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Escrito por Salvador   
Martes, 29 de Julio de 2014 23:17

 

 

A mi hermano Teodoro le ha tocado este verano  organizar la comida que celebramos todos los años los Martín-De Molina, desde que en 1989 falleció nuestra madre. La reuniones se celebran cada año donde fije el organizador, por riguroso orden de edad, de mayor a menor. Así es que las empecé yo –creo que nos reunimos aquí, en La Trucha- y ahora la hemos celebrado en la casa que Teo y María tienen en plena Alpujarra Alta, en una de las antiguas alquerías musulmanas del siglo XI: Alcázar de Venus, un lugar perdido-y, por eso, paradisíaco- en la Contraviesa, bajando a la izquierda desde la Venta de las Tontas, parada y fonda de diligencias y caballerías de arrieros, en la que se cuenta que el rey Alfonso XIII y su comitiva, en 1917,  pasaron de largo dejando a dos velas a los vecinos de los pueblos cercanos que esperaban verle.

“Ay, Alcázar de Venus: si te busqué por tu nombre tan bello, tan andaluz, no extrañes que la memoria, al dibujarte en tu azul haga de tus cuatro casas humildes torres de luz”. Este poema de Antonio Oliver resume la belleza de Alcázar, deslumbrante al atardecer cuando sale la primera estrella en el firmamento. Encajonado entre montañas y barrancos, es un vergel de huertas moriscas que descienden en escalera hacia el Guadalfeo, digno de conocer, con sus huertas y olivos, viejos molinos y la iglesia del Rosario del siglo XVI.

 

Como nos dice la web de Teo “Alcázar de Venus”, está situada al sur de Sierra Nevada, al norte del Mediterráneo y rodeada por los cerros y lomas del Talantar y del Junco, de las Cabañuelas y de Bargís, del pinar de los Gallegos y los de Camacho y del Mermejo, abierta al norte por la rambla de Alcázar y teniendo siempre al frente las nieves de la Sierra, a una altitud de unos 750 mts. Pese a las dificultades que para mí entrañan las innumerables curvas que hay hasta llegar, es un lugar que me trae el recuerdo de mis pueblos moros, cuyas denominaciones me encantan. Nos recuerda la misma página que la Taha de Suhayl agrupaba a las poblaciones de Lújar-Luliar (Olías), Fregenite, Rubite, Ulbrite (localizado aproximadamente en el actual cortijo denominado "Rubite el Alto"), Bargis, Alfaz y Alcázar. Algunos autores, entre ellos Gómez Moreno, añaden, a los lugares anteriores, los de Xolucar, Xona, Colonda, La Garnatilla, Gualchos el viejo y el nuevo, la Arrayhana y Soyena.  Pura raíz andalusí.

 

Pues, entre esos recuerdos afloramos los nuestros en la sabrosa tertulia, al término del abundante y exquisito almuerzo. No sólo recordamos a nuestros padres, sino que cada uno contó su pequeña anécdota –algunas archisabidas, pero siempre encantadoras-, hizo su pequeña recreación más o menos antigua y todos quedamos emplazados para el año que viene. Que esperemos, Dios nos lo permita.

 

En todo caso, Teodoro, como es su costumbre, nos llegó al corazón con sus palabras –eso sí: ahogadas por los entrañables sollozos- y, para no ser menos, nos regaló un pequeño y enjundioso libro, “Gavilla de versos”, en el que desgrana sentidas soleares con acertados haikus (“haikus flamencos” les gusta llamarlos a mi amigo Francis Prieto), compendio de los cuales son estas muestras con las que lo abre:

 

Una soleá:


Josefina la Serrana

junto a Pepito Martín

desde el cielo nos amparan

 

Y un penetrante haiku, alusivo a la portada del libro:

 

esa mirada

resumen de la vida

que disfrutamos

 

El tiempo pasa, el recuerdo permanece, nos reitera Teo –como ya hiciera en el 99, cuando lo plasmó en la esfera del reloj con el fondo del patio de los leones que en aquel entonces nos obsequió- y vuelve a rememorar: “Vestidos de bereber / y de sultana moruna / enamorados se ven”.  Quiero dejar constancia de algunas ideas que nos da la pequeña introducción que, a manera de prologo, contiene el libro que quiere conmemorar los 25 años que llevamos reuniendo: “Parece que fue ayer, pero seguro que en todos, el recuerdo de la vida junto a nuestros padres está permanentemente presente y nos servirá de ayuda y de guía en muchas de las situaciones diarias que vivimos…  me vienen a la memoria las primeras reuniones en Alcázar, en casa de Culala, de Jesús, de Pepe o en la Trucha, cuando todavía éramos capaces de arrastrar con nosotros a todos los niños. Ahora ya no son tantos los que nos acompañan, aunque de vez en cuando, tenemos la suerte de que se reúnen con nosotros nuestros hijos sino que también los nietos de algunos de vosotros, ¡cuanta alegría les estaremos dando a los que nos amparan desde arriba!... no pasará un instante en los que ambos dejen de echarnos una mirada procurando que sus “chiquetetes” y sus “hijos de mi vida” sigan el camino recto por el que siempre nos guiaron y que para ellos era la única forma de conseguir la felicidad verdadera…” .

