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El General Gómez y las guerras carlistas en Gaucín PDF Imprimir E-mail
Escrito por administrador   
Jueves, 19 de Mayo de 2005 18:36


 

 

 

Cuando en la inscripción de los azulejos del parquecillo que, en un nivel más elevado, se ha construido a la derecha de la entrada  del Cementerio de Gaucín, se nos dice que el Castillo ha sido partícipe de nuestros hechos guerreros y cita como uno de los ejemplos la "heroica defensa libreral frente al general carlista MIGUEL CASTRO Gómez (1836)", tuve la primera noticia de la participación de nuestro pueblo en las luchas fratricidas que se desarrollaron a lo largo del siglo XIX y me entró la curiosidad de bucear en ellas y saber como habíamos venido a estar de parte de los liberales isabelinos, cuando hacía pocos años que éramos acérrimos partidarios del absolutismo fernandino e, incluso según se había acreditado, en un caso, y rumoreado, en otro,  habíamos estado en el complot para derribar a los liberales Manzanares (muerto a primeros de agosto de 1931, entre otros, por Voluntarios Realistas de Gaucín con el Alcalde Gálvez y Fernández al frente) y Torrijos ( el 11 de Diciembre de 1831  fue fusilado en Málaga junto a sus 52 compañeros). Por ello, intenté buscar una biografía del citado general carlista y mi desilusión fue grande, pues nadie se había ocupado de este personaje, y solo pude encontrar referencias a MIGUEL Gómez DAMAS, nacido el 5 de junio de 1785, en Torredonjimeno, como famoso general de la primera guerra carlista, llamado el Zumalacárrequi del Sur, que tomó Oviedo en 1836 derrotando al general Pardiñas de las tropas gubernamentales de la Reina, en el Puente del Barco del Soto en el Concejo de Ribera de Arriba.

 

Así es, que me decidí por investigar sobre el particular, partiendo de la base de que la inscripción que figuraba en la lápida el parquecillo estaba equivocada, por lo que, desde aquí, ruego a quien corresponda que proceda a la sustitución de la leyenda o, si el equivocado soy yo, me indique a que fuentes he de dirigirme para encontrar noticias del supuesto General Castro Gómez.

 

Y, sin mas preámbulos, vamos a hacer una somera incursión histórica en este tema.

 

 

1.- Contexto histórico.-

 

El 29 de marzo de 1830 Fernando VII firmó la Pragmática Sanción de 1789, que restablecía la ley de Las Partidas autorizando la sucesión femenina al trono. El monarca, ante la posibilidad de no tener herederos varones, hace público lo que se había mantenido en secreto en el reinado de Carlos IV: la derogación de la Ley Sálica.

 

La sucesión del rey Fernando VII, el incapaz y cruel Deseado durante la guerra con los franceses, fue un grave problema de su reinado pues, pese a sus sucesivos matrimonios no consiguió descendencia hasta 1830 en que nació su hija Isabel. La profunda división en España entre liberales y apostólicos, se refleja también en la sucesión al trono pues el rey deroga la Ley Sálica que impedía que las mujeres pudieran reinar en perjuicio del hasta entonces heredero, su hermano Carlos María Isidro, que no lo acepta y a la muerte de Fernando VII se proclama rey como Carlos V apoyado en los sectores más conservadores y en las regiones del País Vasco, Navarra y zonas rurales de Cataluña comenzando así la I Guerra Carlista (1833-1840).

Las guerras carlistas, como sabemos, fueron, por un lado, luchas dinásticas, que enfrentaron a los ejércitos de los Borbones de la rama Carlista y las fuerzas de los realistas descendientes de Fernando VII,  aunque supusieron a la vez el enfrentamiento entre dos ideologías y procedimientos políticos opuestos: absolutismo y liberalismo.

Gaucín, no podía quedar al margen de los problemas nacionales.

 

Ya sabemos cómo se había implicado en la tarea nacional de la lucha contra el invasor francés.

 

Paginas de gloria hemos conocido de su hijos y, en especial, del general José Serrano Valdenebro, cuyo cuartel general residía en su propio domicilio familiar, sito en la calle Llana numero 10

 

La terminación de la guerra en la Serranía se dejó sentir, como ya he explicado en otro lugar, pasando un tupido velo sobre estos héroes, el primero de cuyos exponentes fue el sermón dado en septiembre de 1813 con motivo del nacimiento del primogénito del XV Duque de Medinaceli, en el que se hizo una desgarradora alusión a los pesares de Gaucin en la reciente guerra de la Independencia, sin ni tan siquiera hacer una mención a nuestro héroe liberal.

