Realistas y liberales de Gaucín (Málaga) en la Década Ominosa |
Escrito por Salvador |
Sábado, 21 de Octubre de 2006 12:20 |
PONENCIA PRESENTADA EN EL CONGRESO DE BANDOLERISMO EN ANDALUCÍA, CELEBRADO EN JAUJA (CÓRDONA EN OCTUBRE DE 2006) Cuando se intenta penetrar en la balbuciente maraña documental de la historia de nuestros pueblos, se siente una agradable sensación de complacencia si el trabajo se ve recompensado con noticias nuevas que se presentían sin haber tenido confirmación de lo intuido. Si a ello se une el descubrimiento de hechos y acontecimientos que afectan directa y personalmente porque los protagonistas o simples personajes del entramado forman parte de nuestra ascendencia, la satisfacción sube un grado y se queda a la expectativa de nuevos desvelamientos que agranden el horizonte de nuestra comprensión de lo que hemos sido, para afirmarnos en lo que somos e ir al encuentro de lo que haya de venir. Esto es lo que me ha sucedido buceando en el Archivo Histórico Provincial de Málaga, donde se encierran muchos episodios de nuestro pasado que sería sugestivo sacar a la luz pública. Hoy me detengo en algunos interesantes documentos del Protocolo Notarial del primer tercio del siglo XIX para dar noticias de los liberales gaucinenses en el contexto de aquellos años románticos y apasionados que protagonizaron muchos de nuestros paisanos sin que ellos se percataran de la importancia de sus acciones, ni nosotros hayamos sido capaces de mantenerlas vivas en la memoria colectiva, oral al menos, ya que la historia local escrita de nuestro pasado todavía no ha sido abordada en su magnitud.
Mi intención es tratar de dar unos apuntes iniciales –que precisan de un más profundo estudio en otras fuentes- de las tensiones entre realistas y liberales del Gaucín de aquellos años y, en especial, sobre la actividad conspirativa, porque no podía ser de otra forma, de aquellos liberales que formaron el núcleo de la resistencia frente al absolutismo fernandino que abatía a nuestra nación en aquella aciaga época, sirviendo de nexo con los exiliados –representados por Salvador Manzanares y Torrijos- para las tentativas insurreccionales que terminaron, como ya se sabe, con la muerte de ambos, el primero en nuestras sierras y el segundo a la orilla del mar de Málaga, pero ambos relacionados con nuestros hombres, tanto sus partidarios, como aquellos que coadyuvaron al cruento final de ambos. En todo caso, también me parece oportuno desvelar documentación relacionada con el bandolerismo surgido, con posterioridad a la finalización de la guerra de la independencia, una vez que los aires del trienio liberal fueron abatidos por la represión, así como muestras de la actividad contrabandista tan enraizada en nuestro paisanaje, y otros datos relacionados con el protagonismo que en aquellos años tuvo el tan nombrado Alcalde de Gaucín y del Crimen de la Real Chancillería, Don Francisco de Gálvez y Fernández. Todo ello, para enmarcar aquella década que mereció un apellido nefando pero que, en todo caso, es parte de nuestra pequeña e irrepetible historia. I.- INTRODUCCION.-
Durante la segunda guerra púnica, desde el puerto de Carteia -bahía de Gibraltar- la marinería púnica, se sublevó y unida a la fuerza del jefe indígena Galbo, insurreccionaron la Serranía de Ronda y se dividieron en bandas que descendían de aquellos fragosos y escarpados riscos. El lusitano Viriato, levantado contra el poder romano, empleó la táctica de guerrilla y a él se unió gran número de habitantes de nuestras abruptas tierras, impulsados por el amor a la libertad o excitados por el pillaje... Célebres ha sido los bandoleros en la Serranía de Ronda, como pone de relieve, entre otros, García Cigüenza, aunque mezcla en su obra tipos de lo más variado: los caudillos guerreros como Ben Hafsum, con los monfies y con los bandidos y asesinos de mal pelaje o los simples matuteros. La verdad es que tan variada fauna se dio por nuestras tierras. Sabemos de las correrías por la Serranía del líder muladí, Omar ben Hafsum, por lo que no ha de descartarse la participación activa de Gaucín en estas tareas -como otras veces- en pro de la libertad. La derrota en 914, en la costa gibraltareña, frente a las tropas cordobesas dirigidas personalmente por Abd al- Rahman III, se dice que fue contemplada por Ben Hafsum desde el Castillo de Gaucín. Siglos más tarde, en los coletazos del reino nazarí, los moriscos engañados por las promesas incumplidas de los Reyes Católicos, se echaron al monte en los siglos XVI y XVII, recibiendo el nombre de monfies y se cita la anécdota de unos moros de Gaucín que pretendían cruzar el Estrecho y retuvieron a un cristiano rico pidiendo un rescate, y, apresados, fueron decapitados en Málaga sin más preámbulos. Frente a ello, los mudéjares se sublevaron en varios sitios y es famoso el episodio del recaudador don Fernando de Haro, al que mataron en Benadalid, y el escrito de Don Fernando y donna y sabel etc.… a vos los arcadís alguasiles e viejos e onbres buenos de las villas e logares de Gausín, nuestros vasallos Se convirtieron, pues, los monfies en la fuerza armada de todo el pueblo mudéjar que suspiraba con recobrar sus derechos y volver a su tierra bajo la égida del Islam. Tampoco hay que olvidar lo relatado en otro lugar por mí, en relación con el levantamiento de los gaucinense contra el Alcalde Pedro del Castillo y la expedición que hubo de partir desde Sevilla al mando del Señor de Cádiz. Consta en el Archivo de la Catedral de Málaga (Sección Extravagantes, Leg. 64, cuad. 44, de 15 de marzo de 1491) un texto sobre el requerimiento a los alguaciles, ancianos y a la totalidad de la gente del Castillo de Gaucín para que cumplan lo prometido sobre devolución de las armas, que Acien Almansa achaca al estado endémico de rebelión de nuestra zona (1488, 1491 y 1492) y nos pone de relieve cómo ya en aquella época los moros se dedicaban a saltear, por lo que se autorizó al conocido Visitador Alfonso Serrano para que procediese contra los moros de Gaucín y Cortes “por no haber depuesto las armas y estar matando, robando y haciendo otros delitos”
La historia triste de los moriscos es la misma mísera historia del Gaucín de aquellos siglos de sangre y venganzas, de cazas de brujas y claudicantes miserias, la historia de siempre, la de los poderosos y los miserables, la de los que mandan y los que obedecen, ayer como hoy, la de los que se arrastran miedosos frente a los miserables detentadores del poder, del dinero, de la tierra o, sin más, de una simple gavilla dorada o de una fórmula mágica que se enarbola ante los ojos atónitos, incrédulos o simplemente bobalicones de los que nos dejamos embaucar. Nada más lacerante que leer al que se ha conocido como paradigma de historiadores. Cuenta Modesto Lafuente que, en aquellos tiempos del Rey Felipe, los moriscos no habían recibido el bautismo sino violentamente y a la fuerza, ni habían abandonado sino exteriormente la fe de sus mayores y los ritos del culto muslímico, por lo que fueron compelidos con medidas severas a observar las ceremonias del cristianismo y a renunciar al traje, a las costumbres, al idioma y al culto mahometano. Pese a las quejas de los moriscos, el cerco continuaba y, ante la única esperanza de eludir el castigo que eran los templos y las tierras de señorío, una nueva Real Provisión abolía la inmunidad de las tierras de señorío. Ante ello, muchos decidieron esconderse en las montañas donde se dieron a la vida de salteadores. Ante la opresión inquisitorial y la persecución de la justicia militar, civil y eclesial, las bandadas a las sierras eran tales que, nos dice Lafuente, llegaban a ser menos los moradores pacíficos de los pueblos que los monfies que andaban por las montañas. Sea como fuese, era una semilla de discordias y antecedente de esa tendencia a la huida al monte que persistió tantos siglos y que, como ya sabemos, sembró el pánico y el terror de nuestros visitantes del siglo XIX y, a toda la nación, a mediados del siglo XX. El signo más atrayente de los desventurados, a la par que gloriosos guerreros, lo constituye la guerrilla que osó desafiar a Napoleón y que sembró nuestras tierras de sangre y honor. El paradigma no fue otro en nuestras tierras que el General D. José Serrano Valdenebro, hijo ilustre de ellas, a cuya vida y hazañas dedico un capítulo aparte de esta historia, al que me remito. Vayamos, pues, al propósito de este trabajo, que comprende, geográficamente, Gaucín y su Serranía, en especial Benarrabá y Algatocín, en el período temporal conocido por la Década Ominosa (1823-1833)
Durante la guerra de la Independencia se habían desarrollado dos proyectos políticos distintos: el de los afrancesados, que consideran que la presencia del Emperador garantiza por sí sola la modernización de España y colaboran con el invasor y las autoridades; y el liberal , que, ante el vacío de poder, encabeza la oposición a los franceses y reivindica la eliminación del Antiguo Régimen español y su sustitución por otro de carácter liberal y pretende imponer los aires nuevos del momento revolucionario que se había defendido conjuntamente con la lucha contra el invasor, por lo que se respetaban los principios esenciales de Patria, Rey y Religión.
