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La Catedral en sus pinceles PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Martes, 20 de Septiembre de 2011 11:52

 

 

"La  Catedral en sus pinceles" es un intento de consideración hacia Miguel Ángel Capiscol Pegalajar, arquitecto, pintor y amigo desde hace treinta y tantos años, cuando nos embarcamos en los vericuetos iniciales del urbanismo y, posteriormente, en ese mar atrayente de la pintura. Ahora, va a publicar un libro interesantísimo que recoge sus últimas acuarelas sobre nuestro templo, en el que colaboran las plumas más significativas de la cultura giennense. No podía faltar mi pequeña aportación, con el único titulo de la amistad.

 

 

 

 

Yo, que apenas conozco mi nombre,

que ignoro hasta mi íntima miseria,

contemplo el chapitel que se escapa

entre las azuladas  montañas.



Es la Música de la pintura poética

-como si de Orfeo se tratara-

intentando atraer el horizonte perdido,

muerto, en la serpiente de la lejanía,

como un sonido distante de campanas.

La música que escribe en la laguna del lienzo

-a las puertas de la esperanza-

como piadoso Caronte que guía las almas

al otro lado del bien y el mal,

de la vida y   la muerte.


***


Aquí quedan tensadas las cuerdas.

Y el pincel, con resina de arco iris,

entre las mil aguas de colores

alimenta mi  agónica distancia.

 

***


Violinista de músicas barrocas,

modula los elementos de la historia:

Tierra…aire…agua… fuego.


Amarillos amalgamados con los marrones

del terruño pobre de nuestros montes,

cuando septiembre se oculta cansado del estío.


Los grises, malvas –sobre todo, el rojo-

configuran el espacio de los encuentros

con el ocre amarillento que viene del desierto,

símbolo de vida, hasta la consumación de los siglos.


El azul del agua siempre presente, evocador y sedante

nos ayuda a alejarnos en el espacio.


Naranja, bello sustantivo de raíces árabes,

fuego y color del alba y del crepúsculo,

que trasluce la calidez mediterránea de nuestras vidas.


Síntesis de colores y elementos con la Catedral de fondo.

 

***


Parece que tocas la lira, pero es una sirena

con su eterno peine ante el espejo de las piedras,

como si todo estuviera repetido, sin historia.

Y, sin embargo, todo es nuevo y asombroso

como la luz y la música de los pinceles y la voz

- el óleo y la compañía de la palabra,

la dulzura de su verso pincelado -  eternos.

Mi tierra y yo, en una tenue raya azul.

Como un crepúsculo de piel refrescante.

 

***


Ya soy capaz de ajustar el suave

equilibrio de la flecha en la piedra

y abrigar su  relajada calma

que fuga en la cónica belleza.