 

En marzo de 1814 fallece Serrano Valdenebro, a los 73 años y ello coincide con la vuelta de Fernando VII y del absolutismo, la primera de cuyas muestras fue "el manifiesto de los persas" (alegato absolutista) del 12 de abril siguiente y su inmediata consecuencia: la disolución de las Cortes por Fernando VII el 4 de mayo.

 

No obstante, durante los años 1814-19 se suceden  levantamientos liberales, como los  de Espoz y Mina (1814), La Coruña (1815), Lacy y Milans Del Boch en Barcelona y Gerona (1817) y Vidal en Valencia (1819), lo que culmina en Enero de 1820 con el de Riego en Cabezas de San Juan, lo que da lugar al Trienio Liberal (Gobierno de los Presidarios, Bardají, Martínez de la Rosa, Evaristo San Miguel, Fernández Gascó).

 

El  7 de noviembre Riego es ahorcado en Madrid por votar la suspensión de poderes al rey

 

Los cien mil hijos de San Luis, al mando del duque de Angulema, ponen fin al liberalismo y dan paso a la Década Ominosa (1823-33).En 1831 Marina Pineda había sido ajusticiada en Granada.

 

Otros hitos de aquellas fechas son, por lo que se refiere a nuestro pueblo, que Merimée nos había visitado, en su primer viaje a España (1930-1833) y que, también en este último año, lo habían hecho David Roberts (23 de Marzo) y Pérez Villaamil, de lo que nos dejaron las excelentes muestras de "Carmen" y las visiones pictóricas del Castillo del Águila.

 

En este contexto, se produce la regencia de Maria Cristina de Borbón, 1833-43, cuyos principales acontecimientos fueron en 1834 el Estatuto Real (Martínez de la Rosa, Toreno), la Demarcación Provincial de Javier de Burgos en 1834 y la abolición de la Inquisición por Decreto del día 15 de julio de este mismo año, así como la Desamortización de Bienes Eclesiásticos decretada por Mendizábal en 1835-36, y, en Julio de 1836, las Elecciones ganadas por el moderado Itsúriz, y por los Liberales en las grandes Ciudades, entre ellas, Málaga.

 

El 13 de agosto de este año, a raíz del motín de los Sargentos de La Granja,  la Regenta Maria Cristina da un Decreto restaurando las Cortes de Cádiz, cuya consecuencia inmediata es la promulgación en 1837 de la Constitución Liberal.

 

Pues bien, durante la regencia de Maria Cristina, estallan la guerras carlistas, las primera de las cuales tiene su apogeo en 1836.

 

 

 

 

2.- Las guerras carlistas.-

 

Con este nombre se conocen  las guerras civiles españolas desarrolladas en el siglo XIX.

 

 

Libro de Pirala sobre esta Guerra Civil. <![endif]>

 

La primera guerra estalló en 1833, cuando, como he dicho anteriormente, el infante Carlos María Isidro de Borbón, hermano de Fernando VII, no reconoció como princesa de Asturias a Isabel, la hija primogénita de Fernando. Terminó en 1839 con el convenio de Vergara.

Se desarrolló en las provincias Vascongadas, Navarra, Cataluña, Aragón, Castilla y Valencia, siendo su protagonista el general Zumalacárregui, generalísimo carlista de Navarra y del País Vasco, que pudo recuperar sin grandes dificultades los territorios de las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa, destacando en el sitio de Bilbao (10-6-1835), donde murió a consecuencia de una herida.

El apaciguamiento del carlismo en el norte fue contrarrestado por la pujanza combativa de Cabrera, que supo imponer su dominio en el Maestrazgo, en Morella, derrotando repetidas veces a los ejércitos cristinos. Llegó hasta Valencia, pero el 31 de agosto de 1839 se ratificó en Vergara un acuerdo por el que se puso fin a la guerra carlista, firmado en Oñate dos días antes por el capitán general de los ejércitos cristinos, Baldomero Espartero, y por el teniente general de los ejércitos carlistas, Rafael Maroto. Las negociaciones del tratado fueron largas y difíciles, contando con la mediación de potencias como Francia y Reino Unido. Finalmente el tratado recomendó a las Cortes la conservación de los fueros vascos y navarros, el reconocimiento de los grados y sueldos de los militares carlistas y la liberación de los presos. La ratificación del tratado se expresó con un acto de reconciliación: Espartero abrazó a Maroto y ordenó a sus tropas que se adelantasen para abrazar a los carlistas. Por ello, el tratado también es conocido por el nombre de El Abrazo de Vergara.

En Andalucía el espíritu de la Constitución de 1812 y el Trienio Liberal de Riego conducen a la mayoría de la sociedad hacia el liberalismo apostando por un cambio que acabara con los señoritos y caciques, sin embargo no fue campo de grandes batallas en esta guerra civil; entre las tentativas carlistas por dominar Andalucía destacan la conspiración de Malavilla en Sevilla en 1835, la precipitada expedición del general Gómez en 1836, y el intento de insurrección de las Alpujarras en 1838 que fue rápidamente aniquilado en el pueblo de Polopos donde los carlistas se refugiaron; es significativo sin embargo que el obispo de Guadix estuviera complicado en la insurrección.

También en el otoño de 1838 el general Narváez intervino en una insurrección en Sevilla y hechos similares ocurren en Osuna, Ronda, Montilla, Castilblanco, Bujalance, etc.; es en este tiempo cuando el rey don Carlos envía al marqués de Valdeflores a reclutar tropas en Andalucía y Extremadura sin éxito, quedando definitivamente sólas las partidas carlistas que en los montes andaluces, luchaban en su mayoría contra el poder establecido, que liberal o conservador les condenaba a no tener tierras propias que trabajar y a depender de los jornales que tuviesen en el latifundio.

 

 

3.- El general Gomez Damas.-

En la villa de Torredonjimeno, nació Miguel Sancho Gómez Damas el día 5 de Junio de 1785, hijo de Juan Francisco Gómez Gómez y Juana José de Damas Hermoso. Era Torredonjimeno en aquellos entonces una de las villas que formaban parte de la encomienda de Martos de la Orden de Calatrava.

En Granada comenzó a estudiar Derecho, pero cuando en mayo de 1808 el pueblo de Madrid se levanta en armas contra las tropas invasoras de Napoleón, Miguel Gómez Damas abandona sus estudios y es el primero en presentarse ante el Duque de Montemar con el objeto de servir a la Religión, a la Patria y al Rey. Tiene 23 años de edad. El día 9 de junio de 1808 ingresa como subteniente, participando en la Batalla de Bailén.

En el curso de la Guerra de la Independencia servirá a España en el empleo de primer Ayudante en el Regimiento de Infantería Ligera de Tiradores de Sigüenza, tomando parte en varias acciones bélicas hasta que el 21 de julio de 1812 es capturado por los franceses en Castalla. Prisionero del enemigo es conducido a Francia y confinado en el depósito de prisioneros de Autum de donde logra evadirse para, una vez en España, presentarse ante D. Francisco Javier de Elío, general en jefe del 2º Ejército, y pedir nuevamente un puesto en primera línea de combate.

En septiembre de 1812 se gradúa como capitán, retirándose del servicio activo el 8 de mayo de 1816.

En los últimos años de su primera etapa militar, Gómez se había hospedado en Huete, donde conoció a doña Vicenta de Parada, con quien se desposará en diciembre de 1815 en la madrileña iglesia de San Martín.

Una vez licenciado, el 3 de febrero de 1818, el matrimonio se afinca en la ciudad de Jaén en donde D. Miguel Gómez desempeñará el puesto de administrador de bulas. Pero la paz dura poco. El liberal Rafael del Riego se subleva contra la monarquía absolutista de Fernando VII, y se instaura el llamado Trienio Liberal (1820-1823). El tosiriano, convencido defensor de la causa absolutista, pasa a actuar en la sombra conspirando contra el sistema liberal desde abril de 1822. Gómez intenta por todos los medios sublevar al regimiento provincial de Jaén, pero no lo consigue. Habiéndose percatado de que está bajo vigilancia decide salir sigilosamente de la capital de la provincia antes que dejarse apresar por el enemigo bajo la acusación de maquinar contra del gobierno liberal. Después de la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis, triunfante la causa absolutista, Gómez regresa a Andalucía. En Cádiz logra frenar un pronunciamiento, servicio que le vale la Cruz Laureada de San Fernando y la comandancia de la plaza de Algeciras de la que será depuesto por sus simpatías absolutistas una vez que Fernando VII cae en cama convaleciente y su esposa María Cristina se hace cargo de la regencia, triunfando las ideas liberales. Cuando estalla en las provincias septentrionales la I Guerra Carlista Gómez está en Madrid. Sin pasaporte emprenderá el camino a Navarra donde se pone a las órdenes de su amigo D. Tomás de Zumalacárregui.

