Cinco Itinerarios Imprimir
Escrito por Salvador   
Domingo, 27 de Junio de 2010 23:31


Del 21 al 25 del presente mes de junio, en Madrid, se ha celebrado el X Congreso Internacional de Caminería Hispánica, bajo el patrocinio de los Ministerios de Fomento y Cultura y con sede en esta ocasión en el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.  Han intervenido 170 especialistas de Portugal, Finlandia, México, Ecuador, EEUU, Italia, Argentina, Francia, Suiza, Colombia y España, divididos en dos Comisiones, la de Caminería Física y la de Caminería Histórica y Literaria. En esta última presenté mi comunicación “Cinco itinerarios en la Serranía de Ronda durante la guerra de la Independencia”, cuyo texto transcribo a continuación.

En ocasiones anteriores he acometido el estudio de la guerra de guerrillas en la Serranía de Ronda, desde perspectivas estrictamente bélicas (“Itinerario militar en la sierra meridional (Gaucín- Ronda) del general Serrano Valdenebro,  durante la guerra de la Independencia (1810-1812)”, VII Congreso Internacional de Caminería Hispánica) y, con mayor amplitud, dentro de la biografía gloriosa de mi antepasado el Mariscal de Campo José Serrano Valdenebro (“Gaucín 1742-1814”), incluso he iniciado un estudio comparativo de las fuentes mas cercanas (“De la ocupación francesa de Gaucín” en la Sección Mi Gaucín de mi página digital). Me propongo con este nuevo intento descifrar la pequeña y, a la par, grandiosa historia de nuestros pueblos y sus gentes, en los azarosos tiempos que se cruzaron en la guerra de la independencia frente al francés, de los que ahora se cumplen dos siglos, buceando en los entresijos de una sociedad deprimida por la situación económica, quizá desunida en su actitud ante los acontecimientos y, en todo caso, heroica y desvalida, digna de admiración y constatable por sus miserias, como aquel tiempo que les toco vivir.

Pretendo mostrar –desde su vertiente más oscura- una visión esquemática de la guerra de guerrillas en la Sierra Meridional de la mas conocida como Serranía de Ronda, durante los años 1810-1812, periodo álgido de la misma que comprende desde la sublevación en Gaucín de los serrano en la noche del 28 de febrero de 1810, al mando del General Serrano Valdenebro,   hasta que las mismas quedan integradas de pleno en el Ejercito Regular al mando del General Ballesteros.

Y lo haré a través de un itinerario geográfico de cinco lugares de privilegio que comprende al referido Gaucín -d onde se fijó el Cuartel General de las Guerrillas-, la Ciudad de Ronda –que fue objeto de dos de los movimientos guerreros más importantes del período-, la Fuente de la Leche -escenario de la derrota mas señalada de las guerrillas-  y la Ciudad de Cádiz -capital de la España resistente-.

Dichos acontecimientos los contemplaré, al propio tiempo, recorriéndolos a la luz de los cinco textos o documentos históricos que, a mi entender, recogen –con independencia de otras fuentes- con mas fidelidad lo avatares de aquellos gloriosos momentos de las hostilidades al invasor francés en los territorios de la Serranía de Ronda. Y, a partir de ellos, pretendo seguir profundizando en las circunstancias que los rodearon. 

Y, en el fondo de todo ello, intentaré relacionar los problemas que la propia naturaleza de la guerra de guerrillas conllevaba, con el trasfondo personal que se enraíza en las desavenencias y enfrentamientos internos entre sus principales protagonistas, en un intento de buscar una razón al enconamiento y a los mutuos reproches que se desgranan a lo largo de esta intervención. 



I.- CINCO HITOS DOCUMENTALES


Vayamos, pues, a  nuestro particular itinerario.


UNO.- 

El primero que se publica, todavía en plena contienda (1811), es el de González Peinado “Manifiesto que hace a la Nación el brigadier D. Francisco González Peynado benemérito a la patria en grado heroico y eminente según real decreto de 9 de marzo de 1809 y Diputado en Cortes por el Reyno de Jaén” como alegato a su actuación que, como veremos, fue puesta en entredicho, en especial por El Pastor. Ya nos dice González que “yo faltaría á uno de los mas sagrados deberes de mi honor y de mi conciencia, si dexase sepultados en la eterna noche del olvido unos hechos tan extraordinarios de valor, sufrimiento, constancia y patriotismo, como son todos los que he presenciado en la mayor parte de los pueblos de aquella serranía… ofreciendo continuos y repetidos ejemplos de imitación á los buenos, y argumentos incontestables de cargo y de oprobio para aquellos que desnaturalizados por el crimen y la cobardía, pretenden hallar disculpa á su apatía, debilidad, y aun, puede decirse, á su traición, por la abultada ó falsa escasez de medios que suponen para oponerse á los progresos de las huestes enemigas…”


DOS.- 

El segundo en el tiempo fue el  “Manifiesto de los servios hechos a la patria por el gefe de esquadra Don José Serrano Valdenebro, desde el movimiento de la Nación de la justa defensa contra la invasión que nos tiraniza, hasta su remoción del mando de la Sierra Meridional acordada por la Regencia en 2 de julio de 1811, lo presenta a las Cortes del Reino”.

