Imágenes

teos.jpg

Contador de visitas

mod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_countermod_vvisit_counter
mod_vvisit_counterHoy111
mod_vvisit_counterAyer142
mod_vvisit_counterEsta semana463
mod_vvisit_counterSemana anterior592
mod_vvisit_counterEste mes310
mod_vvisit_counterMes anterior1686
mod_vvisit_counterTotal1028044

Visitantes en línea: 2
03-05-2024

Busca en mi página


Designed by:
SiteGround web hosting Joomla Templates
El silencio de los parados PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Lunes, 20 de Agosto de 2012 00:15

 

El estado actual de la cuestión sobre la ayuda a los parados me recuerda la célebre película “El silencio de los corderos” –o de los inocentes, como se ha traducido en Hispanoamérica la novela de Thomas Harris- en la que la morbosidad del Dr. Hannibal Lecter en el intercambio de información con la detective Clarice Starling, es similar al tira y afloja que mantiene el Gobierno con la sociedad civil y, en concreto con el sector mas débil de la misma, aquel que sufre la tragedia del paro y ha perdido toda esperanza de recomponer –dicho llanamente y sin ambages- la fractura existente entre ricos y pobres.

La tensión que se mantiene a lo largo de la película, protagonizada por Anthony Hopkins  y Jodie Foster  en los papeles principales, es un continuo quid pro quo y pienso que esta rigidez es trasladable al momento político-laboral presente, en el que, después del largo silencio –éste no alegórico- del Presidente Rajoy, se nos viene a emitir un mensaje parecido al “te daré algo a cambio de algo” o, como nos ha dicho Juan Ignacio Zoido al aplaudir con satisfacción el anuncio de prórroga que hizo Rajoy tras visitar al Rey: “Una vez más nos ha demostrado que está al lado de los que más lo necesitan”.

No sé si el flamante Presidente de los populares en Andalucía se cree lo que dice, pero, desde luego, sospecho que el camino de silencios y ambigüedades hasta llegar a la solución anunciada, nos permite poner en entredicho si en ésta –como en tantas otras cuestiones- se ha actuado con acierto. ¿Era preciso recorrer este calvario de cruel indecisión? ¿Es así como ha de gestionarse la cosa pública? En contra de mi voluntad, no tengo más remedio que especular con que todo ello se ha buscado de propósito para obtener el aplauso final de los espectadores.

 

Como en tantas otras ocasiones, el Presidente ha empezado por desmantelar lo prometido en campaña electoral, en este caso en cuanto a las prestaciones por desempleo, aunque se escuda en su propia contradicción (“Yo soy el primero en estar haciendo lo que no me gusta…No he cambiado de criterio…pero han cambiado las circunstancias y tengo que adaptarme a ellas”) y descarga la responsabilidad en los propios desempleados (que, dice, no han logrado la reinserción laboral, objetivo del Plan Prepara).

 

Con ser malo el que a los parados o desocupados les estén haciendo la parada (en la acepción femenina del DREA: lugar en que los caballos o asnos cubren a las yeguas) peor es el silencio que ha envuelto la cuestión. El Programa Temporal de Protección de Desempleo e Inserción (PRODI), de agosto de 2009, fue sustituido por el Gobierno socialista en febrero de 2011 por el Programa de Recualificación Profesional (Plan Prepara), prorrogado en agosto por seis meses y, nuevamente, el 15 de febrero del presente año por el Gobierno de Rajoy. Próxima la finalización de la nueva prórroga, “no hemos tomado una decisión” se dijo tras el último Consejo de Ministros y se ha mantenido la incertidumbre hasta después de que Rajoy fuese recibido por el Rey, el día trece, en que la anunció sin decir hasta cuándo ni aclarando las nuevas condiciones que, al parecer, se van a imponer, lo que nos hace esperar al próximo CM del día 24 para conocer las características de la ayuda, probablemente modificando los requisitos o imponiendo nuevas condiciones a los beneficiarios. Ello hace que los sindicatos –a los que no se ha consultado- afirmen que estarán “vigilantes” para evitar que el Plan Prepara se vacíe de contenido.

 

Lo que me interesa resaltar es que, a mi juicio, el silencio mantenido ha generado incertidumbre y, cuando esporádicamente se ha roto, se ha caído en un mar de manifestaciones contradictoras y ambiguas (el 13 de junio, la ministra Báñez, habló de una ayuda coyuntural, pero que necesitaba un programa más ambicioso que combine ayuda y formación para que sea mucho más eficaz), dejando pasar el tiempo y aumentando la inseguridad a medida que se acercaba la fecha de vencimiento del plan. Ello ha creado un clima de ansiedad en personas en situación de máxima vulnerabilidad, ha encrespado a la oposición y a los sindicatos, al tiempo que ha fomentado un clima de rechazo e irritación social.

 

Y todo para eludir un coste anual de 510 millones de euros, me temo que algo inferior al que generará  la financiación de la reestructuración bancaria. Y, además, considerando que, según fuentes del Ministerio de Empleo, la decisión no responde a un problema presupuestario, porque la partida destinada al Prepara no se ha agotado.

 

Y todo –después de mantener un calculado silencio-  para terminar reconociendo que la medida es necesaria. Justa y necesaria, en acuñada expresión, porque “es una ayuda pequeña pero, mejorándola, creo que tiene todo su sentido en un momento tan difícil como este”, afirmó Rajoy. Parece, pues, que la medida de Zapatero resulta una solución “justa”…

 

Sea como sea, la pasividad –malograda imagen de gobierno-  ha sido el motor de la gestión presidencial, rayana en la insensibilidad y la desconfianza, generadoras de alarma y tensión en la personas y familiares de los receptores, que han esperado hasta el último día con indignación y dolor.

 

Una afrenta innecesaria -este silencio de claustro y nocturnidad- que me parece razonable debe evitarse en el futuro.