Como es sabido, la tirantez de los propios carlistas entre los partiadrios de conquistar Vitoria y las llanadas alavesas (Zumalacárregui) y los de dar un prestigioso ataque a Bilbao (los de la corte de don Carlos), se decanta por estos últimos y Zumalacárregui tiene que sitiar esta ciudad, dónde es herido, para posteriormente morir en Cegama en junio de 1835. Le sucede el general Eguía que reorganiza las tropas y, considerando que no podían reducir su acción a defender los reductos del norte, ensayan una  nueva modalidad de guerra a base de penetraciones profundas en el territorio adversario por medio de columnas ligeras dotadas de gran movilidad, pretendiendo, al mismo tiempo, provocar el alzamiento de nuevos focos de lucha en niña retaguardia adversaria. Uno de estos ensayos es el protagonizado por el General Gomez, que sale de Orduña con 4.000 hombres. Llega a Oviedo, y Santiago de Compostela, vuelve por Asturias hasta Aragón y se descuelga hasta Albacete. Luego alcanza Úbeda, Baeza, Bailén, Andujar, Alcaudete y los mas importantes pueblos de Cordoba y Guadalupe, donde es bloqueado por los ejércitos liberales de Alaix, Rodil y Narváez. Logra escapar del cerco y vuelve al sur, llegando a Écija el 13 de noviembre y, después de invadir la serranía de Ronda, se desplaza a San Roque y Algeciras, pasando por Gaucin. Desde Algeciras, desiste de su empeño y vuelve al Norte, llegando a Oña n diciembre de 1836 con mas efectivos de los que partió y con el orgullo de señalas victorias..

Fue la suya una extraña campaña, sin objetivos claros, que puso de relieve el talento del General Gómez para huir de la persecución, pero que también ponía en evidencia la incapacidad de sumar nuevas fuerzas al carlismo.

De todas formas fue la mas importante de las expediciones, si se exceptúa la expedición real, por su larga y atrevida carrera lo que supone una época de las de mas interés de la historia de la guerra civil

En 1836 Gómez encabeza la Expedición que ha pasado a la Historia con su nombre: la Expedición Gómez. En principio todo estaba pensado por el alto mando carlista para que las tropas vascuences de alaveses y guipuzcoanos que conducía el tosiriano alentaran los focos carlistas de la franja norte de la península. Pero Gómez improvisó y, desacatando las órdenes del alto mando, se desvía de los objetivos originarios, emprendiendo una fascinante incursión. Después de llegar a Santiago de Compostela inicia una expedición que recorrerá la península ibérica de norte a sur y de sur a norte. El romántico Mariano José de Larra mencionará las proezas del tosiriano en sus crónicas periodísticas.

Nada más llegar a su zona es encarcelado en Urquiola por sus mismos correligionarios. El motivo no es otro que haber desatendido las órdenes originarias del alto mando carlista.

Miguel Gómez Damas no dará su brazo a torcer cuando Maroto pacte bajo cuerda con Espartero, rindiendo la causa tradicionalista por la mezquina conservación de los rangos y soldadas de la oficialidad carlista. Sin doblegarse Gómez emprende el camino del destierro a Francia. Allí vivirá hasta su muerte, manteniéndose con los honorarios que le granjean sus lecciones de español y siempre acompañado de su fiel esposa, doña Vicenta de Parada. El general prusiano al servicio de la causa carlista, barón Wilhelm von Rahden, nos describirá a nuestro héroe con estas palabras:

"La imagen exterior de Gómez contradecía del todo su origen; cabello de cabeza rubio y fino, ojos azules, configuración de cara algo ancha, más bien corriente, barba sólo escasa; la expresión de bonachón y la corpulencia aparente de la constitución muy carnosa más bien daban la impresión de que se trataba de un alemán y no del español con tez sureña, más bien delgado, pero fuerte y huesudo."

Gómez vivió los últimos años de su vida en el exilio por negarse a aceptar la legitimidad de Isabel II, hija de Fernando VII y María Cristina. Pero, a su muerte, en un gesto sublime de amor a su esposa que honra al hombre íntegro, que no hay que confundir jamás con un fanático, aceptó a Isabel II como Reina de España, con la única intención de hacerle más llevadera la vida a su esposa, compañera de sus desventuras que quedaba en la más desoladora de las viudedades. Sus restos mortales reposan en un cementerio de Burdeos.