Al inicio de su Manifiesto, Serrano efectúa una introducción –llena de ironías y reproches-  en la que hace constar: “Todo es perdido menos el honor. Escribió el Rey de Prusia al General Zastrow, al noticiarle la sorpresa de Secheweinitz. Así trataba aquel gran Monarca á los Generales que le servían…  Nuestro Gobierno, no menos sabio y penetrante, ajusta sus miras á la ventaja pública, y aunque en mi remoción del mando de la Sierra, han creído muchos, ha obrado en rason inversa; es decir; que todo lo he conservado, y he perdido el honor, deben desprenderse de esta disculpable cavilación. ..Debiera convencerlos el sucesor con que me substituyó (el Sr. Bejines de los Ríos) ¡Hombre de mas pausa, peso, desinterés y valor, sería fácil encontra! Dígalo Medina, Benaocaz, y los Campos de Leche y Gibraltar. Sus relaciones pomposas, y romanescas deben colocarle al nivel de un Viriato, de un Sartorio. Deseando sin embargo hacer ver al Gobierno y á la Patria los servicios señalados… para abrigarme de la devorante malignidad de los mal intencionados… Basta decir: que cada Pueblo puede formar una historia de los hechos de sus vecinos.”



TRES.- 

“La más Justa Vindicación que presenta a sus compatriota Don Andrés  Ortiz de Zárate, conocido por El Pastor en la Serranía de Ronda, comandante aclamado por muchos pueblos de ella, y autorizado por el gobierno, con motivo de los atroces delitos que le atribuye uno que se titula brigadier de los reales exércitos, llamado D. Francisco González Peynado, vocal en Cortes, suplente que fue, por el Reyno de Jaén, la qual indemnización recae igualmente en defensa y honor del regio tribunal que le dio por inocente, con otras cosas que ilustran al público”. 

Este Manifiesto de Ortiz de Zarate, de 1812, se inicia con este alegato: “Cansado ya de reconvenir la ignorancia por una parte, por otra de combatir la malignidad y dispuesto todo sentimiento de mis agravios, había vuelto á tomar el yugo de la enseñanza para acudir al sustento de mi numerosa familia, imponiéndome silencio quando me recordaba la justa recompensa que me debe la patria… pero hermanos míos ¿Quién podrá callarse viéndose atacado impunemente por un hombre de mala intención que no solo aspira á su engrandecimiento sino á destruir mi honor y buena reputación, la de los buenos españoles y amigos que la han defendido, y aun la del mismo regio tribunal, que convencido de mi inocencia, me declaró por tal en un contradictorio juicio. Y nos hace ver que “… Dio un manifiesto á luz en primero de setiembre de mi ochocientos once D. Francisco González Peynado, vocal en Cortes, suplente por el reyno de Jaén, y brigadier de los reales exércitos, según se titula, en el qual me presenta á vuestra vista, el mas ladrón, asesino, ambicioso, y  peor que el mismo Napoleón, pintándose él mismo como el mas benemérito á la patria; y si en uno y otro extremo funda su intención, vosotros los juzgareis por los hechos que paso á demostrar”.

Como se deduce de esta introducción, el Manifiesto del Pastor es una imputación de los defectos y debilidades de todos los jefes de guerrilleros con  los que tuvo disputa –en especial con González Peinado- y una defensa a ultranza de su postura. En realidad, su actuación se desarrolló fundamentalmente en la zona de la Serranía, situada al norte y este de Ronda, pero me interesa para contrastar las referencias que a los mismos hechos hacen los protagonistas de las guerrillas en la Sierra Meridional.



CUATRO. – 

Por lo que se refiere a los relatos de las Villas de Casares y Cortes de la Frontera, su intención se contiene en los inicios de los respectivos escritos.

 “Relación del expediente formado por la Villa de Casares de los servicios hechos a favor de la patria, con los demás pueblos de la Sierra, en la gloriosa lucha contra los franceses, desde enero de 1810 hasta agosto de 1812 (“hasta el veinticinco de agoste en que evacuaron a Ronda”), mandada dar por la villa en cabildo de 6 del corriente, para que se imprima.”  Se limita a relacionar todo lo “conducente a formar y estampar la relación de los heroicos servicios prestados a la patria por esta villa de Casares en la gloriosa sublevación de esta Sierra contra los franceses”


CINCO.- 

Por su parte, el de Cortes, “Manifiesto de las acciones de guerra, y señalados servicios, que ha hecho la Villa de Cortes de la Frontera, en la gloriosa defensa que han sostenido los pueblos de la Sierra de Ronda contra la invasión del tirano Napoleón; presentado a las Cortes Generales y Extraordinarias del Reyno, por mano de su diputado Don Francisco Garcés y Barea”. Año de 1813, nos habla “de las acciones de guerra, y señalados servicios que ha hecho en el tiempo de la gloriosa defensa que han sostenido los Pueblos de la Sierra contra la invasión del tirano Napoleón.