Fernando VII Concluida la primera y convulsa etapa del reinado de Fernando VII, que comprende del exilio al regreso (1808-1814) con toda la carga de la guerra contra el francés -que en nuestro ámbito geográfico tuvo el exponente casi único de la guerrilla- se inicia una etapa de represión, incomprensible desde el punto de vista patriótico pero que se comprende desde la perspectiva de la España agonizante –en especial, los estamentos aristocráticos y eclesiásticos- que vislumbra la perdida de sus privilegios y se enfrenta con todas sus artimañas a la nueva clase, surgida, no sólo de las ideas de la ilustración francesa, sino de la lucha patriótica y que, a la postre, resulta olvidada y minimizada. Esta represión inicial, que comprende los años 1814 a 1820, es de una dureza sin igual, silenciando a todo el que había pregonado alguna idea liberal, y haciendo prevalecer a los que, en el poder absoluto que se dejaba imponer el monarca olvidadizo, daban los últimos coletazos de sus posiciones privilegiadas para acallar a los nuevos españoles, nacidos de la lucha contra el invasor, muchos de los cuales, como se ha reconocido, se ven obligados a huir de sus lugares convirtiéndose en los primero bandoleros de la época. El Sexenio Absolutista tiene como características fundamentales la crisis económica, la reorganización de los liberales en torno al ejército y los constantes pronunciamientos militares. Tras las sublevaciones de Navarra, La Coruña, Barcelona y Murcia, resulta decisivo el pronunciamiento de Rafael de Riego en Sevilla. Riego proclama la Constitución de Cádiz y Fernando VII, acorralado políticamente, jura la Constitución de 1812 y se inicia con ello el Trienio Constitucional o Liberal. La obra gubernativa de los liberales tiende a la reforma del Antiguo Régimen: se suprimen los mayorazgos, se disuelve el Tribunal de la Inquisición; se implanta la ley municipal; se proclama la libertad de imprenta, se expulsa a los jesuitas y se deroga el fuero eclesiástico. Entre las reformas sociales destacan la reducción del diezmo a la mitad, la libertad de contratación, la desamortización de tierras de propios y baldíos y la reglamentación de la instrucción pública y privada. Sin embargo, en el interior, las malas cosechas originan un profundo malestar en una parte importante del campesinado. Asimismo, la oposición realista crece y en el exterior, la Santa Alianza decide el restablecimiento de la monarquía absoluta en España. La Década Ominosa (1823-1833) se inicia con un rey que deroga la mayor parte de los actos del Gobierno constitucional: restablece el diezmo, aunque no el Santo Oficio; reinstaura el mayorazgo, y modifica los estudios universitarios. Su reinado de nuevo está condicionado por el problema hacendístico. El absolutismo no tiene repuesta al problema, por lo que la Administración acaba por adoptar una actitud más moderada, al pasar a ser dirigida por antiguos afrancesados arrepentidos. Esta nueva situación desencadena la oposición de los elementos más absolutistas, que poco a poco se agrupan en torno a su hermano Carlos María Isidro. Además, al considerar que la política de Fernando VII era demasiado blanda con los liberales, se apoya la cesión de la corona a su hermano, movimiento que es germen de las guerras carlistas. Durante los últimos años del reinado los liberales encuentran un nuevo impulso conspirador e intentan varios pronunciamientos, que serán duramente reprimidos por el rey. Sobre ello, volveremos al tratar del tema central de este trabajo. El reinado de Fernando VII se caracterizó por la continua represión ejercida por el soberano sobre el naciente movimiento liberal. Defensor a ultranza del absolutismo monárquico como forma de gobierno y como pilar básico del Estado, esta concepción política se acentuó tras poner fin al denominado Trienio Liberal en 1823 y tuvo una de sus más nefandas manifestaciones en la ejecución de José María de Torrijos –uno de los tres mitos fundamentales del liberalismo español, surgidos de la ominosa década, junto a Riego y Mariana Pineda- liberal exaltado que ya había participado en el pronunciamiento de 1820 y que en 1830, desde su exilio londinense, inició un frustrado levantamiento que terminó con su detención y posterior muerte. Vamos a acercarnos algunos de estos acontecimientos, en los ámbitos geográfico y temporal que nos hemos propuesto, con interés para obtener el retrato detallado de las tentativas insurreccionales que movilizaron un importante sector durante toda esta época, la ominosa de Fernando Séptimo Los sucesos que comentamos, no sólo destacan el valor heroico de sus protagonistas sino que ilumina uno de los capítulos más importantes de la lucha liberal contra el absolutismo fernandino. En todo caso, es momento de anticipar mi convicción de que, a partir de 1823 se inicia el movimiento liberal en Gaucin, independientemente de la represión de 1814-20, como podremos ver por las denuncias por infidencia, que empiezan en 1824, tan pronto finaliza el trienio liberal.
En este contexto, Gaucín ha vivido intensamente el primer periodo del exilio (1808-1814), con la guerra de la Independencia, en la que se implican todos los estamentos y el vecindario al completo. Me remito a mi Libro Gaucín, 1742-1814, en donde pormenorizo la actuación de las guerrillas, al mando del General José Serrano Valdenebro, sus disidencias con el cuartel general del Campo de Gibraltar, sus exigencias y, en su consecuencia, su traslado como Gobernador Militar de la Plaza de Cartagena, donde fallece en marzo de 1814, unos días antes de que Fernando VII regrese del exilio. El sexenio, se inicia con el olvido del General entre sus conciudadanos y la reafirmación del estamento religioso, muy numeroso e influyente en nuestro pueblo, como ya he tenido también ocasión de pormenorizar en mi articulo sobre Un Sermón del siglo XIX, en donde ya se vislumbra la disensión entre las familias Serrano (en la persona, inicialmente, de Doña Buenaventura Sánchez, que había contraído matrimonio el 6 de abril de 1802 con el General Serrano; viuda en 1814, casó en segunda nupcias, el 28.7.1819, con Don José Serrano Espinosa, con quien no tuvo descendencia pero sí que junto a él continúo en la tarea liberal como veremos más adelante, y falleció el 7.8.1842) y Molina (personificada en Antonio de Molina Navarro, defensor del Castillo del Águila durante la invasión francesa), siendo posteriormente dichas familias las cabezas visibles de los bandos liberal y realista, respectivamente. Como prueba de la pleitesía que se rindió de inmediato al Rey, trascribo escritura de Poder para hacer llegar a S. M. “los tiernos y subseptibles sentimientos de gozo y alegría que acompañan a este Ayuntamiento por tan pausible motivo” como fue su exaltación al Trono, expresiones que ya habían hecho llegar, a través del Duque en mayo de 1814, tras el manifiesto de los persas derogando la Constitución de 1812, lo que reiteran en 16 de septiembre, dándole cuenta de las grandes celebraciones que se habían realizado.
PODER 26 SEPTIEMBRE 1814
PODER Gaucin 26 de septiembre de 1814.-
Acta matrimonio A.Molina-R.Salas Antonio Molina Navarro falleció de pulmonía el 22.10.1856, viudo de Rosalía a los 72 años (según la inscripción parroquial), y a los 68 años siendo Subteniente retirado (según la inscripción castrense).O sea, habría nacido en 1784/1788 y tendría en 1830, 46/42 años, esto es unos veinte años más que José Serrano Sánchez, su oponente. Durante su larga vida, había protagonizado parte de la vida gaucinense, como destacado realista, según tendremos ocasión de comprobar. Por ahora, trascribo escritura de Fianza Segura, prestada en 1825, para su libertad y la del también vecino de Gaucín, Alonso González Quiñones (contra quienes se habían decretado prisión, sin que pueda determinar sus causas ni los denunciantes, si los hubo)
Fianza de Carcel Segura a favor de Antonio Molina
FOLIO 138
se le pusieron los nombres de Josef Maria del Carmen Víctor, hijo legitimo del Sr. Dn Josef Serrano Baldenebro Brigadier de la Rl. Armada y de la señora Dª Buenabentura Sánchez Hernandes su muger: abuelos paternos don Josef Serrano y Dª Francª Baldenebro, los maternos el Lzdo. Dn. Pedro Sánchez y Herand y Dª Buenabentura Herndes. Villegas: declaro la madrina en ausencia del padre: Bautizo el siguiente día veintinueve el Bdo. Dn. José Guerrero de Palacio, Teniente de Cura de esta Parroquial y de Dn. Juan Nicolás Salzedo, su Cura Rector Fueron sus padrinos EL Hermº Fr. Antº de Stª Teresa Religioso Lego Carta. Descalzo de esta Villa y Dª Maria Serrano Crespo soltera vecina de Cortes. Testigos D. Diego Lego y Juan Ximenez de esta vecindad.
Acta de bautismo de Jose Serrano Sánchez José Serrano Sánchez contrajo Matrimonio el día 28 de julio de 1821 con Doña Maria de los Dolores Sánchez Serrano, natural de Benarrabá y vecina de Gaucin desde la infancia, hija de Don Diego Sánchez de Piña, natural de Juscar, y de Doña Maria Serrano y Viles, natural de Málaga, dando su licencia al contrayente el Brigadier D. José Marrón como Gefe Político de la Ciudad y Provincia de Málaga siendo testigos D. Jacinto Holgado Presbítero, D. José Serrano y Giles y D. Joaquín Fernández
Por lo que se refiere a José Serrano Sánchez, de su matrimonio con Maria Sánchez Serrano, nacen cuatro hijas, una de ellas Maria Petronila, casada, por poder, en 22 de marzo de 1852 con el que sería General Don José Faura Serra y de dicho matrimonio nacieron diez hijos, entre ellos Francisca, propietaria de la casa de la calle Llana, num. 10, contigua a la de los Molina.
Casas de los Molina (12) y los Serrano (10)
Retomando el hilo histórico, recordemos que la Década Ominosa, reintroduce la represión, que se muestra abierta contra los bandidos y forajidos, lo que hará celebre al Alcalde Mayor de Gaucín, D. Francisco de Gálvez y Fernández, de quien carezco de datos personales y biográficos, salvo los que se reseñan a continuación, relacionados con dicha represión, que es menos rigurosa con el contrabando (sin que podamos descartar vínculos entre los encausados por este ilícito comercio y las autoridades y realistas), y desemboca en dicho periodo en una lucha soterrada entre liberales y realistas. Y, en esa convulsión de nuestra historia local, se enmarcan los más conocidos episodios de las sublevaciones de Salvador Manzanares y José Maria Torrijos, ambos enraizados con nuestros personajes Estudiemos estos pormenores.
Los contrabandistas de Gaucín tienen sus historias. La más famosa de todas, la de Carmen y sus trapicheos desde Gibraltar, alma mater de la cuadrilla de bandoleros-contrabandistas formada por su marido García, el Tuerto, D. José su amante, y otros, bajo el mando del Doncaire, a la que he hecho referencia en la Revista de la Universidad de Málaga, Analecta Malacitana, num. 12, Carmen en Gaucín, citada en anteriores Jornadas sobre Bandolerismo, a la que me remito.
Carmen en Gaucín
junto a ellas, tendidos algunos sobre paja, otros sobre fardos, yacían hombres que enseguida reconocí como contrabandistas, porque yo había visto muchos de ellos en el campo que separa Gaucín de Gibraltar, país salvaje y sin caminos desde hacía treinta años. Allí en Salden, los contrabandistas estaban en un escenario adecuado, igual al de un teatro cuando cantan Carmen. En la primera mitad del siglo XIX, después de la guerra de la Independencia, las continuas luchas partidistas, la crisis económica y el caciquismo, fueron, entre otros, motivos para los asaltos de caminos, como se ha puesto de relieve en estas mismas Jornadas por Carlos Gozalbes Cravioto Por su parte, Richard Ford dice de los bandoleros rondeños que son buena gente, a los que es fácil conquistar con un puro y una bota de vino en la compañía del fuego de la Venta, que habrá de entender hace referencia a la muy famosa de Gaucín, cuya vista es esplendida, a pesar de que sus caminos parecen hechos por el diablo en los jardines colgantes del Edén. La causa del contrabando, al que está íntimamente ligado el bandolerismo del siglo diecinueve, se inicia con la ocupación de Gibraltar en 1704, como es admitido por los que han tratado el tema, aunque ya sabemos (Bernal) que su génesis y significaciones son bien diversas (entre ellas las causadas por la dispersión de los guerrilleros de 1808 y de los partidos liberales hasta 1833). El contrabando, en especial el de pequeñas mercaderías que es el típico de la zona, ha servido, entonces y hasta fechas bien recientes, de tapadera a familias enteras para asegurarse el sustento diario. No sólo de los contrabandistas, matuteros, pacoteras o mochileras, o simples recoberos, sino de los guardianes de la verja o de la propia aduana. Incluso contaban con la complicidad de los vecinos y con la admiración de los más, tanto es así que García Cigüenza nos cuenta que hasta un sacerdote de Gaucín se vio involucrado, en compañía de otros vecinos, de la muerte del gobernador del Castillo que iban a prenderlos. Asimismo se habla de la complicidad de los políticos liberales con contrabandistas y bandoleros. Por lo demás, la picaresca, la desvergüenza y hasta el delito a pequeña escala eran el pan nuestro de cada día.
