interesado.

 Para mí –ya lo he dicho en otra ocasión- no existe la memoria histórica, porque ésta debe ser siempre una realidad referida a unos hechos (que, evidentemente, es difícil de reflejar y que, en definitiva, quedan incompletos y, a veces,  deficientemente reflejados desde la óptica de los historiadores generalistas) y lo que es memoria, siempre es resultado de una vivencia personal, y está no será nunca histórica en el sentido de responder a la verdad última de los hechos, pues será reflejo de una experiencia subjetiva Cada uno de nosotros tiene un paisaje biográfico que  forma su espacio propio y personal (el mío, se enmarca en lo que sucedió con mi padre y con mi suegro) evidentemente distinto al del otro, que se ha formado con otras percepciones y vivencias y ambos, al cabo de los años, va fundiéndose entre la memoria y el olvido, sin que podamos hablar de una memoria histórica e impersonal.

 

Así, la etapa en Gaucín de la denominada Guerra Civil (1936/39), ni tan siquiera es mencionada por los historiadores y, si lo ha sido, es para enmarcarla dentro de los acontecimientos generales de aquellos años: triunfo del frente popular, represalias derivadas del golpe militar del 18 de julio del 36 (sin mención expresa de los ejecutados en septiembre, en el 37 o en el 39), avance por su territorio de las tropas rebeldes y contrarrepresalias en los inicios del 37, como un eslabón más del ambiente general que se respiraba, sin tratamiento especifico de los afectados, a lo sumo como incluidos en las desbandadas que se producían una vez ocupadas o recuperadas (según las encontradas posiciones) las distintas poblaciones.

 

Y, desde la perspectiva de la memoria, para unos, las barbaries cometidas fueron evidentes, mientras que para los otros, siendo también atroces los resultados, no alcanzaron la resonancia real que merecían, quedando solo en tragedias personales todos los acontecimientos vividos, mejor diríamos, sufridos, en uno y otro bando. Resucitar, ahora, cada historia personal, siempre sería un ejercicio de parcialidad, porque ello es inevitable cuando se afecta a sentimientos y no haría justicia restitutiva en la mayoría de los casos. Como decía Manuel Alcántara, en una de sus columnas, declarar ilegal el pasado desde los visigodos para adelante puede ser divertido, pero es algo irreal.

 

Pienso, por ejemplo, en el bando de los “vencedores” (¡qué ironía para los catorce de Benadalid!), lo que podría suponer para la desaparecida familia de Amelita Somoza el reconocimiento de una pensión indemnizatoria por la muerte de su madre (Rosalía López) y de su hermano Antonio aquella fatídica mañana del 9 de septiembre de 1936. O, en el otro bando, rememorar las circunstancias de los angustiados gritos que profería en su camino al cementerio, el día 24 de febrero de 1937, don Dámaso, el Maestro.

 

Por poner otro ejemplo, hay que constatar los veinte años que tardó el régimen franquista en reconocer a la viuda de Juan Valdivia Cabezas su pensión de “muerto en campaña”, lo que se produjo en 7 de abril de 1959  -casi 23 años después de su muerte- , pensión que se concedió en virtud de Resolución de 13 de marzo de 1958, en cuyo interregno transcurrió la triste vida  truncada de una mujer de treinta años y  la niñez y juventud de sus cuatro hijas, lo que hace sarcástico pretender hablar de justo reconocimiento.

 

Y, por otro lado, qué decir de los efectos de la huída –otra forma de muerte-  del bando de los “perdedores”, con su secuela de viudas, huérfanos y familias abandonadas sin reconocimiento alguno. Todos conocimos, por ejemplo, a la Moncada (que tenía su tienda frente a las escaleras que bajaban de la Plaza al chorro de la calle de Lorenzo García), viuda en vida del marido, aunque las heridas se restañaron con el transcurso de tiempo; recuerdo con afecto a su hija Isabelita, a la que di clases de bachillerato.

 

De todas formas, la única manera de acercarse a estos acontecimientos, que bien merecen una mirada retrospectiva, lo más desapasionada que sea posible, es describirlos en su acaecer, sin apreciaciones personales y en base a documentos que reflejen, en lo posible,  la realidad histórica. Si es así, valdría mi aportación al tema y todas las que me pudieran hacer, desde una u otra posición.

 

Es lo que pretendo, sin dejar de reconocer el valor, el sufrimiento de los afectados, a los que han de disculparse los rescoldos más íntimos que impiden el perdón total, pero que, creo y espero,  den paso, por el olvido, a la paz y al sosiego mutuo.

 

 

 

 

2.- DOCUMENTACIÓN CONSULTADA.-

 

He consultado el Registro Civil de Gaucín, de los años 1936 a 1940.

 

Y, entre los documentos del Archivo Diocesano de la Catedral de Málaga, existe, manuscrito, un “Cuestionario referente al Arciprestazgo de Gaucín y demás pueblos que provisionalmente le han sido asignados”, suscrito por D. José Gutiérrez Jaén, de fecha 16 de diciembre del mismo año 1936, que comprende doce apartados relativos a la suerte que corrieron los distintos sacerdotes del Arciprestazgo, asi como la de algunos vecinos, entre ellos los trece que acompañaron al Párroco de Gaucín en su desdichado destino, como ahora explicitaré.

 

 

 


Cuestionario, manuscrito

 

 

Asimismo existe, manuscrita, una “Relación de las Iglesias, retablos, imágenes,  alhajas, ornamentos y demás objetos de culto que han sido deteriorados y destruidos por los rojos en la villa de GAUCIN”, fechada al año del levantamiento, el 12 de julio de 1937, que distingue entre los anteriores y posteriores al 18 de julio de 1936,

 

 


Relación, manuscrita

 

Así mismo figura, mecanografiada, una “Relación de los hechos ocurridos con motivo de la guerra determinada por el levantamiento cívico militar de 18 de julio de 1936” que describe cuestiones generales y detalles sobre personas y objetos del culto y bienes de la Iglesia.

 


Relación mecanográfica

 

 

 


El manuscrito de referencia,  “Cuestionario referente al Arciprestazgo de Gaucín y demás pueblos que provisionalmente le han sido asignados”,  comprende doce apartados:

1) Pueblos del Arciprestazgo de Gaucín

2) Martirio del Sr. Vicario de Gaucín

3) Martirio del Cura de Jubrique y Genalguacil

4) Del Sr. Cura de Algatocín y Benarrabá

5) Sacerdotes supervivientes del Arciprestazo de Gaucín y referencia de todo lo más notable que les haya ocurrido durante los sucesos

6) Estado actual de las Iglesias y Templos del Arciprestazgo de Gaucín y relación de los daños causados en cada uno y de los objetos que se han salvado.