Muy acertadamente, en dicho preámbulo nos ponen sobre aviso de la posible falta de imparcialidad de los interesados, por lo que es un consejo que habrá que tener en cuenta. Nos dice: “Peligroso es, en tiempo de revolución, escribir las acciones de guerra: tiempo de divisiones y de anarquía es propenso á parcialidades en la historia: las pasiones, que en toda extensión obran con imperio, abultan o disminuyen los sucesos según los intereses respectivos…”




 



II.- CINCO HITOS GEOGRÁFICOS.-


UNO.- GAUCIN CUARTEL GENERAL.-

1.- Durante la primera quincena de febrero de 1810, González Peinado, personalmente o con intermediación de sus subordinados, recorre la Serranía aglutinando a las gentes, a pesar del descontento de algunos principales, lo que le hace precisar: “con este motivo fue ya necesario usar de otro lenguaje, y revestido de las facultades con que estaba autorizado, expedí la circular que á la letra es como sigue:

“Hasta aquí he obrado con los terminos que exigen la política y la prudencia, y aun me atrevo á decir que también de mi bondad; las circunstancias han variado; los pueblos han tomado el justo partido que debían tomar, quieren defenderse, y esta heroyca virtud debo sostenerla, y la sostendré hasta dar el último suspiro; se acabó el egoísmo señores justicias; la patria es primero que todo, y si vms. no me suministran y prestan quantos auxilios necesite, obraré militarmente: cualquiera voz insidiosa que se propague indagaré de donde ha salido y recibiré el castigo que merezca: todos somos en el día militares, y el que se separe de este justo modo de pensar no merece el nombre de español. Benarrabá y febrero 17 de 1810 = Francisco González”

Continua González diciéndonos que “esta medida produjo los mejores efectos, cortando de una vez para en adelante el que se repitiesen iguales escenas.

Sin embargo, desde el Campo quieren cortarle los vuelos, negándole auxilios y pertrechos militares y limitando sus facultades. Ello se desprende del doc. Num. 7 de su Manifiesto, proveniente del General Jácome quien, después de alabar su conducta, le advierte claramente “debe V.S. ceñir sus disposiciones, y solo dedicar su conato á entusiasmar los pueblos sin destinarles punto alguno: y si valiéndose de los ardides oportunos, sacar toda la gente posible y traerla á este campo, de donde se transportarán por mar á la Isla de León, según es la mente de S.M. con lo que dexo contextado el oficio de v.s. citado en que me pide el auxilio de armas y escopeteros que absolutamente le puedo franquear como quisiera. Dios guarde a v.s. muchos años. Algeciras 10 de febrero de 1810. Adrián Jácome = sr. D. Francisco González”



Este soterrado descontento y la indecisión de la mayoría de los implicados, hace de muy diversa naturaleza los inicios de la insurrección. Ni tan siquiera se ponen de acuerdo en quienes iniciaron la llama de la insurrección.

Así, el citado manifiesto de Cortes de la Frontera (CF), sólo hace una breve alusión a los momentos iniciales: “… dio el primer testimonio el 2 de Febrero del mismo año al ver llegar a sus calles la caballería dispersa del exército de Sierra Morena: nada le intimidó el susto, y abatimiento que, por todas partes difundía… 

Me refiero ahora la Manifiesto de Casares (MC), que señala más pormenores de las primeras escaramuzas y nos dice: “estos vecinos tienen la gloria de haberse decidido a  no subyugarse al enemigo, levantarse contra él, e insurreccionar la Sierra: el día 26 (de enero) que llegó a esta villa la noticia de haberse roto la línea de Sierra-Morena el veinte, y caminaban precipitadamente al Campo de Gibraltar…


Al referirse a estos días, González Peinado nos dice: el 11 de febrero por la noche llegaron al lugar del Bosque cincuenta y dos coraleros franceses con el objeto de prenderme… pero éste (el ataque francés) no tubo efecto, porque al pasar los franceses por las huertas de Benamahoma, término de Grazalema, fueron atacados por los paisanos de ellas y del pueblo del Bosque, dexando catorce muertos en el campo, y huyendo los demás; siendo este hecho memorable el primer fruto de la insurrección de la sierra, que propagado por toda ella, prendió en los ánimos de sus vecinos el sagrado fuego del patriotismo. 

Pero ya nos advierte desde el principio: “…sin embargo de estos lisonjeros principios, nuevos incidentes debían ejercitar mi ánimo, endureciéndolo en el sufrimiento. un hombre fanático, llamado El Pastor, de aquellos que lo esperan todo del desorden, que viven de él, y que calculan su subsistencia sobre las desgracias de los pueblos, se presentó en medio de la serranía esparciendo proclamas, y provocando á la insubordinación con respecto á las autoridades: 

Todo lo anterior fue interpretado por El Pastor (EP) de diversa manera, incluso, como vemos a continuación, sin recatarse de atacar duramente al Brigadier González Peinado. 

Así, nos dice El Pastor: “… es falsa y calumniosa la narración del Sr. Peynado…. y el Sr. Peynado se vino con precipitación á la plaza de Gibraltar; mas no por municiones sino á conservarse.