Montaña azul en la distancia cubierta de nubes…
tras un puerto, de pronto, llegamos al valle de Gaucín. Mágico escenario… el valle esmaltado de esparce frescor… hemos pasado la noche en la Posada del Sol. Buena Gente…la hija de la dueña se llama Marujita. La vista desde mi ventana me muestra un monte lleno de viñedos y un valle de espesa arboleda. Montaña azul en la distancia cubierta de nubes… Dejamos Gaucin a las seis. Una esplendida vista bajando… volviendo la vista, Gaucín en la cima del monte. Convento. Tajo del Niño de Dios con torres de un viejo castillo moro… Pero, dejemos de soñar y volvamos a lo prosaico. Este tráfico ilegal ha sido permanente en Gaucín y su Sierra, hasta cerca de nuestros días, por lo que sería merecedor de una más detenida atención aquellas personas que, dedicadas simplemente al contrabando, fueron objeto de persecución y, a veces, muerte cruenta, por defender su sustento. Independientemente de los casos que relatan los hermanos García Mota de los secuestros que la banda de El Rubio de Bobadilla hizo en nuestro pueblo, entre ellos el de Eleuterio Sánchez, asesinado en 1944 por Jamoncito, y la muerte del también vecino de Gaucín Antonio García Toval (recuerdo perfectamente como trajeron su cadáver en caballería, desde el río Genal al Cementerio de Gaucín), a manos del llamado Gordillo en mayo de 1953, digo que, independientemente de estas citas, me viene a la memoria en este momento que en los años cuarenta fueron abatidos por la Guardia Civil los gaucinenses Manuel Vázquez (en Goripe, provincia de Sevilla) y Pedro Cantudo Bautista, el "Navarro", en la carretera de Ronda, cerca de Atajate. En los inicios de los cincuenta fue muerto José Godino Marín, "Picón", en el Guadiaro. Otros que sufrieron en sus carnes el fuego cruzado de la benemérita fueron Prudencio de Molina Román, José Rondón y José Gómez "El cojo Ríos", afectados en sus extremidades, y Pedro García "Perolas". De todas maneras, ha de tenerse en cuenta el carácter de los serranos, de los que Scott, en 1830, decía que tenían fama de ser una raza feroz e intratable, mientras que Murray, diez años más tarde, pensaba que la fragosidad de las sierras fomentaba el espíritu de independencia, para que se cuele el desafío permanente con que los montañeros se enfrentan a cualquier ley gubernamental, como nos recuerda Antonio Garrido. Escenario único a los fines de los contrabandistas y bandoleros y en donde “Carmen” –en la pluma inmortal de Prósper Merinmée- pasaba largas temporadas. Lugar, precisamente, “donde encontré a Carmen, que me había dado cita allí”, nos dice D. José al salir del infierno de Sevilla. En definitiva, Carmen, de contrabandista en los montes de Gaucin, a mito universal, como Prometeo, Don Juan... historias en las que intervienen fuerzas fatales. Asimismo, he de resaltar que en este periodo temporal, hay constancia, por las propias cartas de Prospero Merinmée, de su paso por Gaucín, el 25 de septiembre de 1830, y podemos figurarnos el siguiente episodio, dentro de un más detallado exordio sobre esta celebre visita del autor de Carmen: Habían acordado –Merinmée y su acompañante alemán- pernoctar en el Molino de Abajo, que lo llevaba en arrendamiento Josef Guerrero de Palacios, un vecino de Gaucín emparentado con lo más selecto de los eclesiásticos gaucinenses, y del que tenía noticias por su gran amigo rondeño, el escritor costumbrista Serafín Estébanez Calderón. Éste, a su paso por Madrid, le había puesto en antecedentes de que podía acomodarse sin miedo a los ladrones o contrabandistas en El Molino de Abajo, en la Ribera del Genal, que había sido propiedad, junto a otro molino harinero en el pago de Jarraqueque, de D. Pedro de Luque Solano y Doña Teresa Falcón, personajes de alcurnia y prosapia gaucinenses. Merimée, que en esa época todavía era acérrimo liberal, confiaba en contactar en los sitios por los que pasaba con familias de su mismo talante. Josef Guerrero, era sobrino de uno de los hijos del citado matrimonio. Doña Josefa de Luque y Solano, actual propietaria del molino, viuda del licenciado Don Pedro Sánchez Herand , que había sido Corregidor y Capitán en Guerra de Gaucín, y, por ello, madrastra de Doña Buenaventura Sánchez Hernández, a su vez viuda de José Serrano Valdenebro, célebre General en Jefe de las Guerrillas de la Sierra Meridional durante la invasión napoleónica, y del que el propio Merimée tenia conocimiento por sus estudios sobre la contienda. Centrándonos, en todo caso, a la época que comprende nuestro estudio, doy cuenta de algunos casos documentados de contrabandistas. Así, al folio 90 del Protocolo de Pedro Barroso y Castro, del año 1926, figura la siguiente escritura Folio 90 En el mismo día, otro vecino de Gaucín comparece ante el mismo fedatario y eleva a público su compromiso a favor de otros contrabandistas. Dice así:
Folio 91 Y, al siguiente día 9 del mismo mes, hace lo propio Sebastián Román Valdivia:
Sobre estos documentos, me parece interesante resalta algunos datos. En Gaucín, Si bien es cierto que estos del Río (padre e hijo) fueron protagonistas principales de la conjura contra Manzanares, como veremos más adelante. Un hijo de Jose Cañamaque Letor y Maria de la Encarnación Ximenez, falleció el día 25 de julio de 1830, siendo Sargento 2º del Regimiento de Caballería de Navarra 8º de Ligeros, uno de los que vigilaban los campos de la serranía de los bandoleros, lo que, a mi juicio, pone de relieve las connotaciones entre contrabandistas y realistas. Acta defunción José Cañamaque Ximenez
Bandoleros con referencias literarias se encuentran en nuestra cercanía, como la expedición de la Sauceda en la Estación de Gaucín, junto a nuestros límites, a finales del XVI, de la que se hace eco Cervantes y Espinel, episodio sobre el que Quirós entiende que Gaucín repite en el primer tercio del siglo XIX, como nos recuerda José Santos. El más famoso, sin embargo, de los bandoleros, asiduo de nuestras tierras, fue José María el Tempranillo... Por la sierra de Ronda Sobre el Tempranillo, y por lo que hace referencia a Gaucín, sabemos, entre otros por Cigüenza en la obra citada, que azuzadas las tropas realistas con la promesa de recibir una buena recompensa, o animadas quizás por el ansia de adquirir fama y gloria al lograr capturar al bandolero, muchos eran los grupos que, de forma oficial o voluntaria, salían en su búsqueda, con la intención de apresarlo. Los bandidos, por su parte, buscaban la ocasión para burlarse de ellos y humillarlos y no tardaron mucho tiempo en conseguir su propósito pues a sus oídos llegó que en la venta de Gaucín, próxima al lugar donde se encontraban, estaban alojados sesenta de estos voluntarios realistas. Cuenta la leyenda que José María, con intención de sorprenderlos, escogió doce de sus mejores hombres y, junto con su famoso teniente «Veneno», irrumpió en la venta cuando aquellos, abandonadas las armas, comían tranquilos. Inútil resulta decir que, allí mismo, los despojaron de sus pertenencias, caballos y armas para vergüenza propia y advertencia a otros que intentaran lo mismo. Como consecuencia de esta hazaña, unos días después, este «Veneno» tuvo un encuentro violento con los escopeteros que le perseguían. La lucha fue desesperada. A pesar de sus habilidades militares, el bandido cayó al suelo, herido en una pierna. Aún tuvo fuerza, sin embargo, para matar al soldado que corría a prenderle. Finalmente tuvo que rendirse. Conducido a la Cárcel de Sevilla no transcurrirían muchos días hasta que fue conducido al patíbulo, donde acabo sus días rindiendo cuenta de sus fechorías. Del Tempranillo haré mención aparte, en el tema de los liberales, sin perjuicio de remitirme al trabajo, presentado en este foro en 2004, de Juan Carlos Torres Jiménez, que recoge la acción combinada del verano de 1830 entre El Tempranillo y Los Botijas y la alarma que produjo en el Gobierno hasta el punto de obligar a una reunión extraordinaria en septiembre de dicho año. En todo caso, está documentado y admitido por los que se preocupan del tema que los sucesivos Gobiernos de Fernando VII tuvieron que hacer frente al bandolerismo rural. Y, posteriormente, los efectos de la desamortización más el creciente fenómeno del latifundismo andaluz, hicieron difícil la aparición de una clase media agraria y, por el contrario, fomentaron las luchas por la tierra. Ello se agravó con el decreto de disolución del régimen señorial, lo que ocasionaron los grandes pleitos llamados de señorío, lo que a la larga fue motor de agitaciones y recrudecimiento del bandolerismo, como resume Santos al citar los trabajos de Bernal.
Clavellino en 17.8.1831
…otorgamos ante el presente escribano del M...publico y del Cabildo de esta Villa de Gaucín… a diez y siete de agosto de mil ochocientos treinta y uno, siéndolo presente D. José Gomes Carrero Alguacil Mayor de este Juzgado, D. José Bazquez Coral… y D. José Hidalgo Martin…. En relación con la citada connivencia de Bandoleros y Liberales, se han puesto de relieve (Rodríguez Martín) los contactos entre José María y José Moreno, alias Joselín, y la participación del Alcalde Gálvez, con la ayuda de vecinos y voluntarios realistas de Gaucín, Genalguacil, Jubrique, Algatocín y Benalauría, para hacer frente a los malhechores. Él mismo describe los encuentros en la Fuente del Lobo, camino de Benarrabá, y en la Cruz del Campo ya cerca del pueblo, donde se apresaron a Andrades, Oliva, de la Cruz, Nicolás Guerra –vecino de Gaucín-, Francisco Jarillo, alias Gregorio Papa y otros dos más de los que no se indicó el nombre. Entretanto, la partida de Jubrique se presentó con tres presos y el cadáver de Joselín, la de Genalguacil con tres más y la de Benaojan con el Ponio y el Zorrilla. Relata el Alcalde Gálvez que estas operaciones tardaron doce días, con el resultado de la prisión en la Cárcel de Gaucín de 21 malvados, pendientes otros 23 e insistiendo en que la finalidad de los mismos no sólo era la de robar, sino que “sólo aguardaban para dar el grito de Constitución, los auxilios pecuniarios que debían remitirles de Gibraltar”. Asimismo consta que a principios de noviembre de 1830 ocupaban la prisión de Gaucín, 43 ladrones, más tres mujeres acusadas de espías y encubridoras, condenándose a la pena de muerte en la horca a 21, entre ellos, el citado Papa y tres (Andrés Muñoz, de la Cruz y el Ponio) cuyas cabezas cortadas serían colocadas en una estaca en la entrada de sus respectivos pueblos, para escarmiento.
