Es tiempo de Policía. Pásalo”. Por lo que se ve, es un nuevo colectivo (no sé si representa a más o menos asociados que los 800 de la reivindicativa AVT) que se une, más allá del pesar por los dos ecuatorianos muertos, para indicar al Gobierno cuál debe ser su política antiterrorista. Es curioso este parapeto vergonzoso que algunos se han buscado para el insulto, utilizando el dolor de las víctimas, y con la excusa de la libertad de expresión, cuando el anagrama mas reiterado es el de “ZetaP”, en equiparación asesina. Aparte de terminar con ETA, lo prioritario es terminar con ZP. Pero no es esto lo peor. Lo que me preocupa —porque ello pone de relieve que este tema no tendrá solución, al menos, hasta después de las próximas elecciones— es que Rajoy exija para su público escarnio, no sólo el mea culpa parlamentario del presidente (que la tiene, por lo menos por su ingenuidad y falta de información), sino que ofrezca como única solución la vuelta al Pacto Antiterrorista. Ello supone, de entrada, dejar fuera del consenso a las minorías. Y volver a los reproches mutuos, que es el caldo de cultivo de ETA. Por favor, pónganse a hablar, intenten llegar a un acuerdo y después de decir lo que tengan que decir, de exigir y dejar a salvo posturas respetables, por favor, dejen que el Gobierno dirija la política antiterrorista. Si, después, el timonel no nos lleva a buen puerto, cambiémoslo de la única forma que nos hemos dado: en las próximas elecciones. Claro que esto es pedir peras al olmo, a la vista de cómo está el cotarro de asesores mediáticos. Basta repasar el impresentable editorial de “El Mundo”, en el que abocaba por “desembarazarse de Zapatero”, si no accediera a la cuestión de confianza o a las elecciones anticipadas, en cuyo caso entendía “justificadas otros tipos de iniciativas”. Tampoco es desdeñable el editorial del “ABC” del pasado día 5, que le tildaba peyorativamente de “mensajero de la paz y gestor de la esperanza”. No sé si lo será, pero tengo la percepción de que este último atentado, más que remover nuestra misericordia hacia las víctimas y afianzarnos en el único fin de erradicar el terrorismo, ha exacerbado la animadversión implacable contra el jefe del Ejecutivo, como lo ponía de relieve el verbo del ilustre académico Ansón, quien, en vísperas de Reyes, regalaba al señor presidente el siguiente cúmulo de epítetos y lindezas, algunos más allá de los linderos del diccionario: “Zapatero, embustero… mintió… bajo cuerda… rendición… “zapateril” del embuste… el engaño y la frivolidad... enmascarada… Zapatero mentiroso… Zapatero I el de las mercedes… “trapisonderistas” concesiones… la “zapatérica” bajada de pantalones… de hinojos… palabrería... y sus cómplices… rendición… sofismas… desastre y ridículo… su mamporrero (Carot)… rendición… hueca palabrería…” Perdonen que corte y les siga hablando de paz. Aunque, quizá, ahora sólo nos quede hablar de esperanza. Que también es de cristianos. |