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El chiste, forma de comunicación |
Escrito por administrador |
Viernes, 17 de Noviembre de 2006 15:01 |
No es malo tener un chisme entre manos, no de esos que compramos en los todoacien, sino un comentario que verse sobre algo de poca importancia, con el que entretenernos un rato con el amigo que te encuentras por la calle o en el café. Siempre es agradable e intrascendente hablar de algo o de alguien, de qué o de quién se dice algo también de pequeña monta pero que pone de relieve lo bien que uno hace las cosas y lo menos bien que lo hacen los demás. Se trata, simplemente, de tener una conversación esporádica o, si aumenta la concurrencia y se hace habitual, una tertulia para pegar la hebra o recrearse. No es que pretendamos chismorrear, como lo entiende la mitología escandinava, en el sentido de ser diente taladrador, una ardilla que corre de arriba a abajo del árbol del mundo con mensajes para repartir los chismes y mensajes o los insultos. Ni tampoco usarlo como intriga de baja ley, con la carga peyorativa del chisme tal como se entiende vulgarmente, sino en un sentido benevolente, esto es, sin pretender indisponer a unas personas con otras o sin que suponga murmurar en perjuicio de un ausente, censurando sus acciones. Tampoco es el caso de propalar cuentos o fábulas, como especie novelesca, una anécdota o historieta gratuitamente inventada como es el caso del cuento literario, a veces con intención política. Como el que hace unos días le leí a Ansón, en el periódico en el que ahora colabora con el subtitulo de Académico de la Real, en el que se había inventado la siguiente historia de España, que atribuía a ZP: “Recaredo es el culpable inicial de nuestra decadencia, se consuma nuestra desgracia con la unidad nacional impuesta por los Reyes Católicos, que continua con los reyes majaderos Carlos I y Felipe II, incluso la Constitución del 78 está inspirada por políticos de corto alcance como Felipe González y Adolfo Suárez. Y llegamos a los abrazos de civilizaciones, el genial invento del gran timonel, mientras que la gran España será un república confederal al estilo de la Comenwal, pero sin la infamante reliquia de la Monarquía” ¿Como se pueden decir tantas elucubraciones, inmisericordemente y sin verdad, para demonizar al adversario? Pues, bien, lejos de esta práctica, que pretende ser chistosa y se queda en simple crítica grosera, lo que propongo es tratar de practicar, a modo de boca a boca informal, personal, una comunicación hablada con la simple intención de entretener. Porque, a ciertas edades, los diálogos en Internet, por ejemplo, en chats, blogs, foros, e-mails y otras menudencias informáticas, no creo que sean moneda corriente. Además, las connotaciones negativas no existen en el boca a boca. Nuestra pretensión debe ser pasar el rato agradablemente, no inventando cuentos, ni murmurando maliciosamente, sin ser correveidiles o alcahuetas; en todo caso, chismorrear en el sentido amable del término, porque ello no es incompatible con la verdad y la seriedad en las relaciones personales. Aunque esto parezca un poco heterodoxo. Porque –todo hay que decirlo- también es reconfortante, de vez en cuando, “alzar la pata”, en el sentido despreocupado y verbal de la expresión.
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