Día de reflexión Imprimir
Escrito por Salvador   
Lunes, 23 de Marzo de 2015 00:03

Todo para que podamos meditar sobre cual ha de ser nuestra respuesta a las incesantes apelaciones –martilleadas en los últimos días de la campaña- de los partidos y sus candidatos. Algo así como unos mini ejercicios espirituales para meditar en las razones, más o menos filosóficas, morales, éticas, políticas… que me decidirán a dar mi confianza a esa sujeto tan etéreo  que se denomina partido político. Estos motivos serán los que impulsen mis manos a recoger lo que se conoce como papeleta: una cuartilla con un anagrama y una serie de nombres, la mayoría desconocidos, que imponen los aparatos del partido. Papeleta que he de encajar en un sobre para, a continuación, introducirlos en una urna. Arca de cristal o cachivache de plástico, que es la madre de todas las batallas electorales…para que –en nuestro caso- unos señores que serán nominados diputados, nos representen (es un decir) durante cuatro años (o los que quiera el Presidente/a de turno) en la búsqueda de la utilidad general de nuestra Comunidad: Andalucía. Siempre que no vayan detrás o delante de los particulares intereses del aparato. O de sus personas, mondas y lirondas.

 

Esta fecha, anodina en el tiempo electoral, ha coincidido con mi visita mensual a la revisión del Sintrom que, aunque no lo parezca, es motivo para sentir, y agradecer, la atención de las facultativas que me asisten en el dispensario de la S.S. de  Magdalena. Me tratan de lujo y tengo la suerte de estar en las manos de dos profesionales de elite: tanto la médica Mari Carmen como Chon, la enfermera, son prototipo de eficacia y solicitud. Al salir a la plaza, tuve la ocurrencia de meterme en la Iglesia, cuyas naves silenciosas invitan al recogimiento. Sentimiento que se reforzó al pasar al patio de abluciones de la antigua mezquita y pasear por el claustro, en donde un medio Cristo de pintura desvaída nos contempla desde el paramento, en tanto el Castillo se refleja en el verde-azul del estanque árabe y los hilillos de agua te susurran  sigilosas sugerencias.

 

Salí y, mientras me tomaba en una taberna del barrio el café con mi tostada de aceite y tomate, me vi obligado a dejar mis vagas reflexiones ante los titulares de los periódicos, que seguían escribiendo -no sé desde cuando-  de lo mismo. Ahí estaban las esperanzadoras cifras macroeconómicas, las rutilantes promesas de esto, de lo otro y de lo de más allá y los griegos incumplidores y el consiguiente miedo al voto bolchevique. Leo, de prisa y corriendo, noticias sobre los surrealistas informes “por imperativo legal” amparándose en Cáritas para sustituir el criterio del juez instructor, mezclados con bufetes giratorios y asesores ministeriales paralelos, todo ello adobado con excusas también ministeriales de “buen católico practicante” (¡no te joroba!: dudo que sepan que es eso tan profundo y comprometido de ser católico practicante). No se recatan los periódicos  de hablar del populismo de raíz universitaria, del pase de gloriosos imputados a honorables candidatos, mezclado ello con las necesarias medidas regeneracionistas, de transparencia y claridad que erradiquen la corrupción, no sólo de los políticos, sino de los sindicatos, empresarios, conseguidores y demás fauna –que, por cierto, no es autóctona de Andalucía-, sin olvidar un chirimiri de funcionarios que sólo piensan en cafetitos y periódicos; piquetes de descamisados; reventadores de la soberanía popular y, en paralelo, pueblo soberano que impide comparecencias en la sede parlamentaria; indemnizaciones fraudulentas y contratantes a dedo y, en compensación, desinteresados empresarios donantes. Lluvia ácida de desvergüenzas y mentiras diarias… un permanente aquelarre de excrementos, carcajeándose de los parados de larga duración, de los temporales a media jornada, de los fijos con sueldos de miseria, de la precariedad. De usted y de mí, a lo que se ve, tontos de capirote…

 

Dejé sobre el frío mármol del velador el estúpido periódico, mientras lamentaba que, por culpa de las noticias que me ofrecía, no pudiese seguir preguntándome serenamente a quién debía votar. Ya no importa…cuando el lunes estemos leyendo este artículo, ya conoceremos el resultado de las elecciones. Sabremos que todo estaba previsto o que las sorpresas las dan los votos y no las encuestas dudosas y el voto oculto.

 

En todo caso, intentemos meditar pausadamente,  desde ahora y en verdad, a quiénes hemos de dar nuestra confianza en el rosario de votaciones que nos esperan en este año electoral que acaba de empezar.