El Sr. Peynado trató de fomentar la insurrección; pero equivocó su plan, principió por alarmar las autoridades y poderosos con oficios, y como éstos lo que hicieron fue buscar traza para quitárselos de encima

2.- Sigamos con el relato de lo acaecido en el mes de febrero de 1810.


En el MC se señala para el  día 27 de febrero.- “En este día tienen noticia de lo acaecido en los de la villa de este término con treinta y seis franceses que salieron de la villa de Gausin. Quando esta porción de casereños estaba encendida en venganza contra los enemigos, por la parte de levante: otros principiaban la acción grande y memorable de este día origen de la insurrección…

Se detalla con minuciosidad la muerte de toda la partida de franceses por las guerrillas de Casares, Genalguacil, Jubrique y Benarrabá.

 “Perecieron todos exepto uno que murió en Gausin al dia siguiente 28” tomándoseles caballos, armas,  maleta y quanto tenían… El resultado de esta tan extraordinaria acción fue la sublevación de la Sierra, que provino únicamente de ella, pues que de los movimientos parciales anteriores de algunos pueblos no se siguió la revolución y comprometimiento general de ellos como de esta acción”. 

Dia 28 de febrero (MC): “Algunos casereños concurrieron a desalojarlos de Gaucin, con los demás serranos y otros, trageron a esta villa noticias de lo acaecido en sus montes y sorpresa de Gausín: con lo que se buscan armas, despachan avisos por el término y haciendas, y alarmado el pueblo y abandonadas sus labores, abanza a Gausín el 28 en la noche en numero de mas de setecientos hombres, de todas edades y estados, armados de todas clases de instrumentos y palos”.

Precisamente, en Gaucín, nos dice González “circulé otra proclama para todos los de la serranía, en la qual decía, que pues estaba declarada la insurrección de defensa, tuviesen entendido que los que no se uniesen á la buena causa, serian reputados como traidores á la patria: que mi quartel general se hallaba establecido en la villa de Gauzin, … dando ordenes ya para metodizar los cuerpos, acuartelándolos para su mejor disciplina, ya destinándolos á cubrir los principales puntos y avenidas, para asegurar la carretera y toda comunicación entre unos y otros”

Así, pues, la situación en la Serranía a finales de febrero, responde a este esquema panorámico: El ejército francés en toda la zona, en su intento de avanzar hacía el Campo de Gibraltar y fijando su cuartel en Jimena; los pueblos, haciendo innumerables esfuerzos, esporádicos y a la desesperada, pero, en definitiva, desordenados, bajo la dirección del Brigadier Francisco González Peinado, que fija su Cuartel General en Gaucín.


3.- Después de la inicial insurrección en las Huertas de Benamahoma (11 de febrero) y, una vez establecidos por primera vez los franceses en Gaucín (día 22) en su marcha hacia el Campo de Gibraltar, se produce –como ya sabemos- la acción de los guerrilleros de Genalguacil, Casares, Benarrabá y Jubrique en Benaestepar (día 27), que enciende los ánimos de los pueblos de la Serranía, cuyas guerrillas concurren en Gaucín  la noche del día 28, en número de setecientos, lo que supuso la sublevación de la Sierra.

En el entretanto,  y pese a que González tenía el mando oficial de la >Serranía como hemos visto, Serrano Valdenebro había abandonado su casa y familia en Gaucín “donde residía… y me retiré á unos bosques intrincados á aguardar el resultado”, en donde fue requerido para que se erigiera en Jefe de las guerrillas, 
como nos dice el Manifiesto de CF

Después de los sucesos de Genalguacil, el “ejército” (si así puede llamarse al grupo de serranos “con algunas escopetas, espadas, hoces de podar y otros instrumentos mas propios para la agricultura que para batallar”) persiguió a los franceses hasta Jimena y Alcalá (nos había relatado SV). Y remacha Fray Bartolomé: “El enemigo había sido perseguido más allá de Jimena, e importaba que no se le pudieran unir los franceses destacados en Ubrique. Valdenebro, como un rayo, cayó sobre una división francesa entre Gaucín y Ronda (en los montes de Atajate) y derrotó a dicha división, que era la de la Guardia Imperial, matando al jefe de la misma y a un oficial noble, al que condujeron muerto a Ronda e hicieron costosas exequias”

Simultáneamente, los franceses salieron  “de Ronda  con un cuerpo de 500 caballos, en los que ivan los de la guardia del intruso rey, que á la sazón se hallaba allí, con alguna infantería, marchando á Gausin á reprimir el ímpetu de los serranos” nos dice SV, quien precisa que al final de la tarde del 1º de marzo entró en Gaucín y de inmediato escribió sendas cartas al Gobierno superior y a los Gobernadores del Campo de Gibraltar e inglés,  “informado muy por menor de lo acaecido, y de la disposición de los pueblos”.








