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A toro pasado... PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Domingo, 01 de Junio de 2014 23:25

 

Dice el refranero español que “a toro pasado, todos somos Manolete”, por lo que pudiera ser peligroso –posiblemente, estúpido- valorar los resultados de las últimas y recién pasadas elecciones al Parlamento europeo. Sin ir más lejos, decir que se veía venir que la recién nacida formación “Podemos” iba a alcanzar los resultados que ha conseguido, es una simple manoletina. Como presumir que era previsible un batacazo del calibre que se han dado los partidos mayoritarios; esto ha supuesto una cogida por los cuernos. Lamentarse de no haber votado con más acierto, es tanto como correr contra el viento porque no es el momento de añorar el pasado. Lo pasado, pasado está y, como también expresa la voz popular, los tontos hablan del pasado, los sabios del presente y los locos del futuro.

De todas formas, sin profundizar en las trastiendas del pasado de los partidos y formaciones que han solicitado nuestro voto, bueno será  que -sin pretensiones de sabios- cotejemos cual sea el resultado electoral que nos muestra el presente y –aunque me tachen de chiflado- aventurar lo que nos espera en el futuro.

Datos constatables, a nivel europeo, son que el PP gana por la mínima las elecciones, los populistas confirman su alza imparable con Francia a la cabeza, a la par que el PS obtiene el peor resultado de su historia, salvo en Italia, y las formaciones euro escépticas aglutinan en conjunto más del 20% del voto. Por  su parte, en España, las dos opciones mayoritarias han logrado su peor resultado electoral, hasta el punto que, juntas, no alcanzan el 50% de los votos,  dejándose en el camino más de cinco millones de voluntades. La izquierda sube, pero el PSOE cae estrepitosamente a la cota más baja de toda la historia de su arco electoral. El PP pierde más de dos millones y medio de votos y ocho escaños. IU y UPyD confirman su subida. “Podemos” –una formación sin afiliados-  irrumpe como cuarta fuerza en el escenario con más de un millón doscientos mil votos y cinco escaños. En Andalucía se destacan los socialistas  y en Cataluña –donde la participación ha aumentado sustancialmente movida quizá por el deseo de decidir-, ERC desplaza a CIU, el PSC se desploma y el PP pierde la mitad de su cuota electoral.

Estos resultados ha merecido las ecuánimes interpretaciones de los afectados. Así, el PSOE, aunque reconoce el fracaso y dimiten Patxi López  (que pide una “revolución”) y Rubalcaba –con efecto retardado-, lo intentan solucionar convocando un Congreso extraordinario, anticipadamente a las primarias ya acordadas. Ante la reticencia de Chacón, Madina y otros ingenuos, se abre al voto de todos los militantes, entre vaivenes y  Rubalcaba busca fórmulas con los barones para que voten todos los militantes, a la par que se organiza la “operación Susana”, sin que al momento de escribir esta pequeña crónica se sepa a que carta quedarnos. Por su parte, el PP sigue tan tranquilo como su Presidente, insiste en que la victoria (pese a la perdida de votos y escaños) se debe a la anunciada recuperación y culpa a la herencia, mientras huye de la autocrítica (en Andalucía dicen que “Hemos cumplido con creces el objetivo electoral”). Rajoy, no piensa en cambiar el Gobierno y pide paciencia –como es costumbre- a sus votantes desencantados: “lo mejor está por venir”. Sánchez-Camacho sostiene que el partido que ha sufrido el desplome es el socialista. Sólo Feijóo ha reconocido que los electores han dado un “aviso” a su partido y que éste debe hacer “autocrítica a tiempo” sin “refugiarse” en su victoria en las urnas.  Las formaciones de Cayo Lara y Rosa Díaz están eufóricas. Y el resto, como es de rigor, se siente ganador.

Ante este panorama, es una locura aventurar un pronóstico. Pero, me atrevo a decir que –salvo pequeñas erupciones- esto no ha cambiado. Si en Europa, populares y socialistas siguen pensando en gobernar conjuntamente y el Presidente a proponer es Juncker, candidato de consenso, es que todo sigue igual: él estuvo a la cabeza del Eurogrupo en lo álgido de la crisis del euro y es el máximo exponente de la Europa conservadora que ha dirigido esta crisis, por lo que se pretende reiterar lo hecho hasta ahora, sin atisbo de autocrítica o cambio. Me parece un error por parte de los socialistas, que no han sido capaces de capitalizar la debacle popular.

El PSOE sigue con sus cambalaches orgánicos y no se vislumbra un cambio de esquema (pese a los buenos propósitos de que hace gala) y la gente no confía en un rumbo que desconoce. Me da la impresión que ha perdido dos años y se le ha abierto otro flanco de lucha por la izquierda. Creo que busca una alternancia, cuando lo que se necesita es una alternativa. Por su parte, el PP ha intentado imponer una política cicatera –costosa en extremo, que no ha solucionado nada-, sigue enrocado en negar su implicación en casos de corrupción evidentes (salvo, otra vez, Feijóo que reconoce que ésta les ha pasado factura) y el vocerío (junto a la patronal) sobre el presente floreciente rebota sobre la gente, que no se fía porque no es idiota. El  paro está estancado y  el FMI pide más recortes y austeridad.

 

Me da la impresión de que el PP no ha ganado las elecciones. Ha sido el PSOE el que las ha perdido. Y los dos, todavía, no se han enterado de las crisis económica, territorial e institucional –en especial la que desemboca en la corrupción generalizad y consentida-, ni saben cómo salir de ellas. Siguen en sus endogámicas disquisiciones y no llegan al fondo de las cuestiones que a la ciudadanía interesa, sin otear el horizonte (no es de recibo despreciar, cínicamente y con la soberbia del prepotente, un millón doscientos mil votos).

 

Es preciso buscar una alternativa de sentido común a un escenario político que ya no sirve ni convence. Hay que cambiar el sistema electoral y la política de emigración, erradicar la corrupción y atacar el fondo de la cuestión de la estructura económica a que nos tiene sometidos la troika. Con alusión expresa de España y Andalucía, se nos ha dicho: “estamos en un sistema económico múltiple que coloca en el centro el dinero, no la persona humana; un verdadero sistema económico debe tener en el centro al hombre y a la mujer”.

 

En esas estamos los ciudadanos. Pero, que si quieres arroz, Catalina…