Firma y rúbrica de Gálvez en 2.1.1829
En relación con el celebre bandido José Moreno, alias Joselín, he encontrado el embargo de bienes del mismo, así como de los de su compinche Francisco Jarillo, alias Papa, seguidos en causa criminal incoada por el celebre Alcalde Francisco Gálvez y Fernández, que dice así:
Joselín y Papa en 16.2.1831
Notorio sea a todos como yo el Licenciado D. Francisco de Gálvez y Fernández del Consejo de S M su Alcalde del Crimen de la Real Audiencia de Cárceles y Mayor de esta Villa y lugares de su Jurisdicción. Digo: Que en mi Juzgado y en la Escribanía del infrascrito se ha seguido causa criminal de oficio contra José Moreno (a) Joselín y Francisco Jarillo (a) Papa, vecinos que fueron del de Benarrabá y otros que fueron de la padilla de foragidos que capitaneaba el primero, en cuya persecución quedo este muerto y substanciada que fue por los tramites legales, se consultó la Providencia definitiva a S M y Srs. Gobernador y Alcalde del Crimen de la Real Chancillería de Granada de donde se devolvió con Real Providencia secreta para la ejecución del auto proveído por dichos Señores en diez y ocho de diciembre ultimo por el que se condeno al Francisco Jarillo con otros en la pena ordinaria de muerte de horca, en los gastos de ejecución y en varias costa y habiéndose embargado por bienes del primero una corta porción de viña en el Partido de la Cuesta de Guzmán, y del segundo un cortinal con algunos árboles frutales en el Partido de Benaubrique de aquella diezmeria que fueron justipreciados por Peritos, la viña en … (Tomo nota de que, de los testigos, Cañamaque antes nos lo hemos encontrado entre los imputados por contrabando, y Vinet es uno de los realistas que denuncian por infidencia a los liberales de Gaucín) En relación con la misma causa, consta otra escritura, en relación con la equivocación sufrida por la prisión de un vecino de Benarrabá por confundirlo con un individuo de la partida de Joselín, apodado Coronel, que dice así: Folio 30
Joselín y Coronel Como se ve, el otorgante de las anteriores escrituras de Venta Judicial es el conocido personaje don Francisco de Gálvez y Fernández, que tuvo especial protagonismo en el apresamiento de la partida de Josef Moreno, alias Joselín, cuyo cuartel general estaba en la cercanía de la villa de Benarrabá, en la muerte de éste (en agosto de 1830) y en el ahorcamiento de Francisco Jarillo, alias Papa (en diciembre siguiente), así como en otros acontecimientos represivos que afectan a vecinos de Gaucín, en especial en relación con los elementos liberales, como veremos más adelante al relatar la muerte de Salvador Manzanares y el apresamiento y posterior fusilamiento de 16 de sus compañeros (hechos que tuvieron lugar en marzo de 1831). No quiero terminar este apartado sin hacer constar las anotaciones que he encontrado en los Libros Sacramentales de Gaucín en el ACM. Sobre los enterramientos de las personas ejecutadas, la costumbre es utilizar la expresión marginal caridad, en los efectuados, generalmente el mismo día de la muerte a garrote, horca o por el método más o menos expeditivo que se usase. Eso sí, habiendo recibido Los Santo Sacramentos, como daba fé D. Rodrigo Pérez Palacios.
Caridad 27-29 dic 1830
Caridad 29.12.1830
Caridad 29 12 1830 El doce de marzo, D. José Montalvo, soltero, natural de Lorca, Reyno de Murcia, probablemente Voluntario Realista o perteneciente a alguno de los Regimientos que intervinieron, dado el tratamiento de Don con que figura inscrito, tratamiento que era muy estricto en aquellos tiempos.
Caridad, marzo 1831 Caridad, marzo 1831
Caridad, abril 1831
Caridad, mayo 1831
Caridad mayo/junio 1831
Todos ellos, con el sambenito de caridad
Como se sabe, la proliferación de ladrones, asesinos y bandas de forajidos, se intentó atajar por los gobernantes, entre otras maneras, otorgando honores y distinciones a los funcionarios y personajes que se destacan por su intrepidez y arrojos personales en perseguir a los bandoleros. Este es el caso de nuestro personaje, el Alcalde Mayor de Gaucín, Don Francisco de Gálvez y Fernández. Así, la actuación relativa a los forajidos de Benarrabá le valió el nombramiento y los honores de Alcalde del Crimen de la Chancillería de Granada, según el texto que se publica en la Gaceta de Madrid, con fecha 7 de octubre de 1830 (Hemeroteca Municipal de Madrid, Ref. 2001-2053, Pág. 496), que García Cigüenza y otros autores trascriben con el siguiente contenido literal: Los repetidos robos, asesinatos y demás violencias que de algunos meses a esta parte cometían impunemente varias cuadrillas de bandidos en los pueblos de la Serranía de Ronda habían hecho intransitables las comunicaciones de unos con otros, y reducidos sus habitantes a tal estado de opresión, que ni aún en sus propias casas podían considerarse libres de sus asaltos, ni se atrevían tampoco, a pesar de serles bien conocidos los más de ellos, a denunciarlos a las autoridades, ni menos a perseguirlos éstas, por temor de experimentar sus venganzas y atrocidades. El Alcalde mayor de Gaucín, en aquella serranía, don Francisco Gálvez y Fernández, que había principiado a perseguirlos, y aprehendidos ya cuatro de esos criminales con el corto auxilio de algunos voluntarios realistas, tuvo noticias fidedignas de que esas cuadrillas se engrosaban cada día, pues pasaban ya de 50 el número de ellos, y que trataban de reunirse y pasar a dicha villa para poner en libertad a sus compañeros, asesinar al mismo Alcalde mayor, continuar sus excesos y atentados sin oposición y resistencia alguna, y acaso con el designio, todavía más execrable, de alterar el orden y la tranquilidad pública, de que afortunadamente se goza por efectos de las enérgicas medidas tomadas por el valiente y activo Gobierno de S. M. para alejar y reprimir el desorden doquiera que se produzca. El peligro de que se verificasen tan graves males era inminente, y su remedio mucho más difícil se realizaba la reunión de los malvados antes de recibir auxilio de la componente fuerza armada que Gálvez había solicitado, y se había ofrecido por el Capitán general. En aquellas críticas circunstancias, pues, deseoso de libertar a aquellos pueblos de tan triste situación, sin aguardar a la llegada del auxilio, y arrostrando todo genero de fatigas y peligros, tomó este Alcalde mayor la intrépida y arriesgada resolución de atacar y exterminar a los malvados en el pueblo de Benarrabá, distante poco más de una legua de Gausin, donde sabía se hallaban reunidos sus… principales cabecillas. …una cuadrilla como de 20 hombres, montados algunos de ellos, que se dirigían por el camino donde se hallaban apostados los voluntarios realistas de Gausín. Dado el "¿Quién vive?", por la avanzada de éstos, y habiendo contestado aquellos con dos tiros, dispuso Gálvez que su gente tomase los dos lados del camino, y roto un vivo fuego de ambas partes, huyeron luego los malvados precipitadamente, los cuales, perseguidos con intrepidez por los voluntarios, vinieron a caer sucesivamente sobre los puntos que ocupaban las partidas de Ubrique y Algatocín, y fueron rechazados igualmente por el inesperado y bien sostenido fuego de éstas, que causó su completa derrota y dispersión, habiéndose dividido después dichas partidas para correr el campo y continuando el fuego por intervalos el resto de la noche, al perseguir los criminales en todas direcciones. Al amanecer del 28 se reunieron las expresadas partidas en Benarrabá, conduciendo cinco de dichos bandidos que habían aprehendido, alguno de ellos heridos, y además muerto a Josef Moreno (alias Joselín), capataz de la gavilla, sin haberse experimentado desgracia alguna por parte de los voluntarios realistas. Restituido el expresado Alcalde mayor con los presos a Gausín, después de haber registrado el citado pueblo, y habiendo exhortado enseguida a algunas justicias de los inmediatos de la prisión de los fugados antes de darle tiempo para que volviesen a reunirse, se verificó la de otros 11, que también pusieron a disposición dichas partidas; por manera que al cabo de doce días logró reunir en aquella cárcel 20 criminales de la mencionada cuadrilla, incluso los cuatro aprehendidos antes de la referida acción, y que el feroz Joselín, capataz de ellos, haya recibido con su muerte el castigo tan merecido por sus atrocidades. Enterado, pues S. M. con satisfacción del brillante resultado que han tenido las enérgicas y acertadas disposiciones tomadas por el benemérito Alcalde mayor de Gausín, don Francisco Gálvez y Fernández, para el exterminio de las indicadas gavillas de bandidos, y que con expresión de los sujetos que le han auxiliado en tan noble empresa refiere circunstancialmente en el parte que ha elevado al Ministerio de Gracia y Justicia con fecha 13 de septiembre último, y habiendo sido sobre el particular a su Consejo de señores Ministros, ha tenido a bien, conformándose con su dictamen, resolver, entre otras cosas, se imponga sin dilación a los reos aprehendidos el castigo correspondiente según las leyes a la enormidad de sus crímenes; que el expresado Alcalde mayor se le concedan los honores de Alcalde del Crimen de la Chancillería de Granada, recomendándosele a la Cámara para que se le adelante en su carrera; que se instruya formalmente el oportuno expediente sobre el relevante mérito que han contraído los voluntarios Realistas y demás personas que han concurrido a la referida acción contra la dicha gavilla de bandidos para premiarlas debidamente y que se publique además en la Gaceta este importante servicio para satisfacción y a fin de que tan recomendables pruebas de valor, Antón y celo por la conservación del orden y tranquilidad pública se imiten por los demás Jueces y pueblos del reino" Como consta, la referencia al designio, todavía más execrable, de alterar el orden y la tranquilidad pública, tiene el punto de mira en las posibles connivencias de los bandoleros con los políticos liberales, como ha sido puesto de relieve con más detenimiento por Juan Carlos Torres Jiménez, en el tema de los Botijas. Especial mención hace Rodríguez Martín de la postura que toma el Alcalde Gálvez en esta cuestión, que advierte al Gobierno que desde mayo de 1830 viene creciendo el número de bandoleros, quienes con sus crímenes están creando una situación de pánico alarmante en la zona. Para remediarlo solicitó del Capitán General de Granada la fuerza militar capaz de combatirlos, dando un matiz político a la cuestión al indicar, en comunicación de fecha 10 de septiembre de 1830 (Leg. 49 del AMJ), que tuve noticias fidedignas de que todas las cuadrillas que inundaban estos terrenos trataban de reunirse, no ya para robar solamente sino es también para atentar contra el Gobierno legítimo que felizmente nos rige, y como de llegar a verificarse esa reunión tal vez me sería imposible contrarrestar esta fuerza, porque su numero podría ascender a más de cincuenta malvados.