DOS.- GONZALEZ PEINADO ATACA RONDA.-

1.- Preparativos.-

Durante estos días de preparativos para la ocupación de Ronda –hecho el mas significativo por aquellas fechas y que es punto de inflexión para el mando en la Serranía como veremos- es resaltable el silencio que mantienen el resto de las fuentes (vagas alusiones en Serrano, Cortes y Casares) y cómo el Pastor sólo interviene para aclararnos lo que para él son inventivas de González en punto concretos, a mi juicio sin relevancia bélica.

Hace Serrano, asimismo, una breve alusión a su intervención en la toma de Ronda, no exenta de reproche: “los franceses con la retirada de su Rey desaparecieron, dexando en Ronda una corta guarnición. Era pueblo abierto, y aprovechando la fermentación de la sierra, determinó González apoderarse de él. Me invitó con las atenciones más expresivas y respetuosas á que concurriese y entendiese en todas las deliberaciones de la guerra. En efecto me hallé en la entrada de Ronda, que abandonó el enemigo la noche anterior al requerirle. La atroz conducta del paisanage entregado a la desolación mas criminal, me arrancó lágrimas, y penetrado de la dificultad de hacer rostro con gente tan desordenada, me despedí, restituyéndome á mi familia á aguardar la suerte” 

Tambien el Manifiesto de  Cortes, dentro de su ampulosidad narrativa, intenta disculpar esta anomalía: “…se verificó esta operación de la entrada en aquella Ciudad, en la que la partida de Cortes tuvo la satisfacción de ser la primera que pisara sus calles: nada se mezcló en los desórdenes que una sabia previsión hubiera evitado aquel día; impidieron atropellamientos, e insultos, y se hicieron respetar sus individuos, fueron solicitados, y destinados a la custodia de las casas de administración, y de personas pudientes y acaudaladas: solo el mal entendido amor a su pueblo pudo arrastrar a alguno otro individuo a un desatinado proyecto. 

González Peinado nos relata de forma prolija sus trabajos durante la semana del  6 al 11 de marzo, con ayuda de Antonio Valdivieso y Manuel Torres Valdivia, tanto en Ximena y Tarifa, como en Algeciras, S. Roque, los Barrios, Alcalá y Medina-sidonia,  a fin de que “pudiesen organizarse fuertes partidas que escarmentasen á los enemigos en el caso de que volviesen á internarse en la Sierra, en virtud de lo qual baxó á aquellos puntos del citado brigadier Valdivia”.

Nos detalla, a continuación, los esfuerzos que prodigó, junto a Becerra y con los guerrilleros y gentes de Jubrique Alpandeire, Igualeja Benarrabá, Algatocín, Benalauria, Benadalid, Atajate, Ximena y Cortes. También resalta que “al mismo tiempo me escribía Valdenebro ofreciéndose, como buen patriota, á quanto pudiera hacer, y prometiendo que en el momento en que pudiera vadearse el río se trasladaría á Gauzin ó Benarrabá para tratar conmigo quanto se debería hacer en este caso” Asi como de varios avisos que le dio sobre la situación en Casares y Gibraltar, “con otras reflexiones militares dignas de los vastos conocimientos y acreditados deseos de tan benemérito patriota…”

“En 9 de Marzo, extendí mis miras á mayor distancia y circulé una proclama á varios pueblos de la Andalucía convidándolos á la insurrección; y gracias á ésta medida, pues no solo los de la Serranía se mantuvieron constantes en sus buenos sentimientos, á pesar de las sugestiones de los malévolos, sino que traxeron á su ejemplo á muchos otros”.

Con ser interesantes las noticias que han quedado expuestas, no lo es menos constatar que Ortiz de Zarate, El Pastor, las pone en evidencia y en su Manifiesto se extiende en los que él denomina cinco “suposiciones falsas”.
El Pastor, no sólo intenta desprestigiar al tal Antonio Valdivieso del que dice “ posee en dicha villa algunos bienes mal adquiridos, jamás se señaló contra los franceses en nada, no tomó armas contra ellos”, sino que –contradictoriamente- afirma de él: “y aun puedo asegurar, que jamás conocí tal … A continuación pretende quitar importancia al mando de González y sus auxiliares y nos dice que él, Ortiz de Zarate, era el verdaderos Jefe de toda la zona: “y aun estando el Sr. Peynado en la plaza de Gibraltar, fui el elegido gefe de aquellas gentes, y vocal de la junta que allí se estableció...que desobedecieron la orden de la Regencia, menospreciando su distintivo y haciéndola entender que allí nadie mas que yo mandaba…” 

Y continúa con nuevas descalificaciones. Pero, por ahora, interesa poner de relieve el enfrentamiento enconado entre ambos Jefes (González Peinado y El Pastor).

Si a ello sumamos el desaliento de las autoridades locales que veían en peligro inminente la conservación de sus privilegios feudales y eclesiásticos (el 18 de agosto de 1809 todas las ordenes religiosas fueron disueltas) y, al mismo tiempo -como consecuencia de la disolución de todos los Ayuntamientos en 4 de septiembre del mismo año- la aparición de nuevas corporaciones elegidas por el voto de los terratenientes, notoriamente entusiastas de la causa francesa, no es de extrañar el desconcierto que hacía que la confusión y el recelo entre las gentes fuese incrementándose. 

