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Escrito por Salvador   
Lunes, 22 de Octubre de 2012 00:07

 

 

 

Viendo a Rajoy entrar el pasado miércoles en la reunión del Partido Popular Europeo,  con desparpajo inusual, la media sonrisa y el paso militar, me daba la impresión de un estadista seguro de sí mismo y decidido a hacerse oír.

En verdad,  tengo una duda permanente sobre su perfil político. A veces pienso que se creía que todo el monte era orégano, que se vio sorprendido por la realidad sin saber donde se metía; en definitiva, que era un inútil pues ni sabía salir de atolladero ni cumplía lo prometido, dando palos en el aire … Y otras veces me da por pensar que es una persona seria, discreta, que lleva su norte y que las medidas que ha adoptado –y las que están por venir- son las que nos sacarán del entuerto, mas allá de esperar el transcurso del tiempo para ver pasar el cadáver de su enemigo… que es él mismo.

 

Esta dualidad de percepciones es evidente en estos momentos y lo estamos viendo en el tema central de estos días –y de hace tiempo- que es  la conveniencia o no del -ya definitivamente- llamado rescate. No sé cuanto tiempo llevamos desnortados sobre nuestro protagonismo para la recuperación económico-financiera. Lo único cierto es que –con el primer rescate- los bancos han sido sobradamente redimidos y, entre ellos, se reparten el pastel que costeamos entre los mismos de siempre. De momento, nada tiene que temer el liberalismo salvaje que nos esclaviza pues nadie se va a enfrentar a él: bastante tenemos con intentar salir de este agujero que se agranda como un serpentín a cada disminución de los servicios públicos y la cuasi supresión de los asistenciales.

 

Y, mientras, la Merkel practica el mismo juego conque ya se cargó a Grecia, sin que sepamos qué es lo que quiere de su querido correligionario Rajoy, al que lo mismo pasea en barcaza que le niega el pan y la sal. Y éste la imita hasta en eso de dar largas, a la espera de consolidar sus perspectivas electorales en Galicia. Esto es el despiporre: lo mismo un día las agencias nos ponen a parir colocándonos junto al bono basura, que al día siguiente los mercados se quedan en tensa calma y la prima baja; igual Hollande dice que “es hora de ofrecer a los españoles algo más que austeridad” y pretende acelerar la puesta en marcha de los acuerdos sobre la unión bancaria alcanzados en junio, que la teutona nos exige dar el paso y con nuevas condiciones y crea un supercomisario con poder para vetar las cuentas de los miembros, en todo caso dando largas y enredando la ya acordado. Este contexto intenta superarlo Rajoy, más allá de su aparente o real indecisión o prudencia, multiplicando sus contactos al máximo nivel. Por una vez parece creíble que nuestro Presidente toma la palabra en Europa para ser el portavoz de “millones de europeos (que) esperan de nosotros una sola voz, la voz de Europa”, como dijo en Bucarest después de la reunión con Merkel. Y, por una vez asimismo, dio un paso adelante, si es que ese sea su propósito: “Debemos acompasar la consolidación fiscal con medidas de crecimiento y creación de empleo de la UE si no queremos que los ajustes fracasen”.

 

En esta tesitura, quizá las dudas de Rajoy estén justificadas y no quiera lanzarse al vacío hasta que tenga seguro que no nos van a exigir nuevos sacrificios al tiempo que se avance en lo pactado en junio. Y por ello, lo mismo se saca de la manga eso del rescate virtual (algo así como una línea de crédito, aunque sin hacer efectivo el desembolso de dinero) que es como jugar al monopoly infernal, que crea  el Sareb (nombre con el conoceremos al banco malo) para que se juegue a malabares con la burbuja inmobiliaria; y lo que haga falta, con tal de marear la perdiz.

 

Me da la impresión, pese a todo, que el desconcierto en el que nos movemos se debe a los descerebrados que rodean al Jefe del Gobierno español. Y es que, por ejemplo, salen voces varias desde el PP para anatemizar, una vez más, a los sindicatos y decirnos que no tienen sentido de la responsabilidad, olvidando que la situación de precariedad es tan grave como para que todos los movimientos sociales de Europa hayan promovido para el mismo día 14 de noviembre una jornada de lucha contra la austeridad en la Unión Europea; muchas veces pienso que es milagroso que no se produzcan movimientos reivindicativos violentos, aunque me lo explico por el gran sentido de la mesura que tiene el pueblo llano. Otro ejemplar digno de figurar en los anaqueles permanentes de los desaciertos es el áureo señor ministro que –después de mil meteduras de pata- sigue insistiendo en que todos están equivocados, menos él, ahora empeñado en españolizar a los niños catalanes, al tiempo que tacha a los discrepantes de antisistema y apostilla la huelga en las escuelas como “política”, tal si ello fuera un descrédito.

 

Lo malo es que este descalabro de inteligencia es común en la cohorte de periodistas amarillos que no saben como magnificar la política del Gobierno, aunque toque por ahora descalificar a Merkel y ensalzar a Hollande (¡lo que nos quedará por ver!). Si a ello sumamos otras boutades tan simpáticas como los ataques desaforados del Sr.  Jiménez Losantos a la Monarquía; el rifirrafe independentista alentado electoralmente por Mas; las pretensiones ministeriales de censurar la información sobre las cargas policiales o la arenga de Felip Puig, Conseller, a los Mossos, aclarada con la fina disquisición entre legalidad jurídica y democrática… la verdad es que no nos dejan tener un mínimo de  ilusión, ante la imposibilidad de que puedan discutir y ponerse de acuerdo las personas sensatas –que debe haberlas-  de uno y otro signo.

 

En último termino, tendría que preguntarme si el descerebrado no soy yo. ¡Que todo puede ser!