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Entrañable Evo PDF Imprimir E-mail
Escrito por administrador   
Lunes, 03 de Julio de 2006 18:03

Que quieren ustedes que les diga. A mí me conmueve la figura del presidente de Bolivia, Evo Morales, Evo para los amigos, como él quiere que le llamen. Es conmovedora, entrañable su aparición en escenarios ampulosos, como el Salón de Embajadores del Palacio Real de Madrid, para saludar, con cierta encorvadura de espaldas, a S. M. el Rey Don Juan Carlos; o la semisonriente cara enmarcada por un pelo negro y espeso, como de peluca indiana, con que se retrató con el presidente Zapatero. Y, siempre, su cara aniñada y de piel oscura, de pómulos pronunciados, saliendo de su jersey de lana a rayas, como arrancado de una llama de la altiplanicie de la Cochabamba, incluso cuando se lo resguardaba con una chupa de cuero, en su visita al Presidente Chino, Hu-Jintao, “aliado ideológico y político”.

Un jersey, sueter o como le llamen en su pais, que parece ser la nueva bandera de sus gentes, humildes indígenas y, al propio tiempo, orgullosas gentes. En especial, de las clases bajas y desposeídas, pero también de una parte de la clase media, que son las que le han apoyado, frente a la oligarquía corrupta y obediente al exterior, hasta llegar limpiamente a ser el primer indio en la Presidencia de su país. Pues, sí, a mí me resulta simpático este, también humilde y orgulloso señor, que prefiere no disfrazarse con trajes diplomáticos para visitar a sus homólogos, incluso que ha renegado del traje militar de sus primeros aliados, los señores Castro y Chávez, a quienes visitó antes de saltar el charco para hacer un periplo por Europa, Asia y otras latitudes. Pese a que, de inmediato, ya ha sido advertido por los vigilantes amigos del norte de su hemisferio, para que deje de insultar a Estados Unidos si quiere beneficiar a su pueblo. Incluso, aunque haya sido integrado en la  “izquierda radical que odia sin sentimiento de culpa”, por lo que la derecha española ha declinado recibirle. Y a pesar de que ha sido objeto de una estúpida broma por parte de aquellos que se creen los más graciosos del mundo, tan graciosos que sólo ellos se ríen de sus propias gracias.

No sé si su manera de hacer política es lo que peyorativamente se considera como populista, al socaire del desprestigio de unos dirigentes corruptos, ni si está motivado sólo por la demagogia anti-imperialista que tanto gusta al personal que le ha votado. Pero, espero de este sencillo hombre que lleve a buen puerto lo que él nos ha dicho y que suena melodiosamente a mis oídos de conquistador: “Ha llegado un tiempo nuevo, el tiempo de los pueblos latinoamericanos”.

Aunque lo haga con su programa simplista y maximalista de trabajo y atención a la pachamama, la madre tierra, con enormes desigualdades en sus hombres. Como nuevo líder o como un icono, se me antoja que es necesario que se convierta en uno de los actores principales de un cambio necesario para que desaparezca la pobreza de estas tierras.