No olvidemos el fervor y alegría con  que cogieron al nuevo Rey las  ciudades más importantes, entre ellas, Ronda cuando José Napoleón  se dejó ver por ella, rodeado de Ministros Españoles, que no hicieron otra cosa que intentar seducir y lisonjear; aunque estos raptos de entusiasmo, especialmente entre las clases bajas, mostraron ser muy efímeros. Si a ello sumamos el hecho de que la oligarquía local se encontraba con que los franceses dominaban la vida social y, por el contrario, la avidez de la sociedad española de parangonarse con el estatus francés (de ahí la popularidad de los diversos cuerpos de Voluntarios Distinguidos y semejantes aparecidos desde 1808) era cada vez mayor, no es de extrañar que, junto a los actos de violencia, se fuera aceptando la presencia de las fuerzas de ocupación e incluso en ocasiones el trabar amistad con ellas. Y todo ello, soterrado con el temor al desorden, que hacía evidente el deseo de asegurarse la supervivencia de los privilegios propios y del estatus social y la creencia de que la resistencia era inútil.

2.- Con estos mimbres se prepara el primer ataque a Ronda el 12 de marzo de 1810. Y para enterarnos de los vericuetos que nos llevaron a atacar tan significativo hito afrancesado, hemos de recurrir –ante el silencio de las restantes fuentes- a los relatos de los dos protagonistas más directos del evento: uno, González, interesado en justificar su actuación; y, el otro, Ortiz de Zárate, sólo pretendiendo poner de relieve el fracaso de quien le había sustraído el protagonismo.

De ambos documentos me parece deducir la inquina de El Pastor contra González, que pretende restar importancia a la acción relatada por éste (los franceses, sólo eran ciento cincuenta de caballería), niega que hubiera muertos por nuestra parte, frente a la afirmación de Peinado, y atribuye la azaña a un “infeliz Lope de Troya”, negándosela a Becerra, al que moteja de ahijado del General, asesino, lleno de honores y riquezas sin mérito alguno. Por supuesto, sin justificar tales imputaciones, lo que es frecuente en El Pastor.

Nos dice González: “Como la misma experiencia me hacía conservar tan fundadas esperanzas del valor y entusiasmo de los serranos, lejos de detenerme en mis empresas, los mismo obstáculos me estimularon á llevarlas á su término con mayor actividad; y decidido, como lo estaba, á atacar a Ronda, dirigí a su cabildo y clero, y al comandante francés  oficios intimidatorios… La energía de estos oficios produxo los mas saludables efectos en el espíritu público de todos los serranos, que se apresuraban á concurrir en quanto podían á mis buenos deseos, La contestación a esta decisión por parte de El Pastor, es terminante y, de ser cierto que  González Peinado no atendiera el ruego del comisionado inglés Cauley, para demorar el ataque a Ronda, pondría de relieve uno de los factores que determinó el fracaso de la acción sobre Ronda: la falta de coordinación entre nuestras fuerzas y el empeño en seguir cada uno sus propias determinaciones, pues, como se ha puesto de relieve, con estas reyertas y miserias crecían los males de la patria (Conde de Toreno: “La guerra de la independencia”).

Después de haber intimado categórica y expresamente á su guarnición, cuyo comandante contexto con mil brabatas y amenazas, como acostumbran, dispuse que aquella noche tres mil hombres reunidos en los llanos de Encina borracha (que era toda mi fuerza) se colocasen en las alturas que dan vista á Ronda, y que encendiesen ciento cincuenta hogueras al mismo instante que viesen encendida la del punto donde yo me hallaba, haciendo conocer por este medio á los enemigos la extensión de mi línea, dándole idea de grandes fuerzas y del ningún temor á las suyas.

Esta medida produxo el mejor efecto, pues bastó pro si solo á imponer al enemigo; y aquel, que pocas horas antes me insultaba y llenaba de los mayores denuestos, se amparó de las tinieblas para ocultar sus movimientos, y poniéndose en precipitada fuga, abandonaron aquella madrugada la ciudad, sin que me decidiera á seguirlos desde luego, porque no consideraba á los patriotas en el estado de instrucción necesaria para hacerlo ordenadamente, y también porque la necesidad me obligaba á detenerme allí, á restablecer el orden, constituir las autoridades, y tomar nuevas y mas eficaces medidas para mis operaciones ulteriores, considerando harto recompensadas mis fatigas con este glorioso acontecimiento.”

El Pastor reprocha a González esta determinación con duras palabras: “en las mismas páginas y hablando sobre esto mismo, dice que no persiguió á los franceses por que no hallaba á los paysanos con la instrucción y disciplina precisa, y si conocía esto, como lo dice al principio de la página 57 ¿por qué los conduxo luego á las llanuras de Campillos á que los franceses se los asesinaran y dispersaran? confiese con ingenuidad que es cobarde, y los hombres sensatos no atribuirán estos pasages á infidencia.”