7) Situación social y moral de los pueblos del Arciprestazgo de Gaucín

8) Nota de los ornamentos y objetos indispensables para el Culto en los pueblos del Arciprestazgo.

9) Auxilios económicos que necesitan los párrocos mensualmente y situación en que se encuentran

10) Clases de servicios que se prestan en los pueblos del Arciprestazgo.

11) Clases de caminos que hay para ir de un pueblo a otro del Arciprestazgo.

12) Organización que puede hacerse teniendo en cuenta la escasez de sacerdotes.

“La anterior relación –se dice al final del cuestionario- está escrita de puño y letra del Sr. Vicario de Gaucín, D. José Gutiérrez Jaén. – Olvera, 16 de diciembre de 1936.- El Vicario General.-  Jacinto Martínez”, rubricado.-

 

 

El manuscrito, “Relación de las Iglesias, retablos, imágenes,  alhajas, ornamentos y demás objetos de culto que han sido deteriorados y destruidos por los rojos en la villa de GAUCIN” contiene  los siguientes apartados:

I.- Relación de edificios destinados al culto en el pueblo de Gaucín antes del 18 de julio de 1936.

II.- Relación de los edificios…que a partir del 18 de julio han sufrido deterioro por las hordas marxistas.

Y, al final: “La anterior relación ha sido confeccionada para dar cumplimiento a la Circular del Excmo. Sr. Obispo Don Balbín Santos Olivera, inserta en el Boletín Oficial del Obispado de Málaga, correspondiente al mes de junio.- Gaucin, 12 de julio de 1937.-  El Párroco.- José Gutiérrez Jaén”, rubricado.-

 

 

Por lo que se refiere al escrito mecanografiado, denominado “Relación de las hechos ocurridos con motivo de la guerra determinada por el levantamiento cívico militar de 18 de julio de 1936”, se refiere a los siguientes apartados:

Cuestiones Generales, con 8 apartados.

Personas, con tres apartados

Cosas Sagradas, con detalle de las tres iglesias

Otros bienes de la Iglesia, referido al Castillo

Culto

Y termina indicando: “Este informe esta de todo conforme con la verdad. Y para que así conste lo firmo y sello en Gaucin a tres de junio de mil novecientos treinta y ocho.- El Párroco.- Jose Gutiérrez Jaén”, rubricado.-

 

También he consultado  a Lisardo Guedes en “Martirologio Malaginense”, Málaga 2003, y a Pedro Sánchez Trujillo en las citas que se indicarán.

 

 

 

 

3.- ACONTECIMIENTOS INCIALES,-

 

Doy por conocidas las circunstancias socio-políticas de los últimos años de la monarquía y los primeros de la república, con su haz de miserias, incomprensiones, pobrezas, persecuciones, represalias, odios y todos los acontecimientos que marcaron aquellos años en una España decadente y resentida; en la citada Relación de las hechos ocurridos con motivo de la guerra determinada por el levantamiento cívico militar de 18 de julio de 1936,  en el epígrafe Cuestiones Generales, con 8 apartados, se da una versión –desde la perspectiva particular del entonces Párroco de Gaucín- de los acontecimientos sociales y políticos previos a los que nos ocupan.

 

Por ello, me voy a limitar a dejar constancia de datos y acaecimientos que me conciernen de forma particular, omitiendo comentarios y apreciaciones personales que no consten documentalmente y con las naturales reservas de las fuentes enfrentadas.

 

Entre ellos, he consultado una carta del Juez de Instrucción de Gaucín, D. Francisco Bermúdez del Río, que dice así:

Alozaina 29 de enero 1932.-

Sr. D. Juan Valdivia Cabezas. Gaucín.-

Mi querido amigo: A mi regreso de Málaga hoy me entregan sus dos cartas del 23 y 25 del actual, que contesto seguidamente…

La prorroga de mi licencia debe contarse… de todos modos, como yo me haré cargo de ese Juzgado el 26 de febrero, resultarán en definitiva los 60 dias justos…

(Siguen varios párrafos en contestación a consultas profesionales del Juzgado)

En este pueblo está muy grave la cuestión social, no precisamente por falta de trabajo, sino porque varios vagos y algunos vividores de la capital han envenenado las cortas inteligencias de estos obreros predicándoles las ideas más anárquicas, contraria hasta al ideario comunista; y como en estas circunstancias no debía yo, que tengo algún ascendiente sobre estos jornaleros, dejar desamparada a mi familia, pudiendo hacer algo para contrarrestar los grandes abusos que aquí vienen ocurriendo, me decidió esto, principalmente, a solicitar la prorroga. En esta localidad ha sido secundado el movimiento revolucionario de Málaga y otros puntos; ya va restableciéndose el orden, que tan arbitraria como absurdamente fue perturbado por estos desgraciados salvajes, los cuales, alentados por perturbadores y maleantes de oficio, que vienen explotándolos y viviendo a su costa, llegaron hasta a cortar la carretera de Málaga abriendo una zanja y colocando toda clase de obstáculos en un puente, cortaron las líneas de luz eléctrica y teléfono, prepararon el asalto al cuartel de la Guardia Civil, convinieron en asaltar e incendiar el Ayuntamiento y el Juzgado municipal, y estaban dispuestos a entrar en los domicilios particulares a cometer toda clase de tropelías, tan pronto hubiesen visto la señal convenida con los de Málaga, que era la de que dejaría de lucir el faro de la capital, cuyos destellos se divisan perfectamente desde esta villa; fracasó desde el primer momento la rebelión de Málaga, no pudieron darles la referida señal y ya no se atrevieron a realizar los proyectados asaltos e incendios y saqueos, y actualmente está concentrada en este pueblo bastante fuerza de la G. Civil, siendo de esperar que pronto quede todo normalizado.- Mis respetos y saludos a su señora, besos a sus niñas, muy afectuosos recuerdos a D. Rafael, D. Bartolo, Sánchez, Alguaciles, Domingo y demás buenos amigos de ésa, y reciba V. también los recuerdos de  mi familia, con el más señalado afecto de su buen amigo y servidor, Fcº. Bermúdez del Río, (Firmado y Rubricado).- El Alférez de la G. Civil D. José Ortiz Rojas, que es uno de los concentrados en este pueblo, me encarga le transmita sus recuerdos.-