 

 

 4.- La participación de Gaucin.-

Si bien el carlismo histórico tuvo sus feudos en las provincias vascongadas, en el reino de Navarra y en el Maestrazgo, ha pasado desapercibido para la historia oficialista que muchas otras zonas de España fueron canteras carlistas sin explotar. Todas las expediciones de la primera guerra carlista, fuera de los bastiones tradicionalistas, tuvieron como finalidad estratégica la de allegar voluntarios a la Causa. Aquellas incursiones pretendieron sumar voluntades, sumar provincias, alzándolas al grito de Dios, Patria y Rey.

La revolución liberal burguesa de los inicios del XIX perseguía alumbrar un nuevo modelo de sociedad y, por contra, los movimientos contrarrevolucionarios fueron expresión de la resistencia al cambio de las viejas estructuras ligadas siempre a los intereses de las antiguas clases dominantes.

Los movimientos carlistas se caracterizan por su desconcentración geográfica, localizados en el norte de España, y sólo a veces las sublevaciones eran masivas, pues lo general en el resto de España no superaban el nivel de las partidas, restos de las disuelta después de la guerra de la independencia y apoyadas, a veces, en la latente tendencia al bandolerismo.

Por otro lado, el nuevo régimen de la propiedad se hizo para debilitar las bases económicas de los enemigos de la revolución liberal y, paradójicamente, la nobleza se mostraba ajena al carlismo como consecuencia de la desvinculación, de la abolición de los señoríos y la desamortizaciones del trienio liberal 1820-23, que se consuman con la Regencia; la revolución liberal se hizo en perjuicio de las fuerzas sociales antiguas y poderosas que pasaran a formar parte de la contrarrevolución desde fechas tempranas del siglo XIX. Se dio la circunstancia de un trasvase de la riqueza e influencia en detrimento de la Iglesia. Mientras la nobleza veía sus bienes desvinculados -lo que aumentaba su valor-, la Iglesia perdía una gran masa de riqueza. Por eso, el clero regular fue la principal victima y el principal enemigo de la revolución, siguiéndole como perjudicado el privilegiado clero del cabildo catedralicio. Por eso, por lo menos a partir de 1830, es indudable la existencia de una opinión publica favorable a Don Carlos, entre  los niveles altos de los políticos fernandinos, del ejercito, la Iglesia y otros estratos de la jerarquía social.

Desde otra perspectiva, la disolución de los señoríos y los abuso a que dio lugar, así como las sucesivas medidas legislativas que dispusieron la desamortización de bienes comunales y del clero, tuvieron como resultado el despojo de una gran mayoría de los campesinos, que habían venido siendo colonos, verdaderos dueños de las tierras; el deterioro de su condición por el endurecimiento de los arrendamientos que practicó la nueva burguesía, mientras que los simples jornaleros resultaron desprovistos de aprovechamientos tradicionales de tierras del comun o de servidumbres colectivas sobre las tierras particulares. Los efectos de la desamortización fueron que la inmensa mayoría del campesinado se perjudicaban al perder la posesión de sus arrendamientos, aparcerías y tercerías; apenas pequeños notables rurales podían reacomodarse y, por otra parte, se produce una masa no pequeña de desocupados procedentes de la milicia hipertrofiada.

En Andalucía, los carlistas consiguieron importantes contingentes de tropas, aunque los cabecillas no consiguieran estabilizarse, como sucedió con el Brigadier Malavilla que no obtuvo progresos notables. Posteriormente, en 1935, el ejercito carlista aceptó una nueva organización que le dividía en tres divisiones, al mando de los mariscales Ituralde, Villareal y Gomez. A este le hizo mucho daño el progreso de los leales en Aragón y ordenó al ejercito de Cabrera que se uniese a los sublevados del Sur. El objetivo general de la expedición de Gomez fue la ayuda a aquellos territorios en los que se suponía la existencia de una opinión adicta y en los que la falta e recursos o de dirigentes impedía el progreso de la guerra.

