El domingo, día cinco de junio, fue un poco más sosegado, pues apenas salimos del convento, excepto los niños que hicieron una escapada mañanera al centro de Santaigo. Con todo y con ello, la cosa estuvo movidita pues no paramos de bailar como trompos.

Tuvimos nuestra misa y, para el desayuno, las jefas de la cocina, con sor María a la cabeza, nos tenían preparado un coctel, no recuerdo que brebajes llevaba pero estaba riquísimo.

Por la mañana, hubo una actuación estelar de un grupo chileno, que nos deleitó con sus mariachis y después nos invitaron a sumarnos a los bailes, lo que hicimos gustosos, empezando por Pili, Nieves y un servidor, con una apoteósica actuación, pañuelo cabecero incluido. Todo terminó con un potpurrí esplendoroso, en el que bailamos todos, incluso “agarraos”. De fin de fiestas, una polka, y chachachá del tren

Otra actuación de impacto fue la de “Sakyra” en persona, que nos sorprendió en pleno almuerzo. Fue apoteósico y terminó dando la vuelta al ruedo.

Por la tarde, todo terminó en una plácida visita al Museo del Tren.

Para recrearos, pinchad aquí

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