 En dicho año 1932, consta un folleto de cuatro hojas, con Boletín de Suscripción, que se titula “ANTE LA PERSECUCIÓN  En desagravio de mi Madre”, suscrito por Manuel, Obispo de Málaga, en el que dice “Presento esta fórmula a cada uno de mis diocesanos y a todo católico que esté sintiendo pena de ver perseguida a su Religión” Se inicia indicando “Mi Madre la Iglesia sufre dura persecución en España; deber mío es, como católico y como español, desagraviarla.  Consta de dos partes, en la primera de las cuales se pregunta ¿Cómo? Y desgrana tres  maneras, que, en resumen, se refieren a la adhesión al Papa, al Prelado y al Párroco con la Fe más viva; la protesta más enérgica contra los despojos de  los que es víctima la Iglesia por... el ateismo del Estado, por el matrimonio civil y el divorcio, por el laicismo oficial en la escuela, por la secularización de los cementerios; y, por fin, con un amor hasta el sacrificio, que ha de ser en el dinero, en el celo por el catecismo y con el valor, dando la cara varonilmente por Cristo y su doctrina, sus sacerdotes, sus templos y sus Instituciones, combatiendo en la prensa y en el voto en las elecciones, ahuyentando la invasión pagana y que hace más “extragos” (sic) en la sociedad, en la familia y en las almas que la más fiera revolución comunista. En la segunda parte señala el Modo de cumplir el 5º Mandamiento de la Santa madre Iglesia, ante el hecho de que el Estado, que arrebató los bienes a la Iglesia y prohibió los diezmos, había roto sus compromisos; a fin de suplir la penuria, proponía para el mantenimiento pecuniario del culto, el clero y los pobres, costear la asignación de los Párrocos, coadjutores, capellanías y seminaristas, así como prestando su trabajo personal, así como con la oración y la confianza.

 

En el año treinta y seis, Gaucín atravesaba las penurias y pobrezas que azotaban a España, y soportaba los odios y los temores de sus hombres y mujeres como en tantos lugares de nuestra tierra. Voy a intentar exponer lo que le sucedió a catorce de sus vecinos, de uno de los bandos, en el verano del 36 y lo que se complementa con lo acaecido, en  los años 37 y 39,  a otros seis convecinos, del otro bando, que acompañaron a otros hombres de pueblos cercanos, en su fatal destino. Como de todos ellos es difícil tener un conocimiento mínimamente completo de sus avatares, me estoy refiriendo en concreto sólo a uno de ellos, cuya vida me es más entrañablemente cercana. Sin perjuicio de esbozar algunos detalles del resto de los afectados.

 

En el mes de junio de 1936, Juan Valdivia Cabeza,  se negó a firmar un oficio sobre materia que no compartía, lo que motivó su suspensión inmediata como Juez Municipal. En el Registro Civil, Libro de defunciones, con el número 11 aparace la inscripción de defunción de Francisca Ramos Moya, extendida el día 14 de junio, que fue la ultima firmada por él y por el Secretario Judicial Silvestre Moya Pérez. La siguiente, numero 12 que recoge la inscripción de defunción de Juana Gálvez González, fue extendida el día 22 de dicho mes de junio actuando ya como Juez Municipal sustituto Juan García Sánchez, que posteriormente también fue encarcelado y fusilado en Benadalid. La numero 14, de fecha 29 de julio (de Isabel Andrades Fernández), esta suscrita como Juez por Félix Domínguez de Molina, así como las 18 (de Manuela Cañamaque Jiménez, hija de Alonso y Carmen y esposa de Antonio Martín Aragonés, ocurrida el 5 de agosto) y  entre otras, la 33 (del 11 de noviembre de 1936, ya ocupada Gaucin por las tropas de Franco) de Joaquín Domínguez de Molina, casado con Maria Faura Domínguez.  En todas actúa como Secretario Judicial Silvestre Moya Pérez.

 

 


 

Última inscripción firmada por JVC

 


 

Inscripción firmada por JGS

 

 

 

El encarcelamiento –en estas fechas y en las posteriores a septiembre del 36- se llevó a cabo, no sólo en la cárcel situada en los bajos del Ayuntamiento, sino que se habilitaron como prisiones una casa situada por encima del Café del Señor Chiquilitré y otra en la calle Corral, lindante con la actual Caja de Ahorros de Ronda, así como junto a la herrería de Eloy Sandaza.

 

Según resulta de las Diligencias Judiciales instadas por el Fiscal-Instructor de la Causa General de Málaga y su provincia, mediante exhorto num. 119 de 6 de octubre de 1941  (F. 2159 y ss) -abiertas para completar el esclarecimiento de los hechos-, “la profesión del mismo (Don Juan Valdivia Cabezas)  era la de Juez Municipal de esta Villa, que el mismo no estaba afiliado a ningún partido político, teniendo a la hora de su muerte treinta y tres años, el que fue detenido por José y Joaquín Bautista Moncada (A) Navarro, de su domicilio calle Cañamaque número ocho, el día veintiséis de agosto de mil novecientos treinta y seis…” El documento citado (Relato…)  nos dice que el Párroco de Gaucín “fue encarcelado el día diez y nueve de julio… en unión de otras cuarenta personas de significación derechista” (Folio 2162) De lo que parece deducirse que no se encontraba entre los cuarenta presos iniciales y que llegaron a ser cincuenta dos, como nos dice el Documento Cuestionario…que más adelante transcribo íntegro

 

He de hacer notar –contradicciones del destino- que uno de estos hermanos Navarro, casado con la citada Moncada, señora que había servido en casa de mi padre, fue precisamente quien intercedió ante el Comité para que no se lo llevasen al fatídico “paseo” de Benadalid. No tengo conciencia –he escrito en otro lugar- de los graves episodios que debieron de vivirse en mi casa en el verano del 36, sobre todo, con el ingreso en prisión de mi padre, conociendo el espíritu excitable y  la emotividad a flor de piel de mi madre. Nada recuerdo, ni nada en mi casa se ha contado –con detalles innecesarios- de aquellos terribles días, que debieron ser de incertidumbre y terror-, salvo la circunstancia del expolio de la tienda de “coloniales”, como entonces se la denominaba, que mi padre tenía en la esquina de la Plaza de la Fuente, y las alusiones a los miedos que se pasaron en la cárcel. Ello contribuyó a borrar de mi mente cualquier  percepción que me dañase.

