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Cenizas del crepúsculo PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Martes, 24 de Febrero de 2009 18:30

 

 


Así es la vida:
Como un brasero
cordobés, a los pies
de la enigmática mujer.
Trémula y desvalida,
la larga existencia
sale de la oscuridad,
como una piconera
ansiosa de magia
y de ternuras

 

 

Si cumple su misión
de calentar los espacios,
las brasas se resguardan
en cenizas generosas.
Y el frío de la intemperie
aviva las calores interiores
que la paleta remueve
en un eco de canciones.

 

A veces está vacío
junto a cercanas piernas
y al corazón embravecido.
Mejor hubiese sido
colgarlo de la pared con su badila,
fálica y sin estridencias,
como un  río de hormonas
empantanadas.

 

 

Rumor de inutilidades, 
olor a sepia
desempolvada.
Las casas ancladas
a los ejidos
y los huertos que suben
por las paredes.
Argamasa de cal descolorida
y arena de cenizas
en aguas descompuestas.
Las fuentes lloran
sus lagrimas por el arroyo
sin opción a recogerlas
en la atarjea de las esencias.

 

¡Ay brasero de mis entrañas!

 

Siempre queriendo borrarte
y sin poderte borrar.

¡Quién pudiera volver
a ser brasa y fuego a la vez
ahora que sólo me queda
la ceniza y la vejez!