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Una oportunidad en el vértigo PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Domingo, 20 de Mayo de 2012 23:01

 

 

 

Las  dudas y el pesimismo que se desprenden de los últimos acontecimiento económicos y financieros, como indica el certero diagnóstico de este Diario (editorial “Semanas de Vértigo”, publicado el pasado día 17, jueves): “amenazan con abrir un periodo de semanas de fuerte incertidumbre, incluso de vértigo para la economía española… un panorama imposible de afrontar sin la cooperación de los socios europeos y el máximo de unidad política y  lealtad institucional en nuestro país. Pero también se requiere la máxima transparencia ante una ciudadanía descreída frente al juego opaco de las finanzas públicas y privadas.” Esta es la problemática: cooperación, lealtad y transparencia, sobre lo que me gustaría insistir.

Estamos en Europa porque voluntariamente aceptamos entrar en el juego de sus instituciones. Consiguientemente, debemos respetar las reglas del juego, en el doble sentido de acaptar sus directrices y exigir cooperación. Aceptar unas normas comunes sin alardear de un doble rasero, pregonando a los cuatro vientos que cuando Zapatero se plegó en mayo de 2010 a las exigencias de Bruselas lo hacía como un lacayo y alardeando ahora de falsa independencia y vanas exigencias para desembocar en el espectáculo de plena sumisión a los requerimientos alemanes. Lo que no es obstáculo para pedir cooperación leal –que no clemencia-  a nuestros socios europeos por la sencilla razón de que navegamos en el mismo barco.

 

De igual manera, es posible entender que sin la mutua lealtad en la gobernanza interior, no saldremos de este enmarañado escenario. No es de recibo que sigamos echándonos en cara nuestras reciprocas flaquezas, magnificando sin empacho la herencia recibida y descalificando en bloque la nueva política de corte liberal. Es cierto que el anterior gobierno no hizo lo suficiente por salir de la crisis, pero también estamos constatando que no era bastante con el cambio de timonel, pues la credibilidad sigue igual o peor. En todo caso, es evidente que no se puede seguir así, porque no basta con ostentar una mayoría aritmética en el Congreso, sino que hay que saber aunar esfuerzos, más que computar votaciones, y convencer, más que vencer en los recuentos. No sé porqué no se han tramitado los Decretos de los recortes a través de proyectos de Ley que permitía, si no cambiar o mejorar su contenido, sí por lo menos que los ciudadanos conociésemos las razones en pro o en contra de las medidas. Quizá no se hubiera llegado a conclusiones distintas, pero por lo menos se hubiese intentado el dialogo. Es esta una muestra de deslealtad que me parece perniciosa para nuestra democracia. No fue posible el consenso cuando se estaba en la oposición –porque era previsible doblegar al enemigo ante la proximidad de las elecciones- y tampoco lo es en estos momentos, porque no es necesario ante la mayoría en la Cámara. Tampoco cabe hablar de consenso en los supuestos de decisiones impuestas, como ha sucedido este viernes con las Comunidades Autónomas, domeñando -¡qué casualidad!- a las díscolas y no afines Andalucía y Asturias. Parece que el Gobierno no necesita el dialogo en el que insiste la oposición. Es posible que ello sea beneficioso para el partido, pero es desleal con los ciudadanos.

 

Y, por último, la ocasión también merece un mínimo de trasparencia. Me da la impresión de que la opacidad con que se ha llevado a cabo la operación Bankia, es concausa de la situación que atravesamos. Nadie ha explicado, no ya la fusión de Caja Madrid con Bancaja (a no ser la estrafalaria salida del chiste sin gracia de las pistolas que nos ha contado la Sra. Aguirre), sino que tampoco conocemos con claridad el trasfondo de la defenestración de Rato, las razones de la seudo nacionalización de las pérdidas… y para qué van a decirnos cuales sean las virtudes de los gestores, de ésta y de las restantes entidades defraudadoras –se acaba de descartar que Rato y Blesa comparezcan ante el Congreso- ni cuales las maldades del Sr. Fernández Ordóñez y de todos los técnicos del Banco de España para que los pongamos a los pies de los caballos y llamemos a agencias extranjeras (que ya sabemos lo que dan de sí) para que auditen nuestras cuentas. No creo que sea un dechado de trasparencia la referencia del último Consejo de Ministros en la que se ensalzó el “pacto de Estado” con las CA y no se dijo nada de la herencia de tres de las emblemáticas, consistente en un déficit oculto de otros cuatro  mil millones. Esto no tiene arreglo.

 

No sería malo pensar que una tendencia más agudizada hacía la cooperación, una sobredosis de lealtad institucional y una mayor participación de una ciudadanía consciente, podrían agrandar nuestros horizontes. Quizá sería de desear una mayor honestidad y una pizca de imaginación al servicio de estas tareas, para las que no hay fórmulas magistrales, pero que merecerían nuestra apuesta decidida. Pues –como decía Carlos Fuentes en la reciente clausura del Día del Libro en Buenos Aires- las oportunidades que tenemos hay que magnificarlas   con toda la fuerza de nuestras voluntad y nuestra imaginación, trasformando toda nuestra experiencia en un destino mejor, más democrático y más libre. Aunque difícil, no deberíamos claudicar en el intento.