Escrito por Salvador
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Jueves, 19 de Marzo de 2015 00:36 |
Ya el Chorrillo no se adorna con guijarros relucientes como el bronce ni brotan verdes hierbecillas entre sus dedos doloridos: no hay armonía para los ojos. Pero queda el aroma de los juncos que suben por las veredas y trepa desde tus aguas.
Es inútil que los higos chumbos se marchiten envenenados y que las escombreras de plomo ennegrezcan a la vera del camino del inglés. Siempre olerán tus dulces a horno caliente y a lirio, azucena árabe renacida
Hace tiempo que las laderas en la solana de la Lobería no se preñan de olor a humo en hornos de cal naciente, ni las adornan sus cenefas. De todas formas, las nerviosas palomas con lloroso runruneo vuelan con fe sobre tus tierras.
Nadie podrá olvidarte, aunque quisiera, con esa tristeza de quien nada posee, ni recuerda. Ni le importa nada por mucho que lo intente. Pero volverás a enseñar los tajos grises de tus Piedras del Río, junto al Genal bravío.
Es inútil: No te iras de mi memoria para velar mi desamparo. Pero venturoso: No huiré de tu presencia, ni de tus gentes. ¡Gaucín soñado!
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