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Corrupción: primera parte PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Lunes, 04 de Febrero de 2013 00:20

 

Ya no es posible ocultar esta sensación de agobio e indignación que nos envuelve, después de las andanadas periodísticas contra la clase política, en especial sobre el entorno catalán y contra la cúpula del PP. Y no digamos el tufo a podrido que desprende el caso Nóos, con la imputación del Sr. Revenga, secretario de las Infantas y la fianza exigida al “Duque em… Palma… do” -como tan graciosamente firmaba a veces sus correos el interfecto- y que podría llegar a implicar al Jefe del Estado. Ya sería de avestruz pensar que estas informaciones se hacen con el propósito fundamental de aumentar la tirada de los periódicos, así como sería suicida creer que con ellas se pretende erosionar la honorabilidad de los imputados por estar crónicas.

Es por ello que me propongo -en éste y en los próximos artículos- preguntarme sobre este fenómeno de la corrupción –lacra de nuestra sociedad- que abarca todos los ámbitos, y no sólo el de la política en general. También existe una pudrición a pequeña escala, a nivel personal, que es caldo de cultivo para disculpar  todas las demás corrupciones que en el mundo han sido. ¿Quién no ha buscado en los aledaños del poder una recomendación para que te “echen una mano” en algún asunto de interés particular? ¿Quién de nosotros tiene remordimientos por haber consentido que el fontanero, el electricista, el carpintero, cualquier chamarilero, te presente, y le abones, una factura sin IVA?  No creo que se escapen muchos del sambenito de haber intentado hacer alguna “diablura” en la declaración de la renta. Y, así, podría seguir enumerando ejemplos de pequeñas corruptelas que, en el fondo, nos predisponen a mirar con benevolencia al corrupto verdadero.

 

Pero lo que ahora me interesa es profundizar en el vendaval levantado por los papeles de Bárcenas. Y, ni podemos mirar a otro lado ni entrar en la teoría de la conspiración. Ni puede uno conformarse, como hacen los bien pensantes, con decir y repetir “todos son iguales” en estos momentos en que, una vez más, se está sacando a la vergüenza pública la corrupción que atenaza al Partido Popular. Iguales, pudiera ser, si nos referimos a que ya hace algún tiempo otro señor en el mismo cargo de tesorero (un tal Naseiro) levantó otro escándalo de financiación irregular y que, a Dios gracia, se archivó ¡qué casualidad! por defectos procesales No creo  –aunque el estigma se extiende a todos los vientos-  que valga alegar que todos son unos corruptos, pues esto no justifica nada, sólo es un monumental consuelo de tontos o una válvula de escape para los pringados. Lo que ahora nos ocupa es algo más importante que necesita nuestra reflexión: estamos ante un partido que se ha presentado como adalid de la limpieza y la honestidad. Y ello –por lo que se oye- frente a la corrupción de “los otros”, con sus filesas y sus fondos reservados, sus roldanes y sus eres, que –según se nos repite hasta la saciedad- es como se movía y se mueve el partido entonces en el poder y ahora en la oposición. No, por favor, no estamos ante situaciones iguales ni semejantes.

 

Por el contrario, hemos de aclarar con urgencia cómo fue posible, desde la sede de Génova, el  acopio de millones de euros por el Sr. Bárcenas –por sí o en nombre del partido- y como los gestionó y distribuyó –en pagos legales o bajo la capa dinero negro- entre empleados y mandos intermedios o superiores, incluso entre la cúpula del partido. Porque, precisamente, está en entredicho el máximo representante del mismo,  que, casualmente, ostenta el cargo de Presidente del Gobierno de España. Lo nunca visto. Máxime, en estos momentos de crisis, en que se pide y se exigen sacrificios al resto de los ciudadanos. Y, por supuesto, sin subterfugios al amparo de la metáfora del calamar o del ventilador, ni dándoselas de ofendidos. "No es bueno en ningún caso matar al mensajero", ha declarado Herrera, el Presidente de Castilla y León. Como editorializaba IDEAL, hay que actuar sin evasivas y el PP debe ofrecer explicaciones más convincentes sin arremeter contra los medios de comunicación y cambiar tal amenaza por argumentos más concluyentes que debería exponer el propio Rajoy. Me temo que se ha dejado escapar la ocasión.

 

Pues, amigos, de esto estoy escribiendo. Merece la pena que nos interroguemos sobre lo que sea la corrupción, cuales sean sus causas y sus efectos,  si es posible luchar contra esta tacha… Lo dejaremos para próximos artículos.  El tema nos afecta y la imagen exterior –basta leer la prensa internacional- se va a pique, por lo que hay que profundizar en la verdad, sin temer el chantaje de Bárcena, ni culpar a los demás.