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Veo, veo PDF Imprimir E-mail
Escrito por Salvador   
Lunes, 26 de Enero de 2015 00:01

 

Recuerdo con fruición –por lo demás, nada fuera de lo común: tal como lo hace todo el que está en la esquinita del tiempo- aquellos viajes familiares de los años sesenta, con el cuatro latas repleto de maletas, almohadas, cajetones, bolsos y cachivaches… Sin contar con el personal, una amalgama humana difícil de controlar durante las  interminables horas del trayecto, bajo un calor asfixiante sólo suavizado por el aire fresco de las cuatro ventanillas abiertas. Los niños, a pelear de mancomún, a reír,  llorar, cantar, berrear. La madre, pellizcando sin ton ni son, con sus admoniciones desoídas: papá se va a enfadar, me vais a oír cuando lleguemos, se han acabado las chucherías, papá se está mareando… Y el padre arreglaba el problema, aparcando en la cuneta –todavía no se llamaban arcenes-, soltando cuatro tacos testimoniales y cambiando el agua… del radiador; sí, del radiador que entonces no sabíamos de sistemas termodinámicos. Ni de nada. Y a continuar el viaje.

De todas formas, lo que me encantaba de aquellos viajes eran las maneras de entretener a los niños para evitar alborotos. Sobre todo, con el bonito juego del “Veo, Veo”, que empezaba así y seguía con el consabido “qué ves… una cosita…. qué cosita es… una que empieza por a, b, c….”. Y los niños se peleaban por iniciar el veo, veo y tu, a la tercera respuesta, te hacías el ignorante para no chafarles el juego, hasta que exclamabas desolado “me rindo”, entre el alborozo del chiquillo que mantenía el mando…

 

En esas estamos. Empezaré haciendo de manigero y diciéndoles veo, veo… una cosa que empieza por A, de A…. Y les daré algunas pistas: en verdad, no es cosa, es persona. Por más señas, mujer, aunque los tiene como pocos hombres; de alta alcurnia, aunque de no muy nobles embestidas; tiene un fino olfato para elegir a sus colaboradores, tanto que últimamente ha sido fichada por una gran institución mundial captadora de talentos; incluso, es tanta su visión del futuro que fue la que destapó la red de corrupción mas grande que atenazaba a su partido. De reconocidos y desenvueltos desmentidos, es especialista en alborotos con todo el que se le ponga por delante, sin tener un mal gesto aunque se trate en difundir mensajes falsos de otros colegas. Es sal y pimienta de todas las ensaladas, como  la de Cecilia: va por la vida de novia en la boda, niña en el bautizo y hasta muerta en el entierro. Últimamente, ha sido objeto de un intento de abuso de autoridad, cuando aparcaba con su cochecito lerén, siendo retenida ilícitamente, arrollada por la moto del poli y otras lindezas. A Dios gracias, esta semana nos hemos enterado de que la malvada denuncia acaba de ser archivada Para ejemplo y regocijo del personal.

 

Veo, veo… un camellito volar, que empieza por B, de un tal B… Este caso es difícil de adivinar, pues, a pesar de sus treinta años comiendo de la misma olla, pese a haber hecho de cabo furriel de la tropa –que, como dice el DRAE, era el oficial que cuidaba de las cobranzas y paga de la gente que servía en las caballerizas reales, así como de las provisiones de paja y cebada-, ahora nadie quiere saber de él. “Todo un señor, uno de los nuestros, Luís sé fuerte”… y ahora resulta el gran desconocido, o, por lo que se ve, el gran descartado. De todas formas, haremos un esfuerzo para saber quién es nuestro personaje que, mire usted por donde y según su ex abogado, va a salir con el mismo pelo y el mismo peso con que entró (¿con el mismo dinero?). Si hombre: es “esta persona…este señor” sin nombre y apellidos –un señor en todo despectivo-  que “ya no es de este partido”, faltaría más. Que sí, que se tienen ustedes que acordar de él: es alto, bien parecido, esquiador avezado en pistas varias: Canadá, Suiza y otros candechúes por el estilo. Incluso esquiador acuático en islas paradisíacas (y fiscales).  Si necesitan otras pistas, ahí las tienen: fue despedido en diferido, ganó el juicio por despido y es de suponer que se reincorpore, al salir de la trena, a su puesto de “trabajo”. Por lo menos, va a seguir dando dolores de cabeza (no de Cospedal) pues acaba de reconocer de nuevo, antes de salir por el pórtico de Soto del Real, que él, junto al anterior tesorero, el bueno de Lapuerta,  llevaron "una contabilidad paralela en el partido durante una serie de años" a partir de las donaciones de distintas empresas y particulares que sólo pretendía "una operación de relaciones públicas”. Y reta al mismísimo ministro de Justicia a que se querelle contra él si le acusa de robar al partido. ¿Se rinden, a qué si saben ya de quien se trata?

 

Estoy casi al final del trayecto, por lo que no será posible seguir  jugando al “veo, veo”, siguiendo, por ejemplo, con la C de CARADURAS de vídeos varios, CUEVA  de ladronzuelos, etc., etc. etc. De todas formas, para no defraudar y dando un pequeño salto en el abecedario –que no en el despiporre-, entretengo a mis niños con un nuevo “veo, veo una cosita que empieza por D, por ejemplo de D…”.

 

Es menos dificultoso de adivinar porque esta nueva señora que termina por cerrar el bocadillo de adivinanzas (mujer/hombre/mujer) es tan vistosa como la casta Susana de la verbena de la Paloma o “El boticario y las chulapas y celos mal reprimidos”, con que se subtitulaba la famosa zarzuelita de Tomás Bretón, estrenada allá por 1894, como quien dice esta semana pasada. En la obra aparecen personajes tan entrañables como las chulapas, el sereno, los guardias, el boticario, etc. Todos muy característicos del viejo Madrid del siglo XIX, pero no sería difícil compararlos con algunos de los hoy conocidos por Bono, el incombustible encantador;  el Zapatero de ungüentos maravillosos; los castizos chulapones Iglesias y Errejón, muñidores de pro; algunos defensores a la desesperada como Luz, Patxi, Carme y compañeros mártires… Ánimo, adivinen de quien se trata y no se vayan por las ramas de otros personajes tan castizos como Don Hilarión y su amigo Don Sebastián, la tía Antonia... Esta cosita tan oportuna y calculadora,  es una linda costurera –de las que no da puntada sin hilo- que, como siga así, se va a enganchar a unos globos de feria y a subir, subir, subir al cielo infinito, como pajarillo volandero… hasta el batacazo final.

 

Lo siento: yo, he llegado a final de trayecto.  Ustedes, si pueden, sigan distrayéndose durante el viaje…