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Escrito por Salvador   
Domingo, 07 de Diciembre de 2014 23:34





Yo sé que debo muchos favores, pero, 
todavía debo perdonar hasta el extremo.  

Siento un resquemor, lacerante e inconcreto:
desazones que sembré y me han sufrido, 
rozando con mi egoísmo siempre despierto, 
para cruzarse tristes en el camino.

El error es creer no deber nada a nadie 
-cuando todo es una concesión gratuita- 
sin una palabra de misericordia 
que enmudezca con lacre rojo tus labios.

Es lo difícil sufrir con  los demás. 
Y  las llagas que no sangran descubrir 
y la pobreza que la vergüenza oculta 
y mi impenitente  insensibilidad.

¿No hay algo de que arrepentirse, amigo mío? 
Yo, casi me arrepiento de haber nacido, 
si no fuera porque me parió mi madre  
creyéndose que el amor habia venido.

Las sordas quimeras y sus quemaduras 
escuecen hasta en los recuerdos no vividos
mientras descubres apesadumbrado 
vacía la noche  de miradas sinceras.

Cierro mis manos y las  nubes se escapan 
por los entresijos de la desconfianza. 
En el último desván de la memoria 
queda la vieja maleta acartonada.

Empezar por olvidar tantos rencores
-desmanes que me hicieron y no recuerdo- 
es lo que me permite dormir tranquilo 
y mirar hacia adelante sin  miedo.

Yo sé que debo muchos favores, pero, 
todavía debo perdonar hasta el extremo.