 

Yo me limito a subir al reportaje gráfico las fotos que hicieron algunos de los reunidos (Jesús, Teodoro hijo, Macu, son los que hasta ahora me las han mandado) porque a mí me pasó lo de siempre: sólo hice una pues se me gastó la batería del teléfono.

 

Como veréis los que las veáis, todos esta muy guapos, pese a la indumentaria de andar por casa. El lugar es una pasada, debajo del nogal, junto a la piscina (que también aproveché). De la comida ¡que os voy a decir! Hasta me atreví con unos chorizos a la brasa, aparte de la “fritá” (conejo con tomate) típica de María y el arroz de los que no queda ni un gramo, de Teodoro.

 

Este año –en el que mi rama está muy ocupada con viajes múltiples- me acompañaron mis tres pilares (Pilar, Pili y Piluchi) e, incluso, pernoctamos al brillo de Venus.

 

Para terminar, quisiera que recordaseis el poemilla que hice a mis padres, en noviembre de 2009, cuando trasladamos sus restos mortales, de Jaén a Gaucín, que yo titulaba “Reunidos en vuestra tierra” y lo iniciaba con esta dedicatoria:

 

A nuestros padres, cuando han llegado

a la eternidad de la luz y de la verdad

 

 

Ahora que habéis vuelto a mirar de reojo

las otras tumbas de vuestros padres

y esperáis que nuestras cenizas os acompañen,

dejadme un soplo de evocaciones.


No os preocupéis por el olor de las flores del camposanto.

Estad tranquilos en vuestros sueños, junto a las grises rocas.

Y esperad por poco tiempo nuestra llegada.

Sólo nos queda desgranar vuestras enseñanzas.


No es preciso recordar lo que se ha perdido

en nuestras memorias infantiles,

mientras fuisteis peregrinos de muchas tierras,

en el Atlas, entre pinares del Guadalquivir

y a los pies del palacio moro.


Ni quiero entristecerme

con las sisas a las pagas inexistentes,

ni con los paseos interminables

en la acera de la indigencia vergonzante.

Me basta, madre, tu inocencia nunca perdida

y la honradez de padre siempre presente.


Ahora me centro en los tristes recuerdos

de vuestras despedidas.

Cuando dejasteis de sufrir y de soñar

en las frías salas del hospital impersonal,

donde las nuevas ciencias os atraparon

sin dejaros descansar como en los años verdaderos.


Mientras contemplabais en un frío estremecimiento

el nerviosismo de nuestra soledad,

yo vi, padre,  tu virilidad abatida entre el sudario

y a ti, madre, te brillaba quebradiza la última lágrima de alegría.


Es probable que hayan pasado muchos días.

A veces los contemplo como una eternidad,

pero es posible que nada haya transcurrido.

En el entretanto,

la esperaste íntegro como siempre fuiste

y ella se desmoronó al encontrarte.


Pero ya no importa nada y todo es necesario.

Ahora que estáis reunidos en vuestra tierra,

invitadme al gozo de la presencia.

Siéntate conmigo, si estas cansado

de tanto paseo entre las nubes. Junto a mí,

para que me tome un descanso entre recuerdos.

No seas celosa , esposa y madre inabarcable.

Has de estar alegre y confiada.

Voy junto a ti para que veamos el partido del milenio.


Perdonad que baje a ras del suelo

y desgrane un recuerdo intimista,

sin que perturbe la tranquilidad de que gozáis.

Y es que una sigue en el cielo de sus volcanes;

al otro no le pasa nada y ahora esculpe otras figuras más irreales;

y qué queréis que os diga de él, si vosotros sabeis mejor que yo

de sus entregas sin esperar nada a cambio;

la niña absorbente sigue siendo desprendida en su corazón

y del benjamín nada os diré porque en sus brazos os dormisteis.

No, no me olvido de ellos,

deseosos de acompañaros a mil consultas médicas,

mientras siguen esperando vuestras tiernas historias.


Me hubiera gustado llevaros a Roma,

a pesar de la jugarreta que os hizo al llevársela,

pero temí que el vuelo entre las nubes

no os sentara bien.

A cambio, os invito a merendar unos churros

con el café de mis desencuentros,

aunque me temo que no dormiréis esta noche.


Y esta tarde,

en la tierra de nuestras cenizas,

mientras esperamos envidiosos

el reencuentro final,

hemos de confesaros

que en el aire permanece

nuestra ternura.


 

para consultar el reportaje, seguir el siguiente vínculo

https://plus.google.com/u/0/photos/118184867089338388542/albums/6041061620371916369