Existe,

 

 

 

 

4.- RELATO DE LOS HECHOS SANGRIENTOS.-

 

 

A.- Muertes en septiembre de 1936.-

 

La muerte por arma de fuego, sin juicio alguno, de los 14 de Gaucín, ocurrió el día 9 de septiembre de 1936, en Benadalid, y, exhumados los cadáveres, fueron trasladados a Gaucín el día 23 de febrero de 1937 y enterrados en su cementerio, aunque las inscripciones en el Registro Civil se hicieron en fechas sucesivas, desde el 31 de marzo (Bernabé y Cañes) al 31 de julio (de Troya Moreno), sin que conozca el motivo de ello, aunque es probable que se hicieran las inscripciones conforme iban siendo identificados los cadáveres, una vez que eran sacados de la fosa común, como se indica más adelante.

 

Las inscripciones del RCG dicen para todos “fue asesinado violentamente por armas de fuego en el término municipal de Benadalid provincia de Málaga por las hordas marxistas de la localidad en la noche del día nueve de septiembre de mil novecientos treinta y seis a cuyo lugar fueron conducidos para ser sacrificados… fue exhumado por orden de la Superioridad y trasladado a este Cementerio; esta inscripción se practica por orden del  Juzgado de Instrucción de este Partido”, consignándose además que “fue sepultado el día veintitrés de febrero de mil novecientos treinta y siete, habiéndolo presenciado como testigos D. José Calvente Faura, D. Juan Moyano Añón y D. Francisco Carrero Romero”.  Las inscripciones son las siguientes: Folios 60 (Vicente Bernabé y Cañes, natural de Salta, Republica Argentina, estudiante de 19 años, soltero), 65 (Rosalía López Cañamaque, viuda de Ismael Somoza, de 53 años), 66 (Antonio Somoza López, hijo de la anterior, natural de Rincón de la Victoria, estudiante de 18 años, soltero), 67 (Juan Valdivia Cabeza, empleado de 33 años, casado con Inés Felicia Toledano Jordán), 68 (Salvador Piñel Urda, natural de Genalguacil, industrial de 51años, viudo de Felisa Carreño del Río), 71 (Juan Manuel de la Muela Pérez, natural de Benalúa de las Villas, Presbítero Cura párroco de esta Villa, de 62 años), 72 (Pascual de Molina Domínguez, propietario de 46 años, casado con Francisca Serrano González), 76 (Rafael Jiménez Gutiérrez, natural de Málaga, farmacéutico, de 30 años, casado con Consuelo Gálvez Moreno), 104 (Francisco Serrato Gavilán, propietario de 77 años, viudo), 107 (Juan García Sánchez, natural de Ronda, propietario de 61 años, casado con Brígida Vázquez Mateos), 108 (Juan Calvente Faura, propietario de 47 años, casado con Carmen Pérez Mateos), 109 (José Ramos Moya, r. telegrafista, de 43 años, casado con  Lucia Domínguez Jiménez), 114 (Rafael Villarejo Corrales, natural de Cuevas del Becerro, soltero, de 32 años, médico) y 120 (Ramón de Troya Moreno, natural de Villamartín,  médico de 50 años, casado con Paz Sarazua Suárez). Todos tienen una Nota al margen, con alguna variante de expresión,  que dice “Murió gloriosamente por Dios por España y por la patria”… “murió alevosamente…”

 

 

Vicente Bernabé y Cañes

 

 

Rosalía López Cañamaque

 

 

 

Antonio Somoza López

 

 

 


Juan Valdivia Cabeza

 

 


Salvador Piñel Urda

 

 

Juan Manuel de la Muela Pérez

 

 

Pascual de Molina Domínguez

 

 

Rafael Jiménez Gutiérrez

 

 

Francisco Serrato Gavilán

 

 

Juan García Sánchez

 

 

Juan Calvente Faura

 

 

José Ramos Moya

 

 

Rafael Villarejo Corrales

 

 

 

Ramón de Troya Romero

 

 

La decisión de escoger, entre los presos que estaban en la cárcel de Gaucín, a los catorce señalados, se desconoce de quién salió ni cuáles fueron los motivos de la  fatídica elección, pero –aparte de situaciones puntuales como la que he referido en relación con mi padre- parece deducirse que la causa fundamental es que constituían lo que entonces se conocía como “fuerzas vivas”: el alcalde, el párroco, los dos médicos, el farmacéutico, el juez municipal, el radio telegrafista, dos estudiantes, un industrial y los tres mayores propietarios (aparte de la madre que se negó a quedarse en la cárcel y prefirió acompañar a su hijo).No encuentro otro motivo especial, aparte de su tendencia religiosa, como se hace constar en  las Respuestas… ya citadas, en cuyo apartado 2-3.- se nos dice “ El numero de seglares asesinados en este pueblo fue de trece. Seis de ellos lo fueron precisamente por profesar ideas religiosas; los demás, unos por sus ideas políticas y otros por ser propietarios. Sin embargo de referencia se tienen algunas noticias, aunque confusas, de que todos murieron como cristianos aunque algunos de ellos antes del Movimiento eran indiferentes en materia religiosa por no decir ateos, pues su conducta no estaba de conformidad con los preceptos de Dios y de la Iglesia nuestra Madre.”

.

 

Panteón de los catorce

 

 

De las Diligencias Judiciales citadas (Folio .2162, de los que he consultado en fotocopia facilitada por Don Pedro Sánchez Trujillo,) resulta que el 8 de septiembre “fue llevado en unión de trece más al inmediato pueblo de Benadalid donde allí fueron asesinados por unos milicianos de Ronda en unión de los de Benadalid, que no sabe las heridas que su referido esposo presentaba, que fue extraído del lugar donde fue asesinado a los seis meses aproximadamente.- Con relación a las personas que tuvieron participación en el crimen manifiesta que estos lo fueron los componentes del comité recordando entre ellos Sebastián Medina González (A) Alcalá Zamora, Domingo González Mejias, y otros cuantos que formaban el mismo los cuales han muerto, y en cuanto a los relacionados anteriormente sabe a ciencia cierta que se encontraban detenidos en la Prisión Provincial de Málaga…” (Declaración efectuada el día trece de octubre de mil novecientos cuarenta y uno. Ha de observarse que la devolución de las diligencias exigidas en el exhorto de referencia, fue efectuada por el Juez sustituto de Ronda Sr. Gabilán el 10 de octubre del año 1943).

