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Mudar es de sabios PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Domingo, 10 de Abril de 2016 22:05



Antes de nuestra era, el filósofo griego Aristóteles nos decía “el ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona”. Veintidós siglos después, uno de los pensadores más influyente de la era moderna, el alemán Immanuel Kant,  sentenciaba: “el sabio puede cambiar de opinión, el necio, nunca”.  Hoy, es lugar común –independientemente de la mala prensa que tiene la figura del tránsfuga-  entender que cambiar de opinión es signo de sabiduría.


En la vorágine de esta política post electoral, un amigo me confesado, no sin rubor, que está harto de que lo tilden de rojo…  sin serlo. Me lo dijo muy en serio: yo, siempre he sido de derechas –de los de toda la vida- pero he votado de izquierdas lo que, se lamentaba,  parece que es pecado. Y lo peor de todo, es que se lo echan en cara los más íntimos. Y me concluyó: estoy deseando que termine este entremés que están representando los partidos políticos (bueno, más bien, entre meses, porque vamos ya llevamos cinco de escarceos), para ir a votar. Y a votar a la derecha-derecha, aunque me tenga que volver de izquierdas, para completar el galimatías. Les aseguro que mi amigo no puede ser tachado de tránsfuga, ya que  no es persona con cargo público que se separa de su partido sin abandonar el cargo, ni es militar de profesión que cambia de bando en tiempo de conflicto. Sencillamente, quiere cambiar su voto, no con el fin de  dar en cabeza o traicionar a alguien, sino, fundamentalmente, por convicción. Convencimiento al que ha llegado –me decía, no sin compunción- al ver que nadie es consecuente con lo que predica y se le ha de suponer.

Pedro como comprenderás –me decía-  no es de fiar hasta el punto de que la señora Celia, tan perspicaz como siempre y con esa gracia que le caracteriza, no sólo nos ha recordado que a Sánchez lo único que le interesa es salvar su culo, sino que antes de hacer mutis por el foro del congreso ha puntualizado que es capaz a tales fines de pactar con el diablo, léase Pablo. De Alberto (mi amigo seguía con el trato familiar porque es lo que se lleva, a falta de buenos modales) qué quieres que te diga, si el pobre aparte de cuñado, no es más que un lazarillo del PSOE. Por supuesto, Pablo -¡vade retro!- no merece más que anatemas desde que nos han recordado por enésima vez su contubernio venezolano y, encima, con el anuncio de que sus afiliados decidirán si pactan o nos llevan a las urnas. La verdad, no merece la pena prestarles atención alguna pues, como ha dicho Soraya, la reunión del trío –un verdadero estrambote, por seguir utilizando con Rafa H. términos de hoy- es sólo una nueva foto -un “foteo” remacha alborozado el RH-, de la que todos saldrán “retratados” pese a su “buen rollito”. ¡Qué certero pronóstico!


Por eso, mi amigo mira extasiado a Mariano, valedor de la unidad y de todas las esencias patrias, envuelto en su bandera de España, hombre razonable donde los haya, garantía de la estabilidad económica, prudente hasta la extenuación –no se sabe ese empeño de Peridis en tumbarlo en su poltrona con el puro en la boca-, con su mijita de rictus gallego pero de palabra justa y necesaria. Más aún: después de ver la entrevista con Évole –con tan lacerantes preguntas-  mi amigo se siente inclinado definitivamente por buscar el redil pepero porque ha comprobado que todo se arregla con la más eficaz de las inercias, dejando pasar los problemas hasta su pudrición natural. Porque, todo tiene su explicación como si fuera “la vida”. He aquí el nuevo aforismo marianista: esto, y todo, “es como la vida misma”.


Esta clarividencia –últimamente muy relevante, desde la renuncia a formar gobierno, hasta las preteridas llamadas a Pedro (claro que por que éste no le llama ni quiere nada con él, que es un señor mayor, mejor dicho, mayoritario)- ha acrecentado la sabia conducta de mi amigo para cambiar el voto. Sobre todo, a la vista de los recientes acontecimientos.


Por un lado, hemos encontrado la solución para terminar con esa epidemia de la corrupción. Se lo explicó al colegui, cuando le sacó el tema en la entrevista. No hay que llamar delincuente a Bárcenas, hay que constatar que ya no es del partido. No hay que poner la mano en el fuego por Esperanza, basta con decir yo me fío de ella… mire usted, “si hay alguna persona que no me gusta, yo no me enfrento, procuro ir en paralelo y, así, se es feliz, hay que vivir en positivo” (sic: óigase a partir del minuto 21:32 de la entrevista). Ir en paralelo, esa es la solución. Y no te quiero decir nada con el rollito de Rita y el novísimo de los Papeles de Panamá. Ya veremos lo que tarda en dimitir el Comisario consorte… De todas formas, no hay que preocuparse, ni tener prisas. Qué más da: vamos en paralelo.


Por el otro, no hay más que motivos de gozo por lo bien que hemos gestionado el tema de los refugiados. Tontería que protesten en el Congreso y que IU se querelle por lo criminal. Esa defensa que hemos hecho de la dignidad humana de los descartados, no tiene parangón en los anales de nuestra larga y cristiana trayectoria, propia de los valores que siempre ha preservado la derecha.


Por todo ello, y por un montón más de sin razones, mi amigo va a cambiar  de criterio: va a votar al único que ha sabido con dignidad esperar y ver pasar el entierro de sus enemigos. No se sabe lo que ofrece: más de lo mismo en otros cuatro años o algo que nos dirá algún día. Pero, ha ganado las elecciones. Y volverá a ganarlas.


Hace bien mi amigo: mudar es de sabios….

 

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