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Tralará PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Domingo, 26 de Abril de 2015 23:09


Cuando era un zagal me encantaba aquella canción en la que sólo rimaba el “tralará”, porque el resto se reducía al “vamos a contar mentiras, tralará”. Era sugerente ligar el mar de liebres con el monte de sardinas e intentar calmar el hambre de seis semanas con el ciruelo cargadito de manzanas. Arbolito  que respondía a nuestras pedradas devolviéndonos avellanas, lo que hizo que el amo del peral, al ruido de las nueces, pidiera  no tirar piedras porque no era suyo el melonar, sino de una pobre vieja que vivía en el palacio de El Escorial.

Pues, amigos mios, ahora que ya no soy tan zagal, en este huerto membrillero se siguen contando mentiras a diestra y siniestra (sic). Mentiras o superfluidades  como esas brevas caídas de la higuera tan sugestivas como la “repera patatera” del director de la A. T. o  las resucitadas “miembras” por boca del socialista Sánchez, gracietas que no deberían tener cabida en la sede de la soberanía nacional, pero que son un síntoma de nuestra ramplonería.

Por ahora, me voy a detener en esas otras ficciones que, al no tratarse de promesas electorales - que Tierno Galván entendía eran las únicas disculpables- nos machacan con la pátina noble de mentira pública, que es tanto como decir mentira cochina o, simplemente, mentira podrida. De entrada, no sabemos si alguien miente, si mentimos todos, quien miente más o si somos masoquistas y nos gusta que nos mientan porque no soportamos que nos digan la verdad.

Ahí tenemos el caso singular de la advertencia de Rajoy: “nada de llamamientos a la unidad porque somos un partido unido”. Pues, sí: unidos como una piña. No hay más que mirar lo bien que se llevan Cospedal y Arenas o las concordancias de Aguirre y Cienfuegos. Y ya se habrán enterado del reconocimiento expreso –por primera vez en tres años- de la Sra. Vicepresidenta de la “amnistía fiscal” que el Gobierno había acordado erradicar de su vocabulario. Lo que no sé es si observaron la carita de sorpresa de Margallo, cuando ella se atrevió a romper el silencio oficial. Pero sí es evidente la disconformidad entre correligionarios, desde el portavoz Hernando –que le echa la culpa a los periodistas-, pasando por el ministro de Justicia y terminando con el autor de la amnistía, nuestro paisano Montoro, que desmiente a la vice y dice que no se ha amnistiado sino que se ha regularizado, que una cosa es perdonar y otra investigar y castigar. ¿Quién miente, Soraya o Montoro? Me da igual: todo es mentira patatera.

Otro ejemplo de deformación profesional en la clase política: “Me he enterado por la prensa”. Por lo menos, eso nos ha dicho el Presidente del Gobierno durante una comida con el lobby empresarial Foro Puente Aéreo: “Todo el mundo sabe que soy amigo de Rodrigo Rato y puedo decir que me llevé un gran disgusto con la noticia… de la que me enteré por la prensa”. Es el nuevo argumentario para barones y dirigente del PP, ante la inminente cita electoral.

Por puro mimetismo, el ministro del Interior nos dice que apenas tuvo noticia de la detención hasta minutos antes de que la policía de Aduanas, dependiente de Hacienda, irrumpiera en el domicilio del ex vicepresidente. Por su parte, Linde sopesa que el Presidente debió estar informado y “ABC” aclara  que fue el ministro de Justicia el que avisó a Rajoy. No sabemos quién se enteró antes, ni por qué vía. Un nuevo misterio fue quién avisó a los periodistas para que presenciaran el montaje mediático de la detención  y el pescozón a Rato. Lo innegable es que la detención preventiva y su rápida puesta en libertad es una jugada que está repleta de múltiples zonas oscuras.

Cospedal ha patentizado su desagradable sorpresa, al tiempo que dice que Rato "no puede ser peor tratado por haber sido vicepresidente"  y que espera que el caso no les perjudique en las elecciones porque son "actuaciones personales" y "hace tiempo que no pertenece al PP". Pese a que Rajoy admite abiertamente que el caso afecta especialmente al partido.

Francamente, en los últimos días esto es un caos. Nos asalta la duda de quien manda en este Gobierno, en el que cada ministro va a su aire y hace manifestaciones contradictorias y fruto de la improvisión. También es incontestable   que hay un cierto aire de nerviosismo. Si Rajoy no sabía nada, debería dejar el cargo al Sr. Montoro que lo sabe todo. Y si estaba enterado, peor, porque nos está mintiendo.

Otra “repera” del mundo de la mentira –y con ello finalizo el muestrario de frutas caída en el huerto semanal-  fue la que nos ofreció con chulería y soberbia inadecuadas Menéndez, director de la Agencia Tributaria. En este mar de confusiones, no sabemos quien decidió la operación -Fiscalía General o la Provincial de Madrid- ni cuales las razones para desvincular a la Fiscalía Anticorrupción. En el enredo, se entrecruzan la Audiencia Nacional, el juez Andreu y el juez de reparto de la plaza de Castilla, sin que el Sr. Rato haya declarado ante ninguna instancia judicial. Y, encima, todos se desvinculan del tema de la filtración. Por cierto, posteriormente, nos han vuelto a filtrar otros dos nombres (Trillo y Pujalte), como anteriormente nos ofrecieron el de Monedero. La verdad es que ya no sabe uno si todo es realidad o ficción, si quieren ir a por Rato o a por Rajoy; si el tema le ha explotado a Montoro en sus propias manos o si todo quedará en el limbo de la justicia. O si es pura pirotecnia preelectoral. Me quedo en el mero cachondeo, en la simple mentira patatera.

Esto es lo que hay: mentiras encubiertas en bonitas palabras para mentes imbéciles. Monipodio interminable de los mismos de siempre. Guerras intestinas soterradas en la unidad inquebrantable. Falsedades repetidas que se convierten en verdades axiomáticas. Un lenguaje romo e ininteligible, chusco y verdulero, ripios, reocas y  reperas …

“Sin duda todavía queda mucho por hacer,  pero estamos en el buen camino”, dice el blog de Rajoy… Pues, sí.