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Es la vida PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Lunes, 01 de Julio de 2013 00:01

 

Por mucho que intentemos comprender el mundo que nos rodea, por más que pongamos de nuestra parte para entender la vida, no hay más cera que la que arde. La vida está ahí mismo, delante de nuestras narices, y no podemos hacer muchos esfuerzos por descifrarla pues no se dispone sino de lo que está a la vista, y que con eso, pues, hay que apañárselas. Como dice el refrán: A cama corta, encoger las piernas. Nuestra percepción es limitada y es vano intentar penetrar  en el sentido último de los acontecimientos que se nos presentan al desnudo pues, según el dicho, “no hay más lana que no saber que hay mañana”.  Estamos en una tesitura que preferimos no saber que consecuencias habremos de arrostrar mañana,  lo que podemos traducir coloquialmente en que de cierta cosa no queda o no hay más que lo que está a la vista o se conoce …

Eso es, a mi juicio, lo que ha de deducirse de la constatación de tres acontecimientos que -a distintos niveles- me han llamado la atención esta semana, tal como si fuesen parte de la vida misma.

 

El primero ha sido la Carta del Papa Francisco (24 de junio)  para el establecimiento de la Pontificia Comisión para el Instituto para las Obras de Religión, comúnmente conocido por el Banco Vaticano,  de cuyas actividades desea  “una mejor armonización con la misión de la Iglesia universal”. En la línea ya iniciada por Benedicto XVI,  toma ahora una decisión de mayor envergadura: la reforma del banco para que “los principios del Evangelio impregnen también las actividades de carácter económico y financiero”. Que la tarea no es fácil en una institución que, fundada por Pío XII, siempre se ha visto envuelta en numerosos escándalos financieros internacionales, es un hecho evidente. Solo dos días después de la creación de la comisión de investigación sobre el banco del Vaticano, la fiscalía de Roma ha ordenado la detención de un prelado de Salerno, monseñor Nuncio Scarano, acusado de corrupción y estafa en un asunto relacionado precisamente con el banco, en el que tenía el cargo –del que ha sido suspendido inmediatamente-  de responsable de contabilidad del ente que gestiona el capital inmobiliario del Vaticano. Los poderes fuertes del Vaticano habían logrado mantener el control frente a los esfuerzos de limpieza de Juan Pablo II y Benedicto XVI, por lo que Francisco prefiere una remodelación total, o incluso un cierre, y no una operación de cirugía estética. De su determinación depende el que se pueda y se deba hacer algo de calado para dar vigor a la acción ineludible de expulsar a los mercaderes del templo, episodio evangélico que parece no es de recibo en estos tiempos.

 

A un nivel más limitado, el europeo, hemos podido contemplar a Bruselas y sus pírricos acuerdos, ya que las medidas propuestas están muy alejadas de las necesidades y  de la gravedad de los problemas de la eurozona. Es notorio que estamos muy dañados por la austeridad derivada de los excesivos y perentorios ajustes fiscales y presupuestarios, en especial en la periferia de la Unión Europea. El acuerdo de desatascar los presupuestos durante los próximos siete años, ha permitido formular tímidas medidas contra el paro juvenil –carga socialmente insostenible- y en pro de la reapertura del grifo -en un sistema financiero muy asfixiado-  del crédito para la economía real. “Esas medidas no van a acabar con el paro. Ni con la fragmentación del mercado financiero, que hace que las pymes de la periferia paguen más por sus créditos que las del Norte. Pero van en la línea adecuada”, han dicho fuentes cercanas al Consejo Europeo. Pero es una perspectiva que reitera anteriores propuestas (el Pacto por el Crecimiento de 2012) y estamos ante lo de siempre: a la espera de las elecciones alemanas de este otoño. Saldremos de dudas esta misma semana, en la cumbre contra el paro juvenil entre Hollande, Rajoy y Merkel, en la que ésta se encargará de rebajar el acuerdo de Bruselas a beneficio de su candidatura. Al tiempo.

 

En España, Barcenas y sus bancos, suizos y no suizos, han dado con sus secretos y sus desvergüenzas en las salas nobles de Soto del Real. La táctica del silencio y las esotéricas explicaciones (“todo es falso salvo alguna cosa”, “la segunda… ya tal”) va a persistir porque, a lo que se ve y ellos se creen,  ha dado tan buen rédito ¿Hasta cuando esta estrategia? Incluso, los medios de comunicación afines responden con el silencio al dar la noticia en segundo plano y a algunos no le ha gustado nada la entrada en prisión de Bárcenas. No se si en un intento de minimizar el descrédito del innombrable y quienes no se atreven a enfrentársele o con el propósito de no encabronar a Luis, el c., por si es verdad que su suerte está ligada a la de la cúpula del PP. El desconcierto llega al extremo de que el fiscal general de Estado, ha desmentido tajantemente a la portavoz adjunta del grupo popular en el Congreso, quien había asegurado que fue el Gobierno el que había ordenado a la Fiscalía Anticorrupción que se pidiera cárcel para Luis Bárcenas. El esperpento se cierra –por el momento- con las últimas declaraciones de Cospedal: “Nadie ha hecho un esfuerzo de estriptis como el PP”. Me pregunto si, en el fondo, no se tratará de una lucha silenciosa y sin cuartel entre el depredador y quien lo nombró, más allá de la fidelidad que se deben. En el entretanto, para desgracia de todos, la reputación del partido popular y la credibilidad de Rajoy quedan por los suelos.

 

Fíjense en el fino detalle: el hilo conductor de los tres affaires no es otro que el dinero y quienes lo muñen en su propio beneficio. Es la vida, que adujo nuestro Montoro para defenderse de los errores. La vida está delante de nuestras narices y es triste no poder domeñarla. Pero, de verdad: ¿no podemos hacer algo por enmendarla?