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A los leones PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Lunes, 08 de Abril de 2013 08:04

En esta España nuestra, no sé si, de verdad, estamos anegados por la corrupción o ésta se usa como telón para que no podamos ver el escenario donde, ciertamente, se juega nuestro futuro. Pudiera ser que ambas cosas sean ciertas y, desde luego, la corrupción es algo que empantana pestilentemente el ambiente que nos rodea. Si ir más lejos, esta mañana nos desayunamos con la imputación de Doña Cristina de Borbón y Grecia, culmen de esta odisea de corruptos o, simplemente, delincuentes que parece ser es lo que nos merecemos. Si a esta noticia, sumamos lo que nos cuentan los medios de comunicación sobre temas tan edificantes como los ERE de Andalucía, las imputaciones del expresidente de Navarra o las fotos comprometedoras del Sr. Feijó con capos de la droga gallega –amen del insólito juez que se ríe a carcajadas incrédulas de los desmentidos de éste-, vemos que la mayoría de los espacios periodísticos -escritos, radiofónicos o televisivos- están dedicados a darnos pelos y señales de las aleccionadoras conductas de esta jet de andar por casa..

Ya no hay descanso para el caminante. Es hora de cuestionarse todo. Lo que necesitamos es pan y circo: el pan de la  champions laegue y el circo de la corrupción. Es el tiempo de echar carnaza a los leones: griñanes y urdangarines y ¡novedad en la pista! cristinas de la realeza. Ya parece que podemos hablar de algo transcendente y motivo de distracción. Esta vorágine informativa –en donde la veda se ha abierto de forma descarada, sin rendibú alguno por temas que hasta hace poco eran considerados como tabúes- está borrando de nuestro horizonte, de propósito o involuntariamente, lo que de manera drástica e irremediable está socavando los cimientos de nuestra sociedad.

 

Me refiero, sin más ambages, a la situación de extremada necesidad que acompaña al paro rampante: la carencia de un mínimo estándar de vida. La crisis y los recortes están golpeando con tal dureza a la sociedad española que las rentas se han desplomado a niveles de hace diez años. Ya hay tres millones de personas en una situación de pobreza extrema, la antesala de la exclusión, que en Andalucía alcanza al 31,68 % de la población. La capacidad adquisitiva es inferior a la del año 2001, informa Cáritas, que habla de una década perdida. Situación que se ha agravado en los últimos tiempos y a la que hemos llegado, a mi juicio, por dos vertientes de la crisis económica que padecemos, distintas pero coincidentes en el tiempo: la que se viene en llamar el desgobierno europeo y su folklórica singularidad española.

 

Son innumerables las voces que claman en el desierto contra este desbarajuste en que se ha convertido esta Europa a la que pertenecemos. Una Europa sin rumbo democrático, en manos de burócratas, al socaire de los vaivenes de la interesada mirada de una todopoderosa Alemania, timonel de una barca en continua zozobra, que surca la mar oriente –Grecia y Chipre-  al occidente que viene, -Italia y España- hasta convertirla en una gran charca mercantilista y decadente. Me gustaría saber cuantos votos míos avalan a José Manuel Durao Barroso, Herman Van Rompuy, Baronesa Catherine Ashton, Viviane Reding, Olli Ilmari Rehn, Christine Lagarde o Mario Draghi, que son los señores que rigen nuestros destinos, como testaferros de la Sra. Merkel. La gigantesca chapuza de Chipre –última muestra de este desgobierno- no tiene desperdicio al vulnerar sus propios fundamentos de confianza, de los que se desentiende a la carta (un viernes Guindos decía que era un buen acuerdo y el lunes, después de la clamorosa rectificación, se proclamaba a los cuatro vientos que había que proteger a los pequeños impositores). Pero el crecimiento se estanca, el desempleo sigue subiendo y la deuda no sólo se reduce sino que crece, todo en aras a la austeridad a ultranza y ante un sistema de crisis permanente. Pese a lo que acaba de decir Draghi –Chipre no es España- o precisamente por ello ¿estamos seguros de que el próximo corralito no será el nuestro? ¿Será preciso retroceder a guardar nuestros dinerillos en el calcetín de la abuela?

 

Y si hacemos un somero examen del panorama nacional, no puedo sino mencionar  -como hace mi hermano Teodoro en su Web- a los múltiples corralitos que nos recluyen: las preferentes, los desahucios hipotecarios, la congelación o no revalorización de salarios y pensiones, la subida de tasas de todos y cada uno de los servicios, la supresión de becas, los recortes en educación, cultura y sanidad… Estos y otros chiringuitos Made in Spain  de distintos pelajes que estamos sufriendo en los últimos tiempos, nos tienen en pleno desconcierto sin más solución que las sucesivas rectificaciones, sin que nadie se responsabilice de los desaguisados. Y algo que quizá sea peor: todos levantan los hombros en un silencio despectivo. Todos enmudecen ante la catástrofe, a la espera de algún tótem protector.

 

Pero la línea de pobreza sigue subiendo, el ingreso medio de las familias disminuye un 4,4%, cuatro de cada diez familias no puede irse de vacaciones al menos una semana, más del veinticinco por ciento de los hogares llega con dificultad o mucha dificultad a fin de mes, el treinta y seis por ciento no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos y el seis por ciento se retrasa en el pago del alquiler, el gas o la electricidad. Todo ello, según datos de Cáritas. Simultáneamente, constatamos con la Comisión Europea que la revisión al alza del déficit español de 2012 –que el Gobierno español había minimizado puerilmente-  no se debió a un cambio en la metodología aplicada por la agencia comunitaria de estadísticas Eurostat, sino a que el criterio utilizado por España para computar las devoluciones fiscales era "incorrecto".

A este paso, vamos apañados. Sería preciso preguntarnos sinceramente el porqué de las cosas, qué conduce a esta nefasta situación en que nos encontramos.  Con toda la humildad que sea necesaria, con las incertidumbres propias de nuestra condición. Pero si intentar engañar al prójimo, sin que sirvamos de carnaza a los leones. Porque si la duda es virtud,  el papanatismo es pecado capital.