Imágenes

6caos.jpg

Contador de visitas

mod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_counter
mod_vvisit_counterHoy47
mod_vvisit_counterAyer85
mod_vvisit_counterEsta semana495
mod_vvisit_counterSemana anterior476
mod_vvisit_counterEste mes1470
mod_vvisit_counterMes anterior1686
mod_vvisit_counterTotal1029204

Visitantes en línea: 4
18-05-2024

Busca en mi página


Designed by:
SiteGround web hosting Joomla Templates
Final de trayecto PDF Imprimir E-mail
Escrito por administrador   
Martes, 26 de Febrero de 2008 00:03

 

COMO ejercicio de desinfección preelectoral, me evado y les cuento una ensoñación. Ya estaba cerca el final del trayecto. Y me iba quedando solo, como en la vida misma. Pero había sido gratificante. Es bonito coger un autobús, sin saber a donde vas, pero con el propósito de llegar al final de trayecto. Te sirve un único billete y agotas todas las posibilidades por el mismo dinero. La dificultad se da si coges un 'circular', en un viaje a ninguna parte, porque no sabes a ciencia cierta cuando tienes que bajarte, y te expones a que la voz en sordina del conductor te avise, y despida, con cajas destempladas.

Ves entrar y salir a gente de toda clase y condición. Que, en definitiva, son compañeros de viaje, lo quieras o no. Y te expones a tener que saludar al conocido al que hace años no ves, con quien no sabes de qué hablar. La única solución, a veces, es la de hacerte el distraído sin levantar la vista del periódico gratuito o la de abstraerte, mirar por el cristal de la ventana -normalmente no muy limpio- y deslizar tu mirada por la acera que pasa rápidamente, sin saber bien si eres tu el que se queda en el asiento o son los otros los que van para atrás. Siempre me desazona, porque intuyes que el que ha pasado realmente camina hacia el futuro, mientras que tú sólo vas al final de trayecto. Como en la vida misma. Aunque fuese más conveniente dialogar con el conocido para ensanchar tu espíritu y engancharte a la realidad.

En fin, por seguir festivamente el relato, recuerdo que, en mis tiempos -y estoy hablando de la Granada de los años cuarenta- cogíamos, en vez del autobús, que fue una mejoría posterior, el tranvía, más bien destartalado, pero que tenía la ventaja de que podías subirte a él en marcha, a pique de que te resbalases del pasamanos y te estrellaras contra los adoquines y arrastraras la punta de los eternos 'gorila' que iban desgastándose año tras año, como aquellos abrigotes que pasaban de padres a hijos y de hermano a hermano, en perpetuo estreno de reversibles que eran. Miento, una vez me compraron unos zapatos y todavía no había pasado un año desde la anterior compra: fue cuando la primera comunión.

De todas formas, recuerdo con nostalgia y con cierta reforzada pena o melancolía, -¿la necesidad de mirar tu pasado perdido para siempre?- aquellos desvencijados traqueteos sobre rieles. Sin que me entusiasme la promesa de su nueva implantación porque, a la vista de lo que he contemplado en el ridículo tranvía sevillano, no será lo mismo embutirse en un espacio completamente cerrado por anuncios multinacionales. ¿Con lo que se disfrutaba en aquellas plataformas abiertas en la parte final de nuestros tranvías, abarrotados de estudiantes! A pesar de que el recuerdo más desagradable de aquellos tiempos sea el de un tranvía que entre todos ayudamos a volcar sobre la Gran Vía granadina y que empezó a arder al grito de 'Gibraltar español'.

Que tiempos Igual que los de ahora en que sólo volcamos nuestra patriotería con la odiosa reivindicación del terrorismo mal entendido y quemamos el respeto mutuo que nos debemos. Aunque vayamos en el mismo autobús, o precisamente por ello mismo. Sin saber si vamos andando por la acera del pasado o estamos anclados en el presente. Quizá estemos a final de un trayecto sin futuro. Por desgracia, estamos en campaña.
.