Imágenes

suizateo 059.jpg

Contador de visitas

mod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_counter
mod_vvisit_counterHoy71
mod_vvisit_counterAyer142
mod_vvisit_counterEsta semana423
mod_vvisit_counterSemana anterior592
mod_vvisit_counterEste mes270
mod_vvisit_counterMes anterior1686
mod_vvisit_counterTotal1028004

Visitantes en línea: 2
03-05-2024

Busca en mi página


Designed by:
SiteGround web hosting Joomla Templates
Pies para que os quiero PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Lunes, 18 de Junio de 2012 00:03

 

 

 

Hay que ver lo que dan de sí las palabras, como la de rescate. Estaba yo la otra noche “al pie” de mi cama, después de un día ajetreado (para mí lo es, andar más de una hora o quedarme “a pie firme” más de cinco minutos) y mientras masajeaba con la adecuada pomada “mis pies”• doloridos, me dí cuenta de las diversas acepciones que tenía “pie”,  sustantivo masculino –no se si es permitido en aras de la feminidad hablar de “pie/pia” o “el pie/la pie”- que sirve para denominar la extremidad que nos permite andar. Andar, no es que se ande mucho, pues el cotarro está, más que para andar, para correr, pues esto "no tiene ni pies ni cabeza", a pesar de que todos "cojean del mismo pie". Así es que –ahora que estamos “a los pies de los caballos”-  me he permitido el juego de utilizar esta palabra para, de alguna manera, orientarme, aunque no sé si esto va a “empezar o terminar con buen pie". La verdad es que yo uso con frecuencia el “pie de métrica”, para medir las sílabas de mis versos, que la mayoría de las veces –como yo mismo- son unos versos perdidos, incluso con “un pie en la sepultura”; qué le vamos a hacer. A lo que íbamos. Yo, como este mundo bipolar,  estoy con un "pie dentro y otro fuera", pero es posible que el panorama “me dé pie” para poner de relieve algo merecedor de resalte. Un poner: la situación financiera.

La mayoría de los españoles creemos “a pie juntillas” a nuestros mentores políticos, sin la menor crítica y repetimos “al pie de la letra” lo que nos dicen desde los medios de comunicación afines –afines a nuestros gustos- ya sea aquello de la herencia recibida o, desde la otra orilla, el consabido se están cargando a España. O, desde ambas márgenes, reproches mutuos y el “tú más”. Como dice mi hermano Teodoro, a todos les "huelen los pies" pero se hacen los distraídos achacando el olor al que está a su lado, a la derecha o a la izquierda. Menos mal que muchos españoles “de a pie” no nos creemos de la media la mitad. Por ello, no es comprensible el empeño en “buscarle tres pies al gato” y poner en entredicho todo lo que hace el Gobierno cuando es evidente que parece “haber caído de pie” en esta vida, ya que todo les sale a pedir de boca. Mientras que unos no se cansan de “hacer las cosas con los pies”, sin haberlas pensado antes (como en mayo del 10), otros -con la tenacidad requerida para poner “pies en pared”- las meditamos en el fondo de nuestro corazón, las sopesamos y, cuando menos se lo piense el enemigo, las sacamos a la luz, para escarnio de muchos y alegría de los hombres de bien. La vida es así y no hay que darle vueltas: muchos son tan desgraciados que todo les sale mal, incluso cuando van a retirar algún fármaco para sanarse o cuando son tan osados que pretenden que sus hijos pierdan años en la Universidad a costa de las becas que pagamos nosotros que, al contrario, parece que hemos “nacido de pie” porque todo nos sale bien sin apenas esfuerzo (que para eso están los asalariados, emigrantes y otros desgraciados que “no dan pie con bola”). Qué pena me da la desvergüenza de algunos que “sacan los pies del tiesto” y critican sin ton ni son la correcta actitud de los que, a pesar de tener la mayoría absoluta, saben oír a los demás, dialogar con todos y conseguir consensos siempre que se acepten sus propuestas. Pero no hay remedio: muchos nacen equivocados y, por supuesto, se “levantan por los pies de la cama”; tanto es así que saco la vara de medir y observo que las mentiras que nos echan los hombres malos, tienen menos de tres “pies de largo”, lo que nos permitirá cogerlos antes que a un cojo. Desde luego, con su actitud torticera, “dando pie” a las murmuraciones, no hacen sino tirar por los suelos nuestra merecida credibilidad exterior, cuando lo correcto es que deberían aprender de la rectitud y veracidad de nuestras ruedas de prensa.

 

Me irrita una enormidad que haya desalmados que digan que se gobierna “sin pies ni cabeza”, cuando lo absurdo son las historietas que nos quieren contar los que no están en el poder,  ni saben aceptar la derrota. Es por ello, muy loable la actitud de nuestros gobernantes que se esfuerzan en "pararles los pies" de una vez, porque esos insensatos sólo actúan de manera inconveniente y, por no saber lo que hacer, se atreven a llamar rescate a lo que no es sino una línea de crédito, envidia de todos los extranjeros. ¡Que se chinchen! En todo caso, estas cosas hay que decidirlas estando “al pie del cañón” pero con mucha prudencia y cuidado, porque este no es el momento de levantar alfombras, muy al contrario, hay que andarse con “pies de plomo” para no equivocarse. No podemos mostrar cansancio, por mucho rato que estemos “de pie” esperando a que nos aclaren el desaguisado. Ahora, que les hemos “ganado por pies”, adelantándonos a sus intrigas, no tendrán más remedio que “poner los pies en polvorosa”, coger el petate y marcharse con la cabeza gacha y las orejas calientes.

 

Máxime, cuando sabemos que el “pie de la columna” vertebral de nuestra España –grande, libre y lo que ustedes quieran- es lo bueno que somos los españoles (no, por supuesto, los gallegos, los catalanes, los vascos o los andaluces de mierda, vendidos al enemigo). Como “pie de la frondosa planta” que es nuestra renacida patria, están el tallo esbelto de nuestra secretaria general  y el tronco recio de nuestro portavoz ¿qué más podemos pedir? Por otro lado, no hace falta que pongamos “pie de foto” debajo de la figura de cada ministro, ya que todos conocemos sus cualidades y lo bien que saben explicar las situaciones más difíciles por las que pudiéramos atravesar. Es evidente que, de todas todas, “entramos con el pie derecho” -nunca mejor dicho- en el club de los rescatados y no se nos va a ocurrir “salir con mal pie”, como si nos hubiéramos  “levantado con el pie izquierdo” y nos marchásemos –para ser más exactos- “con los pies por delante”. Nosotros, a Dios gracias, siempre “hacemos pie” en todo lo que emprendemos.

 

 

NOTA “A PIE DE PÁGINA”.- No se crean nada de lo que antecede.  La coincidencia de los  cuarenta y seis pies que he manejado en este artículo de mala muerte con la realidad es pura casualidad. Ya sé que he metido la pata hasta el corvejón, dicho con más finura y a propósito para la ocasión: he “metido el pie hasta” la cintura. Pero como “estamos con un pie en” el verano, espero que perdonarán este divertimento: