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El despiporre PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Lunes, 30 de Junio de 2014 00:08

 

Amigos míos: me quedo tiritando de frío cuando veo que la importancia de los acontecimientos de la semana pasada (nuevo Rey, adiós al mundial, llegada del verano) se ve superada por los eventos que se airean estos siete últimos días. Y lo peor no es que se nos ofrezcan novedades de interés. Lo peor es que seguimos dándole vueltas a lo mismo de siempre. Llueve sobre mojado, con la particularidad de que, pese a que el suelo está saturado de lluvias mil, éstas siguen produciendo el pernicioso efecto del desencanto ciudadano. Y, con toda la razón del mundo porque, amigos, esto es el desarrope. No solo se divierten escandalosamente a costa nuestra, sino que han traído el total desorden en las instituciones que contaminan con su pestilente presencia.

 

 

Intentaré exponer algunas de las gracietas de esta semana. Unas, de tono menor, como las que nos cuentan que un fiscal del TS cree que aforar a Juan Carlos “atenta contra el principio de igualdad” o que una consejera vasca considere “inmigrantes” a los de otras regiones. Tampoco son mancas aquellas del anunciado despido libre en los trabajadores de la Administración; o cómo alardea la alcaldesa de Alicante, glamorosa ella,  cuando nos anuncia que  “la gente me pide que monte un partido”. Para mayor entretenimiento, entremezclaré un pequeño puzzle de nimias sinvergüencerías, con detenciones incluidas:  el ex tesorero de UGT de Andalucía por las facturas falsas y  otros 13 arrestados y seis registros en empresas y domicilios de Sevilla, Jaén –me encanta ver como mi ciudad prospera- y Madrid por el fraude de los cursos de formación, si bien Méndez defiende que en UGT no se concibe “ningún tipo de caja b”; el  director de la empresa pública Vaersa bajo la acusación de supuestos delitos de malversación y prevaricación, si bien Ciscar ha explicado –para su tranquilidad, supongo- que fue puesto en libertad y que no se le han comunicado las razones de la detención; la del Alcalde y cinco concejales de Torredembarra (Tarragona) y d el director de la oficina de Correos de Santa Bàrbara, también en Tarragona (doble bingo), poco después de cruzar la frontera francesa con la recaudación de la oficina.

 

De mayor calibre –si ello es posible-  es la noticia de la dimisión –acompañada de una suculenta pensión de jubilación- de Magdalena Álvarez, acusando al Gobierno de acoso. O la que nos habla del  portavoz del PP en el Senado, acusado de cobrar un soborno. Y la insólita propuesta del  portavoz de Fabra invitando al presidente de las Corts valencianas, Cotino, a dimitir tras la publicación de las conversaciones grabadas por la Policía en el caso Brugal.  O la curiosa creencia de la policía al presentarnos  a un ex director de Invercaria como “trabajador fantasma”, mientras que, llana y simplemente, el Juez Gómez Bermúdez imputa al ex director financiero y al  ex de Financiaciones de la CAM.

Antes de pasar al meollo de la semana, tres notas de “alta” política interior:  el PP aprueba en solitario el aforamiento express de Juan Carlos I, mientras Rajoy se fotografía en Malabo con el pequeño dictador en vez de cenar en Bruselas con los presidentes de la UE, al tiempo que recibe el rechazo de sus colegas, los registradores mercantiles, que no quieren  gestionar –gratis et inane-  el Registro Civil. Y  una más de política exterior –que confirma mis ya expuestas sospechas de compadreo- en boca del primer ministro británico, Camerón: “Juncker es la persona equivocada para dirigir la UE”. Lo que ya digo: más de lo mismo, porque se complementa con el nombramiento de Sulchz para lo suyo, todo con el apoyo del PP, liberales y socialistas europeos. Son como niños. Y nosotros más, porque seguimos en el limbo. La corona de este intermedio podrían ser dos novedades de postín que, claro es, contribuyen a ganar competitividad y a  la creación de empleo (lo han dicho, créanselo): las indemnizaciones por despido –se supone improcedente-  pagarán IRPF y todos los pensionistas seremos mileuristas. ¡Viva la Pepa!

Pero, a lo que íbamos. Con brevedad, pero con desolación, hemos de constatar el bonito caso de los parlamentarios con fondos de pensiones privado y, para más INRI, voluntario –gestionado por una sicav y financiado con dinero público-. Más que nada por la desfachatez que exhiben los agraciados, ya que se escudan en que es una solución legal y que Luxemburgo no es paraíso fiscal. De todas formas, me da grima saber que 39 eurodiputados españoles están en la tómbola (entre ellos, Montoro, Rosa Díez, Valenciano, Cañete…) y que el único que dimite, W. Meyer, lo hace con la excusa del desconocimiento –como si de un “preferente” se tratara- y enarbolando una coherencia que no ejercitó hasta la denuncia mediática. Otro botón de muestra: Algo huele a podrido –y no, precisamente en Dinamarca- en nuestra España cuando nos quedamos tan tranquilos, pese a saber que la pobreza infantil aumenta alarmantemente, mientras cae un 14% el gasto para la protección de la infancia desde 2010. Los niños son las principales víctimas de la crisis y los recortes, según denuncia Unicef: “el tener hijos se ha convertido en un factor de riesgo de pobreza”.

 

La guinda del pastel: el tema Cristina de Borbón. A propósito y entre paréntesis, espero que alguna vez se dicte un auto de procesamiento contra tanto político corrupto de los muchos que andan declarando en los juzgados, pero, por lo que se ve, lo mediático es lo mediático. Nos hacía falta un nuevo juez estrella y ahí está el Juez Castro. Y, no sólo eso: éramos pocos y parió… la fiscalía un Fiscal estrella,

Horrach. Y el no va más: juez y fiscal –antes, feliz matrimonio; ahora, en trámite de divorcio-  se enfrascan en una batalla personal a cuenta de la imputación de la Infanta: el fiscal anticorrupción aprecia una “espiral inquisitiva” del juez y éste, le reta  a que le denuncie por prevaricación si se cree lo que escribe. El despiporre sigue en efervescencia.

 

De todas formas, no desesperemos. Pensemos en algunos de los “Momentos Felices” que nos cantó Gabriel Celaya: “Cuando llueve y reviso mis papeles, y acabo tirando todo al fuego…y apenas si comprendo lo que al hacerlo siento… Cuando me he despertado, permanezco tendido con el balcón abierto. Y amanece…y sigo allí tendido, y nada importa nada… Cuando puedo decir: el día ha terminado… y enchufo el tocadiscos, y acuden Mozart, o Vivaldi, y la música reina, vuelvo a sentirme limpio, sencillamente limpio y pese a todo, indemne… Cuando tras dar mil vueltas a mis preocupaciones, me acuerdo de un amigo, voy a verle, me dice: «Estaba justamente pensando en ir a verte»… y al marcharme me siento consolado y tranquilo… Vencido y traicionado, ver casi con cinismo que no pueden quitarme nada más y que aún vivo, ¿no es la felicidad que no se vende?”.

 

Sean felices, amigos míos, pese a todo.