Sabemos que era Alcalde Mayor en 1826, lo era en 1828, 1829, 1830 y 1831. El cargo de Alcalde Mayor -Juez de letras que ejercía la jurisdicción ordinaria en algún pueblo, y que en las capitales asesoraba al Corregidor, cuando éste era lego-, tenía una duración de seis, salvo remoción o ascenso, por lo que es probable que recalara en Gaucín en 1826, sin que me conste su naturaleza. Lo que si ha de consignarse es que no lo era de Gaucín, por así prohibirlo la Novísima Recopilación. El Corregidor, como indica Joaquín Escriche, era el magistrado que en su territorio ejercía la jurisdicción civil y criminal en primera instancia y también ejercía una especie de inspección en lo político y económico en los pueblos o partidos que les estaban asignados; y también se conocía como tal al Alcalde que libremente nombraba el rey en algunas poblaciones importantes para presidir el Ayuntamiento y ejercer varias funciones gubernativas. Los había letrados, de capa y espada y políticos y militares. Desaparecieron cuando se crearon los jueces letrados de primera instancia con competencia en asuntos civiles y criminales, pasando los gubernativos a los Alcaldes. En algunos casos, en época posterior a las que nos ocupa, existieron los Alcaldes Corregidores, cuyo nombramiento era facultad del Rey, con la finalidad de no verse en la precisión de elegir para el cargo de alcalde a una persona inconveniente. Y. más tarde, apareció la figura del jefe de distrito En realidad, había un tratamiento similar para Alcaldes mayores y Corregidores y corrieron la misma suerte, hasta su desaparición y sustitución por los jueces letrados de primera instancia. A este respecto, merece citarse el caso de Francisco Antonio de Moya, Alcalde Mayor de Gaucín de 1810 a 1814, donde se arruinó por los indecibles quebrantos que he padecido en esta villa el tiempo de quatro años que he exercido en ella el empleo de Alcalde Mayor y los treinta meses sufridos en las continuas Inbaciones de Guerra que los enemigos han verificado en ella hasta el extremo de verme próximo a perder la vida verificándose la total elm.. vienes... Como nos dice en escritura de poder otorgado el 29/10/1812 ante el Notario de Gaucín Silvestre Bruno Pérez, previa petición fue nombrado por Orden de 16/10/1814 de Fernando VII para la vara de Alcalde Mayor de de la villa de Gandia, cuya noticia me comunica el Excmo. Sr. Duque del Infantado Presidente del Consejo de Castilla... y para responder de dicho nombramiento suscribió ante el mismo Escribano, en 25/10/1814, Escritura de Obligación a pagar en los dos años siguientes a hallarme posesionado en dicha vara el derecho a la media annata… Firma como testigo, entre otros, Don Diego Antonio Pérez de Palacio, de esta vecindad Abogado de los Reales Concejos, lo que pone de relieve la importancia de Gaucín para el poder absoluto de Fernando VII. El propio Moya se presenta, asimismo con el título de Corregidor, en escritura de venta judicial, de Pedro Buron contra don Juan Josef Benites (por así haberlo proveído el Sr. Comandante General de esta Serranía -a la sazón el General Serrano Valdenebro- que así éstas como las demás de su clase se exigiesen y cobrasen para atender a los presisos gastos de la guerra en defensa esta Sierra). En la misma, de fecha 9 de mayo1811, otorgada ante el Escribano Bruno Pérez, nos dice …notorio sea como nos don Francisco Antonio de Moya, Abogado de los Reales Consejos Corregidor de esta villa de Gaucin y sus Lugares, digo: que siendo… Abogado de los Reales Consejos, Corregidor, Justicia Mayor y Capitán de Guerra de Gaucín y subdelegado en la venta de vienes eclesiásticos y Capitanías en ella y Pueblos que le están señalados por Comisión del Sr. D. Pedro Ximeno que lo es Regio en la Ciudad de Málaga de cuya Diócesis es esta expresada Villa... D. Diego Crespo León fue también Corregidor de Gaucín en 1796 (así figura en escritura ante D. Silvestre Bruno Pérez en 5 de mayo), y consta en Acta de la vista del Sr. Obispo para la Confirmación, donde Crespo fue Padrino de los Varones y su esposa Doña Maria Pardo, de las Hembras
Así cómo, en el año 1801, D. Francisco de Paula Amador Moreno, consta que era Corregidor y Capitan a Guerra de esta Villa y sus lugares, según figura en el acta de nacimiento de su hija Maria del Rosario
D. Francisco de Paula Amador, Corregidor Como veremos por los documentos que transcribimos a continuación, éste era el caso de Gaucín, donde Gálvez ejercía de Alcalde Mayor, junto a los Alcalde Ordinarios. Posteriormente, Gálvez fue ascendido a Alcalde del Crimen (que era el de la Sala del Crimen que había en las Chancillerías de Valladolid y Granada y en algunas audiencias del Reino, el cual era juez togado y tenía, fuera de su tribunal, jurisdicción ordinaria en su territorio). Pues, bien, a continuación reseño tres escrituras en las que interviene Don Francisco Gálvez y Fernández, en su calidad de Alcalde Mayor. FOLIO 132 Siguen las firmas y rubricas de Francisco de Gálvez y Fernández, Antonio de Casas, José Gomes, Juan Carrasco, Antonio Hidalgo, José de Toledo y Aragón y José Basquez, y el fedatario Pedro Barroso y Castro (Observo que los testigos son los mismos que figuran en las escrituras sobre las fianzas en el tema de Contrabando, del mes de septiembre del mismo año 1826)
Folio 1 (Los testigos Barroso y Ochoa, son los mismos que en el tema del contrabando –aunque en este el año era el 1826- y Cañamaque era uno de los implicados, junto a su padre José y hermano Antonio. Sigue, pues, la implicación entre los intervinientes y testigos, en uno y otro caso, lo que abona la tesis de que todos ellos eran del bando de los realistas y, a la cabeza de ellos, el Alcalde Gálvez) Y el Capitán Francisco de Paula Palacios, también apoderado por el Cabildo, aparece como Alguacil Mayor del Santo Oficio y padrino de los Varones, en el Libro de Confirmados.
D. Francisco Palacios, Alguacil Mayor del Santo Oficio
4.- EL TEMA DE LOS LIBERALES Y REALISTAS
En la España absolutista de la Década Ominosa, se estaba cociendo el caldo del liberalismo revolucionario, que estallaría a la muerte del Rey en 1833. En el año 1830, se vivieron los sucesos de julio en Paris, a los que alude Merinmée en su carta a Albert Stapfer el 4 de septiembre, desde Sevilla, la misma en que narra sus impresiones sobre Sevilla y Córdoba (en la siguiente, desde Granada el 8 de octubre, cuenta Merinmée su paso por Gaucin), sucesos de julio, a los que llama las farsas que han representado ustedes allá… no me consuelo de haberme perdido un espectáculo que sólo se da cada mil años. El 29 de julio, después de las denominadas ‘tres jornadas gloriosas’ (27, 28 y 29 de julio), toda la ciudad estaba en manos de los insurgentes; Carlos tuvo que abdicar y huir a Gran Bretaña. Los liberales defendieron la instauración de una monarquía limitada, al frente de la cual estaría Luís Felipe, duque de Orleáns, que el 9 de agosto fue proclamado rey de Francia con el nombre de Luís Felipe I. Todo ello repercutió en la España del momento. Este ambiente de conspiración frente al poder absoluto que se padecía en España, es lógico que se viviera en la serranía, máxime cuando nos son conocidas las conexiones de los bandoleros habituales de nuestras tierras y en Andalucía (José Maria el Tempranillo, los hermanos Botijas, etc.) con los liberales. En el verano de 1831 Torrijos llevaba casi un año intentando desde Gibraltar fomentar y dirigir la rebelión de las provincias del sur. Había llegado clandestinamente a su nuevo refugio inglés en 9 de septiembre de 1830, procedente de Marsella, después de abandonar el exilio de Londres. Pretendía impulsar desde dentro del movimiento general que derrocaría al régimen absolutista.
Ambiente romántico Todas las tentativas habían fracasado hasta entonces: los ataques sobre Algeciras en Octubre de 1830, la expedición de Manzanares y la guerrilla de la serranía de ronda, en febrero y marzo de 1831, Los contactos y tramas que se descubrieron, dieron lugar a nuevas detenciones y ejecuciones, como la que llevó al cadalso en Granada a Mariana Pineda el 26 de mayo de ese mismo año 1831, aunque ésta no estaba relacionada con el grupo de Torrijos. Se creó así un clima de represión generalizada que agravó la inestabilidad de la situación política. Para el gobierno, la existencia de los emigrados de Gibraltar era una realidad incómoda e inoportuna que se dispuso a cortar tajantemente. Sin embargo, este clima de conspiración y represión ya se venía respirando en Gaucín inmediatamente restaurado el absolutismo, al caer el trienio liberal. Y desde el año 1824 tengo constancia de estos movimientos, simbolizado en las contiendas entre los grupos liberal y absolutista, capitaneados por José Serrano Sánchez y Antonio de Molina Navarro, respectivamente. A ellos voy a dedicar este capitulo del presente trabajo, sin perjuicio de hacer una referencia posterior a las fracasadas expediciones de Salvador Manzanares y Torrijos y sus concomitancias con los realistas y liberales de Gaucín. En esta década nos encontramos con las denuncias que absolutistas hicieron contra liberales de Gaucín, comprensivas de numerosos delitos, tales como los de infidencia, desafección y otros excesos, reuniones subversivas, imputaciones de sospechosos y desafectos, etc. Desafección, según la Real Academia, es mala voluntad. Infidencia, violación de la confianza y fe debida a alguien; en general, la falta que se comete por el hecho de no corresponder a la confianza que se ha puesto en él, pero en aquel entonces se aplicaba principalmente esta denominación al delito político en que uno incurre por su inteligencia con los enemigos del Rey o del Estado, aunque se usaba con más especialidad en la milicia. Según las normas penales de aquellos tiempos, en las ordenanzas del ejercito se incluía la inteligencia o correspondencia con el enemigo, el revelar las comisiones que se le encomendasen, incluso el revelar el santo y seña (según el Diccionario de Escriche) y comprendía incluso las causas por contrabando como resulta del escrito del Regente de la Real Chancillería de Granada de 22 de noviembre de 1842 (trascrito por Francisco Garrido) sobre la corrupción existente y que indica de lo que se deduce que el contrabando en la Costa de Granada y su Reyno no es nuevo y menos en Grazalema y la serranía de Ronda, y no será extraño se haya aumentado en el desgraciado tiempo de la revolución; más de aquí no debe inferirse desafección de parte de los habitantes… que se armaron contra los revolucionarios…todos los Pueblos destacaron una parte importante de sus habitantes a la destrucción de ellos…, sin duda refiriéndose a los llamados Voluntarios Realistas, que no sabemos si eran más dañinos, en sus intenciones de rencillas y venganza, que los propios revolucionarios. En el testimonio de 1931 que trascribo más adelante, se habla de desafección y de atribuirles reuniones subversivas y hechos infidentes al legítimo Gobierno. La referencia, por lo que a liberales y realistas se refiere, en la cronología del Protocolo examinado de aquellos años, correspondiente al Notario D. Pedro Barroso y Castro, es la siguiente.
1824 En este año, a la salida misma del trienio liberal, se abrió causa criminal por infidencia contra José Gomes Tineo, Presbítero, según consta en escritura de 20 de noviembre de 1826 (ver luego, en su fecha), cuyo resultado no se le había comunicado todavía. En ella se dice …la causa que se le ha seguido en el pasado año de ochocientos veinticuatro se me formo por infidencia y de su orden se me ha seguido en el Jugdo de Guerra de la Plaza de Málaga con asistencia de un conjuez eclesiástico…
1 de octubre de 1825 Es la primera noticia que tengo de la denuncia formulada por los realistas o absolutistas de Gaucín contra los liberales
Poder de los liberales en 1.10.1825
Forman el grupo de liberales denunciados por los absolutistas, los firmantes de la escritura D. Juan Gómez Tineo (que era Presbítero y otorgó poder en solitario en escritura del siguiente mes de noviembre, que se trascribe a continuación), José Serrano Valdenebro Sánchez (hijo, como sabemos, del General y Comandante en Jefe de la Serranía en la Guerra de la Independencia, D. José Serrano Valdenebro), D. Francisco de Paula Galán, Josef Cabrera y D. José Serrano Espinosa (segundo esposo de Doña Buenaventura Sánchez Hernández de Villegas, que lo había sido en primeras nupcias del citado General y, que por tanto, era padrastro de José Serrano Sánchez), aparte del denunciado que se cita en primer lugar por los denunciantes en el Poder del día 3 de este mes que trascribo a continuación, D. Nicolás Rendón Barroso (que estaba casado con María de Molina Salas, hija, como veremos, de uno de los principales denunciantes, D. Antonio de Molina Navarro).(Curiosamente, como ya indicamos en sus biografías, los herederos de los cabecillas, Teodoro de Molina Fernández y Francisca Faura Serrano, se casaron en 1905)
Teodoro de Molina F. y Francisca F. Serrano Por ahora, se citan como denunciantes (realistas) al citado Antonio Molina (Navarro), que parece ser el cabecilla de este grupo (y así figura como veremos en primer lugar en el testimonio definitivo de 1831), Francisco de Paula Vinet y José Cañamaque, que actúan como informantes (de la acusación desestimada por el Juzgado de Guerra de la Capitanía General), así como a los testigos en la denuncia (cuyos nombres no nos constan) De esta escritura de poder, precisamente a favor, no sólo de un Procurador de Granada, sino también de otro de los acusados, José Serrano Sánchez, parece deducirse que éste, pese a su juventud, pues tenía 21 años, merecía la confianza del resto de los acusados, lo que también es comprensible por la aureola liberal de su padre, el General Serrano Valdenebro, hasta el punto de que, como ya he resaltado en otra ocasión, al joven Serrano Sánchez le gustaba firmar y que le llamasen Valdenebro. Por otra parte, será interesante estudiar la causa criminal en toda su extensión para, entre otras cosas, conocer cuales fuesen los restantes crímenes que ya están indicados en la causa, como nos dicen los propios poderdantes, así como cuales eran los testigos también condenados, etc.
Poder de los realistas en 3.10.1825
De aquí se deduce: De todas formas en el testimonio resumen de 1831, que se trascribe más adelante, la sentencia o providencia definitiva de 29 de agosto de 1825, es de la Capitanía. 1826 31 de enero de 1826 Folio 50
Poder realistas de 31.1.1826
Poder liberales de 16.5.1826
Siguen las firmas rubricadas de José Serrano Espinosa, José Serrano Valdenebro Sánchez, Francisco de Paula Galán y Josef Cabrera.- Ante mi, Diego Barroso y Castro Este poder, como hemos dicho, es para continuar la oposición a la apelación de los realistas de la sentencia de la Capitanía de Granada ante Madrid. Como testigo firma Diego Sánchez de Piña, suegro de Serrano Sánchez 2 de noviembre de 1926 Folio 119 D. José Gomez firma también el poder de 1 de octubre de 1825 y ahora lo hace un año después, entiendo que para hacer protesta para que se le de vista de las diligencias que se le siguieron en el Juzgado de Málaga (iniciadas en 1824) con asistencia de un conjuez eclesiástico, dada su condición de Presbítero. Durante los años siguientes, la causa sigue en vía muerta y es a partir de
19 de diciembre de 1830 FOLIO 157 Siguen las firmas y rubricas de Antonio Molina, Juan del Rosario y Bartolomé González. Ante mi Pedro Barroso y Castro Folio 158 Siguen las firmas y rubricas de Damián Jiménez, Josef Cañamaque, Nicolás Jiménez, Antonio Jiménez.- Testigo Bartolomé González Inserto a continuación copia digitalizada
Obligación contraída por los realistas en 19.12.1830
Aquí me parece que están al completo los dos bandos, incluyendo a los poderdantes de enero de 1826.
LOS DE SERRANO (liberales) (Un dato: entre los Molina, sólo tres “dones”; en los Serrano, todos menos Cabrera, lo que podría parecer un contrasentido)
De todas formas, en el siguiente año 1931 se formalizó testimonio notarial –en pieza de embargo, subasta y adjudicación de bienes por causa de las deudas de costas- que resume el estado de la cuestión, en el tema de las contiendas entre realistas y liberales. Dice así 10 de diciembre de 1831
Testimonio de 10.12.1831 (folio 118)
Como cual por menor aparece de dichos despachos y diligencias, y lo inserto concuerda con su original a que me remito. Y para que conste en virtud de lo mandado doy la presente en la Villa de Gaucin a diez de diciembre de mil ochocientos treinta y uno.
Mientras se sustanciaban estos procesos entre realistas y liberales gaucinenses en los confines de la Serranía, en el Campo de Gibraltar se libraba otra batalla que alentaban los liberales refugiados en el propio Gibraltar. La restauración absolutista de 1823 había arrojado al exilio a los liberales, entre ellos a Torrijos, que desde Londres pasó a Gibraltar como tantos exiliados. Desde allí y tempranamente Valdés e Iglesias hicieron expediciones a Tarifa y Almería, porque, los contacto con los liberales ingleses y franceses, y en especial después de la revolución de Paris de 1830, habían ganado en coherencia y determinación para la insurrección. Estas, y otras, conspiraciones –distintas en naturaleza a pronunciamientos anteriores- necesitaban una cierta colaboración en el interior, por lo que todas terminaron en fracaso, ya que como indica R. Menéndez Pidal, pueden servir de modelo de campaña romántica, grandilocuente en las proclamas, desorganizadas en su estructura, anárquicas e individualistas en su dirección, pintorescas en su desarrollo, y como consecuencia de todo esto, condenadas al fracaso. Manzanares y Torrijos, son las figuras trágicas que dirigen los últimos intentos para acabar violentamente con el régimen fernandino. Irene Castell Olivan ha explicado con lucidez el papel de la alternativa insurreccional de los liberales en el exilio y sus conexiones con el interior, a través de los tres momentos de la conspiración (creando redes de agentes que actuaban en la Península), la penetración y el levantamiento que se apoyaba en la convicción ciega del apoyo interior y los preparativos hechos desde la base de Gibraltar en nuestro caso. Este momento era el más débil pues dependía del azar, pero ideológicamente era el más sólido, de acuerdo con la concepción épica del cambio histórico de los liberales; este levantamiento de los hombres del exilio era como un gesto para el rompimiento en el interior, todo ello como estrategia política para la reconquista del poder o como se decía para “restaurar la libertad”, con el objetivo muy claro de derrocar al absolutismo en la persona de Fernando VII. Entre la conspiración/pronunciamiento y la toma del poder, en medio estaba un cuarto elemento, el contagio insurreccionad que, a su vez, dependía de dos factores: la respuesta del pueblo y la reacción del poder, esto es, el binomio liberales/absolutistas. En la nueva situación creada a partir de 1823, la actividad conspirativa también era instrumento idóneo para esquivar, frecuentemente sin éxito, la múltiple actividad represiva del sistema fernandino, que demostró tener una información perfecta de las conspiraciones, como acabamos de ver en las consideraciones precedentes sobre Gaucín (el Alcalde Gálvez y las luchas realistas/liberales). Y es que, a falta de una fuerza militar suficiente en manos de los absolutistas, se contaba con la colaboración de los Voluntarios Realistas, pieza clave en la derrota de las expediciones liberales, que asimismo contaban con el campesinado, desilusionado con la política agraria del trienio liberal. Así como las Compañías de Escopeteros Voluntarios de Andalucía fueron creados en 1776 con la finalidad de perseguir a contrabandistas y forajidos, los Voluntarios Realistas, nacieron en 1823 y fueron armados contra los liberales; llegaron a alarmar a la gente de orden, pero la oligarquía local los mantenía a su costa y bajo su mando como verdaderas policías paralelas capaces de escapar del poder central. Frente a ellos, no sólo los militares profesionales o políticos en el exilio, sino que en el interior había una aspiración real de numerosos sectores de la población: profesiones liberales y burguesas, actividades y oficios populares, según se desprende de las estadísticas organizativas y de las siniestras listas de detenidos y fusilados consiguientes a las sucesivas tentativas insurreccionales. No menos importante es reseñar en este momento la acreditada connivencia de José Maria el Tempranillo con los resistentes al absolutismo. Entre otros, José Santos nos indica que José Maria se acercó al limite gaditano cuando protegió en su intentona al general Don Salvador de Manzanares, afirmación contundente de sus creencias políticas contra el absolutismo real. También García Sigüenza pone de relieve el apoyo de José María a Manzanares, héroe de la guerra de la independencia, General y Ministro de la Gobernación durante el Trienio Liberal y cita a la Gaceta de Madrid del 8 de marzo de 1831 que, en referencia al exterminio de los compañero de Manzanares, indica que sólo el celebre facineroso José María es el que había engrosado con sus bandoleros a la facción. Más tajante se muestra J. A. Rodríguez Martin, para quien, todos estos y otros intentos contaron con el apoyo de contrabandistas y bandoleros y, en especial, de José María que había ido a buscar refugio en los pueblos de la Serranía de Ronda y cuya relación, junto a la partida de Los Botijas de Torredelcampo, es evidente en el movimiento político liberal centralizado en Gibraltar. En este contexto, se produce el episodio de la muerte de Salvador Manzanares, que nos relata F.J. Albertos y que traemos a colación por la decisiva influencia que en ella tuvieron los Voluntarios Realistas de Gaucín y nuestro ya conocido Alcalde Gálvez y Fernández, así como otros personajes de nuestras cercanías, lo que paso a relatar, de forma resumida. Después del trienio liberal, Manzanares se refugió en Gibraltar con Torrijos. En Febrero de 1831 con 44 liberales de Los Barrios, Algeciras y otros pueblos, toma la iniciativa, solicita ayuda de Torrijos y ocupa Los Barrios la noche del día 21 de febrero, con los capitanes Montalbán, Benítez y Vincent de Agramunt. Después toman Getares y Torrijos le indica que vaya a Vejer a hacerse cargo de 300 patriotas, pero no le hace caso (la viuda de Torrijos, Luisa Sanz de Viniegra, cree que no siguió estas indicciones porque fue llamado a Estepona con promesas engañosas) y marcha a Estepona con el ánimo de tomarla. Dice Albertos que si lo hizo engañado, esto fue un anticipo de lo que después paso, en diciembre, con Torrijos, en Fuengirola. La noticia del desembarco de Manzanares fue seguida de escasos movimientos internos (el gobernador de Cadiz fue muerto el 3 de marzo, el mismo día en que la brigada real de marina de San Fernando se pronuncia a favor de la Constitución), y el movimiento no encontró eco entre la población civil.
