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Memoria y recuerdos PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Sábado, 30 de Enero de 2010 13:08

 

Hoy, cerca el final del otoño,
quiero contar tus miserias
que son las mías,
para que este vivir cansino
sea más llevadero.

 

La memoria se me escapa
pero los recuerdos vuelven a mí.
Libre ya de temor alguno
sólo espero la entrañable misericordia
de una sonrisa sin compasión.

 


Veo las tres  brujas de mi tragedia
subir como sube el incienso
que se escapa del pebetero,
mientras suenan lejanas
las monótonas salmodias de siempre.

 


Todavía te veo encandilado,
en la fotografía que amarillea,
sobre el fondo de las fronteras
del mar y las altas montañas,
junto a la más bella de las mujeres
-la que con veintitantos años te amaba para siempre-
rodeado de los seres queridos.
En la distancia
de los años y de los espacios
que fijaron tu retina para siempre.

 

¡Cómo no quieres que te añoremos!
Si no has desaparecido de nuestros sueños
desde que naciste por segunda vez
en la tierra de sus antepasados,
junto al hacho y a los jérguenes,
en las dulces  desventuras de la juventud.

 

Toda una vida con tus intimidades,
las tuyas y las que te rodearon
año tras año, sudor a sudor,
hasta el desenlace inicial
cuando todo parecía acabar.
Pero caíste en la cuenta de que el vacío
no se podía llenar, pero tampoco apartar,
entre otras cosas porque seguía a tu lado.

 


Más ya no hay remedio:
todo va nublándose, como si de un olvido
involuntario y persistente se tratara.
Es inevitable tu propia desazón,
que te atenaza
-como hojas de adormideras y verdes bolsas-
hasta que caes rendido en el insomnio.
No sé si en el insomnio
o en los sueños que siempre terminan por despertar.

 

En todo caso, sólo deseas salir de la cama
y de los días jubilosos,
olvidar las nostalgias y las vanas realidades,
de tantas cosas incompletas, porque
-como me han dicho poéticamente-
la muerte invade
de vez en cuando el sueño
y hace sus cálculos.



Mírate las manos –vacías o plenas-
ábretelas y lo poco que tengas
derrámalo.


Oh Dios, por ti madrugo.

 

A DORA, SI FUERA POSIBLE.
 Y PARA ARMANDO