En Gaucín ya sabemos las pocas simpatías de que gozaban los liberales, por lo que el apoyo a los carlistas estaría, mas que soterrado, puesto de manifiesto, como había sucedido en 1931 con Manzanares y sus compañeros. El Alcalde de Casares, Gregorio García, con realistas persiguió a Manzanares y dio aviso a Genalguacil y Gaucín y a las doce de la noche del día 2 de marzo salieron 100 hombres del Regimiento de Alcanzar de San Juan y Voluntarios realistas de Gaucín y Casares. Por la niebla, 17 liberales escaparon por el Puerto de las Palomas, siendo capturados 14 en la Fuente del Encinar al pie de la Sierra Crestellina, por realistas de Casares y Gaucín. Según un escrito, del 28 de marzo del 31, del alcalde de Gaucín, Francisco de Gálvez y Fernández, eleva el número de prisioneros a 3. El cinco de marzo, a las ocho de la noche, en el paraje de los Baños de la Fuensanta, de Sierra Bermeja, una partida dispersa de los de Manzanares se encontró con fuerzas realistas del batallón de Ronda, al mando de Juan Avilés (de Benarrabá), resultando éste herido y cuatro liberales muertos. A las once salio de Estepona una columna de Voluntarios y relata su Alcalde, Masegosa, el mismo día 8 que se encontró en el paraje de la Romera a las partidas de Igualeja y Junquera que conducían ya muerto a Manzanares y diez y seis prisioneros (que fueron fusilados, según consta en la Gaceta de Madrid, del 24 de marzo de 1931). El Capitán General de Granada, Conde de los Andes, tomo parte en la batida y se situó en el Puerto de los Guardas, en Los Reales, retirándose a Gaucín cuando se enteró de los de la Romera.
 

El Pretendiente Carlos había albergado esperanzas en la sublevación de Andalucía, antes de la expedición de Gomez e 1836. En una comunicación, fechada en 10 de enero de 1835, dirigida al Brigadier Don Salvador Malavilla, y para llevar a cabo el levantamiento general de Andalucía, ante el ofrecimiento de dos mil hombres del comisionado real D. Pedro Arpe y  de 5.000 duros facilitados por el contador del Tribunal Mayor de Cuentas D. Pedro Pulgar, le eligió como jefe para ponerse al frente de este cuerpo de ejercito. En esta notable comunicación se le hacían a Malavilla las recomendaciones sobre disciplina, la evitación de excesos y tropelías y se le recomendaba que "se esmere en convencer a los pueblos que la religión sacrosanta que profesamos, nuestras veneradas leyes, la justicia, el orden y sus mas caros intereses, dependen del triunfo de las armas de Carlos V, nuestro legítimo rey". Descubiertos los planes, Malavilla fue ajusticiado en Sevilla y fue nombrado en junio al mariscal de campo don Pedro Fermín de Iriberri para que se pusiera a la cabeza de sus fieles vasallos en Andalucía.

Uno de los acontecimientos importantes de la primera guerra carlista fue, como ya he dicho,  la expedición del general Miguel Gómez Damas,  jefe del estado mayor del general carlista Zumalacárregui, quien, como ya he reseñado, al servicio del pretendiente don Carlos, recorrió entre los meses de junio y diciembre de 1836 el territorio comprendido entre Vizcaya y Galicia y después hasta Algeciras, con el propósito de propagar los ideales carlistas y reclutar adeptos para el ejército.

El día 4 de noviembre sale de Extremadura y llego a Guadalcanal el día 8 donde descansó y supo que los contrarios, desorientados de su paradero, se habían retrasado, deteniéndose hasta saber sus intenciones, que lo mismo podían ser ir sobre Sevilla o sobre Cordoba. Aprovechando esta indecisión, decidiose Gomez a encaminarse a la Serranía de Ronda, país que ofrecía ventajas naturales, logrando fortificar algunos puntos y donde pensaba que podría fijarse la guerra.

Moviéndose con este intento, el día 9 fue por Alanís a Constantina y Palma del Río, pasando el día 10 l Guadalquivir, la Infantería, por las barcas y l un puente de barcos, y la caballería por un vado. Después de varias escaramuzas, llegó a Ecija, descansando en la ciudad el día 12 y siguiendo el 13 a Osuna y, por Marchena y Olvera, a Ronda, que había sido evacuada por Ordoñez, donde llegó el día 16 de noviembre con el propósito de descansar.

