Un leve estremecer Imprimir
Escrito por Salvador   
Jueves, 26 de Mayo de 2011 12:45

 



Quizá oigas mis lamentos y te rías o, por mejor decir,

te quedes indolente como un lacerante desprecio

de cruel indiferencia.


Casi puedo asegurar que no sientes ansiedades

y te limitas a  flotar en la espesura, sin gozos ni tristezas,

sin caprichos ni arreboles.


Me engaño yo sólo sin engañar a nadie, como una canción

que se desgrana triste y lenta por la ladera de la ventana sin posibilidad

de atravesar la cristalera.


No sabes como expresar el desasosiego en el espacio

fustrado de tus días, pero no es preciso que lo llames:

llegara sin que lo esperes.


Es el resultado de los silencios sin romper,

de las sangrantes heridas sin curar, de vaya usted a saber

a donde vamos a parar.


Cómo es posible -me pregunto sin preguntar-

que aquellos vientos prometedores se vuelvan sirocos

de enrojecidos reproches.


¿A dónde emigraron, sin tan siquiera una embarcación,

aquellos sueños de juventud que ahora  veo chocar

en  las mareas bajas de la mar?


No, no me lo digas todavía. Espera que yo espere sin esperar

a que vengas en cualquier trozo doliente del día y me digas

una palabra vacía al azar.

Son quimeras acabadas en la levedad de los suspiros

sin apenas latidos -fantasmas almidonados del tiempo-

que no es posible acariciar


Es triste reconocer cómo nos vence el despertar sin inventar.

Y la monotonía del atardecer  impide que las cortinas de las noches

se muevan en leve estremecer.