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Escrito por Salvador   
Lunes, 15 de Julio de 2013 00:00

 

NOTA.- Este artículo se publicó en el IDEAL el día 15 de julio de 2013 y, por mi torpeza, no lo inserto en esta página hasta hoy. Pido disculpas.

 

Es una suerte tener un amigo siquiatra, entre otras cosas, porque te previene -como nos pasa a todos los hipocondríacos- de la propensión a anticipar males que después no llegan a aflorar. No sé si a alguno de mis lectores le han solicitado unos marcadores de neoplasia. A ml sí me pidieron unos test tumorales –para quedarnos tranquilos, me dijo eufemísticamente el galeno- y la verdad es que se pasan unos días un poco… “acongojados”. La preocupación y el miedo a padecer, o la convicción de tener, una enfermedad grave, a partir de la interpretación personal, es una realidad difícilmente evitable. No es que uno sea un cenizo, sencillamente te imaginas un futuro precario y agitado, aunque se intente asumir una actitud positiva. A Dios gracias, todo se ha resuelto satisfactoriamente y mi amigo José Luis acertó en sus apreciaciones antidepresivas y de rechazo al síndrome de anticipación.

 

 

Este incidente personal me lleva a considerar el caso de aquellos que, por el contrario, no ven peligro alguno en lo por venir. Es tal la confianza que tienen en su destino, que no les preocupa lo que pueda deparar el futuro. Es más, tienen la convicción de que, dejando pasar los tiempos, sólo han de disponerse a recoger los frutos más abundantes de su inacción. Prototipo de esta predisposición a su sino favorable es nuestro Presidente, Mariano Rajoy, cuya proverbial tranquilidad ante los eventos más procelosos es de todos reconocida. Su calma ante los más furibundos ataques enemigos, es digna de elogio. El sosiego del que hace gala, incluso su pacífica espera al paso de la tormenta, es asombro de propios y extraños. Más allá del equilibrio de sus apreciaciones –que las reserva para sí mismo-  y la serenidad de las conclusiones de los juicios no emitidos –que guarda celosamente en la intimidad-, es el silencio lo que, realmente,  sobresale de su personalidad casi de autista….

 

Cuando el Sr. Bárcenas era su amigo y confidente, llego a decir que era una persona intachable y de quien nadie conseguiría romper su inocencia… Más delante, cuando aparecieron los llamados papeles del interfecto –que solo eran fotocopias de fotocopias amañadas y…- dejó que sus segundos se explayaran en galimatías y acertijos para justificar el mantenimiento en nómina del ínclito tesorero. En ese exacto momento decidió, no sólo no mencionar el nombre de Bárcenas en vano, sino que, incluso ha hecho lo posible y lo imposible para evitar dar la mínima explicación de la actuación de Bárcenas como Tesorero del Partido, de cómo fue posible que maniobrara sin que nadie percibiera anomalía alguna dentro de las dependencias de la sede central del partido, ni por qué no dio motivo alguno para despertar sospechas en sus idas y venidas…

 

En la actualidad -salvo error u omisión- el estado de la cuestión responde a parámetros movilizados por el propio Bárcenas, quien maneja a su antojo los tiempos. Amén de sus iniciales amenazas, Bárcenas ha dado un giro a sus tácticas acosadoras, incrementado la batería de sus chantajes –a Rajoy, a Cospedal, al Partido Popular y al Gobierno de la Nación- hasta el extremo de usar a periodistas, abogados y otros adláteres para sembrar de minas el campo de su batalla con sus antiguos amigos y correligionarios. Ha empezado por facilitar al juez, por intermediario, las anotaciones originales - para Hernando, ahora ya son simple papeles de colorines- con sus pormenorizadas listas de sueldos, sobresueldos y comisiones.

Ante las implicaciones, que incluyen al propio Presidente del Gobierno, todo el arco político exige explicaciones y ha empezado por boicotear el consenso ante la Ley de Transparencia y la ciudadanía quiere saber la verdad de este embrollo, menos el partido en el gobierno que ha negado la veracidad de las imputaciones. Pero todos estamos pendientes de lo que diga este lunes Bárcenas ante el juez, por si ratifica lo declarado a El Mundo y se despacha con las amenazas que ha dejado entrever a través del abogado Durán. En el entretanto, Rajoy da la sensación de no tener otra opción que el silencio, Y sus barones han salido en tromba en su defensa -"Es un político muy honrado, honesto y entregado a los intereses generales de España"- mientras que Esperanza Aguirre se erige en portavoz de los descontentos: "Aprovechemos la ocasión y limpiemos todo lo que está sucio, dejemos claro todo lo que está oscuro, y demostremos que no todos somos iguales".

 

Ante estado de cosas, el silencio y las evasivas -las explicaciones ya están dadas se nos dice- pudieran no ser lo aconsejable. La oposición habla de secuestro de la soberanía popular, desprecio y usurpación de las funciones del Congreso, pero, visto lo visto, la mayoría es la mayoría y el paso del tiempo es lenitivo, por lo que es improbable que salgamos de este impasse.

 

Sólo nos queda pedir -por favor y a quien corresponda, que ya no sé quién pueda ser- que se nos diga porqué se ha dejado pudrir el asunto y no ha sido posible descubrir antes al delincuente, ahora destapado. Por favor, que se nos  diga porqué en un principio no se recibían sobresueldos, porque más tarde hemos reconocido su cobro pero con la excusa de que son legales y, por último, se nos dice que toda responsabilidad ha prescrito. Por favor, que se nos diga porqué es tan difícil descubrir quien haya mantenido una conducta corrupta y sea tan embarazoso expulsarlo del partido.

 

Por favor: un mínimo de respeto al personal y un poco más de vergüenza entre los que dicen dedicarse –con detrimento de su peculio particular- al servicio del bien general. Ya sabemos –como ha dicho Sáenz de Santamaría- que “los que llevamos muchos años con él sabemos de su honestidad y la rectitud con la que se ha comportado siempre al servicio del interés general”. Ahora nos resta –a todos los ciudadanos- que, por favor, se nos disipe cualquier elucubración sobre la honestidad y rectitud de nuestros políticos, de los que están a nuestro servicio que es el del interés general.

 

Por favor: queremos confiar en la honradez de nuestros políticos. Y que lo aparenten.