Solo pudieron hacerlo los días 17 y 18, ya que se presentaron algunas personas afectas y con influjo n la Serranía, ofreciendo sus servicios , por lo que fueron autorizados formalmente para levantar partidas, se les distribuyeron 2.000 fusiles y municiones, nombrándose un comandante general de la Serranía para la unidad de las operaciones, aunque se pone de relieve que la Serranía se encontraba sin jefes que pudieran ponerse a la cabeza, aunque se citan numerosos guerrilleros. Entre los principales guerrilleros andaluces de las guerras carlistas, en Ronda se citan a "Pantisco", Francisco Limón, Francisco Gallegos, "El Romano" y "El Cura Feo"; y, en la Serranía de Ronda, a "El Cura de Olvera", "Don Antonio" ,José Ignacio Garmendía, Antonio Díaz "El Morito" , Miguel Borjes, "Duarte", "Borre", "Santalla" e Isidoro Ruiz "Jamilla", sin que pueda precisar si alguno era oriundo de Gaucín. Pirala cita asimismo a otros sin dar sus nombres, como el de Alcalá, el Piquete, el de Medina, el de Tarifa, el Cojo, otro de su misma clase con su panza....

Es de suponer que, en su descenso desde Córdoba a Algeciras, pasase por Gaucín. Pero no nos consta quien fuese sus enlaces en nuestro pueblo, aunque debió tenerlos ya que la contrarrevolución debió prosperar en el cultivo absolutista de la época posterior a la guerra de la independencia.

Lo cierto es que había mucha gente comprometida en la Serranía, aunque los principales agentes de D. Carlos estaban en Gibraltar, donde se gestionó un empréstito en Londres. Si bien es cierto que no era Andalucía país para los carlistas, como sabemos por el episodio de Malavilla, aunque dominaba esta opinión en la Serranía.

De todas formas, el terror que infundía la expedición era tal que las jóvenes principales que no habían huido de Ronda, se refugiaron en los conventos, y tuvo Gomez que invitarlas a regresar a sus casa con todo género de seguridades.

En Ronda, se reorganizó el ejército expedicionario, formándose dos divisiones, siendo confiado el mando de la Serranía al Brigadier Ordoñez. Este se retiró a Casares con su columna, formada por 1.500 hombres entre tropa y guardias nacionales.

Fulgosio, con dos batallones salió de Ronda hacia Gaucín con objeto de observarle. Llegado que fue a este punto, halló defendido el Castillo por dos compañías. El comandante del Castillo mandó un parlamentario indicándole que no les hostilizarían en la ocupación del pueblo, situado bajo tiro de fusil, si por su parte le respetaba, a lo que accedió Fulgosio y se alojó en Gaucín, desierto casi completamente.

El grueso de los carlistas abandonó precipitadamente Ronda el día 19 a las cuatro de la tarde y en Atajate se alojaron aquella noche el Cuartel general y algunos cuerpos, haciendo el resto en pueblecillos inmediatos.

El general isabelino Ribero había llegado cerca de Ronda, procedente de Marchena, contactando con Alaix, que se hallaba en Antequera, y con Narváez que estaba en Posadas, escribiendo al Gobierno pidiendo instrucciones para atacar. Al no recibir contestación, Ribero decidió escribir a los dos generales cual habría de ser el plan de ataque, indicando que seria convite enviar comisionados a la serranía para que reanimasen el abatido espíritu del país. A Narváez le indico que habiéndose detenido el enemigo en la serranía y sublevándola, y el hecho de haber establecido su cuartel general en Gaucín, lo hacia creer que trataban de hacer la guerra en el territorio, aprovechando su aspereza y dificultades y el espíritu de gran parte de sus habitantes, aguardando para maniobrar a que llegase Narváez con su división a la altura conveniente, y esperando que Alaix presionase por la izquierda.

A la vista de ello, Gomez decidió, según su costumbre, no enfrentarse abiertamente con el enemigo. Para distraer a Ribero, simulo una salida hacia l campo de San Roque, contramarchando sobre la derecha a buscar la salida por Arcos, mientras él, desde Atajate, continuaba hacia Algeciras.

 

Entrada de los carlistas en un pueblo.