 

Precisamente, en la relación que se hace en el “Cuestionario” ya citado (apartado 5.1.- Folio D.J. 233.690), al relatarse las peripecias sufridas por el Sacerdote Superviviente José Gutiérrez Jaén (que estuvo, en unión de Miguel Viñas y Mariano Rodríguez Martín,  cinco días retenido por el Comité de Benadalid, por las cercanías del río Genal, hasta que fue liberado por intercesión del bandido Flores Arocha y su madre), se dice que la Iglesia de Benadalid fue destrozada interiormente  el veintiuno de julio “en presencia de un Delegado de Gaucín, llamado Domingo González”.

 

Jose Gutiérrez Jaén, Párroco de Gaucín que sucedió a De la Muela Pérez -y que era natural, precisamente, de Benadalid-, se refiere a los hechos en el citado escrito “Cuestionarios referente al Arciprestazgo…”   y los describe así:

 

“2) Martirio del Sr. Vicario de Gaucín.- El Pbtro. Don Juan de la Muela Cura Arcipreste de Gaucín, fue preso por los rojos el día veinte de julio. En la cárcel sufrió vejámenes y privaciones, pero todo lo sobrellevó con paciencia y resignación cristiana, siendo por sus virtudes objeto de admiración de los cincuenta y dos detenidos que como él había en la prisión. A las tres de la madrugada del día ocho de septiembre, una turba de bandidos  venida de Ronda lo sacó de la carcel en unión de trece detenidos más; fue maniatado como si fuese un facineroso, y dándole empellones, golpes y bofetadas lo condujeron andando a Benadalid que dista de Gaucín unos diecisiete kilómetros (1). A este pueblo llegó a las nueve de la mañana y allí también fue recluido en la cárcel. Enterado de esto el Cura de Benadalid, bajó a la prisión vestido de paisano y allí con peligro de su vida le confesó y auxilió espiritualmente. A las tres de la madrugada del día nueve de septiembre los marxistas de Ronda le sacaron de la prisión en unión de los trece detenidos, los ataron dos a dos y burlándose de ellos y profiriendo al mismo tiempo horribles blasfemias, los sacaron fuera del pueblo y los bajaron por una cuesta llamada “Loma de la Cerilla”  y los asesinaron en un lugar denominado “El Castañar”. El Sr. Vicario animaba y exhortaba a todos los detenidos para que ofreciesen sus vidas a Dios y muriesen por Cristo; y en efecto todos murieron al grito de “Viva Cristo Rey”.

El Sr. Vicario y sus trece compañeros de martirio recibieron sepultura por varios jóvenes de Benadalid, en el mismo lugar en donde fueron  fusilados.

En dicho sitio se ha puesto un cerco y se ha colocado una cruz en memoria de los catorce citados difuntos  (Papel de oficio timbrado con la numeración D.J.233089 y vuelto)

 

(1)   En el apartado 11 de dicho Cuestionario, “Clases de caminos que hay para ir de un pueblo a otro del arciprestazgo”, consta que desde Gaucín a Benarrabá “hay carretera pero en regular estado”, desde Gaucin a Algatocín “hay carretera en pésimo estado” y “desde Algatocín a Benalauria, Benadalid y Atajate no hay carretera; solamente hay camino de herradura; que por cierto es bastante malo”. Ello basta para hacerse una idea del recorrido.

 

 

 

 

En el Altar Mayor de la Parroquia

 

 

Por su parte, el documento mecanografiado, denominado Relación de las hechos ocurridos con motivo de la guerra determinada por el levantamiento cívico militar de 18 de julio de 1936 , en su apartado segundo, Titulado “Personas”, hace  similar relato de los hechos, con los siguientes matices:

 

“1.-… dicho sacerdote gozaba de grandes simpatías, siendo por sus virtudes y egregias cualidades objeto de aprecio admiración entre sus buenos feligreses. Fue encarcelado el día diez y nueve de julio… en unión de otras cuarenta personas de significación derechista. Durante su permanencia en la cárcel, lóbrega e inmunda, soportó con paciencia… en la prisión rezaba todos los dias el Oficio Divino y el Santo Rosario, siendo por ello objeto de  odios y mofas… A los que con él estaban detenidos animaba con cariño y gran valentía a sobrellevar con ánimo  alegre y resignado todos sus sufrimientos y privaciones, y les exhortaba  con unción evangélica a que los ofrecieran a Dios por la salvación de España.

Como los rojos acostumbraban llevar sus víctimas a los pueblos limítrofes para allí sacrificarlos, eso determinaron hacer y en efecto llevaron a la práctica con el Sacerdote referido y trece detenidos…. Maniatado y andando fue conducido a la Villa de Benadalid; durante todo el camino fue cruelmente maltratado, dándole golpes y empellones, culetazos y sablazos, le insultaron de la manera más soez e inhumana, quedando tan exhausto de fuerzas que casi no tenía fuerzas para respirar. A las nueve de la mañana del citado día 8 llegaron a Benadalid, donde fue recluido en la Carcel. A las dos de la madrugada, entre burlas y horribles blasfemias, le condujeron… murió como mueren los mártires y los buenos españoles, gritando Viva Cristo Rey Viva España. A las pocas horas de ser asesinado su cuerpo recibió sepultura por varios jóvenes falangistas de Benadalid, en el mismo lugar en que sufrió el martirio.

El día veintidós de febrero de mil novecientos treinta y siete, llegó al  pueblo antes citado una Brigada de Investigación Sanitaria, venida de Sevilla,  al objeto de exhumar el cadáver del venerado sacerdote y los de las trece personas allí martirizadas. Lo restos sin poder identificar fueron conducidos a Gaucín y se le dio sepultura cristiana en el Cementerio de dicha localidad, el día veintitrés de febrero. Al acto del sepelio asistió todo el pueblo de Gaucín en masa y varias comisiones venidas de todos los pueblos del arciprestazgo”

 

 

Para corroborar, en lo posible, las anteriores circunstancias, visité Benadalid, en agosto de 2006,  e intenté acercarme al lugar donde se efectúo el fusilamiento, pero ninguno de los vecinos que me encontré supo indicármelo, asi como tampoco en donde se encontraba la cruz que se decía se colocó a raíz de los sucesos.