Tras el Castillo, sierras Bermeja y Crestellina Estos hechos están relatados por el Alcalde de Estepona, Andrés Masegosa, y el comandante de armas de la misma, el Brigadier Ildefonso Matilde Monasterio nacido en San Roque, según consta en el expediente del Archivo Central del Ministerio de Justicia con la Causa de Estado sobre Salvador Manzanares. El día 1 de marzo, el vecino de Benarrabá Andrés del Río y Gómez avisó, por medio de su sobrino Juan del Río Vega, a Monasterio de que Manzanares estaba en el Cortijo de Don Carlos, en San Martín de Tesorillo, mientras que su hijo Juan del Río Pérez, Capitán de Voltarios Reales de Benarrabá, avisó al Capitán General del Campo de Gibraltar. Matilde Monasterio, en la madrugada del día 2 de marzo reunió a sus fuerzas (154 infantes y 56 caballos) y se situó en el Puerto de Bobonaque, y el torrero de la Torre de Arroyo Vaquero hizo señales, pero Manzanares cambió de rumbo y, dejando la playa, se introdujo en Sierra Bermeja, donde le siguieron los realistas, hasta las tres de la tarde de aquel día. El Alcalde de Casares, Gregorio García, con realistas persiguió a Manzanares y dio aviso a Genalguacil y Gaucín y a las doce de la noche salieron 100 hombres del Regimiento de Alcázar de San Juan y Voluntarios Realistas de Gaucín y Casares. Por la niebla, 17 liberales escaparon por el Puerto de las Palomas, ya en término de Gaucín, siendo capturados 14 en la Fuente del Encinar al pie de la Sierra Crestellina, por los citados realistas de Casares y Gaucín. En un escrito del 28 de marzo de 1831, el Alcalde de Gaucín, el ya repetido Francisco de Gálvez y Fernández, eleva el número de prisioneros a 31, posiblemente en su conocida política de engrandecer sus actividades. El 5 de marzo, a las ocho de la noche, en el paraje de los Baños de la Fuensanta, de Sierra Bermeja, una partida dispersa de los de Manzanares se encontró con fuerzas realistas del batallón de Ronda, al mando de Juan Avilés, resultando éste herido y cuatro liberales muertos. A las once de la noche salió de Estepona una columna de Voluntarios y relata su Alcalde, Masegosa, que el siguiente día 6, se encontró en el paraje de la Romera a las partidas de Igualeja y Junquera (para Rodríguez Martín, fueron los realistas de Yunquera y Arriate) que conducían ya muerto a Manzanares y 16 prisioneros, que fueron fusilados, de modo sumarísimo en Gaucín según anota Torres Jiménez. Según consta en la Gaceta de Madrid del 24 de marzo de 1931, el Capitán General de Granada, Conde de los Andes, tomo parte en la batida y se situó en el Puerto de los Guardas, en Los Reales, retirándose a Gaucín cuando se enteró de los de la Romera. El Secretario de Estepona, Juan Estático, relata la muerte de Manzanares, diciendo que cuando fueron a cogerlo los realistas, conducidos por el cabrero que lo había delatado, dio muerte al cabrero de un pistoletazo y poniendo la espada clavada en el suelo él mismo se echo sobre ella y murió. Se premiaron con una plaza togada en los Tribunales de la Península al Alcalde de Estepona Masegosa y al de Gaucín, Gálvez, trasladando a otro corregimiento de ascenso al corregidor de Ronda José Domingo de Cuellar y con la Real Orden Americana de Isabel la Católica a los alcalde de Jubrique, Banahavis, Igualeja, Junquera, Banaojan y Casares y al escribano de Jubrique. Andrés del Río escribió al Rey reclamando para él la Cruz de Isabel la Católica, para su hijo Silvestre, clérigo, un beneficio en la Iglesia parroquial de Benarrabá y para sus hijos Juan y Andrés, oficiales realista, la Cruz de San Fernando. A la llegada de los liberales, el Alcalde de Estepona, Esteban Barriga, acordó en 28.8.36 recoger todos los diplomas y documentos de gracias a favor de los perseguidores de Manzanares y Torrijos y en 25.8.36 se hizo la apertura de un procedimiento contra Andrés del Río y su hijo Silvestre por delatores El 16 de julio de 1837 fueron exhumado los cadáveres de Manzanares y los suyos, que estaban en una fosa común y enterrado con la debida solemnidad. Vemos como, en la conspiración de Manzanares, además de los Voluntarios Realistas de Gaucín, bajo el mando del Alcalde Mayor D. José de Gálvez y Fernández, toman parte activa otros miembros relevantes de la serranía como el Alcalde Ordinario de Benarrabá Don Andrés del Río y Gómez, su sobrino Juan del Río Vega, y sus hijos Juan, Andrés y Silvestre del Río Pérez, éste ultimo Clérigo. La mujer de Andrés del Río era Maria de los Dolores Pérez, según consta en escritura de 6 de diciembre de 1821 ante Pedro Barroso y Castro, folio 217 de su Protocolo, Poder Espacial otorgado a Andrés del Río por su referida esposa y otros parientes para llevar los Pastos de Montenegral en Ximena. En relación con los personajes citados, una escritura ante el Notario de Gaucín Diego Barroso y Castro (FOLIO 58 de su Protocolo), indica DATA A CENSO Son Alcaldes del Consejo Don Andrés del Río y Don Juan Barranco Este Andrés del Río, no sólo figura involucrado en todo el proceso de Salvador Manzanares en 1831, sino que también es protagonista destacado en el tema de la denuncia contra Ríos Rosas en 1863, por manejos electorales, según resulta de documentación en estudio. También me consta, por escritura ante el Escribano D. Diego Barroso y Castro que ANDRES DEL RIO En Gaucín, a nueve de noviembre de mil ochocientos veinte y seis,…ante los testigos Don José Cabrera Pérez, Don Diego Moreno Pérez y D. Pedro Barroso y Gallo, a favor de su hijo Presbítero
Hay una escritura de fianza de Cárcel Segura contra un Voluntario Realista, que dice así FIANZA CARCEL SEGURA En relación con la intentona de Manzanares, pone de relieve Menéndez Pidal, no sirvieron sino para renovar las medidas represivas con la restauración de las comisiones militares, cuyas competencias se extendieron a todo acto que pudiese estimarse como alarmante o derrotista, como se deduce de la Orden de 10 de mayo de 1831 anulando la responsabilidad jurídica de los denunciantes cuando sus declaraciones no coincidiesen con la realidad o la reducción sensible de las posibilidades de defensa de los acusados, por ejemplo, al no poder exigir nunca testimonios de denuncias o expedientes que obren en el establecimiento por su naturaleza reservada. El rigor de estas nuevas disposiciones, provocó la renovación de medidas represivas, a las que siguieron ejecuciones que, como la de Mariana Pineda, sólo se explican dentro de una política de terror ejemplar, como la fomentada por el Ministro Colomarde. Hemos de poner de relieve, a este respecto, dos incidencias, concernientes a la viuda del General Serrano Valdenebro y madre del liberal denunciado por infidencia D. José Serrano Sánchez, así como esposa, en segundas nupcias, del también liberal encausado D. José Serrano Espinosa, que hacen referencia a las dificultades económicas por las que atravesaba, debidas muy probablemente a las presiones y persecuciones que se cernían, por aquellas fechas, contra los elementos liberales de Gaucín. Una, en el mismo día en que apareció en la Gaceta de Madrid la muerte de Manzanares, el 24 de marzo de 1831, por la que Doña Buenaventura Sánchez, muger y legítima esposa de D. José Serrano Espinosa, ausente… pide autorización para vender una alhaja raíz para hacer frente al pago a los deudores, al estar ausente su esposo... Concede la licencia marital, precisamente, D. Francisco de Gálvez y Fernández, del Consejo de S. M su Alcalde del Crimen Honorario de la Chancillería de Granada y Mayor de la Villa de Gaucín, en auto de dicha fecha (Legajo P5297, año 1831, folios 30 y 30v)
Solicitud de Buenaventura de 24.3.1831 En el mismo legajo consta escritura, de 5 de mayo de 1831, en la que como veremos a continuación, Buenaventura vende el Cortijo Cara del Genal, habido de su legitima por fallecimiento de su anterior marido D. José Serrano Valdenebro, al Presbítero D Alonso Gomes Martín que les había facilitado en distintas ocasiones dineros para hacer frente a sus urgencias; y dado que tales bienes son de su propia herencia y “porque dicho mi marido habiéndose ausentado días hace, no ha vuelto a mi compañía…”
El Sur de la Península había constituido muy tempranamente, desde el principio del exilio de 1823, un objetivo estratégico prioritario, no sólo por las condiciones geográficas de la zona sino por la existencia de numerosos y activos focos de liberales, como ya hemos tenido ocasión de comprobar por lo que a Gaucín respecta. Los sucesos de julio de 1830 en Francia avivaron la determinación de los liberales exiliados a la insurrección, no sólo los aglutinados en torno a Espoz y Mina, sino los procedentes de la llamada Junta de Londres, patrocinada por Torrijos.
