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La fría indiferencia PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Lunes, 10 de Marzo de 2014 00:04

 

 

Hay una referencia enigmática, a la vez que amenazante, en Apocalipsis 3:15-16, que dice: “Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero, porque eres tibio y no frío o caliente, voy a vomitarte de mi boca.”

Quizá ello alentara a Dante Alighieri, en su Divina Comedia, a poner a los apáticos o tibios, en el borde del infierno, porque el infierno los rechaza por no haber hecho males, y el cielo por no hacer el bien. Y, por tanto, son comidos por gusanos y picados por moscas. Y es que hay muchos enemigos que nos acechan, pero uno de los más peligrosos es la tibieza; sí, porque a diferencia de otras tentaciones más evidentes, la tibieza no presenta un aspecto agresivo, pero suavemente nos conduce a la pérdida de vigor en la lucha por superarnos, lo que nos convierte en mediocres. Mediocridad es condición de vulgar, significa algo evidentemente maléfico, deficiente, de Incapacidad para obrar el bien.

 

 

Es posible que el prototipo de esta manera de ser lo simbolice -valga la exageración- nuestro Presidente, con su dontancredismo característico, encarnación del tibio apocalíptico. Pero, vamos a dejarlo disfrutar en su limbo macroeconómico, muñendo nombramientos paneuropeos. Y, aunque tengamos sobrados motivos para estar indignados, limitémoslo esta semana a detenernos en casos que rozan la indolencia ciudadana y otros que son exponentes manifiestos de tibieza.

 

Supuestos en los que la apatía personal o la indolencia colectiva se han agolpado en estos días, son

-la indiferencia ante la imputación del hijo de Sánchez, por ayudar a camuflar cuentas opacas de Bárcenas.

-la anécdota del súper minutador Del Nido, corriendo hacia la cárcel con su gorrilla colorá…

-la abulia con la que el personal recibe noticias sobre nuevos implicados en la Gürtell valenciana, cuyo sumario si inició… en la noche de la corrupción.

-el desinterés general ante la noticia de que  Bankia vende una parte de sus acciones, en un nuevo intento de privatización de lo rescatado con dinero de todos. –la falta de reacción ante la actitud chulesca del llamado Blesa, quien, con el  viejo truco de culpar a las victimas con el propósito de eximirse de la propia responsabilidad, se excusa en que, pese a su candidez y edad, lo ocurrido es imputable a los compradores que no eran tan ignorantes…

 

Mayor impacto, a mi juicio, ha producido la falta de reacción colectiva –y desconcierto de los propios interesados- en tres casos emblemáticos acaecidos en los últimos días. El primero de ellos, el trágala que ha supuesto, tras la denuncia de presuntas injerencias del gobierno navarro en la administración fiscal, el veto de Ferraz a la moción de censura, de la que son partidarios el 80  % de la militancia regional, No menor desparpajo ha mostrado Barcina al utilizar el argumento tramposo del riesgo de que se cumpla la hoja de ruta de ETA en Navarra, con lo que ha trasladado su problema al PSN y al PSOE, a los que ha dejado sin margen de maniobra para encabezar la moción de censura. No se a donde llevarán los vaivenes socialistas y el tutelaje de Rubalcaba.

 

No menos negligente ha sido el desenlace de la crisis popular en el País Vasco. Como contrapunto al episodio andaluz, donde Cospedal fue derrotada entre bambalinas por Arenas, en esta ocasión ella ha sido la vencedora frente al tandem Alonso/Sainz de Santamaría. Nerea Llanos será la ‘número dos’ de Quiroga, pero su nombramiento ha sido casi simultaneo al Congreso y el sector del PP vasco representado por Alfonso Alonso  -miembro fiel del llamado clan de los sorayos- y la cuota alavesa se mantiene en el núcleo duro.  ¿Quién ha ganado: los fríos o los calientes? Parece ser que se ha llegado a la entente de los tibios y sus componendas.

Pero, amigos, la tibia indiferencia de esta semana es la misma que nos corroe desde hace más de un mes: la de los quince muertos en una triste playa, por nombre el Tarajal. ¿Es esta insistencia nuestra un caso flagrante de demagogia? ¿Es un simple ataque sin sentido al Gobierno democráticamente elegido? ¿Se trata de desconocer la benemérita labor de la Guardia Civil?

 

La cuestión es senilla. El 6 de febrero mueren frente a nuestras costas15 emigrantes al no poder alcanzar la playa, en presencia de un destacamento de la Guardia Civil, que utiliza durante la operación bolas de goma, según ha reconocido el Ministro. Después de varios desmentidos contradictorios y con los reparos de la UE (la comisaria de Interior de la UE afirmó que "pudo haber relación entre los fallecimientos y el lanzamiento de pelotas de goma") y otras organizaciones no gubernamentales, el Sr. Fernández, pasado un mes,  visita las ciudades fronterizas. Resultado: España va a reforzar sus fronteras con 20 guardias civiles, un helicóptero, la construcción de tres torres de vigilancia con cámaras térmicas y la colocación de mallas antitrepa (“que son muy eficaces”), ha dicho el Ministro, al tiempo de volver a defender las concertinas.

 

Al propio tiempo,  en varios escenarios cuidadosamente escogidos y con palabras muy medidas, inicia una escalada dialéctica sin precedentes. Después de avalar la actuación de la Guardia Civil, pone en solfa a los críticos: "Algunas instituciones y personas deberían ser más respetuosas". "Acusarlos es injusto, indigno e inmoral", ha sentenciado.  Elevando el tono, ha calificado de "cuestión de Estado" la presión migratoria, Y, como colofón: "La Guardia Civil no hizo nada mal mientras no se demuestre lo contrario", ha destacado. Esta ultima y cínica exculpación, lleva dentro de sí el reconocimiento de que algo se ha hecho mal, al tiempo que diferir la bondad de la acción a la falta de prueba, me recuerda viejos argumentos esgrimidos en los casos de Barcenas y aledaños.

 

Pero, el meollo del asunto es saber qué pasa en esta sociedad que se comporta con una enorme tibieza: la muerte de los 15 emigrantes es cuestión de fronteras a proteger, cuyo reforzamiento es lo que a la sociedad interesa. Para ello se ha desplazado nuestro Ministro. La suerte de los desesperados de la tierra –a fin de cuentas, ni tan siquiera tienen papeles-, de tantos rostros sin historia ni derechos, escapa a nuestra inquietud. Lo que a nosotros nos preocupa es el daño que puedan hacer a nuestros parados esos ochenta mil iracundos que aguardan cruzar nuestras fronteras; en todo caso, saber cuales medidas de seguridad necesitamos para ahuyentar nuestros temores.

 

Quince muertos. ¡Quince!  Y una sociedad acobardada y distante. ¿Quién lo ha hecho mal: Europa, la oposición crítica, las ONGs que dudan, los emigrantes? Es descorazonadora nuestra tibieza ante tanta corrupción, injusticias y opresiones, impunidades, abusos y despojos, dilapidación de los dineros del pueblo, políticos incompetentes, prepotentes y megalómanos ¡Ya basta de ciudadanos tibios,  mediocres e indiferentes! Si fuéramos calientes –o fríos- nuestra realidad sería otra.