 

 

 

Bajos del Ayuntamiento de Benadalid

 

 

En  el Ayuntamiento (actual Juzgado de Paz y que sirvió de  cárcel en aquellos días) no pude encontrar las partidas de defunción y sólo pude comprobar que había un enterramiento el día 31 de agosto de 1936, a nombre de María Robles Ruiz, y el siguiente se refería a Antonia Vázquez Díaz, fallecida el día 24 de septiembre siguiente, lo que demuestra que no se efectuaron inscripciones, en sede judicial, de los hechos acaecidos en la noche del 9 de septiembre. No pude consultar el archivo parroquial. En el Castillo, que se utiliza como Cementerio, tampoco encontré vestigio alguno.

 

 

 

Registro Civil de Benadalid

 

 

 

Por circunstancias casuales me enteré de que en Benadalid podrían informarme de lo acontecido y realice una nueva y reciente visita, en agosto de 2007, entrevistando a dos personas que en aquel entonces eran adolescentes, pero que tenían un recuerdo vivo de los días ocho y nueve de septiembre de mil novecientos treinta y seis. Durante casi dos horas de conversación, me indicaron que por la  madrugada del día ocho de septiembre, pasaban por el Camino de Ronda, los presos que, a pie, venían procedentes de Gaucín, y los del Comité  de Benadalid –de quien eran destacados jefes Silvestre Román y un tal Panzarrota, que después fue ajusticiado a garrote vil en Málaga- “se quisieron hacer los valientes” y se empeñaron en que se quedaran en la localidad, donde fueron conducidos  a la cárcel que estaba en los bajos del Ayuntamiento. “Fue terrible lo que pasó aquí, nunca debió pasar, porque ni los conocían, pero eso suele pasar: los buenos se convierten en malos y en vez de dejarlos que se los llevaran a Ronda la “jarca” que los traía, quisieron ser más grandes…” se lamentaban mis informadores. Durante todo el día, los vecinos “que no eran de ellos” llevaron alimentos y bebidas a los presos, con quienes se comunicaban por la reja del calabozo, dándoles una taza de café, unos dulces… “aunque pocas ganas tenían de nada”. De todas formas, los milicianos no se opusieran a este trasiego de alimentos, ni se metieron con los vecinos.

 

En la madrugada del día nueve, con la plaza llena pero sin que nadie hablara, ni los padres dejaran salir a los niños,  fueron sacados de la carcel –“quedando el pueblo en un silencio sepulcral”-  y llevados por el camino de la Loma de la Cerilla que, en aquel entonces, era una simple vereda hasta el sitio conocido por “El Castañar”. En mi Web, incluí hace tiempo la noticia aparecida en el periódico SUR (no consta fecha, probablemente de 1939-40), procedente de Benadalid, como panegírico a los caídos el 9 de septiembre de 1936 que decía: “tres años de eterna ausencia no han bastado a mitigar el dolor de los tuyos. Hasta los árboles que dieron guardia a la fatídica sima donde para siempre los ojos cerraron, mantienen vivo este dolor...”

 

 

 

 

Castaño de Rosalía López

 

 

En un castaño, que se aprecia al borde del actual Camino de tránsito rodado, se dice que la única mujer de la comitiva Rosalía López Cañamaque –que voluntariamente se decidió a acompañar a su hijo preso, Antonio- se agarró desesperadamente a su tronco, negándose a continuar bajando por la abrupta ladera, de donde fue arrancada por los del Comité y arrastrada, a través del viñedo entonces existente, hasta el borde del precipicio desde donde fueron precipitados los catorce, conforme iban siendo fusilados. Junto a la vereda fueron encontrados numerosos objetos personales, entre ellos unos zapatos, unas gafas y unas fundas, según recuerdan mis informantes.

 

 

 

Fosa común al borde de la vereda

 

 

El lugar está al borde de una gredal, a cuyo fondo fueron arrojados los cadáveres, siendo amontonados. Cuando volvieron para echar cal sobre los mismos, observaron que uno de ellos no estaba en el montón. Es posible que cayese herido, pero no muerto o no recibió el tiro de gracia. Quizá se hizo el muerto en el montón de cadáveres y, probablemente, arrastrándose, ensangrentado, se  deslizó cuesta abajo, después de salir vivo milagrosamente del pelotón de fusilamiento, pero, tras esconderse y curarse de las heridas de las balas que no lograron matarlo, no pudo sobrevivir a la matanza y a la propia tragedia de la guerra incivil porque, según me contaron, estuvieron buscándolo toda la mañana hasta que lo encontraron acurrucado entre unos zarzales donde había tratado de esconderse. Se dice que este herido, que fue rematado al ser encontrado, era el Juez Municipal de Gaucín, el ya citado Juan Valdivia Cabeza.

 

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Luces y sombras en “El Castañar”

 

 

Los cadáveres estuvieron  en el barranco hasta el mes de febrero del siguiente año, en cuyo momento fueron exhumados, tardándose varios días en rescatarlos a todos, hasta tal punto –me contaron mis informantes- que “los iban colocando en ataúdes en lo alto de la loma de arriba” y,  cuando los retiraron para trasladarlos a Gaucín, las bases de las cajas quedaron señaladas en la tierra y “los ataúdes habían criados florecillas sobre el terreno”.

 

No supieron decirme cuantos días se tardó en estas operaciones de exhumación, pero debieron ser varios dado lo accidentado del camino, la profundidad de la fosa –sobre la que han crecido un castaño y un cerezo, según pude apreciar- y las dificultades en la identificación de los  cadáveres, que, como dicen otras fuentes, no se logró llevar a cabo. Hoy día, el castañar está abandonado, de tal forma que las castañas se dejan para la alimentación de los jabalíes que abundan en el paraje, y se encuentra completamente abrozado, hasta tal punto que mi acompañante tardó más de una hora en conducirme a la fosa, mientras cortaba y arrancaba las zarzas delante de mí y recomendándome precaución en mi descenso por lo pendiente y sinuoso de la vereda

 

B.- Muerte del sacerdote Francisco Jiménez Mancebo.-

 

 

 

En la Relación provisional de los presuntos Mártires malagueños de los años 35-36, Artículo del sacerdote diocesano Pedro Sánchez Trujillo publicado en el BO  Eclesiástico de la Diócesis de Málaga (Año 137, Enero 2005 nº 1), aparece, junto al nombre del Párroco de Gaucín, Juan Manuel de la Muela, la siguiente indicación: “JIMÉNEZ MANCEBO, FRANCISCO. 35 años, natural de Ronda, Coadjutor de Santa Cecilia y del E. Santo de Ronda. Asesinado en Ronda el 6-8-36”.