Dejemos, por ahora, los reproches entre ambos personajes, productos de los sentimientos de fracaso, en un caso, y de resentimiento, en otro, y sigamos con el relato de los últimos acontecimientos relacionados con el primer ataque a Ronda que hemos relatado.

Nos dice González Peinado que “La ocupación de Ronda por nuestras armas fue de sumo contento para todos los pueblos de la Serranía, los quales se apresuraron á felicitarme por este suceso, ya por diputaciones, ya por escrito…

No obstante, la salida de González Peinado de Ronda merece el siguiente comentario del Manifiesto de Cortes: “Tan duradero fue el mando del Brigadier González como la ausencia de los franceses de Ronda: el 21 regresan a esta Ciudad; día en que el General Valdenebro, que se hallaba en esta Villa, recibe la orden del Supremo gobierno para Comandante de los pueblos de la Sierra.

En definitiva, Serrano lamenta la atroz conducta en el saqueo de Ronda, González es  obligado a retroceder y,  recuperada Ronda el 21 de marzo, vuelve a San Roque, y llega la orden de Cádiz confiriendo a Serrano “el mando supremo con toda plenitud de facultades para obrar en defensa de la Serranía”




TRES.- EL FRACASO DE LACY ANTE RONDA.-
A partir de entonces y hasta finales de mayo se suceden los ataques y escaramuzas mutuas. A finales de abril Serrano decide atacar a Ronda por segunda vez,  al mando de las partidas de Gaucín Casares, Benalauria, Igualeja y Cortes, pero el 2 de mayo, cuando estaban reunidas todas las guerrillas en la Fuente de la Arena rodeando el Barrio de San Francisco, Veldenebro tuvo que retirarse aquejado de fuertes calenturas, haciéndose cargo de nuevo del mando González Peinado  que decide ir sobre Ronda por el camino de Ximena, lo que suponer un nuevo fracaso. En este momento, Serrano nos relata que “S. M. tuvo a bien conferirme el empleo de gobernador de la plaza de Cartagena”, lo que supuso el segundo intento de los despachos de Cádiz de removerlo de su puesto de forma versallesca.

No obstante, ya sabemos que Serrano permanece en la Serranía, se pone a las órdenes del General Lacy a quien se había encomendado el ataque definitivo a la capital de la Serranía. Y me interesa poner de relieve como, a pesar de su lealtad, Serrano da cuenta a la Regencia de la desastrosa conducta de Lacy. En resumen, sabemos que el General, amen de hacer algunos movimientos peligrosos que confundieron a los guerrilleros, no llegó a Ronda ante las noticias que le hicieron llegar de la venida del ejercito francés, desde Málaga, por lo que, ante estas noticias “ y quantas pudo inventar el mas preocupado miedo, se retiró a Gaucín… a donde me dirigí y en donde encontré a Lacy con toda su comparsa”. Aunque Serrano intenta explicarle la falsedad de los rumores “todo resultó inútil” y, ante las noticias de que el General Lacy había bajado a Estepona, allí se encaminó  y “encontré a toda la división embarcada y a la Lacy que se paseaba en la playa”, hasta que “ante la presencia de cuatro caballos que tuvieron por enemigos, fue tal el terror que toda la gente desapareció al momento. Lacy se metió en el agua a tomar una barca, dexandose sobre la arena el sombrero, que no volvió a ver”.

El oprobioso detalle del sombrero de Lacy, que Serrano presenció y dio a conocer a la Regencia,  fue el detonante de la fulminante defenestración de Serrano, como más adelante vertemos.


CUATRO.- EL COMBATE DE LA FUENTE DE LECHE.-

El fracaso de Lacy, que puso de relieve su desconocimiento del campo de batalla, hace recapitular al mando central que determina, por R. O. de 24 de agosto de 1810, reponer a Serrano y le confiere “el mando de las partidas de guerrilla, alarma y tropas reunidas y que se reúnan en la Serranía”.

Estamos, pues, de nuevo con Serrano al mando supremo de la Serranía, aunque ya veremos en que circunstancias condicionantes.

Por ahora, ciñámonos al aspecto bélico de la cuestión, del que resulta que se dieron nuevas y exitosas acciones en toda la serranía y, como nos dice el historiador inglés Charles Esdaile: “en la serranía de Ronda, por ejemplo, los montañeros de Serrano Valdenebro estaban ahora organizados en tres batallones de infantería, una escuadra de caballería y una Guardia Nacional que se convocaba en caso de emergencia… eran tropas muy reforzadas que hostigaron en varios combates a las columnas francesas, desbaratando un intento de apoderarse del Cuartel General de Gaucín y atacando a Ronda en varias ocasiones”.

Y, en este punto, aparece el Brigadier Antonio Bejines de los Ríos, comandante general interino del Campo, que había avanzado a la Sierra con una división para abrigar el proyecto del definitivo ataque a Ronda. Era éste un militar de menor graduación que Serrano pero que supo trepar desde los despachos y no, precisamente, desde el campo de batalla.

