Imágenes

p3031281.jpg

Contador de visitas

mod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_counter
mod_vvisit_counterHoy21
mod_vvisit_counterAyer52
mod_vvisit_counterEsta semana100
mod_vvisit_counterSemana anterior339
mod_vvisit_counterEste mes1014
mod_vvisit_counterMes anterior1330
mod_vvisit_counterTotal1027089

Visitantes en línea: 3
24-04-2024

Busca en mi página


Designed by:
SiteGround web hosting Joomla Templates
Con el pan de nuestro trabajo diario PDF Imprimir E-mail
Escrito por administrador   
Miércoles, 14 de Febrero de 2007 23:41

Desde su púlpito o columna dorada de todos los dias en el ABC de la derecha civilizada, el Sr. Ignacio Camacho, este domingo que precede al en que estamos convocados los andaluces para aprobar el Proyecto de Reforma de nuestro Estatuto, lanza improperios y descalificaciones contra todos los “clientes de Cháves”, para recomendarnos -él, que se dice  andaluz, supongo que incontaminado- el “silencio y la ausencia” ante la convocatoria. Con su pan se lo coman, dice despectivamente refiriéndose al Estatuto  de Andalucía

Pues, lo siento, Sr. columnista cojonero, voy a ir a votar y, para mas inri, voy a votar que SI.

Y no por que tenga que hacer lo que el Partido Popular que, según usted dice, “ha tenido que avenirse a negociar esta vuelta de tuerca estatutaria para no quedar aislado en un desierto de incomprensiones”. Aunque usted piense así, no creo que el PP sea un convenenciero, pues sería, no solo inmoral y contra toda lógica política recomendar el sí, queriendo en el fondo la abstención o el no, sino que sus votantes no se merecen ser considerados como tontos, a los que se dice una cosa desde los mítines y las proclamas, pero se les pide solapadamente lo contrario. De todas formas, si tuviera que seguir las directrices partidistas, habría de votar que SI, pues es lo que piden los tres partidos con mayor implantación en nuestra Comunidad.

Tampoco me mueve al voto afirmativo, el que usted me considere –como a todos los andaluces- un ocupante del “patio trasero del felipismo”, ni yo sea heredero de los antiguos caciques que he trenzado “un régimen de clientelismo,  sumisión y silencio”, pues no pertenezco a esa “red de dependencia” en la que al parecer todos estamos enredados como espías bolcheviques, ni ya –dada mi condición de jubilado-  pertenezco a ninguno de los “ámbitos sometidos” ( “desde los empresarios a los desempleados, desde los funcionarios a los menestrales”).

No, amigo Camacho (¿no será usted el de las célebres bodas?), tampoco soy un vasallo al que hayan “trufado por mezquinos estereotipos folklóricos”, ni el socialismo  ha convertido mi mente o mi cuerpo en un “marasmo” moral o físico (por el contrario estoy lejos del extremado enflaquecimiento de cuerpo), ni creo pertenecer a ningún  “erial aquietado e inmóvil”, ni temo perder “un cortijo de regalías” con las que haya sido favorecido y en el que, por supuesto  “no se mueve una hoja sin la anuencia de los mayorales”. En esto tiene razón. Claro que, le recuerdo –aunque me extraña se le escape a su perspicacia-  que los mayorales están encargados de otros bueyes,  que en estas tierras no existen, como decía el poeta, porque los andaluces mueren “con la cabeza muy alta”.

¿Cual es  su “calmo océano de dependencia”, mi dilecto amigo? No lo se, ni me interesa, pero tiene usted suerte de no ser súbdito del Sr. Cháves que, “al amparo de la deriva catalana” (y supongo que de la valenciana, la riojana, la manchega…) ha tenido el “capricho político al margen de la demanda ciudadana “de meternos en este berenjenal (aunque no entiendo como hoy mismo nos dice Aceves que, a diferencia del  Estatuto catalán, el de Andalucía es constitucional y hay que votarlo afirmativamente).

Lleva usted razón, moderno oráculo de Delfos, “lo que los andaluces necesitamos no es más autogobierno ni más poder, sino menos servilismo, menos prepotencia y más libertad”. Supongo que se referirá a usted mismo, que, para nuestra desgracia, parece ser andaluz inapetente, y al mismo tiempo señor de sí mismo, humilde, pero ligero de libertad. 

Auque le pese, si sabemos lo que queremos. Por eso, le ruego que se ahorre sus lecciones de derrotismo, que no las necesitamos.

Y,  aunque usted piense que nuestro Estatuto “no merece la pena ni contestarlo en las urnas”, permítame que le diga sí responderemos a la llamada que nos convoca para que manifestemos nuestro parecer sobre el mismo; estoy seguro que la inmensa mayoría de los andaluces comparecerán al lugar privilegiado que los demócratas tenemos para mostrar nuestras opiniones.

Y, aunque sé que no le importa nada mi postura personal, porque usted cree que “Andalucía sólo podrá profundizar en su galbana ensimismada” (¡habrá desvergüenza mayor que este comentario centralista!), le diré que, pese a que no
soy de los “han convertido la autonomía en su medio de vida” (y  supongo que no estaría pensando en los políticos de su partido), voy a ir y votar que SI a nuestro Estatuto.

No tema verse desposeído de nada que le pertenezca, como intenta transmitirnos al final de su columna, con es filípica despreciativa del “Con su pan se lo coman, aunque, a la postre, se lo acabarán comiendo también con el nuestro”. Por mi parte, sólo voy a introducir mi papeleta en la urna y no pienso quitarle su precioso “peacico” de pan. Me conformo con pedir, poco a poco, el de cada día, que es el que siempre me he ganado con mi trabajo. Y terminar mi oración con la suplica también diaria del perdón recíproco, incluso si le he ofendido con las anteriores consideraciones.