 

Sobre el particular, he de indicar que el referido sacerdote, si mis datos son correctos, sería Francisco Jiménez Mancebo, nacido en Gaucín en 1875 (por lo que, cuando lo mataron tendría 61 años), en cuyo Registro Civil figura el primer apellido con G en vez de con J, (ya que ésta sólo aparece,  en las anotaciones registrales, a partir de 1890). Por mi padre, supe que el tío Paco (pues era hermano de su madre, Maria Jiménez Mancebo), había muerto en Ronda, arrojado por el Tajo. Era hijo de familia numerosa: su padre Antonio Jiménez Valle, natural de Gaucín, estaba casado con Maria del Rosario Mancebo Ruiz, natural de Casabermeja, y habían tenido siete hijos, la mayoría nacidos en pueblos distintos (pues había sido Guardia Civil), aunque, cuando murió a los 80 años, el 8.2.1910,  siendo Sargento retirado en Gaucin, sólo dejó tres hijos: Maria (mi abuela), Francisco y Concepción (así se recoge expresamente en la inscripción del RC, de donde he tomado estos datos). También me consta la fecha en que firmó la primera vez como coadjutor de Gaucín, que fue en 24 de octubre de 1906, en el libro sacramental de Defunciones.

 

No creo, pues, que, por la coincidencia de apellidos y la circunstancia de ser sacerdote asesinado en Ronda, se trate de dos personas distintas.

 

Lisardo Guedes indica, después de incluir en la pg. 392, una  fotografía en la que aparece  señalado con el número 3, el P. Francisco Giménez Mancebo, “que era

 

 

 

 

 


 

 

hijo de D. Antonio Jiménez y de la Calle (como hemos visto, el segundo apellido era Valle) y de Maria del Rosario Mancebo y Ruiz. Él de Gaucin y ella de Casabermeja.

1908. En este año era Coadjutor de Gaucín (BOEOM, Pág. 386)

1916. Ahora es cura Regente de Jubrique  Antonio Gándara (BOEOM; pg. 217) y el 9-IX-1917 continúa en Jubrique y bendice el matrimonio de Joaquín de Molina con Rosalía Martín Jiménez (ADM/ Pa. Gaucín, L. 19, ac. n. 1675)

15-1-1929, ya está de Coadjutor en El Espíritu Santo de Ronda.

+ VII, presos él y D. Enrique (Cantos y Gallardo, Párroco del Espíritu Santo), 1-VIII, martirizados.”

 

 


Lápida en la parroquial del Espíritu  Santo

 

 

Recoge asimismo Guedes, un escrito del Párroco del Espíritu Santo, Antonio Gándara, en el que se dice que “el 29 de julio fue preso en el cuartel de la Concepción, junto al párroco D. Enrique Cantos y tres sacerdotes más, y que, sin perjuicio de que las circunstancias que concurrieron puede decirse que son, en su mayoría, desconocidas… le consta que D. Francisco Jiménez Mancebo, cuando era conducido a la prisión… un grupo de vecinos, entre ellos algunos dirigentes marxistas, trató de libertarle varias veces, negándose él terminantemente en todas ellas y contestando con decisión que él iría donde su compañero, corriendo la misma suerte.”

 

Pese al trabajo preliminar de Sánchez Trujillo, antes citado, en el libro Quiénes son y de dónde vienen 498 mártires del siglo XX en España, de la Conferencia Episcopal Española, editado por Edice, 2006, no aparece ninguno de los citados sacerdotes de Gaucín.

 

 

C.- Muertes en los años 1937 y siguientes.-

 

Por lo que se refiere a las represalias de las tropas de Franco a su llegada al pueblo, nada hay escrito que yo conozca, aunque es de dominio público la huida que se produjo de la población, cuando se anunciaba su llegada. Los primeros avisos fueron los cañonazos sobre la Sierra Crestellina y las pasadas de la aviación sobre el pueblo, una de cuyas bombas cayó en la misma puerta del Ayuntamiento. Por tierra, los requetés y falangistas entraron por la Lobería y los regulares por la Mora, el Perejil y la Sierra Espartina. Me cuentan que la desbandada fue casi general, incluidas gentes de derechas, pues el solo anuncio de la llegada de “los moros” amedrentaba a la población, si bien es verdad que los que menos tenían que temer se volvieron al pueblo desde el mismo Río Genal, desde Casares o Manilva, aunque algunos de los más significados huyeron a Málaga, Almería  y a Francia. Algunos quedaron en las cunetas como consecuencia de la artillería y bombas de los aviones. Los que fueron capturados, siguieron suerte distinta y sólo he encontrado la referencia de muertes que señalo a continuación, aunque se dice que fueron más los que siguieron igual fatal suerte; por ejemplo, un camión que saliendo por la Carrera (entre lloros y gritos de los allegados) llevó a varias personas a la Estación de Gaucín, donde fueron fusiladas. También son recordadas las vejaciones que sufrieron algunas mujeres a las que, después de raparles la cabeza, obligaban a beber aceite de ricino y las paseaban por el pueblo en burros.

 

 

En 24 de febrero de 1937 fue fusilado –se dice que en las tapias del Cementerio de Gaucín- Dámaso Martínez Lozano, Maestro Nacional, de 43 años, tenido por Masón, domiciliado en c. Armiñán, siendo realizada la inscripción el 27.6.1940, en la que se hace constar que su muerte lo fue “a consecuencia de lesiones causadas por el Ejercito Nacional”, como dimanante de “expediente instruido al efecto por el Juzgado de Primera Instancia de esta fecha y Auto de fecha 25 de octubre”. En su tumba, alguno de sus alumnos siempre puso un ramo de flores el día de los Difuntos

 

 

 

Dámaso Martínez Lozano

 

 

 

 

 

