Así oigo pronunciar a los amigos del Puentesierra referirse al titular de la Cofradía del Santísimo Cristo del Perdón de la Asomada. Todos los años acude puntual a la cita y éste no podía ser menos. Y, hoy, quisiera enmarcar algo de su historia –o de su tradición que es la verdad más profunda-, describir con las pinceladas que se merece todo el entorno encantador en que se enmarca y  reflejar la belleza y el esplendor de esta costumbre tan atrayente.

Como les iba contando: ¡qué me interesa a mí lo que haga o –por mejor decir- lo que deje de hacer nuestro Alcalde y su oposición! Ya estoy desconectado de la cruda realidad, por lo que me importa un pepino que nuestros regidores mareen la perdiz una y otra vez. Es más: lo que me trae al pairo es la irrealidad en la que se mueve la política local. Por que es absurdo ese tejer y destejer de mentiras y desmentidos en que consiste el magín de nuestra gobernanza, en su doble acepción académica: desconozco cual sea la acción y efecto de gobernar que, en su caso, hayan ejercido o puedan desplegar nuestros ediles. Y, sobre todo, mal arte o manera de gobernar es éste en el que nada de lo que se cuece en la Casa Consistorial tiene como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre la Administración, la sociedad civil y el mercado de la economía, según define el DRAE.