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Caso abierto II PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Miércoles, 31 de Julio de 2013 19:47

Mi último artículo fue objeto del deseo de los imponderables. Por un error involuntario, no se publicó en lunes -como correspondía- lo que sucedía por primera vez, después de casi seis años de colaboración con este Diario. Y, por capricho de los duendes de la imprenta, apareció el martes pero dejó de publicar sus tres últimos párrafos, lo que, a mi juicio, encerraba como colofón el meollo de la cuestión. Con permiso del Director voy a intentar arreglar este pequeño estropicio y destrozar la verdadera leyenda de esos seres diminutos a los que llaman “duendes” en las rotativas. No sólo para sentir el placer excepcional de abrir las páginas del periódico y descubrir que tus palabras dan testimonio de tus íntimas -a veces, incoherentes- convicciones, sino para seguir añadiendo razonamientos a la conclusión de que esta manera de gobernar,  aparte de ser ingobernable, es una tara que probablemente tardará en desaparecer.En "Caso abierto" me preguntaba -al hilo del manido tema del tranvía- qué es lo que pasaba y quién tenía la culpa de este desaguisado.

Y, después de enumerar los argumentos de unos y otros, terminaba con los siguientes tres párrafos:“Más allá de todas estas -y otras-  consideraciones, me interesa llamar la atención sobre el carácter de permanencia de los Ayuntamientos. La esencia del ente municipal, no tiene solución de continuidad.

El Ayuntamiento es el órgano de gobierno y administración del Municipio, en este caso, del de Jaén. No es un coto privado de Carmen Peñalver ni de José Enrique Fernández, ni siquiera de los partidos gobernantes. Consiguientemente, el tranvía no es una criatura del gobierno de coalición PSOE-IU y, por extensión, tampoco lo es del PP, lo que le impide castigarlo contra la pared como si de un hijo díscolo se tratara.  Amigos, esto no es un cortijo sino el lugar donde reside la voluntad de los ciudadanos y en donde debe primar el interés general, no el de los partidos. Desde esta perspectiva, sería lógico esperar de unos gobernantes que fueron elegidos por los ciudadanos para buscar soluciones -no para crearlas, como lo es, por ejemplo, el dejar secar los jardines adosados a las vías-, se dediquen precisamente a proporcionar el remedio adecuado, sin que sea de recibo sustituir el razonado discutir por las excusas partidistas.

Es cierto que, en estos precisos momentos, el gobierno se ejerce por el Partido Popular, que lo ostenta con mayoría absoluta. Pero sería deseable que la anemia democrática y participativa que a nivel nacional ha propiciado la patente de corso o mayoría absoluta de Rajoy -de la que es exponente el ejercicio absoluto del poder con el caso Bárcenas y colaterales- no tenga su reflejo en esta parcela -que en todo caso no es de su propiedad- del Partido Popular de José Enrique Fernández de Moya, quien enfatizó con aquel desplante: “Nunca me montaré en el tranvía”.¿Sería mucho pedir intentar, al menos, una solución consensuada entre las Administraciones implicadas?” terminaba preguntándome.Dejaré para más adelante la contestación a esta pregunta crucial.

Por ahora,  me permito ahondar en la cuestión y poner de relieve con mayor énfasis -si ello es posible- la inutilidad del intento, mientras las miras estén puestas en detentar el poder por el poder. Y por las provechosas secuelas que ello parece conllevar.

A mi juicio, el caso sigue abierto.Basta con recordar la ruina en la que nos dejó la Carmen Puri –apelativo socarrón de sus contrarios- con sus otros caprichos -también en connivencia con la Junta-: Ciudad de la Justicia como quimera; Museo Ibero paralizado a medio ejecutar con millones dilapidados; Parque Acuático fantasma; aparcamientos ruinosos antes de concluir su estructura…Y, como contrapartida, la falta de imaginación de José Enrique (por seguir con el tuteo cómplice de los que parecen estar en el ajo) en buscar soluciones que no sean echarle la culpa a la oponente vencida -escudándose detrás de documentos “comprometedores” que los ciudadanos ni conocemos ni nos importan un comino- y renegando de la herencia heredada que parece recibida a beneficio de inventario. Ítem más: el abandono de la ciudad en limpieza -los hosteleros no paran de transmitir las quejas de los turistas de una ciudad aspirante al reconocimiento de la Unesco-, que resalta lo verdaderamente ridículo de la concesión de la “Escoba de Plata” hace unos años. El abandono de las calles, más propias del Kosovo de los 90 que de una ciudad europea de 2013 -si te pierdes dentro de un bache no te encuentra ni Paco Lobatón- y una regulación del tráfico y semafórica especialmente estudiada para hacer perder la paciencia al propio Santo Job…

Estimados lectores: intuyo que la respuesta pasaría por ejercer el gobierno en beneficio del común de los vecinos, con olvido de querellas partidistas, que sólo nos llevan a incrementar la desazonadora sensación de abandono de nuestros políticos: de todos. Los desafíos del Alcalde se debieron centrar en deshacer los entuertos del anterior gobierno municipal (su labor no creo que deba limitarse a ser el portavoz de los justificados lamentos de la ciudadanía). ¿O no fue precisamente ese el mandato del pueblo con la mayoría más absoluta de la democracia?