San Antón Imprimir
Escrito por Salvador   
Lunes, 18 de Enero de 2016 00:55

Por otro lado, me da la impresión de que hemos batido récord de asistencia, con cerca de diez mil participantes: una locura, se lo aseguro a ustedes: iban en fila de seis, nueve… yo que sé, con decirles que por poco se llevan mi cámara de un manotazo; pasados los primeros diez o doce corredores, que iban espaciados, el resto era un mogollón de gente, pero corriendo en serio. Nos vimos negros –con perdón- para reconocer a los nuestros, Salva, Maite o Ilde: un verdadero pandemonio, con camisetas de todos los colores, pancartas reivindicativas, gritando, resoplando, disfrazados, abrigados, en camiseta y slip, un discapacitado en su cochecito, hasta un carrito del que tiraba el padre de dos chiquillos y otro que llevaba una madre con su niño…


Lo que les digo: nada más parecido al Congreso de los Diputados: gente nueva y de variopinto pelaje. Pero, esta noche me he venido contento a casa. Algo distinto a lo que me pasó el día de la toma de posesión de los nuevos Diputados. No sé ustedes, pero yo salí con un sinsabor de la sesión del que todavía no me he repuesto.


Lo primero a resaltar es que el sesenta por ciento de los Diputados son nuevos en la plaza, vamos como si se tratara de novilleros. Bien es verdad que los primeros espadas repiten, aunque no sean del total agrado de la afición. Como ha pasado con el Sr. Mas, no podemos afirmar que los Srs. Rajoy y Sánchez tengan el beneplácito para ser toreros cabeza de cartel: ni entre los miembros de sus propias cuadrillas hay adeptos incondicionales y, entre los aficionados, pocos veo que los quieran sacar a hombros. Pero ambos siguen con las muletas en alto, citando al morlaco con insistencia. Y todos, con pretensiones de cambio: los llamados emergentes porque no tienen más remedio, pese a que no han sido capaces de desplazar al bipartidismo (que amenaza con una coalición salvadora); los de la rosa, porque si no intentan parecer otra cosa –y no están por la labor- se van definitivamente a pique; y los azules, ya lo han visto ustedes: el no va más, hasta el punto de que todo parece abrirse al dialogo –modificación de las leyes asfixiadoras, incluía la propia CE, no les digo más-, después de los cuatro años encerrados a cal y canto en algo que decían era el Congreso o algo parecido para parlamentar.


Pero, donde se ha visto el cambio de verdad es en lo que los entendidos llaman las formas. ¡Y qué formas! Las fiestas navideñas están llegando a su fin –hasta san Antón, pascuas son-  y el postureo postelectoral acaba de empezar. Es la vida, el ritmo cansino de nuestras ansias de diversión y solaz. Empezando por la cúspide –aunque soslayo el comentario para no encabronarme- con la negativa del Rey a recibir a la Presidenta del Parlament, de Rajoy al no agradecer los servicios prestados a Mas y de los epígonos de éste, que ni visitan al Rey ni acuden a su llamamiento para formar gobierno.  Y terminando por los demás. Ya ha entrado la gente en hemiciclo y  el tropel de la farándula… 
También me voy a ahorrar comentarios, porque todo merece respeto –salvo el esperpento- pero los hechos cantan por sí solos: las descafeinadas –o no tanto- formulas de juramento o promesa,  el niño en su dosel de parlamentario pasado de mano en mano o agarrado a la teta materna, las bandas de música, los paseíllos en bicicletas, las mochilas camperas, las camisas a media manga, los piercing, los melenudos sin corbata, las rastas, el que te sigan cámara en ristre hasta para mear y  terminar  haciendo pucheros entre los leones del congreso … toda la escenografía de la vida misma subida a los escaños parlamentarios. Que debe respetarse, oiga, como en otros tiempos se respetó que se usasen para jugar al candy crus… Y, por cierto, la misma jugadora y por su propia e impenitente boquita, ahora se quiere salvar de los piojosos, mientras que una veterana periodista nos alerta de que los ha “olío” y que huelen mal. Hombre, por favor: lo que huele mal -apesta- es el Diputado que se presentó por Segovia y todavía sigue cobrando comisiones, aunque sea entre columnas en el gallinero del Congreso.


Y no les quiero hablar de los compadreos por los cargos, de los enfados monumentales y sin cintura por cualquier anécdota o amago de pacto, de lo que hablaremos largo y tendido en semanas venideras. La verdad es que no me extrañaría que algún día nos ofrecieran un autentico reality show o aparecieran por la bancada la Campos o el Bertín Osborne. Para animar el cotarro.


Sólo terminar con algo propio de estas fiestas de San Antón. Ojalá toda esta hojarasca la traigamos a la gran hoguera de lo anecdótico para que se consuman en las llamas purificadoras. Y nos dediquemos a intentar solucionar la papeleta que tenemos entre manos, que no es de chirigota. Al contrario, igual de seria que la vida misma que nos estamos jugando.