 

Siguiendo este plan, Gomez salió el día 20 de Atajate hacia Gaucín. Aquí se incorporó con los batallones de Fulgosio, y tratando de aprovechar la retirada que de Casares acababa de verificar Ordoñez, destacó Gomez un batallón con los prisioneros, la brigada y el hospital, acompañada del comandante de ingenieros, con el fin de acabar las fortificaciones, en lo que calculó que se tardarían cinco o seis días para quedar bajo un pie de defensa. Estaba en las tareas de fortificación y saneamiento, desaguando las cisternas emporcadas de pólvora por los constitucionales al dejarlas, y comenzaba el acopio de víveres, cuado los isabelinos cayeron sobre Gaucín a los dos días, teniendo que abandonar los carlistas, tanto Gaucin como Casares, con grave pesar de Gomez, donde tanto adelantó y cuya sublevación general de la serranía habría podido formalizar en pocos días. Gomez había llegado a lisonjearse de poder sostenerse el invierno en un país que tantos recursos y esperanzas le ofrecía.

Y es que, Ribero, en la creencia de que les habían llegado las comunicaciones a los jefes Alaix y Narváez, dispuso marchar al siguiente día 22 hacia Gaucín, avisando a los dos citados, marchando al amanecer.

Sabía que el enemigo tenia descubiertas de caballería en el camino que iba directamente a Gaucín, y tomo uno extraviado, andando todo el día y llegando al anochecer: los  carlistas no tuvieron noticias de esta jornada del general isabelino, y habría sido sorprendido un batallón que se encontraba en Gaucín si la casualidad no hubiese hecho que observasen la `aproximación de las tropas tres paisanos, que al momento les pusieron sobre aviso, con lo cual tuvieron tiempo de comenzar a salir: sin embargo las compañías de cazadores se echaron encima, batieron a las que se opusieron, cortaron a una que se dispersó por los montes, mataron a 11 carlistas y cogieron algunos prisioneros. También se apoderaron de algunos carlitas los nacionales de los pueblos, alentados con la presencia del ejército. De todas formas, los ásperos y estrechos desfiladeros que tuvo que atravesar todo el día la división de Ribero, no permitieron llegar a la retaguardia hasta la medianoche. Gaucín presentaba el aspecto mas triste; incendiadas muchas de sus casas, habían sido saqueadas las demás y destrozadas sus puertas y ventanas, alcanzando éstos males a los soldados de la reina, que no pudieron racionarse

La expedición dejo el 21 de noviembre Gaucín, dirigiéndose a San Roque, no sin dejar allí el segundo batallón de la brigada valenciana, a las ordenes del jefe de las mismas, el coronel Llorens de Villareal, que permaneció bloqueando el fuerte, sin hacer fuego, hasta que llegando Ribero al día siguiente, sostuvo, como se le había prevenido, desde la cuatro de la tarde hasta las once de la noche, su excelente retirada, protegiendo de esta manera la del grueso de los suyos, en cuyo tiempo sofrió también el fuego del castillo, incorporándose a la expedición.

La expedición llego a la Linea sin entrar en Gibraltar ante la advertencia del gobernador y el día 22 siguieron hasta Algeciras, caminando en parte por la playa para hacerse visibles a los habitantes de la Roca, como si fuera una marcha triunfal. Después e un oscuro incidente, en donde se propuso salvar a los de la juta de Cordoba exiliándose en Gibraltar, con la mediación del cónsul francés, y ante l fracaso e esta maniobra, el resto de la expedición empezó su regreso al norte, dirigiendo su acantonamiento hacia Alcalá de los Gazules.

Mientras, Ribero estaba en Jimena, había bajado a San Roque y después a Los Barrios, siempre en persecución del escurridizo Gomez, hasta llegar a la Venta del castaño en la noche del 24. Alaix que estaba en Manilva, había recibido la orden de perseguir a los carlistas que permanecía en Casares y cuando esto huyeron hacia San Roque, marcho a Ronda y por Ardales, Atajate y Ubrique, donde llegó el día 25, continuar el cerco de Gomez. Y Narváez, que desde Posadas se descolgó por Osuna, Morón, Montellano y Bornos, donde llegó el día 24, para salir el 25 hacia los Arcos y se halló con Gomez, no lejos de Guadalete (testigo en otros tiempos de la derrota de los godos por la media luna), la conocida como acción de Majaceite, donde los carlistas sufrieron un grave revés,  muriendo mas de 100 carlistas, hechos prisioneros 115 y produciendo su dispersión y el comienzo del fin de la expedición, que se batió en continua retirada hasta Oña, donde llego en diciembre de aquel año de 1836.

La expedición fracasa porque no tiene apoyo, ni logístico, ni social, ni sociológico. Su intento no tienen otra explicación que su deseo de sublevar las tierras de Andalucía, su tierra de origen.

 

 

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