En el RCG, Libro 47, el 25 mayo de 1937 se inscriben veintisiete enterramientos, de “fallecidos en esta Villa”, naturales de Cortes de la Frontera (Francisco Vega Villanueva soltero de 30 años, Gonzalo Vega Villanueva casado de 24 años, Fernando Gil Rodríguez casado de 65 años, Miguel Pérez Cózar soltero de 23 años, Francisco Benítez Ortega soltero de 23 años hijo de Francisco y Asunción, Francisco Benítez López casado de 57 años, Juan García Pérez soltero de 27 años, Juan Sánchez Reinaldo casado de 53 años, Francisco González Rodríguez casado de 64 años,  Luís Prieto Medina casado de 35 años, Jose Gutiérrez Herrera casado de 56 años, Andrés Gutiérrez Pérez casado de 40 años), de El Bosque (Jose Espinosa Guerrero casado de 32 años), Jimena (Manuel Pérez Coronil casado de 40 años, José Moreno Lobato  soltero de 29 años, Diego Orellana Machado, casado de 32 años), Ubrique (Juan García Rodríguez casado de 38 años, Manuel Herrera Gavira casado de 31 años), Arriate (Salvador Bello Serrato, casado de 32 años),  Estación de Gaucín (José Peña Carrasco, casado de 35 años), Benaoján (Jose Aguilar Aguilar, casado de 39 años), Ronda (José Flores Mairena casado de 48 años, Manuel Duarte Duarte casado de 46 años) y Gaucín (Juan Martín Valdivia de 54 años casado con Maria Mateos Martín en 1909, Marcelino Martín Lermos de 54 años casado, Juan Rodríguez Angel de 27 años casado con Juana Ocaña en 1923, y Jose Martín Moncada, de 21 años soltero)

 

 

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Juan Martín Valdivia

 

 

 

Marcelino Martín Lermos

 

 

 

Juan Rodríguez Angel

 

 

 

José Martín Moncada

 

 

En las inscripciones consta como causa de la muerte el eufemismo “lesiones…según resulta de certificación facultativa”, así como que la misma  “… se efectúa por orden del Sr. Presidente del Consejo de Guerra permanente sumarísimo de urgencia”. Es la parca y encubridora literatura de las excusas, frente a la exhuberancia descriptiva de los que tenían voz.

 

En 2 de noviembre de 1939 se inscriben seis enterramientos “por herida de arma de fuego… de orden recibida de la Junta militar permanente numero 37 de esta Villa…”, naturales de Cortes de la Frontera todos (Pedro Barragán Villanueva, de 23 años, soltero; Andrés Rodríguez Herrera, 28, soltero; Juan Duarte Riviriego, 28; Jerónimo Ramírez Bautista, 25; y Manuel Villanueva Carretero, casado con Catalina Gil Fernandes) menos uno, del que no consta su lugar de nacimiento, aunque pudiera ser, por los apellidos, natural de Gaucín (Salvador Bautista Benítez, de 49 años, hijo de Salvador e Isabel, casado con Maria Bautista Mateos, que deja 7 hijos), fallecidos, los tres primeros el día 31 de octubre anterior y los tres últimos el día primero de noviembre (Folios 36 a 41, Libro 86 de Defunciones del RCG)

 

 

Salvador Bautista Mateos

 

 

 

 

 

5.-EPÍLOGO.-

 

 

1.- Queda, pues, constancia de mis datos. Y lo hago, teniendo en cuenta (por encima de estas consecuencias y más allá de las leyes de amnistía, restaurada la democracia, y después del notable esfuerzo de reconciliación que supuso la llamada transición)  que en estos momentos, se pretende desenterrar muertos de una de las dos orillas, en un intento de recuperación de la  denominada memoria histórica, a que antes he hecho referencia.

 

La Junta de Andalucía publicó un Decreto para el reconocimiento institucional y social de las personas desaparecidas durante la Guerra Civil y la Posguerra. Se formularon al Congreso de los Diputados, proposiciones no de ley para coordinarse y cooperar con los medios materiales y humanos necesarios para facilitar la exhumación, identificación y enterramiento de las víctimas de la Guardia Civil que por defender los valores republicanos fueron asesinados y enterrados sin identificar en fosas comunes. El grupo ERC pretendía obligar al Rey a formalizar solemnemente en nombre del Estado las demandas de perdón a las víctimas de las consecuencias del levantamiento militar contra la Constitución Republicana. Y, en estos momentos, está pendiente de debate parlamentario, un proyecto de Ley de Recuperación de la Memoria Histórica, cuyos términos finales no se conocen.

 

La Iglesia, por su parte, insta a la canonización de medio millar de de sus mártires, en especial, sacerdotes.

 

Y, en el entreacto, en unos medios de comunicación se  evocan escenas que más que revivir una memoria histórica, objetiva aunque trasnochada, sólo hacen que remanezcan historias personales, por muy dolorosas que en su día fuesen, mientras que, en algún periódico afín al otro bando, aparecen esquelas mortuorias con sesenta años de retraso que sólo pretenden reabrir heridas y emponzoñar el ambiente ciudadano.

                                

Ante estos hechos, me  he atrevido a recopilar los precedentes datos. He pretendido con las notas que anteceden, exponer los testimonios que conozco –en especial, con la referencia concreta que me atañe- de lo que sucedió en nuestro pueblo en aquellos dolorosos tiempos. Sé que el material documental que he manejado no es suficiente y por ello apelo a la colaboración de todos los paisanos que tengan otros datos o documentos escritos u orales, sobre el resto de los afectados.

 

En todo caso, una vez que se ha superado la dialéctica de las “Dos Españas” y la Constitución surge como expresión de reconciliación entre vencedores y vencidos de la guerra civil,  esta parte de la  pequeña historia de nuestro pueblo –y su rememoración- pudiera ser un bien para la reconciliación, ya consolidada e incompatible con el revanchismo, el desquite o la vindicación, sin ánimos de reabrir heridas.

 

2.- De mi referida última visita a Benadalid, quiero recordar que, al regresar por la sinuosa y pendiente vereda, pude contar hasta dos mil quinientos treinta y cuatro pasos, cansinos y tristes, mientras balbuceaba un padrenuestro y la siguiente y entrecortada oración:

 

 

Esta hoja de cerezo

  -regada de savia eternamente rosa-

trémula burbuja de jabón, invisible

en la fosa de los años y no

                                                 del olvido.

Un castaño le acompaña

en el gredal de los tiempos.

Mudos testigos. Palabras

que gritan temblorosos gemidos

   -sin ecos en verdes praderas-

y merecen la acogida

                                              del perdón

 

Después de recorrer estos 2.534 pasos, resonaba en mis oídos el seco ruido del hocino sobre las zarzas, en un intento de desbrozar el entramado de tantas y tantas ataduras que nos impiden seguir adelante. Y me preguntaba qué sería anterior, si el olvido o, tal vez,  el perdón. La mítica cifra del 7, redoblaba una y otra vez sobre mi conciencia… “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mateo, 18, 22) y la razones y las sinrazones se entrecruzan mil  veces siete…

 

¿Seremos capaces, será posible el perdón y el olvido?

 

Por supuesto, desde la memoria personal, que es la única que merece la pena recordar para ser guardada en las intimidades de nuestro corazón y, a lo sumo, compartida sin rencor.