Describe Serrano con precisión el combate de la Fuente de la Leche, la táctica empleada y los avances que se venía logrando, hasta que ocurrió que “la soberbia caballería partidaria, volviendo bridas, se abandonó a una precipita fuga…” Incapaz de detener la desbandada, Serrano sufrió una caída desgraciada del caballo y aunque “recobre el caballo  sosegando a los que huían y separándolos del miserable pavor que les preocupaba…” se vio obligado a la retirada. Después de indicar las valientes acciones de los mando a su cargo, no puede menos que expresar su malestar por la actitud de Bejines, que se encontraba a la espalda de Algodonales, a dos leguas y media del campo de batalla de Leche, quien  “con noticia del suceso no se movió, por la inversa, se mantuvo pasivo sin hacer novedad. Grandes motivos habría para inclinarse al sosiego en aquel lance un alma cuya intrepidez quedó tan acreditada entre los patriotas en las entradas y salidas de Medina” (donde sabemos de la oprobiosa retirada de Bejines y sus tres mil hombres).

No sé si es peor el acerado comentario sobre la actitud omisiva de Bejines o la fina ironía de un alma sosegada y a la vez intrépida. Esta actitud sin tapujos, amén de otros comentarios en relación a cómo celebró Bejines la desgracia de Leche, cavaron la tumba de Serrano. 


QUINTO.- EL CAMBATE SOTERRADO EN CADIZ.-

No es preciso pormenorizar las encarnizada batallas sostenidas por los segundones en los despacho de la Regencia y en los aledaños del Campo de Gibraltar o de San Roque. Bástenos con señalar algunos pormenores, para dar una idea de la catadura de muchos personajes de lo que pudiéramos llamar, la Corte establecida en Cádiz.

Ya sabemos como en el verano de 1810, mientras se le confiere por la Regencia el mando a Serrano, se despacharon dos órdenes que parecían completar aquella decisión pero que, en realidad, se dictaron para dejarla sin efecto. Por una de ellas se notificaba el nombramiento del Brigadier Mourgeon para que acuerde con el Marques de Portago “las operaciones de la expedición que le está encargada sobre la sierra de Ronda”. La segunda es mas categórica y contradictoria con lo acordado por la Regencia, lo que lo deja reducido a una mera anécdota sino se tratara de un cruel engaño: se recuerda que en  “la comandancia general del Campo esta comprendida la Sierra en cuanto al mando general; pero que en cuanto a las operaciones militares en el interior puede V.S. disponer según los casos”. Me ahorro los acerados comentarios de Serrano, bañados de su proverbial ironía. Pero queda al descubierto la soterrada influencia de los despachos y Serrano lo apostilla diciéndonos “La Regencia es un cuerpo de la confianza de la Soberanía. Se compone de miembros de excelente condición, mas no sería de extrañar que hubiese alguno podrido, quando en apostolado hubo un Judas”.

Otros ejemplos los tenemos en los escritos que Bejines dirigió a Compygny el dia 11 de junio de 1811 –el mismo día de la batalla de Leches- circulando infundíos contra Serrano y que dieron como fruto un nuevo atropello, como fue el nombramiento de Bejines para sustituirle en el mando de la Serranía. O el intento de nombrarlo, con el único fin de degradarlo, para el departamento de El Ferrol. Ante los escritos y representaciones de Serrano, la Regencia dejó sin efecto este nombramiento y lo sustituyó por otro en el que se le designaba para el Gobierno Militar y Político de la Plaza de Cartagena, el 22 de julio de 1812. Sea por que no recibiera el despacho, sea porque intentara dejarlo sin efecto, o porque ya se encontraba muy enfermo, es lo cierto que hasta diciembre no se desplazó a su nueve destino, eso sí, después de que Bejines escribiera de nuevo dos cartas a Compungí manifestándole los temores que tenía de que Serrano atentara contra él, lo que le impedía asegurar la tranquilidad del Campo.

Para no cansar en la exposición, terminaré poniendo de relieve el frente de batalla que se le abrió a Serrano en las Cortes de Cádiz, de las que era Diputado por la Provincia de Granada y Partido Judicial de Gaucín. Ya sabemos que el 7 de enero de 1811 se debatió como único punto del dia, la representación que el General había elevado a la Soberanía de las Cortes, en relación al la necesaria unificación del mando en toda la serranía. Después de un largo debate, con numerosas intervenciones a favor y en contra, y pese a que Serrano continuó como sabemos hasta junio de 1812 al mando de la Serranía, la actitud de las Cortes mereció este comentario del célebre escritor y político Blanco White: “Las Cortes son una manta mojada: soberanas en nombre y esclavas de cuantas sombras se le ponen delante. Esclavas de la Regencia en muchos puntos, esclavas de los comerciantes de Cádiz, esclavas de los clérigos y frailes, y solo inflexibles contra los que aconsejan determinación y energía… escriba todos los hombres bienintencionados; hagan reuniones de ciudadanos que representen fuere aunque respetuosamente a las Cortes…”

Creo que estaba en lo cierto, pues la firmeza –como la que demostró Serrano al defender hasta el final su postura al frente de la guerrilla unificada- no está reñida con la razón y su necesaria exposición.

Pero, así se escribe la historia.