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Papá: ven en tren PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Lunes, 27 de Mayo de 2013 00:01

 

Recuerdo aquellos tiempos en que pretendían engañarnos –es la finalidad de todo reclamo publicitario- con los bonitos eslóganes de “Con Iberia ya hubiera llegado” y ‘Papá, ven en tren’ que competían ofreciendo servicios de transporte para restar tráfico a las carreteras españolas. El avión era un lujo, pero el tren era muy atractivo pese a la escasa velocidad y a su nula comodidad, sin hablar de la falta de calefacción o aire acondicionado, los retrasos sin fin y otras lindezas por el estilo. Te atraía, sobre todo, figurarte a bordo, por ejemplo, del Transiberiano con el olor a té en los samovares o del privilegiado Orient Express, excitante lujo art decó, junto a intrigas de Agatha Christie. Ni que decir tiene si se trataba de evocar las memorias de África en el Blue Train en Zimbabwe; de soportar el mal de altura, en ese Tren de las nubes que va desde Cuzco hasta el Machu Pichu o de contemplar los paisajes edénicos en el Indian Pacific australiano o, para más exquisitez, de soñar con abencerrajes y negros ojos moriscos en el Al-Andalus Expreso…

Todo este mundo idílico me vino a la cabeza la otra noche, mientras contemplaba la anunciada entrevista en Antena 3 al ex presidente José María Aznar. Verlo tan aguerrido, con esa sensación de seguridad que irradia el que se siente superior al resto de los mortales, era un placer. Esa actitud, entre relajada y decidida, muy lejana a las indecisiones de nuestros actuales gobernantes, transmitía confianza. Esa suficiencia con que nos decía que había que bajar los impuestos y ejecutar el programa electoral, era como para besar los caminos que iba trazando para nuestro futuro… No me pude aguantar más cuando, a preguntas de la señorita Lomana sobre si se planteaba volver a la política –ante testigos tan cualificados y ecuánimes como Victoria Prego y Francisco Marhuenda- dijo con voz abovedada y con toda la solemnidad del mundo: “Nunca he eludido mi responsabilidad, cumpliré con mi responsabilidad, mi conciencia, mi partido y mi país”.  ¡Dios mío!, se me puso la carne de gallina y me uní al coro de voces que sin dudar en aquellos mismos instantes debería estar balbuciendo con insistencia y reverencia “¡Papá, ven en tren!”. No por nada, sino por que el porcentaje de seguridad es elevado y, a mayor gloria de nuestra élite técnica y científica, el AVE acortaría el tiempo de su llegada.

 

Me conmovió especialmente su despedida del plató, consciente de que había dejado varios titulares para los medios de comunicación. Y, aunque no quedé con la beatífica sonrisa de satisfacción de la Prego, ni he llegado al grado de vehemencia y fervor de iniciado con que el Marhuenda lo defendió en el Debate de la televisión oficial, sí puedo afirmar solemnemente que esto sí que es una forma clara y distinta de hacer política. Ya se vislumbra aquello de “España va bien, sabemos lo que queremos y a donde vamos”. Sólo nos falta el “Váyase Sr. … Rajoy”.

 

Me ha reconfortado comprobar, a posteriori, cómo han reaccionado los buenos españoles. Aunque no estoy muy seguro de que supiera de lo que hablaba,  la Ministra Mato -y no porque fuera una de las invitadas estrellas a la Boda- ha dicho que  “Aznar es un referente”: ¡No es para menos! Frente a las críticas del Ejecutivo de Mariano Rajoy al presidente de honor del partido, ante el terremoto desatado con sus palabras sobre el proyecto político de su sucesor y la insinuación de una posible vuelta a la primera línea política, Alberto Ruiz-Gallardón entiende acertadamente que "un expresidente es una voz que siempre debe ser oída". Por las responsabilidades que ha asumido Aznar, "es, por definición, un activo de la política". "Lo es y tiene que serlo", ha dicho el titular de Justicia. En la misma línea, Ignacio González,  presidente de la Comunidad de Madrid, ha manifestado su apoyo a Aznar y ha dicho que éste ha sido "probablemente el mejor presidente del Gobierno que ha tenido España en estos años" y que sus opiniones son "enormemente interesantes para todos". Esperanza Aguirre, muy contenta con el regreso del jefe, ha declarado que “Aznar puso el dedo en la llaga” y Arenas, para aclarar la cuestión, como es costumbre, nos alumbra que Aznar y Rajoy tienen el mismo proyecto. Y no les quiero contar lo que piensan tantos otros, anónimos y nostálgicos guerreros del lejano Irak, esa mayoría silenciosa –que ha votado y seguirá votando a las ideas de su presidente de honor- que es la esencia de la españolidad y de la que –ya les digo- se oye insistentemente el ¡Papá, ven en tren!

 

Aunque, la verdad, va a ser difícil que venga en tren pues, tras la entrevista, de inmediato cruzó el charco y marchó al extranjero donde, aparte de hacer innumerables panegíricos de nuestra España –a la que él tanto ama- se dedica a dar sesudas conferencias. Hoy mismo me entero que ha fichado como asesor del consejo mundial de DLA Piper, el mayor bufete de abogados del mundo, el mismo que le gestionó –por la modesta suma, abonada por el Gobierno español, de 1.6 millones de euros- la medalla de oro del Congreso estadounidense. De todas formas, le interesa venir en tren, en barco, en avión o en coche, para evitar que se lo lleven por delante los Blesas, Ratos y demás compañeros de pupitre, los Agag y amistades colindantes, los Ignacios del Burgo y tantos otros que pretenden contradecir su intachable periplo.

 

Con lo que eso escuece. Mas allá de "añoranzas y melancolías", se siente abandonado porque ninguno de los que ahora están en el palito, alce una voz en su defensa. Cría cuervos…