Jose María Torrijos Su preparación militar, que ya había destacado en la Guerra de la Independencia, junto a sus dotes organizativas, le hizo merecer del régimen absolutista la consideración de primer enemigo del Trono. Torrijos, además, encarna perfectamente la figura del héroe romántico, cuyo sentido del cambio histórico va ligado al ensalzamiento del individuo en la historia, a la exaltación de la virtud individual, al tiempo que la capacidad de sacrificio y de renuncia de si mismo, le convierte en parámetro de la Patria, como ha puesto de relieve Irene Castells Olivan. Del ambiente de represión y miedo que se vivía en Gaucín en este año, nos da una muestra los pasos dados por Buenaventura Sánchez, madre y esposa de dos de los liberales implicados, para hacer frente a su subsistencia, hasta tal punto de que ha de acudir a la Justicia para que se le autorice la siguiente venta, dada la ausencia de su esposo José Serrano Espinosa, probablemente huido ante los recientes acontecimientos de la muerte de Salvador Manzanares a manos de los realistas de Gaucín.
Venta de Buenaventura en 5.5.1831
Desde 1826 no teníamos noticias de D. José Serrano Espinosa, en la firma del poder para oponerse a la apelación de los realistas. Ahora sabemos que en 1831 se había ausentado de la compañía de su esposa y no había vuelto, por lo que ella dispone vender al Presbítero Alonso Gomes una finca, en compensación a deudas por préstamos personales. Esta ausencia de Serrano Espinosa, pudiera deberse a puras desavenencias familiares o bien a ausencia forzada del liberal, como consecuencia de los recientes sucesos de Manzanares y las posibles implicaciones de los Serranos en las conspiraciones liberales, en especial la que se estaba fraguando de Don José María de Torrijos, como vamos a ver seguidamente. Torrijos está convencido de que, una vez repuestos de los golpes sufridos, los patriotas de España podían devolverles el aviso, porque ellos deberían estar dispuestos a responder. Prepararon la trama buscando un lugar civil inseguro en las costas, por su libertad, en los que pudieran desembarcar para garantizar el éxito de los primeros momentos: dar el primer paso, haciendo rompimiento, y abrir la señal para el pronunciamiento general de la sublevación. Su presencia en tierra española daría confianza a los liberales de dentro del país y la actuación de la juntas organizadas en diversos puntos, y conectadas con la de Gibraltar, permitiría unificar la dirección del movimiento en el conjunto de territorio. Estaban implicados entre otros el coronel Antonio López Ochoa y Juan López Pinto. Torrijos había manifestado repetidas veces que su confianza la tenía en los del interior, que la nación estaba dispuesta el cambio y que de todas partes reclamaban su ayuda. Es importante dejar claro, sigue indicando Castells, que la trama conspirativa se mezcló a partir de agosto con la trampa tendida a Torrijos por el gobierno absoluto, con el fin de desvelar sus propósitos conspirativos, trampa que tuvo como escenario principal Málaga y el misterioso personaje Viriato como eje, elemento que precisa un estudio más profundo que nos es de este momento. Las noticias sobre los apoyos en el interior se entrecruzaban, pues, con las engañosas informaciones de los confidentes absolutista En una carta del cuñado de Torrijos, Nicolás Minuissir, informaba de los apoyos que tenía la Junta de Gibraltar de casi todas las fuerzas disponibles en Andalucía sobre todo con las que se hallan en San Roque, La Línea y Algeciras, así como los presidiarios de Andalucía. La relación era notablemente exagerada aunque sí era cierto que desde Gibraltar se habían extendido redes para abarcar toda esa amplia zona en la mayoría de la cual se habían establecido juntas, según el plan trazado desde marzo para realizar una empresa que acabaría, como ya sabemos, con los fusilamientos de Málaga. Las miras y esperanzas de Torrijos, en el verano de 1831, estaban fundamentalmente puestas en Andalucía: Algeciras, San Roque, Málaga y la Serranía de Ronda. También en estos puntos tenían que reorganizar sobre nuevas bases los contactos que habían quedado tras las derrotas de marzo y la represión de la primavera. Habían enviado para ello al íntimo agente de Torrijos, José de Coba, capitán de Caballería y personaje perseguido desde 1826 por las autoridades absolutistas, que jugará un papel importante en este episodio. Le corresponderá la tarea de reanudar las relaciones con estos núcleos liberales de Málaga y su provincia, entre los que están, por supuesto, los de Gaucín. Torrijos tenía confianza en la Serranía de Ronda. Y eso tiene un mal recuerdo, pues los serranos habían prometido ayudar en febrero de 1831 a la expedición de Manzanares e incluso en ocasiones anteriores al desembarco de éste. Pero siempre sucumbieron a las presiones y al temor de los voluntarios realistas. Sin embargo, el camino de Gibraltar a la Serranía era ruta normal de contrabando y por ella merodeaban además pandillas de bandoleros que el gobierno era incapaz de controlar, erigiéndose en dueños de caminos. Era la época del famoso José María El Tempranillo. Y como bandoleros y contrabandistas eran siempre dos posibles aliados de las incursiones de los liberales, la junta de Gibraltar no abandonó sus contactos en estos puntos. El trabajo revolucionario en esta zona lo dirigía, nos dice la historiadora citada, en íntimo contacto con Torrijos, Francisco Xavier de Surga, abogado de Ronda. Aglutinaba a un núcleo compuesto por un tal calidad Aguilar; Francisco Requena , abogado de Ronda; Antonio García Naranjo, Epifanio Estudillo, médico de Jimena, un hijo del general Valdenebro, vecino de Gaucín; Juan Gamota y Antonio Valverde, así como Antonio Gordillo vecinos todos de Pruna, Juan Bengoechea y Juan Tamarís de Arahal; José Cayetano Serralvo y Montiel, de Marchena. N Reyna y José Martín de Coronil y Manuel Occina de Morón. En Casares, Fernando Serna, depositario de policía, colaboraba en las diligencias referentes a la expedición de pasaportes para los revolucionarios de Gibraltar, al igual que lo hacía Salvador Torres empleado de policía y el escribano José Cervino, ambos de Algeciras.
D. José Serrano Sánchez Es interesante en este sentido la notificación que González Moreno afirmó en oficio de 13 de diciembre de 1831 relativo al reconocimiento que hay hecho de la correspondencia de Torrijos con Francisco de Surga, de la que resulta su presunto acuerdo con el bandido José María para que contribuyese al pronunciamiento y asistiese el punto de desembarco de Torrijos, tal cual el rebelde cabecilla lo manifestó en la correspondencia que seguía con esta Subdelegación. Sobre esta colaboración de José María no hay datos en la bibliografía sobre el famoso bandolero que aludan a su conexión con la conspiración de Gibraltar en el otoño de 1831, al igual que lo hizo en marzo ayudando a Manzanares. Pero respecto a José María, estando como estaba en auge su caudillaje en las Sierras de Andalucía, y a pesar de encontrar numerosas referencias respecto a la orientación liberal del bandolero, no se ha podido precisar el alcance de la noticia que da González Moreno en relación al apoyo real que pudo prometer el Tempranillo a Torrijos y sus compañeros. Vamos, pues, a centrarnos en la actividad de los elementos liberales en el interior y, más concretamente, en nuestra Serranía. Indica la historiadora citada que después del fusilamiento de Torrijos y sus compañeros, González Moreno nombrado Capitán general de Granada, había sido designado Comisionado Regio y tenía las facultades para entender de las causas contra los secuaces y cómplices del rebelde Torrijos. A mediados de enero de 1832 se trasladó a Granada y con ayuda de los letrados nombrados por él, prosiguió en la formación de las causas de los encartados en la conspiración de la Junta de Gibraltar. Los dirigentes principales fueron condenados a muerte y los colaboradores del interior a varios años de prisión o destierro. Logró así concluir la labor represiva de los focos de liberales existentes, con anterioridad a la expedición de noviembre de Torrijos. Había iniciado esta tarea inmediatamente después de los fusilamientos y en 14 de diciembre ya había formado la causa de los apresados en las inmediaciones del desembarco de Torrijos. Algunos de los activistas de las Juntas de la Serranía de Ronda lograron sustraerse a las órdenes de detención (como el citado Abogado de Ronda Surga y el médico de Jimena Epifanio Estudillo), pero, sin embargo, González Moreno logró encausar a varios colaboradores directos. José Serrano Valdenebro El encabezamiento del citado testimonio es el que se escanea a continuación Y la sentencia, al completo, nos dice: En la Ciudad de Granada a quatro días del mes de agosto de mil ochocientos treinta y dos años, l Excmo. Sr. Dn. Vicente Gonzalez Moreno Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo Caballero de la de tercera clase de San Fernando Teniente General de los Reales Ejercitos Capitan General de estos Reynos Presidente de la Real Chancillería Subdelegado Principal de Policia de la Provincia y Comisionado por S. M. para entender de las causas que se instruyan con relacion ala Revolución intentada por Torrijos: habiendo visto la seguida contra D. José Serrano Valdenebro vecino de la villa de Gaucín por efecto de encontrarse complicado en los manejos de la faccion según indicaciones de la correspondencia ocupada al citado cabecilla S. E. por ante mi el Escno. Publico en el Numero perpetuo de la Ciudad de Malaga y de la citada Regia Comisión dijo: Que por lo que resulta de la indicada causa debia de mandar y mandó se escarcele al Serrano Valdenebro de la prisión que sufre a quien se le condena en las costas del proceso que seran tasadas por el presente Escno. con arreglo al Real arancel y a que no vuelva al pueblo de su domicilio por tiempo de dos años en cuyo espacio deberá fijar su residencia en la Ciudad de Cuenca bajo la vigilancia de la policia a cuyo efecto se librará oficio al Sr. Superintendente General: expidase otro con testimonio de este proveido al Excmo. Sr. Secretario de Estado y del despacho de Gracia y Justicia para conocimiento de S. M .y orden al Alcalde de la Real Carcel para que se verifique la soltura acordada .Por cuyo auto con fuerza de definitivo asi lo proveyó mandó y firmará dicho Excmo. Sr. con acuerdo y parecer del Licdo. D. Francisco Suarez Noy Corregidor por S. M de la Villa de Estepona y Asesor de esta Regia Comisión quien tambien lo firmará doy fé No me consta tampoco si el condenado empezó a cumplir su pena de destierro y confinamiento, pues González Moreno, estando en estas tareas represivas, el fallido golpe de estado carlista de la Granja, en el que parece que estaba implicado, hizo que fuera destituido de Capitán General de Granada y, pocos días después, el 15 de octubre de 1832, la Reina Maria Cristina concedió el Real Decreto de Amnistía, con lo cual se suspendieron las causas formadas por González Moreno y sobreseídos los correspondientes expedientes. González Moreno fue nombrado General del ejército Carlista, no aceptó el convenio de Vergara y fue asesinado entre Urdaz y Vera en 1839, por carlistas partidarios de Maroto. Con la muerte de Torrijos -al que Espronceda dedicó un soneto laudatorio- se cierra la serie de expediciones destinadas a subvertir el régimen, pues las múltiples dificultades de la empresa, especialmente la falta de apoyo interior, atribuible a la eficacia de la maquinaria policial de los realistas, quitarían las esperanzas de éxito de tales intentos. Dejamos, con esto, los nuevos datos sobre una muestra de la historia local de Gaucín y su Serranía, que será preciso seguir completando en un próximo futuro.
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